sábado, 24 de septiembre de 2016

Peligros en la red


Carlos Alberto Patiño
 
En verdad os digo que hay peligro en el uso de Google o de cualquier buscador. En la web y en las redes sociales el peligro acecha.
Ponga usted en su buscador favorito la palabra “vistes”. ¿Cuántos de los resultados son correctos y cuántos no?
“¿‘Vistes’ la película?” “¿Cómo ‘vistes’ la pelea? Ambos casos merecen tache.
“¿‘Vistes’ de luto por Juan Gabriel? Cada quien su duelo, pero es correcto, como lo es “‘vistes’ a tu gusto, tú lo pagas”.
Del verbo ver, la conjugación de la segunda persona del pretérito (pasado) del indicativo es “tú viste”.
De vestir, la segunda persona del presente de indicativo es “vistes”.
Sigamos con el buscador. Ponemos IVA y nos sale el impuesto, pero si la búsqueda es “iva a pedir su mano” sorprende de la cantidad de resultados con la mano gravada, seguramente a causa de la dote.
Iba, de ir; IVA, Impuesto al Valor Agregado. (Aquí hay una buena explicación de gravamen por el grupo español La Trinca https://www.youtube.com/watch?v=Ut_hFg_7kvQ).
Suele preguntarse en las oficinas cómo se escribe una palabra. Antes, cuando no había internet y sí había diccionarios, se recurría a la secretaria más experimentada (las secretarias, entonces, sí tenían ortografía, como la tenían los maestros). Si no, se establecía una especie de competencia y, de manera más o menos democrática, se decidía la grafía. ¿Y el diccionario? Guardado en el cajón de un escritorio. Sólo si la controversia era muy intensa alguien se acordaba y lo buscaba para hacer la consulta.
Ahora se guglea en el teléfono o la tablet, o cualquier dispositivo y aparece la palabra. Lo malo es que sale escrita de todas las formas imaginables y algunas que nunca me imaginaría.
Lo mejor es ir a un sitio confiable como el Diccionario de la Lengua Española o el Diccionario del Español de México o a cualquiera respaldado por una institución seria.
Pero si las palabras no están en el diccionario, ¿a qué nos atenemos?
Pruebe con “trascabo”, “trascavo”, “transcavo”… salen todas y hasta con foto.
“Trascabo” sí está en el DLE, sólo que significa “traspié”, lo que nada tiene que ver con la maquinaria que buscamos.
Google da por bueno “trascabo” como sinónimo de retroexcavadora. Sin embargo, no toma en cuenta que si el aparato es para cavar, su nombre debería de ser con “v” de bien veo a la vaca.
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Regaños. Me hace notar Aurelio Ramos que en conocido diario de circulación nacional un reportero que pretendía hacer la crónica del simulacro de sismo en el Senado decía que había poco “quorum”, cosa imposible. Hay quorum o no lo hay. Dice el DLE: “Número de individuos necesario para que un cuerpo deliberante tome ciertos acuerdos”. Quizá el reportero quiso decir que había poca asistencia.
Conocida agencia periodística del Estado mexicano incluía un pie de foto que decía “Hoy ante nublados y llovizna se llevó a cabo el equinoccio de otoño en Chichén Itzá” “Se llevó a cabo”, es decir que alguien hizo que concluyera el fenómeno astronómico. Los solsticios y los equinoccios ocurren, se presentan o suceden. No se llevan a cabo.
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De los comentarios recibidos a propósito del Giros para malpensados, Gerardo Galarza refiere el pasaje del que saqué al pájaro chingolo: “El pájaro chingolo fue citado en la tribuna de la Cámara de Diputados durante el Colegio Electoral de la primera cámara producto de la reforma política atribuida a Jesús Reyes Heroles. La cita corrió a cargo del presunto diputado priista Roberto Blanco Moheno, quien lo comparó con los diputados de la izquierda del PCM, a quienes acusó de cantar en un lugar y tener sus huevos en otro... continente, si mal no recuerdo”. Lo recordamos más o menos igual.
Aurelio Ramos añade la cita del Martín Fierro, de José Hernández, para referirnos a otra ave con mañas parecidas:
“De los males que sufrimos/ hablan mucho los puebleros,/ pero hacen como los teros/ para esconder sus niditos:/ En un lao pegan los gritos/ y en otro tienen los huevos”.
Marielena Hoyo pregunta sobre la forma masculina para “autodidacta”. Es “autodidacto”. Así aparece en el DLE. A “Pénsum” también puede encontrarlo en la misma obra.
Del Pito Real encontré algunos datos. El nombre proviene de un ave (pájaro carpintero) y de un tipo de baile. Fue en esa publicación donde apareció por primera vez “Adiós Mamá Carlota”. Su lema “Cuando pitos, flautas; cuando flautas, pitos” es de un poema de Luis de Góngora, cuyos primeros versos dicen así:
“Da bienes Fortuna/ que no están escritos/cuando pitos flautas,/cuando flautas pitos./ ¡Cuán diversas sendas/ Se suelen seguir /En el repartir /Honras y haciendas! /A unos da encomiendas,/ A otros sambenitos. /Cuando pitos flautas, /cuando flautas pitos.”
Encontré también la hipótesis de que el término “pitorrearse” podría tener su origen en esta publicación satírica. Lo dice el portal Musiques du monde, en el espacio “Testimonios jarochos” de Andrés Barahona Londoño. Esta es la liga:
http://www.musiquesdumonde.net/Adios-Mama-Carlota-y-el-Pito-Real.html
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El Arca de Arena recibió rápidas respuestas a su pregunta. Bertha Hernández, Pancho Báez y Marielena Hoyo identificaron el “molinete” como el movimiento de esgrima o el aparato que permite o impide el paso, también sinónimo del juguete con aspas que giran con el viento.
Ahora El Arca la pone muy fácil, sobre todo para mis coetáneos y alguno que otro mozalbete. Por eso requiere que la respuesta venga con aparato crítico, es decir con fuente. Es más largo que ancho y es el nombre de un personaje de célebre obra musical.
24 09 16
 
Publicado en La Crónica de hoy

sábado, 17 de septiembre de 2016

¿Pero qué creía...? ¡Malpensado!

Carlos Alberto Patiño
“Comechingones” no es un antropófago sibarita. Es un grupo étnico de Argentina, país donde también hay un poblado con ese nombre y un accidente geográfico, la sierra de Comechingones. ¿Y como son los comechingones? Se oye la voz de Mángel preguntando, a la vez que nos recuerda que son “muy renombrados”, como asientan Les Luthiers en La cantata del adelantado Rodrigo Díaz de Carreras (https://www.youtube.com/watch?v=trQy3IUk-Ek).
Chingolo” no es una forma pronominal del verbo que usted está pensando, sino un “Pájaro conirrostro de la familia de los fringílidos, de canto muy melodioso y color pardo rojizo, con copete”, como establece el Diccionario de la lengua Española.
“Desmamonar” no es tumbar al director de la tele universitaria. Es, asienta el DLE, “Quitar los mamones a las vides y a otras plantas y árboles.” Mamones son los brotes de nuevas ramas.
“Acabronado” No es un tipo muy enojado, es algo que tiene la apariencia del carbón.
“Cabro” no es una palabra a la que le falta una letra. Es un chilenismo para referirse a un chamaco.
El Pito real no es presunción monárquica. Es una publicación del siglo XIX editada por el irreverente liberal Vicente Rivapalacio, uno de los autores de México a través de los siglos.
“Reputado” no es un remarcado… (No lo diré, Conapred y FIFA vigilan) es alguien “reconocido públicamente como experto en una profesión”: “Ramiro es un reputado corrector”, “Ochoa es un reputado portero”.
“Imputado” (lo que hace una “e”) no es el tipo lleno de ira, sino el acusado, aquel al que se le atribuye un delito.
“Putativo” es, consigna el DLE, “Reputado o tenido por padre, hermano, etc., no siéndolo.”
“Desenvergar” no es la práctica impulsada por doña Lorena Bobitt, aquella esposa indignada que cercenó la tan querida parte (por él) de su marido. Es simplemente, el DLE dixit, “Desatar las velas que están envergadas (sujetas a las vergas, seguimos con el DLE). Verga: palo mayor”.
“Envergar, entonces es “Sujetar o atar las velas a las vergas”.
“Desmadrar” es palabra útil y descriptiva para nosotros, los mexicanos. Pero el diccionario dice que es “Separar de la madre las crías del ganado para que no mamen.” Sí, que no mamen.
“Madrazo” es lo que es. Sí, un apellido, pero también es “golpe (Acción de dar un cuerpo contra otro)”.
¿Cómo decía el párrafo anterior? ¿Que no qué?
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Regaños.
Se lee en la señal de advertencia: “cepa abierta o zanja abierta”. ¿Y si está cerrada sigue siendo cepa o zanja? ¿Hay zanjas cerradas?
Señores políticos (¿por qué siempre los políticos?) La Constitución no mandata nada. De hecho, en el diccionario no aparece ese verbo. El que sí está es mandar, que es lo que se hace cuando se ordena,  dispone o establece algo que debe hacerse o cumplirse. Así, el artículo 64 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dispone, ordena, establece que “Los diputados y senadores que no concurran a una sesión, sin causa justificada o sin permiso de la Cámara respectiva, no tendrán derecho a la dieta correspondiente al día en que falten”. Es obligatorio, pero no es “mandatado”. En el DLE encontramos que “mandato” es una orden y también un “Contrato consensual por el que una de las partes confía su representación personal, o la gestión o desempeño de uno o más negocios, a la otra, que lo toma a su cargo” (el mandatario). Y mandatario es la “persona que ocupa por elección un cargo muy relevante en la gobernación y representación del Estado, y, por ext., quien ocupa este cargo sin haber sido elegido… Persona que, en virtud del contrato consensual llamado mandato, acepta del demandante representarlo personalmente, o la gestión o desempeño de uno o más negocios.”
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La lectura de El Libro de los disparates (Ediciones B, 2016) me lleva a reconocer un error.  Son barbarismo culteranos “analfabeta” y “autodidacta” empleados para sujetos masculinos.
Mucho tiempo creí que era correcto, pero una simple visita al diccionario me confirma que vivía en el error. Dice Juan Domingo Argüelles en su libro “No puede ser sino un barbarismo aplicar un adjetivo femenino a un sustantivo masculino, independientemente de que sea usual hacerlo. Hay creencias y hábitos muy extendidos entre la gente, y no por ser tan comunes resultan correctos”.
Ni cómo evitar el recuerdo de Salvador Novo “Dejar de ser analfabet”.
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El Arca de Arena pidió un bisílabo grave que es sinónimo de currículum, se usa más en Centro y Sudamérica. Viene del latín y del francés, lengua en la que es arcaísmo y significa tarea ardua o desagradable. La palabra es “pénsum”.
Ahora una más fácil. Es un movimiento de esgrima y un aparato que permite o impide el paso. Es sinónimo del juguete con aspas que giran con el viento.
17 09 16
Publicado en La Crónica de hoy
 

sábado, 10 de septiembre de 2016

Gapollos, galobos y gabaleones


Carlos Alberto Patiño 

Un “gapollo” es un ser imaginario, mitad gato, mitad pollo. En grupo son una plaga. No son peligrosos, pero sí muy latosos. Como las parvadas de adolescentes que brotan de las puertas de las secundarias.
Un “galobo” es diferente. Es distinguido, ciertamente sagaz, conjunta las cualidades de los lobos y de los felinos.
Ambos personajes forman parte de la zoología fantástica de Mángel. En su bestiario hay seres como el “chimpaburón” (chimpancé con tiburón) el “gapión” (gato con papión sagrado), el “lobra” (lobo con cobra)... y un amplio catálogo que se puede consultar en http://relatosdemiguel.blogspot.mx/2009/07/manual-de-zoologia-fantastica.html.
De la múltiple fauna han quedado para el uso familiar cotidiano el gapollo y el galobo.
Un personaje que debe acompañarlos es el “gabaleón”. Éste es una creación de la familia Báez. La historia forma parte de la entrada del Blog de Piedras titulada “Léxico familiar” que cité en la pasada entrega.
En palabras de Francisco Báez, el relato va así: “Mi mamá decía: “Comiste como Heliogábalo”, de quien yo sabía vagamente que había sido un emperador romano. La historia antigua no era el fuerte de mi hermano Edgar, y menos cuando niño. Un día se tragó un pollo entero y al final exclamó: “Comí como un gabaleón”. Sobra decir que el mítico gabaleón sustituyó de inmediato al histórico Heliogábalo en el léxico familiar.” (http://panchobaez.blogspot.mx/search/label/L%C3%A9xico).
Como el término “gabaleón” resulta bastante expresivo, también en casa adoptamos la palabra.
Cuando niño, yo tenía una palabra para describir una superficie llena de agujeros o un patrón repetitivo de oquedades y protuberancias. Ver eso me producía una sensación de desagrado. La palabra era “conocas”. Ahora, gugleando me encuentro con que es el nombre de una población en Jalisco.
Otra palabra inventada, ya no familiar ni infantil, es “jitanjáfora” que, según el DLE es “Texto carente de sentido cuyo valor estético se basa en la sonoridad y en el poder evocador de las palabras, reales o inventadas, que lo componen.” El mismo diccionario cuenta el origen del término.
“Palabra con la que finaliza el tercer verso de un poema que, repleto de voces sin significado, pero de gran sonoridad, compuso en 1929 M. Brull, 1891-1956, poeta cubano, y de la que se valió Alfonso Reyes, 1889-1959, humanista mexicano, para designar esta clase de enunciados.”
El gran Lewis Carroll hacía uso extenso de palabras inventadas como “Snark”. “Quark”, término utilizado por James Joyce, otro gran acuñador de palabras, en su novela Finnegans Wake, sirvió a Murray Gell-Mann para nombrar a unas de las partículas subatómicas constituyentes de la materia.
Gogol (gúgol) es una palabra inventada por el sobrino de nueve años de Edward Kasner. El matemático pidió al chico un nombre para el número uno seguido de cien ceros.
De esta palabra tomaron los inventores de Google la denominación para su buscador.
Serendipia también es invento (“Hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual. El descubrimiento de la penicilina fue una serendipia.”, dice el DLE). Su autor, fue Horacio Walpole, quien la tomó del cuento persa “Los tres príncipes de Serendip”, personajes a los que les ocurrían un sinnúmero de casualidades.
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Regaños. Dicen nuestros políticos y repiten los reporteros y lectores de noticias, tan ilustrados ellos, “hay que acabar con la tramitología”, “no hay que hacer caso de los rumorólogos”.
Y algunos de ellos creen que son “comunicólogos”.
Vaya. Si fueron a la preparatoria fue para usar las instalaciones deportivas, pero a la clase de etimologías no entraron. Pero ahora que lo recuerdo, desde la primaria le explican a uno que el sufijo “logos”, entre sus varias acepciones tiene la de “estudio” y nunca de “exceso” o “exageración”.
Así, el político y sus corifeos deben decir “hay que acabar con la “tramititis”. “Hay que hacer caso de los “rumorólogos” (los que estudian el rumor) y no de los “rumoradores” (los que esparcen versiones malintencionadas). Rumorólogos  son Allport y Postman (Teoría del rumor, 1973) y, quizá lo fui yo cuando realicé mi tesis.
“Itis” es sufijo que denota inflamación: “apendicitis”, “otitis”, “flebitis”. Se usa figurativamente para algo excesivo: “pendejitis” o exagerado: “tramititis”.
Un “comunicólogo” es aquel que estudia los fenómenos de la comunicación, Los que cursaron la carrera de comunicación (que no “comunicaciones”) y trabajan en los medios son “comunicadores”.
Comunicólogos son Raúl Trejo (y él no alardea, se presenta como periodista) y Marshall McLuhan.
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Gerardo Galarza envía su aportación a “Giros”: “1.- El Caballo Blanco de la canción homónima de mi paisano José Alfredo Jiménez no tiene nombre propio; es un simple caballo blanco. Sin embargo, la pulsión por bautizar tiene sustento en la anécdota o quizás leyenda de que José Alfredo bautizó así a su auto Ford Falcon blanco, que habría sido la inspiración de su corrido.
2.- Para enriquecer el “léxico familiar” con el nuestro: “Más vale prevenir que lamentársela” y “Donde manda el capital, no gobierna el monedero”.
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Tambor es el nombre del caballo en el que Carlos IV aguarda restauración. El dato lo proporcionó en Crónica nuestra historiadora Bertha Hernández (“El Caballito por dentro” http://www.cronica.com.mx/notas/2016/976661.html).
A la pregunta de El Arca de Arena respondieron María de la Luz Rodríguez y Marielena Hoyo, quien añade que era “un caballo percherón de origen poblano (...), propiedad del Marqués del Jaral del Berrio, que por cierto fue descrito como 'percherín'”.
Y Ahora El Arca de Arena pide un bisílabo grave que es sinónimo de currículum, se usa más en Centro y Sudamérica. Viene del latín y del francés, lengua en la que es arcaísmo y significa tarea ardua o desagradable.

10 09 16
Publicado en La Crónica de hoy

sábado, 3 de septiembre de 2016

Balumba y léxico familiar

Babieca era el caballo del Cid y Rocinante el de don Quijote.
Las espadas de Ruy Díaz eran La Colada y La Tizona. La de Roldán o Roland era Durandel, y Olifante el cuerno que hacía sonar el héroe carolingio para dar la voz de alarma (a las armas). Joyeuse (Joyosa) era la espada de Carlomagno. Hautclaire (Preclara) era la del caballero Olivier, acompañante de Roldán.
Sting —Dardo o Aguijón (según el traductor)— la espada de Bilbo, y Excalibur, la de Arturo.
Arete era el caballo que montó Humberto Mariles cuando ganó dos oros y un bronce en los Juegos Olímpicos de Londres (1948).
¿Y Alejandro Magno andaba a pie? No, el más grande conquistador domó a Bucéfalo, un ejemplar tenido por incontrolable, cuando descubrió que el equino sólo tenía miedo de su sombra.
De Siete Leguas no hay necesidad de decir qué Centauro del Norte era feliz poseedor.
La famosa Cancia tampoco requiere presentación. Hagamos memoria de la yegua que actuó como caballo en La oveja negra, con Pedro Infante en sus lomos y tenía a Manuel Ávila Camacho como orgulloso dueño.
Orispelo y Anteburro fueron cabalgaduras de Maximiliano.
Y de la época es Jimmy, el perrito de la princesa arrodillada, la que dice la leyenda que se le hincó a Juárez para salvar a Max, madame De Salm-Salm.
En el Júpiter II vagaba la familia Robinson (“Peligro, peligro, advertía el robot más querido de la televisión [R2-D2 es del cine], y el ine­fable doctor Smith nos tranquilizaba a la voz de “No temáis, Smith está aquí”) Ellos buscaban un planeta habitable en la constelación de Alfa Centauri, donde ahora los astrónomos ubican uno del sistema de Próxima Centauri. O sea (no es ósea) que los Perdidos en el espacio no estaban tan perdidos.
El Enterprise fue el primer portaaviones nuclear, pero eso casi nadie lo sabe; en cambio, la nave espacial de ese nombre transportaba al señor Spock, y ese dato sí que es importante.
El almirante Nelson, el que iba con Kowalski, conducía el Seaview. El otro, el inglés que ganó póstumamente la Batalla de Trafalgar en el Victory y luego fue macerado en un barril de brandy, es el que da nombre a la plaza londinense.
El Beagle llevó a Darwin en el viaje que le sirvió para sentar las bases de la Teoría de la evolución. De La niña, La Pinta y La Santa María, nada hay que decir, más que la nave capitana era propiedad de Juan de la Cosa, de La Niña lo era Juan Niño y de La Pinta, Cristóbal Quintero.
El Mary Celeste y el Holandés errante son los barcos fantasma más célebres. Bueno, el Perla negra ha ganado ya su lugar.
No hay que olvidar que Alien, el octavo pasajero, se enquistó en el Nostromo.
Para Emma Bovary, la Hirondelle (Golondrina) era la diligencia que le permitía salir de su pueblo para llegar a Rouen, sitio de encuentro con su amante León. Ah… y la famosa escena en la carretela con las cortinillas corridas y la voz de León: “siga, cochero, siga…”.
Kitt era el Auto increíble y el Batimóvil, ni modo, era el de Batman. Nadie puede olvidar el Troncomóvil.
Firuláis, Nerón, Kaiser, se han llamado muchos perros.
El Saturno V llevó al Apolo XI a la Luna…
¡Ah, esta pulsión por nominar…! ¡Este humano impulso por poner nombres, por bautizar!
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De las palabras domingueras hay que comentar que para la familia de Francisco Báez no lo eran sólo para ese día, sino que formaban parte de la vida cotidiana. En su entrada “Léxico familiar” del Blog de piedras, ya citado en este espacio, lo relata de manera muy divertida.
He aquí algunos párrafos.
«El léxico familiar tenía una filosofía, dictada por las frases de mi madre y sus famosos “improverbios”. Los improverbios a veces eran totales, como aquel que decía “no por mucho más madruga se amanece más tempruno”. Otros, tenían un agregado, como cuando “la cosa está que arde y la Virgen se llama Juana”. Otros eran simplemente distintos, por lo que un agripado no podía bañarse, porque “vale más tierra en cuerpo que cuerpo en tierra”.
(...)
«Durante años, mi mamá me conminó a hacer la tarea con esta frase/poema didáctico: “Estudia, niño, estudia, y no serás, cuando crecido, ni el juguete vulgar de las pasiones ni el esclavo servil de los tiranos”. (...)
“Por ese mismo gusto, otra frase/poema didáctico, cargado de sarcasmo, aparecía a cada momento (digamos que no me quería comer un pescado retacado de ajo): “María Delicadeza no puede salir al jardín porque el olor del jazmín le da dolor de cabeza”.
«Un tercer poema didáctico, de Samaniego, alterado por mi mamá, generó una frase familiar que tuvo éxito durante algunos años. Dice el poema: “En una larga jornada un camello muy cargado exclamó ya fatigado: “¡Oh, qué carga tan pesada!” una hormiga que montaba sobre él, al instante se apea, y dice arrogante: “Del peso te libro yo”. Y el camello respondió: “Gracias, señor Elefante”. Pues bien, en la casa, si alguien se acomedía para un favor chafa, del tipo: “voy a recoger mis calzones tirados”, la respuesta era: “Gracias, señor Elefante”.»
Aquí, la liga del texto original: http://panchobaez.blogspot.mx/2006/01/lexico-familiar.html
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Los piratas de El Heraldo de San Luis Potosí retiraron de su página electrónica mi artículo “¡No me grite! Valores tipográficos”, pero no lo hicieron con “¿Que de dónde, amigo, vienes? Nuestras denominaciones de origen”.
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A la petición de El Arca de una simple palabra con muchos significados, que tiene que ver con los juegos de azar, con el transporte de agua y la geometría, pero la salida del centro de las ruedas, respondieron María de la Luz Rodríguez y Francisco Báez. La palabra es “cubo”.
Denominadora, hoy El Arca de Arena, pregunta: ¿Cuál es el nombre del caballo en el que Carlos IV espera restauración? Pista, ya lo publicamos en Crónica.

03 09 16


Publicado en La Crónica de hoy