sábado, 1 de octubre de 2016

La Orthographía, por tan pocos atendida


Carlos Alberto Patiño 

Ortografía es, dice el DLE, “1. f. Conjunto de normas que regulan la escritura de una lengua. 2. f. Forma correcta de escribir respetando las normas de la ortografía”.
El primer tratado de la materia en español lo elaboró el humanista y gramático Antonio de Nebrija: Reglas de ortografía española, de 1517. Hizo una segunda edición, o mejor dicho una segunda versión, (las Reglas de ortografía en la lengua castellana) que se publicó de manera póstuma en 1523.
Dos siglos después apareció la primera ortografía de la Real Academia Española, en 1741.
En su introducción y explicación de motivos, el libro dice que “la Orthographía es facultad que enseña a escribir recto y científicamente, assi en la propriedad de las letras, con que se debe expresar cada voz, como en la división y puntuación de las cláusulas, acentuación de las voces, notas, que indiquen el sentido, y todas las demás circunstancias, que pide la buena explicación de los conceptos, y su clara expresión para la inteligencia de los que leen. En pocas palabras explicó su definición Antonio de Nebrija, diciendo: (a) que la Orthographía es ciencia, que enseña las determinadas letras, con que se debe escribir cada diccion”.
Como es notorio, la ortografía y el uso de la puntuación han cambiado bastante desde que se pretendió fijarlas por primera vez para armonizar las diferentes formas en que se escribía el español.
Resalta la pretención de llamar científico a lo que en realidad es un conjunto de normas.
El antecedente de la Orthographía, refiere el texto, fue un tratado que se incluyó en el primer tomo del diccionario (1726).
La obra se apoya, por supuesto, en las de Nebrija, y en él se escuda la Academia para justificar una nueva obra para la correcta escritura.
El primer capítulo del tratado está dedicado a explicar “El origen de las letras, el arte de escribir, y utilidad de la Orthographía”.
“Propriedad inseparable de las criaturas racionales, que las distingue de los brutos, es el poder comunicar sus pensamientos, sus discursos, y en una palabra, los secretos de sus corazones”.
Hay un pasaje que a mí me hace gracia. Después de una larga disertación sobre el origen de la escritura, planteándolo desde Adán, pasando por Noé y Abraham, los académicos recurren a uno de los Padres de la Iglesia, San Agustín. El teólogo de Hipona “se preguntó a sí mismo, quando empezaron las letras: y la respuesta instruyó a la Academia, para responder con el Santo: no sabemos que esta disputa se pueda resolver, ni hay principios para indagarla, y examinarla. Si un Agustino se rindió a la dificultad, fuera en la Academia temeridad empeñarse en la resolución, y no dexar indeciso su origen”.
En otra parte el manual incluye la siguiente reflexión: “Tan necesario es á la república racional el arte de escribir, para formar las letras, como la Orthographía para usar bien de ellas: y assi como se inutiliza un escrito por que la mala formación de las letras no da a conocer su distinción, assi se dificulta mucho la inteligencia, quando en mala ó en ninguna Orthografía le truecan las letras, y por consiguiente ó se muda, ó se dificulta la significación”.
“Podemos aquí comparar este defecto á aquel en que incurren los que, por no tener expedita su lengua, apenas aciertan con la explicación de las voces: todos hablamos unas mismas palabras, todos queremos articular unas mismas sylabas, pero los balbucientes no aciertan, y los tartamudos las repiten impertinentemente, cansandose ellos en hablar, y rindiendo á quien, oyendoles, no los pueden entender: en ellos es defecto de la naturaleza (...) en el escrito es defecto causado ó por la ignorancia, ó por el descuido, pero convienen todos, en que, cansandose unos en hablar, y otros en escribir, ni entiende el que oye ni puede entender el que lee lo que escribe”.
Con todo y su estilo que nos puede parecer arcaico, las ideas se aplican casi tres siglos después, sobre todo si nos asomamos a las famosas redes sociales.
Regaños. Consulté en mi teléfono la aplicación para ver las condiciones del clima. Dice una de las opciones: “Ver previsión futura” ¡Chintetes!, pues ni modo que sea pasada. Prever: ver antes.
Sumaré en esta ocasión un reconocimiento. Por primera vez, en muchos años, un jefe de Gobierno dejó de emplear el eufemismo “encharcamientos” y claramente habló de inundaciones. Reconocer la realidad y llamarla por su nombre es ya un avance.

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“Giros” recibió una ayuda de memoria de Jorge Meléndez, a propósito del afamado pájaro chingolo. Dice el periodista: “Blanco Moheno, al referirse al pájaro mencionado, no lo citó bien, y lo llamó el ave uyuyuy, si mal no recuerdo. Luego algunos especialistas lo corrigieron”.
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Congratulaciones. En el diario estamos de manteles largos. El miércoles 5 de octubre realizaremos la entrega de los Premios Crónica. Ya es la séptima ocasión en que se entregan estos reconocimientos a mexicanos distinguidos. Los recibirán esta vez el doctor Pablo Rudomin, en la categoría de Ciencia y Tecnología; la doctora Linda Rosa Manzanilla, en Academia; el maestro Horacio Franco, en Cultura: y la Universidad Nacional Autónoma de México, en la persona de su rector, Enrique Graue, por Comunicación Pública.
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Escribió Mangel al Arca de Arena: “La respuesta es Oblongo, personaje actuado por Marcos Mundstock en “Cartas de color”, de Les Luthiers, cantautores argentinos”. Y sí. Esa es la solución que demandaba El Arca con todas las referencias necesarias. Respondieron también Bertha Hernández y Francisco Báez.
La pregunta de esta semana es: ¿Cómo se le llama a quien fabrica o vende los adminículos de hojas curvas y dentadas que sirven para segar mieses?

01 10 16
Publicado en La Crónica de hoy

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