Carlos Alberto Patiño
En 1492 ocurrieron dos acontecimientos muy importantes para la humanidad en general y para España en particular.
Uno, nada más cambió la idea y la forma mundo. Es, por supuesto, el viaje de Cristóbal Colón y su descubrimiento de América.
El otro no es menor para los
hispanohablantes que entonces sólo estaban en una de las penínsulas
europeas. El hecho fue la aparición de la primera gramática de la lengua
española, entonces denominada castellana.
El autor de esta obra fue Antonio de
Nebrija, de quien ya habíamos hablado en este espacio cuando abordamos
el tema de la ortografía (La Orthographía, por tan pocos atendida)
A Nebrija le encargó la tarea doña
Isabel la Católica. La prominente dama le pidió a don Antonio justificar
la necesidad de contar con una obra así.
No fue el autor, sino el obispo de Ávila
fray Hernando de Talavera quien dio la respuesta “Después de que Su
Alteza haya sometido a bárbaros pueblos y naciones de diversas lenguas,
con la conquista vendrá la necesidad de aceptar las leyes que el
conquistador impone a los conquistados, y entre ellos nuestro idioma;
con esta obra mía, serán capaces de aprenderlo, tal como nosotros
aprendemos latín a través de la gramática latina.”
Y eso que apenas se iba a descubrir
América. Faltaban más de 200 años años para que naciera la Real Academia
de la Lengua y apenas se sembraba la semilla de la que se convertiría
en la segunda lengua más hablada del mundo.
Nebrija puso la primera piedra de una
edificación que permitiría normar la forma de expresarse de más de 500
millones de personas.
También proporcionó las bases para que
nuestra lengua resista el paso del tiempo y no acabe como el latín, que
decayó y desapareció cuando surgieron las lenguas romances, entre ellas
la nuestra.
Las lenguas cambian, pero la que usamos
en España, Hispanoamérica, Asia y África seguirá siendo el español por
mucho tiempo, eso sin menoscabo del surgimiento de otras formas como ya
está sucediendo con el espanglish.
La gramática de Nebrija fue simiente.
Uno de sus propósitos, lo explica él (con su ortografía y redacción de
la época), era que los “estraños” (extranjeros) pudieran aprender la
lengua “entonces por este mi arte podrían venir en el conocimiento della
como agora nosotros aprendemos el arte de la gramática latina para
aprender el latín.
“Y cierto assi es que no sola mente los
enemigos de nuestra fe que tienen la necesidad de saber el lenguaje
castellano: más los vizcaínos, navarros, franceses, italianos, y todos
los otros que tienen algun trato y conversación en España y necesidad de
nuestra lengua: si no vienen desde niños ala deprender por uso: podrán
la mas aina saber por esta mi obra.”
Hay un dato importante. Las gramáticas
no se escriben nada más para los extraños. También cumplen la función de
normalizar, regular la lengua de los que ya la hablaban y que necesitan
un marco de uso común.
Sin meternos en las profundidades de la
lingüística, digamos que la gramática ya viene precargada en los niños
como los programas en las computadoras. Bueno, no exactamente, pero es
un hecho que los niños aprenden a expresarse sin estudiar gramática.
Los analfabetos no la han estudiado, pero pueden estructurar oraciones y comunicar sus ideas.
Mientras se aprende a hablar, se
desarrolla la idea gramatical. Preciso, se incorpora la estructura. Por
eso se pueden expresar nuevas ideas con el mismo lenguaje.
Pero eso no basta. Como en las
transcripciones genéticas, se producen errores que causan daños o
provocan mutaciones. Así, poco a poco surgen cambios y se va
deteriorando la lengua.
A veces, también como en la genética, las mutaciones contribuyen a la adaptación; a veces, como el cáncer, la falla aniquila.
Y para eso sirve la gramática académica,
no para establecer o imponer como algunos creen, sino para registrar
las normas que reflejan los usos.
Ése es el sustrato de mi desempeño
profesional. No es nada más señalar el error, es encontrar la mejor
forma de decir. Y la mejor es siempre la más clara, la que mejor se
entiende, la que no distorsiona la lógica ni incurre en la confusión de
significados. No es purismo es obligación de claridad.
La primera Gramática de la lengua castellana compuesta por la Real Academia Española apareció, con este título, en 1771.
Está dedicada a Carlos III (el papá del que monta nuestro Caballito).
Establece la obra en su presentación que
“La Academia sólo pretende en esta Gramática instruir a nuestra
juventud en los principios de su lengua, para que hablándola con
propiedad, y corrección se prepare a usarla con dignidad y elocuencia.”
En el prólogo dice que “Sería pues
conveniente que los padres o maestros instruyesen con tiempo a los
niños en la Gramática de su lengua. Los que no hubiesen de seguir la
carrera de las letras se ilustrarían a lo menos en esta parte de ellas ,
y hallarían en el exercicio de sus empleos, en el gobierno de sus
haciendas, y en el trato civil, las ventajas que tienen sobre los otros
los que se explican correctamente de palabra y por escrito.
No deberíamos aspirar menos, pero me conformo ya no con toda la gramática sino con la ortografía y la sintaxis.
¿Desde cuándo, en los medios de
comunicación, los jóvenes y los que ya no son, creen que su profesión es
la de hablar con lugares comunes? ¿Por qué creen que las muletillas son
muestra del mejor estilo?
La gramática y sus partes, como la
ortografía y la sintaxis, no son imposiciones sino acuerdos de
comunicación. El que no atiende este hecho no debería creer que tiene un
salvoconducto para destrozar el idioma.
No se trata de (ni se puede) congelar una lengua; pero, si nos atenemos a las normas, será mejor nuestra comunicación.
.-.-.-.-.-.-.
Es el “cancel electoral” el nombre de la
parte de la casilla donde se marca la boleta y que resguarda la
privacidad y garantiza el secreto del voto. Eso encontró El Arca de Arena en un manual para escrutadores. También se acepta “mampara electoral”. Las respuestas las recibió El Arca de Angélica Villanueva, Luz Rodríguez, Marielena Hoyo, Pedro Toxcano y Miguel Ángel Castañeda.
Bien, las arenas de El Arca encuentran
una palabra que literalmente significa “los de más al norte”, “muy al
norte”. Friedrich Nietzsche se consideraba a sí mismo como tal, pues se
decía más allá de los límites. Hay referencias en la mitología griega y
en términos esotéricos se refiere a una raza mítica de la que algunos
nazis pretendían descender.
Publicado en La Crónica de hoy 07 07 18
No hay comentarios:
Publicar un comentario