martes, 16 de febrero de 2016

La imagen de la verdad (o la verdad de la imagen)

Carlos Alberto Patiño

Dicen que la cámara no miente, pero a las imágenes se les puede hacer decir cualquier cosa.
También dicen que una imagen dice más que mil palabras. Puede ser, aunque con unas pocas se le pueden conferir tantos significados a la imagen. A veces una sola palabra basta.
Había dicho en una entrega anterior, Metidas de pie… de foto (05 09 15), que el texto que acompaña a un fotografía debe proporcionarle al lector la información suficiente para entender por completo el contenido. Personajes, lugares, momento… en fin todos los datos necesarios para ponerlo en su contexto.
Sin meterme en los significado y significantes, diré que los seres humanos somos una especie interpretativa.
A todo le queremos dar un sentido, a todo le queremos encontrar forma, coherencia, significado.
Por eso vemos en las nubes castillos, dragones, calaveras, ángeles, demonios o señales de lluvia. En los primeros casos, el fenómeno se conoce como pareidolia. El segundo no es fenómeno, es la disciplina encaminada a estudiar el clima, la meteorología.
Es inevitable, nuestro cerebro percibe una curva cerrada y la convierte en un círculo. Ve una caminata en una conjunto de trazos que parecen ser una pierna delante de otra. Si hlla dos ramas cruzadas, ya está suponiendo un símbolo religioso.
Lo dicho, animales interpretadores somos.
Conocido es el efecto Kuleshov, propuesto en los albores de la cinematografía por el ruso Lev Kuleshov, quien pretende sentar al montaje como parte fundamental de la sintaxis cinematográfica.
El ruso tomó el rostro de un actor Ivan Mosjoukine. Proyectó la imagen de un plato de sopa y luego  la cara del actor. Después un a joven en un ataúd, y luego la misma imagen de Mosjoukine. Seguía una niña jugando con su osito de peluche seguida de la imagen del actor.
El público interpretó la misma faz expresando emociones divergentes y lo atribuyó a la gran capacidad histriónica de Mosjoukine.
Lo dicho, vamos por el mundo sacando conclusiones.
Hay otro elemento que interviene. No sólo es la naturaleza humana. Hay fisiología y psicología, pero también hay ideología.
No leemos la realidad así, en crudo; la tamizamos con nuestros conocimientos, experiencias, ideas y creencias.
Los versos de Ramón de Campoamor: “En este mundo traidor/nada hay verdad ni mentira:/ todo es del color7 del cristal con que se mira”, no son mero recurso poético, son descripción de la realidad.
Bien, basta de rollos. Aquí viene la evidencia.
Allá por el año 1998, dos periódicos publicaron las dos fotografías que aquí se muestran. Fueron captadas con segundos de diferencia. 



La lectura que hicieron los editores de ambos medios no puede ser más contrastante.
Uno vio un arresto. El otro vio un gesto de ayuda.
¿Quién informó con objetividad?¿Quién mintió?¿Hay alguna verdad?
Yo no saco conclusión, sólo consigno.
Cada quien con su cristal.
caralpat@gmail
@caralpat
*Imágenes: La jornada, jueves 11 de junio de 1998, pag 4, foto de Dulio Rodríguez
La Crónica de hoy, jueves 11 de junio de 1998, ag 14, foto de AP

19 09 15

Publicado en La Crónica de hoy

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