Carlos Alberto Patiño
El Arca de Arena
reclama más participación. Nos quiere dar muestra de términos llamativos, de
expresiones deslumbrantes, de palabras domingueras.
Las llamamos así, domingueras, por considerar al domingo un día
especial (El Día del Señor, para los creyentes) y por lo tanto, para las
ocasiones especiales. Pero también para destacar que son poco frecuentes.
Son para apantallar, para impresionar incautos.
A ver cuántas de las palabras que propone El Arca podemos reconocer.
Aparece en primer lugar “ínclito”, como el ínclito Alfonso
Reyes. Es esclarecido, un personaje ilustre (No vale formar el diminutivo
“inclitito”, por más que don Alfonso haya sido de corta estatura).
¿Qué más tenemos? La forma en que la madre de un amigo se
despedía. No decía “me voy a dormir”. Ella se arrojaba “a los brazos de
Morfeo”.
“Resiliencia”, como en “las madres solteras hacen gala de resiliencia”.
Es la capacidad de superar circunstancias adversas y también la habilidad de
adaptarse.
De la novela La aventura
equinoccial de Lope de Aguirre, de Ramón J. Sender (Bruguera, 1981), El Arca extrae esta expresión: Era un
“echacuervos de cabeza pregonada”. Se habla de uno de esos hombres de pocos
escrúpulos, embusteros y despreciables que más que venir a conquistar América,
salían huyendo de la justicia. De ahí lo de “cabeza pregonada”, es decir, que
se buscaba al hombre para rendir cuentas y, a veces, había recompensa de por
medio.
Del mismo arcón viene la descripción de un comandante de la guardia
al que le vino “la tarumba del martelo”, lo que significa que el soldado andaba
turulato por los amores de una dama.
“Plúmbeo” sirve para
referirse a algo muy pesado, aburrido. “El discurso del diputado es plúmbeo”.
Viene de plomo.
“Proditorio” es lo relativo a la traición. “Dejar a los niños
sin clases, más que una protesta es una acción proditoria”.
“Cae el orballo (u orvallo), no es aguacero, pero moja”, donde
“orballo” es llovizna.
Si decimos, “Mario era un infausto picaflor” nos referimos a un
sujeto desgraciado, infeliz, que además es inconstante, donjuanesco.
“Facundia” es
desenvoltura en el hablar, cualidad que deberían tener quienes trabajan como
locutores o comentaristas, pero muchos, lo que tienen es “logorrea” (cuyo
significado etimológico es escurrir palabras). Sueltan vocablos y expresiones
sin ton ni son. Si la locuacidad viene acompañada de ignorancia tenemos los
resultados que cotidianamente padecemos en la radio (¿La radio?, ¿el radio?: la
radiodifusión, la radiodifusora, el radio receptor. Trabajo en la radio, pero
oigo el radio).
“Heteróclito” es algo que se aparta de la regla común, de lo
habitual: “La familia Adams es de naturaleza sumamente heteróclita”.
“Bártulos” son tiliches, instrumentos o trebejos. Es el
conjunto mínimo de objetos propios que va con nosotros al mudarnos. La palabra
usualmente viene acompañada del verbo “liar”. “Lió sus bártulos y se fue”. “Es
hora de liar los bártulos y dejar esta casa de locura”
Los lectores tendrán su colección dominguera ¿Nos la dejan conocer?
.-.-.-.-.-
Llegó a mis manos El
libro de los disparates, de Juan Domingo Argüelles (Ediciones B, 2016). Ya
desde la portada nos advierte que compendia “500 barbarismos y desbarres,
dichos y escritos en español”, como los que solemos abordar en este espacio.
En el prólogo, Argüelles nos recuerda que todos cometemos
errores al hablar y al escribir. “Pero hay quien los comete con más frecuencia
que otros”, dice.
El texto recoge, nos explica, los “desbarres que con mayor
frecuencia y ‘normalidad’ utilizan los hablantes y escribientes de la lengua
española…”
El compendio es muy útil para aclarar a los necios el uso de
los términos que emplean mal y que insisten en defender.
También podría, si es que un libro fuera de su interés, servir
a quienes llenan las redes sociales de sandeces. Una rápida consulta les
serviría para mejorar sus furibundos, curiosos, graciosos o triviales mensajes.
Ya mencionaremos algunas barbaridades apoyándonos en este
interesantísimo libro.
.-.-.-.-.-.-
Bueno sería que quienes elaboran las cápsulas lingüísticas de
El Colegio Nacional consultaran un diccionario antes de producir sus mensajes.
En reciente emisión
(https://www.facebook.com/ColegioNacional.mx/videos/1192965150765112/), el
lingüista Luis Fernando Lara explica el significado y origen de la palabra
“cuscús”, esa que usamos cuando tenemos miedo y que acompañamos con un ademan
característico. ¡Ah!, quienes realizaron la cápsula escribieron así “cuz cuz”,
pasando por alto que el Diccionario de
mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua y el Diccionario breve de mexicanismos de Guido Gómez de Silva dan por
buena la grafía “cuscús”, homónimo del manjar magrebí (que por cierto, no está
hecho con arroz, como dice Lara).
El Colegio requiere de alguien más cuidadoso para manejar su
comunicación.
.-.-.-.-.-
Los pillos de El Heraldo de San Luis se roban mis
artículos (http://elheraldoslp.com.mx/2016/08/21/no-me-grite-valores-tipograficos/) y
se los atribuyen a la “Redacción”. Lo peor es que los bellacos reproducen y no
leen; el uso de mayúsculas en la versión electrónica es espeluznante. Echacuervos a los que desde aquí pregono las cabezas.
Gracias por el dato, doña Marielena.
-.-.-.-.-
El Arca de Arena recibió
respuesta de Bertha Hernández, Marielena Hoyo y Francisco Báez. La bebida
antigua que se condimentaba para disimular la pérdida de cualidades o la mala
calidad, que comparte letras con los “cariñitivos” (hipocorísticos) y con
aquellos que imaginan males (hipocondríacos) es el “hipocrás”, vino sazonado de
extenso uso medieval.
Satisfecha de su hazaña de hoy, El Arca deja una simple palabra con muchos significados. Tiene que
ver con los juegos de azar, con el transporte de agua y la geometría, pero la
saca del centro de las ruedas.
27 08 16
Publicado en La Crónica de hoy
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