Nos regalaron un molcajete.
Fue en una visita a Comonfort
(Chamacuero)Guanajuato. Bertha dio una conferencia sobre la ópera perdida de Vivaldi.
Esa que el Cura Rojo escribió sobre Moctezuma… sin tener ni idea del personaje,
pero alguien le habló del tema y decidió convertirlo en una obra de su
repertorio.
En fin, la conferencia fue un éxito y las
anfitrionas (Adriana y Patricia) se comportaron como genuinas anfitrionas. Nos
pasearon y nos agasajaron comme il faut.
Regresamos a casa provistos de un generoso
itacate, un cesto para la gata y el molcajete de marras.
Este instrumento de cocina es una de las artesanías
destacadas de Chamacuero (Comonfort).
Tardamos un poco en curarlo (Los
molcajetes han de curarse, práctica que ignorábamos hasta entonces),
Meses después decidí hacerlo. Primero molí
arroz y luego sal de grano. Después procedí con una cabeza de ajo.
Supuse que ya se había logrado la meta y
aproveché un poco de chile serrano que había por ahí, un aguacate, cebolla y
ajo. Me quedó un muy aceptable guacamole.
Bertha se animó y me sugirió una salsa de
chile morita que preparaba su mamá.
Y resultó, pueden verla en la foto. Sirvió
para acompañar unos tacos de bistec.
Ya haré otras salsas.
Ahora estoy convencido de que el molcajete
es un gran invento. El uso del tejolote (la piedra de moler) no es tan
complicado ni tan pesado como me imaginaba.


