jueves, 25 de febrero de 2016

Fósiles

Carlos Alberto Patiño
En el tintero se había quedado el concepto “expresión fósil” que utilicé en “Me estas oyendo…” , del 31 de octubre.
Había abierto una digresión para comentar que las palabras “del otro lado de la línea” eran eso, una “expresión fósil”.
La denominé así porque este tipo de dichos han perdido su referente, pero su uso mantiene vigencia.
Como el teclado “qwerty”, cuya distribución se dispuso para evitar que las varillas de las máquinas de escribir se trabaran. El orden de las teclas se conserva en las computadoras y teléfonos, pese a que no hay varillas que se entreveren.
“El otro lado de la línea” se refiere a la línea telefónica, es decir al alambre que conectaba a los aparatos.  Pero como la mayoría de los teléfonos se comunican ahora por ondas o por fibra óptica, la correspondencia física con la forma de decir se pierde, aunque la expresión se sigue entendiendo.
Un caso más evidente es “caer el veinte”. “¿Ya te cayó el veinte?”, se dice para preguntar si el interpelado ya entendió, ya captó, ya agarró la onda.
Los más jóvenes deberán enterarse de que en alguna época todos los teléfonos públicos eran de monedas, específicamente de monedas de 20 centavos a las que llamábamos “veintes”.
Uno ponía la moneda por una rendija; el veinte quedaba retenido y, si se lograba la comunicación, caía a la alcancía. Si no, era devuelto al usuario.
Al caer el veinte, el proceso se concretaba. Así, cuando alguien de pronto comprende el significado de las cosas, cuando entiende lo que antes era confuso, es como si la moneda cayera a la alcancía.
Los teléfonos de este tipo se instalaron en la ciudad de México en 1960, y las monedas, que eran de cobre, se acuñaron de 1947 a 1974. Tenían en el frente un águila y en reverso la pirámide del Sol. Dejaron de usarse para la comunicación cuando la hiperinflación hizo que el costo del servicio cambiara y que el valor de la moneda fuera más por el metal que por su denominación. Actualmente un de esas piezas se cotiza entre los numismáticos en 100 pesos.
Y si de monedas hablamos, no podemos pasar por alto el consabido lema de los volados: “águila o sol”, que también está entre los fósiles.
Ya dije que los veintes tenían el águila por un lado y la pirámide del Sol, por el otro. Pero estoy seguro de que no es ése el Sol que dio origen a las opciones de los volados.
Ignoro cuál será la moneda con la que se empezaron a cruzar las apuestas favoritas de los merengueros. Al lector que lo sepa, le agradeceré el dato.
Es lugar común saludar diciendo “aquí, visitando las estrellas”, sin tener idea de la fuente del saludo.
“Visitando las estrellas” fue un programa de la televisión conducido por Paco Malgesto (Francisco Rubiales), afamado locutor, cronista taurino, entrevistador… todo un hombre del micrófono.
La idea del programa era, justamente, acudir con cámaras a la casa de las celebridades y lograr una entrevista con un toque de intimidad, en un ambiente familiar relajado.
El programa cesó de transmitirse hace más de cuatro décadas, pero ahí se quedó el fósil de las estrellas.
“Agarra la jarra” era eslogan de Bacardí en los años 70 del siglo pasado. Fue tan fuerte el impacto de la fórmula que se convirtió en sinónimo de fiesta, de borrachera, de francachela, de embriaguez.
“Charales Atlas” es mote de burla. Se oye todavía por ahí para molestar a un aspirante a fortachón o a un irremediable alfeñique. El inspirador del término fue Charles Atlas, afamado por la “tensión dinámica”, su método de ejercitación sin aparatos. La época de auge de la disciplina fue la mitad de los años  veinte y los treinta del Siglo pasado. El personaje murió en 1972, y hasta hace no mucho aun se ofrecía su método por correspondencia.
Son huellas grabadas en el lenguaje, como las improntas que dejaron los dinosaurios en lo que ahora es La Patagonia o en Coahuila.
¿Alguien tiene más ejemplos?
Del Arca de arena había salido un objeto: el poste que sirve para sujetar las amarras de las embarcaciones. Es el “noray”. Francisco Báez respondió de inmediato y Marielena Hoyo añade el término “bitas”, que son la contraparte en la cubierta de la nave. Gracias a los dos.
Ahora no sacaré ni objeto ni palabra del Arca. La pregunta será sobre el Arca misma.
Es referencia a la literatura española, aunque esconde doble fondo.
¿Alguna idea?
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