lunes, 15 de febrero de 2016

Metidas de pie… de foto

Carlos Alberto Patiño


¿Alguien lee los pies de foto? Antes, mucho antes, se decía pies de grabado, cuando al artículo o noticia se le añadía una ilustración con esa técnica, el grabado en cualquiera de sus modalidades. Entonces, el trabajo del artista estaba encaminado a ilustrar la información.
Con el advenimiento de la fotografía las cosas cambiaron, porque la imagen se volvió una forma de testimonio, de evidencia.
Si el lector se ha tomado la molestia de repasar los textos que acompañan a las fotos se encontrará con mucha frecuencia lo que llamamos pies para ciegos.
La foto es de un perro que cruza la calle. El texto: “En la imagen vemos un perro que cruza la calle”.
Los hay difusos. En la imagen, una mina. El pie: “La industria extractiva crece”.
Los imprecisos. Vemos un grupo de personas. Podríamos suponer que se nos dirá quiénes son. Pero no. La leyenda reza: “Diversas personalidades se reunieron para…”
Uno confuso y difuso. Hay cuatro personas, y la información proporcionada es “Fulano, Zutano, Mengano…” Y del cuarto sujeto no se dice nada.
Les voy a referir uno de los peores. (Con este tipo de pie se topan con frecuencia los historiadores)
“El general Villa, el general Zapata y un desconocido”.
¡Demonios! Pobre sujeto. Le toca salir en los periódicos y aparece como un desconocido. Y así se queda para la historia.
Hay más.
No hace mucho vi un pie de una agencia de célebres fotógrafos. Se nos presenta una bicicleta volcada con todo y su caja de carga. El texto: “Un camión y un auto chocaron en…” ¿Y la bici qué? ¿Y el ciclista…? Pues imagínelo usted, porque datos no hay.
Le voy a contar otro caso.
¿Cómo clasificarlo? El asunto va así.
Informan las autoridades que se incautaron ciento veintitantos kilos de drogas en el puerto de…. Nuestro editor en turno buscó una imagen de ese puerto. Y nos mostró tres contenedores, de esos que se pueden convertir en vagones de ferrocarril o en cajas tráiler.
Cuestión de dimensiones, pero la capacidad de esos contenedores sobrepasa con mucho los poco más de un centenar de kilos de droga.
Lo peor. Había foto de los paquetes decomisados.
En la historia del periodismo se suele contar el tremendo error del El Diario de México. Un par de fotos. Un presidente y un chango. El presidente, Gustavo Díaz Ordaz; el primate, un recién llegado al zoológico. Pero, oh, manes, los pies salieron intercambiados. El mandatario recibió la bienvenida a Chapultepec y el simio, los honores patrios.
Ni siquiera hay que decir que el Diario desapareció por un buen tiempo.  Hay que recordar que a ese presidente, sus malquerientes (que no son pocos) lo apodaban “El Chango”.
En fin, estos son ejemplos de lo que pasa con las imágenes. Hay fallas por falta de datos, por equivocaciones, por tontería y hasta por ideología (de eso tengo algo para otro día).
¿Cómo debe ser un buen pie de foto?
Eso lo decidirá cada editor.
Pero hay algunos elementos a considerar.
La imagen, periodísticamente requiere de explicaciones. La dramática fotografía del bebé ahogado, de los días recientes, por sí misma tiene un valor informativo. Pero sin los datos que nos proporcionan el contexto es insuficiente.
El pie de foto debe informar, debe ubicar, debe explicar.
Algunas o todas las preguntas básicas del periodismo deben estar respondidas ahí. Qué, quién, cuándo, dónde, según el caso, han de quedar resueltas en el pie.
Las confusiones, inexactitudes, equívocos, provienen de la falta de cuidado del fotógrafo y de sus jefes o de una mala decisión del editor.
Las fotos no son relleno, no es cuestión de ilustrar, sino de dar testimonio, de informar.
Las del tintero
Se nos queda en el recipiente de los pigmentos el demasiado uso del término demasiado. Ya lo veremos
@caralpat
05 09 15

Publicado en La crónica de hoy

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