lunes, 15 de febrero de 2016

Previo y al interior


Carlos Alberto Patiño




Previo es un adjetivo, no un adverbio.
Cuando algo ocurre en un partido político, sucede “en”, “dentro”, no “al interior”.
Ahora tendría que explicar qué es un adjetivo. Aclarar qué significa la palabra adverbio.... O exponer el endemoniado uso de las preposiciones para que se entienda por qué debe ir “en” y no “al”.
A veces me parece que cuando el periodismo lo ejercían muchos que no habían terminado una carrera universitaria o ni siquiera pisaron una universidad, estaba mejor escrito.
Ahora que abundan los licenciados, cuando han proliferado las escuelas dedicadas a la comunicación y materias afines, los periódicos están plagados de errores ortográficos, gramaticales, lógicos.
Dicen algunos mal intencionados que esas deficiencias tienen su origen remoto en la reforma echeverrista que quitó a la Patria de las portadas de los libros de texto gratuito, suprimió la letra manuscrita y arrasó con aquellas materias llamadas Lengua Nacional y Civismo (ambas así, con mayúscula).
Si fue o no culpa de don Luis o de su secretario de Educación, Víctor Bravo Ahuja, no podemos asegurarlo. No sería justo cargarle todas las pulgas a ese par, pues varios y de las más diversas cataduras los secretarios de Educación habidos desde aquellos años 70.
Reformas, reestructuraciones, golpes de timón… de todo ha habido y las consecuencias palpables están a la vista. En las redacciones y en los resultados de las evaluaciones que se hacen a los estudiantes, como esa prueba Planea que nos restriega en la faz datos que nos avergüenzan.
Ahí está el lamentable manejo del lenguaje que tienen nuestros jóvenes.
Al habla la hacen los hablantes. El uso hace a la norma.
Pero dígame usted, lector, ¿qué normas van a surgir a partir de los usos lingüísticos que pululan en las redes sociales?
Malo fue cuando en los programas de estudio de las carreras de comunicación se optó por la “redacción sin dolor” en lugar del conocimiento de la gramática.
Había antes (no digan previo) un conjunto de términos para enumerar las partes de la gramática. Eran sintaxis, ortografía, prosodia y analogía. Cada una de estas ramas con nombre de señora gorda, decía uno de mis maestros, tiene una utilidad para entender la mecánica de la expresión.
En fin, explicar todo eso requeriría de otro tiempo y espacio.
Un gran periodista, que además de grandes investigaciones, poseía una prosa admirable, me refiero a Manuel Buendía,  recomendaba:


“Multiplicar extraordinariamente nuestras lecturas.

Leer poco -sólo un periódico al día, una revista a la semana y un libro allá cada dos o tres meses- sería una de las recetas más eficaces para nunca salir de la mediocridad.

En cambio, la lectura abundante suele dar tan generosos resultados que hasta cura la mala ortografía, causa de tanto desempleo de periodistas en la actualidad.”


Bien, ahora explico el párrafo inicial de este texto.
Previo es adjetivo, lo cual significa que es palabra que funciona cuando acompaña a un sustantivo (creo que ese término lo entendemos todos… creo).
Un ejemplo: “El día previo a su cese, el funcionario se dio cuenta de que estaba perdido.” Y no “previo a su cese…”
Si lo que se quiere decir que algo pasó con anterioridad, pues usemos el adverbio “antes”: “Antes de su cese, el funcionario se dio cuenta…”
Así, el día previo, el momento previo, la casa previa…. Siempre con un  sustantivo.
O el adverbio “antes”:  “Antes de la junta” (no previo a la junta, por favor)
Así de simple. “Previo” requiere un sustantivo; “antes”, no.
Lo mismo vale para, “posterior”, cuyo mal uso equivale a después.
De “al interior”, luego hablamos.

07-08-15

Publicado en  La crónica de hoy

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