martes, 23 de febrero de 2016

¿Me estás oyendo… o me estás escuchando?



Carlos Alberto Patiño





Oír y escuchar no significan exactamente lo mismo. La diferencia tiene que ver con la percepción y con la atención.


Oír es percibir, registrar los sonidos. Escuchar es atender, prestar atención.


Muchas veces, en el teléfono, cuando del otro lado de la línea, me dicen “no te escucho”, me asalta el impulso de responder: ¡Pues pon atención!


Pero las buenas maneras me frenan; entiendo que es un problema técnico o del ambiente el que impide la comunicación. Y no un mal empelo del verbo el que causa la confusión.


(No es bueno distraer al lector del tema central con digresiones y vericuetos, pero no quiero pasar por alto la expresión fósil que usé: “del otro lado de la línea”. Dejaremos en El tintero qué es eso de expresión fósil) y revisaremos algunos casos.


Ya ven cómo distraen las desviaciones del relato. Tómenlo en cuenta para sus escritos.


Volvamos al punto. La diferencia entre oír y escuchar tiene qué ver con la actitud y con la circunstancia.


Aunque la Academia reconoce “oír” y “escuchar” como equivalentes, es una cuestión de matiz, de precisión que bien atendida contribuye a ganar claridad.


Lo mismo pasa con “ver” y “observar”.


Con la primera palabra, se percibe; con la segunda, se presta atención.


Cuando a alguien le dicen que es muy observador, se está, precisamente, dándole la dimensión de atención que tiene el sujeto.


Aunque también puede tratarse de un mirón simple y llano, pero ésa seríaa otra historia.


Lo que sí es cierto es que “vistes” no es conjugación del verbo ver sino de vestir. Así, “vistes el coche” quiere decir que te pones el auto como vestuario, no que lo hayas mirado.


Mirar, que apareció implícito en “mirón” y “mirado”, significa dirigir la mirada a un objeto. Hay un matiz adicional. No es exactamente ver ni observar.


De amar y querer no hay nada que decir que no haya dicho José José, y de amar demasiado ya hablamos en este espacio http://www.cronica.com.mx/notas/2015/920041.html.


Pero lo que sí hay que mencionar es la diferencia entre delegación y demarcación.


Se las usa como sinónimo. Lo hacen los propios jefes delegacionales, y resulta que no. Como en los otros casos, no son sinónimos exactos.


El primer término se refiere a la división política: “·la delegación Benito Juárez, la delegación Coyoacán…


En cambio, demarcación es un asunto geográfico, es una delimitación física. Por eso, usar “la demarcación Iztapalapa”, además de verse horrible, es inadecuado.


Sin embargo, si es admisible emplearlo como sinónimo de delegación después de haber mencionado a la entidad.


Por ejemplo: “La delegación Iztacalco padeció severos encharcamientos; en la demarcación fueron mucho los damnificados. Aquí si vale la sustitución


Del Arca de arena salió la semana pasada la palabra “herrete”. Francisco Báez de inmediato explicó que se trata de la punta de las agujetas, antes de acero, ahora de plástico. Ramiro Martínez, no sé con qué intención escribió que “son para los ojetes”. Y sí, los agujeritos de los zapatos por donde pasan la agujetas o cordones son “ojetes”, palabra derivada de ojo: ojo pequeño.


El lector Saúl Ortega complementó la información con el dato de la proveniencia de la palabra: La novela de Alejandro Dumas, Los tres mosqueteros.


En la obra de Dumas “herrete” (ferret, en el original francés) se refiere a una joya, que recibe el duque de Buckingham de manos de la reina Ana de Austria. La recuperación de esa joya da lugar a las más emocionantes aventuras de D’artgnan y sus tres compinches.


Hoy, de la misma arca sale “babirusa”. ¿Saben los lectores qué es? Y también la procedencia literaria de esa palabra que tantas partidas de “¡Basta!” me permitió ganar


311015




Publicado en La Crónica de hoy





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