Giros
Carlos Alberto Patiño
Si usted escribe con puras
mayúsculas, le está gritando al lector, es una falta de cortesía. Si lo que
usted quiere es resaltar una palabra, una frase, una oración, se utilizan las negritas.
Un periodista y político de
los de antes, Roberto Blanco Moheno, abusaba de las mayúsculas. Sus artículos
eran una infinita sarta de gritos. Pero él era así, vociferante. Escudado
detrás de un inacabable puro, no respetaba a lectores ni interlocutores.
Las mayúsculas tienen un
uso muy bien definido.
Emplearlas no exime de
poner la tilde cuando así lo exijan las reglas de acentuación: ÁFRICA, África. Pero las siglas, que se escriben enteramente en mayúsculas,
no llevan nunca tilde. Las siglas son las iniciales del nombre de una
institución o de una expresión compleja: ONU, TIC, UNAM. No confundir con un
acrónimo, que se forma combinando sílabas de diferentes palabras: Infonavit,
Metrobús.
Las mayúsculas se usan,
desde luego, al iniciar una oración. Cuando ésta sigue a los puntos suspensivos
que cierran un enunciado: “Compramos mariscos, carne, vino... La cena resultó
un éxito.”
Pero si los puntos
suspensivos no cierran el enunciado, sino que éste continúa tras ellos, la
palabra que los sigue se escribe con inicial minúscula: “Estoy pensando que...
aceptaré; en esta ocasión debo arriesgarme”.
Se escriben con letra
inicial mayúscula todos los nombres propios
Es el caso de los
apellidos. (Ojo, lectores de noticias, comentaristas, locutores, profesores y
público en general, la palabra es “apellido”
no “apeído”, como suelen pronunciar.)
Si comienzan por
preposición, ésta se escribe con minúscula cuando acompaña al nombre de pila
(Juan de Ávalos, Pedro de Alba); pero si se omite el nombre de pila, la
preposición debe escribirse con mayúscula (señor De Ávalos, De Alba.)
Van las mayúsculas en los
nombres abstractos personificados, utilizados alegóricamente: la Muerte, la
Esperanza, el Mal.
En las antonomasias que se
usan como alternativa al nombre oficial: el Nuevo Mundo (América), la Ciudad
Eterna (Roma), la Ciudad Luz (París).
Los sustantivos y adjetivos
que forman parte del nombre de publicaciones periódicas o de colecciones: La Vanguardia, La Crónica de hoy, Nueva
Revista de Filología.
El nombre de las disciplinas
científicas, cuando nos referimos a ellas como materias de estudio: “Soy
licenciado en Geografía”; “me he inscrito en Arquitectura”. De otro modo,
usamos minúscula: “La medicina avanza que es una barbaridad”; “la psicología
femenina es muy compleja.
La primera palabra del
nombre latino de las especies vegetales y animales: Pimpinella anisum, Panthera leo, Cannabis indica (Ojo, La Cannabis).
Los nombres de edades,
épocas históricas y grandes acontecimientos históricos: la Edad de los Metales,
la Antigüedad, la Edad Media, la Hégira, el Renacimiento.
Los títulos y cargos como
rey, papa, duque, presidente, ministro, etcétera se escriben con minúscula,
pero toman la mayúscula cuando se emplean referidas a una persona concreta, sin
mención expresa de su nombre propio: “El Presidente destituyó al Comisionado”;
“el Papa habló ex cathedra y es
infalible e irrefutable”.
En español se escriben con
minúscula inicial los nombres de los días de la semana, de los meses y de las
estaciones del año: lunes, abril, verano. Por supuesto, si la puntuación lo
reclama, ponemos mayúsculas. También si forman parte de fechas históricas,
festividades o nombres propios: Primero de Mayo, Primavera de Praga, Viernes
Santo, Hospital 20 de Noviembre.
En minúsculas escribimos
los nombres de tribus o pueblos y de lenguas, así como los gentilicios: el
pueblo inca, los mayas, el español, los ingleses.
Los tratamientos (usted,
señor, don, fray, san, sor, reverendo, etcétera), pero sus abreviaturas se
escriben con mayúscula: Ud., Sr., D., Fr., Sto., Rvdo. En el caso de “don” hay
que insistir en su uso con minúsculas. Don significa “señor”, el femenino es
“doña”. No van en mayúscula si no inician oración, por más que queramos
atribuirle importancia a ese “don”.
Así, palabras enteras con mayúsculas no tienen lugar en los textos en
nuestro idioma.
Las
negritas
Se dijo antes, para
resaltar o llamar la atención sobre una palabra, se usan las “negritas” o “negrillas”.
Cuando no había
computadoras, en los manuscritos y mecanoescritos —los que se hacían con la
máquina de escribir—, las negritas se marcaban subrayando la palabra, y el
tipografista o cajista sabía que debía cambiar la fuente por un tipo bold.
En algunos espacios
periodísticos, por ejemplo, en las columnas de negocios y en algunas políticas,
los nombres de personas y empresas se ponen en negritas.
Por supuesto, no es
recomendable el uso extenso de esta tipografía. El abuso en su empleo desgasta
el recurso y vuelve monótona la página.
Las
itálicas o cursivas
El tipo itálico se usa para
darle al lector la idea de que la palabra empleada tiene un sentido distinto al
que tiene normalmente. También para señalar que la palabra es ajena a nuestro
lenguaje, es un extranjerismo o un barbarismo o forma parte de una jerga,
idiolecto o argot.
En periodismo se usan
bloques en cursiva para citas. De igual manera en las entrevistas, para
diferenciar las preguntas y anotaciones del reportero de las respuestas del
entrevistado.
Los latinismos y los
nombres científicos requieren de cursivas.
Los apodos, tan gustados
por delincuentes y autoridades policiacas, van en itálica.
Los títulos de libros,
publicaciones, películas, obras de arte, van en cursiva. Los contenidos dentro
de las obras, como artículos, capítulos, canciones llevan comillas.
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El tetrasílabo que alude a quien carece de
dinero, temporal o permanentemente y comparte seis letras con un sinónimo de
intachable, sin falla, como la actuación de Simone Biles en la gimnasia
artística de Río, es “impecune”, de in, negación y pecunia, dinero. La palabra
con la que comparte letras es “impecable”.
El
Arca de Arena espera que su nueva petición cause menos
dificultades a los asiduos y a los que por fin se animen a participar.
Es bebida antigua. Se condimentaba para disimular la pérdida de cualidades o la mala calidad. Comparte letras con los “cariñitivos” y con aquellos que imaginan males.
Es bebida antigua. Se condimentaba para disimular la pérdida de cualidades o la mala calidad. Comparte letras con los “cariñitivos” y con aquellos que imaginan males.
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