sábado, 29 de octubre de 2016

De Reyes y jirafas



Carlos Alberto Patiño

No, don Alfonso Reyes y las jirafas no están relacionados e ignoro si alguna vez él se ocupó de estos vistosos animales. Viene a cuento el escritor, porque a mis manos llegó (vía Bertha Hernández) un texto que el regiomontano escribió sobre las voces que usan los humanos para reproducir los ruidos que hacen los animales. El ensayo se titula “Adán y la fauna”, y está publicado en el libro de Español para tercer grado de educación media básica de Raúl Ávila, Gloria Bravo Ahuja, Gonzalo Celorio y Elizabeth Velásquez (Limusa 1977).
Escribe Reyes:
“Pues de igual modo podemos decir que los animales cambian de canto en cada idioma humano.
“En español, oímos cantar al gallo ‘Quiquiriquí’; en francés, lo oyen ‘Cocoricó’, o dos veces ‘Cocteau’, según asegura el poeta francés Jean Cocteau; en alemán, ‘kickeriki’; en inglés, según consta en La Tempestad, de Shakespeare, ‘Cock-a -doodle- doo’; en turco, ‘cucurucú’.
[...]
“De Onomatopeyas nacen los nombres infantiles del perro (“gua -
guá[) y de la vaca (“mú”); y aun los verbos que indican ciertos cantos o “hablas animales”: aullar, balar, bufar, cacarear, crascitar, croar, crotorar, graznar, gruñir, maullar, parpar. “Del crascitar del cuervo, los escritores del Siglo de Oro español, como un chiste referencial al «cras» o «mañana» (de donde la «procrastinatio» o afición a dejarlo todo para mañana), y hablaban de los hombres cuervos que nunca emprenden lo que proyectan y a todo suelen decir: «Cras, cras: mañana»”
Y sigue. “Entre estos juegos, ninguno más seductor que el que traduce el canto animal con una frase humana. [...] El escritor argentino Etchart me confiesa por carta que el canto del pavo común o ‘guajolote’ le hace pensar siempre  en el saludo inglés ‘How do you do’. Paul Claudel, gran poeta contemporáneo de Francia, oye decir a la tórtola: ‘je ne ponds pas, je couve’. (‘Yo no pongo, incubo’): o mejor: ‘No estoy poniendo, sino incubando’).
“Las imitaciones populares son frescas y hermosas. La paloma dice: ‘Acurrúcate  aquí, acurrúcate aquí’.) La tunera de mis tierras del norte canta tristemente: ‘Comer tunas, comer tunas’.  Y el ruiseñor colombiano, según me enseñó el llorado Porfirio Barba Jacob: ‘Cotorrito perdido por la catapira, catapira, catapiís, piís”.
Don Alfonso no conoció al “Pollito Pío”, personaje que a consecuencia de la entrega anterior de Giros me fue revelado por Francisco Báez. Resulta además que es extensamente conocido. Menos por mí, que tengo tremenda laguna en cultura popular infantil actual.
Ese pollito, en varios idiomas, canta y explica las voces de los animales y la de un tractor.
No cuento el final, por si alguno, como yo, desconoce al personaje.
¿Y las jirafas?
De las cuellilargas comentó el lector Xavier Tello. Dice “Emiten dos tipos de sonidos: Una especie de grito relativamente agudo, cuando están asustadas y una suerte de gruñido de baja frecuencia con la que aparentemente se comunican por las noches. El segundo es más evidente en época de celo.”
El lector que en Twitter se identifica como J L C T ‏@cteranjl opina que la jirafa “jirafea” y Augusto Prada apunta que “emite sonidos de jirafa…”
Marielena Hoyo nos ilustra “[...] A las que la creencia popular describe como mudas dizque por carecer de cuerdas vocales, lo que no es así, de conformidad a sus características anatómicas y a testimonios prácticos y estudios específicos que algunos especialistas han realizado y que les ha permitido documentar varias voces y formas de comunicación entre tales animales  [...] (Hay) trabajos realizados tanto con ejemplares libres como con animales cautivos en tres zoológicos europeos. La mayor parte de las vocalizaciones fueron documentadas en las noches, y cuando las madres se comunican con  sus crías.
“Entre los sonidos que mayormente detectaron los expertos sobresalieron los ‘zumbidos’ en los machos y una especie de ‘tos’ que emiten en la temporada de cortejo y apareamiento. Para las hembras, durante la misma actividad, describieron los llamados como ‘bramidos’. Las voces de las crías fueron llamadas ‘balido’, y para situaciones de alarma marcaron ‘resoplidos’, ‘silbidos’ y ‘gemidos’, dependiendo de la situación.
“En el libro Las Voces de los Animales, original de Ibrahim Gamero Idiaquez, la voz de la jirafa aparece como que ‘balan’.
“En lo personal, y tras tantos años de trabajar especialmente de manera cercana con las jirafas, nunca les escuché alguna comunicación por sonido. Incluso, durante un buen tiempo dediqué los domingos por la tarde (ya cuando no había público ni trabajadores y todo estaba en santa paz) para intentar escucharlas, sin éxito; y tampoco por las noches durante mi diario recorrido acostumbrado, ni bajo situaciones límite. Sólo tengo todavía presente el particular chasquido que con su saliva hacía el macho Óliver, con el que guardé muy cercana relación.”
Benjamín (bcueva@prodigy.net.mx) nos cuenta una anécdota: “Cuando Dios creó a los animales, le preguntó que solicitaba, le contestó la jirafa que deseaba la sabiduría; bueno, pues entonces no hablarás puesto que los charlatanes son unos necios, en cambio los sabios callan.”
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Regaños. La proximidad del proceso para escoger al próximo presidente o presidenta de  Estados Unidos acarrea aludes de información. Y con ella los infaltables despropósitos. Los corresponsales pasan sus notas radiofónicas hablando de los “comicios electorales”, frase tan redundante como “las elecciones para elegir”, de muchos reporteros.  En el DLE:  Comicios: Elecciones para designar cargos políticos”.
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A El Arca de Arena también respondió doña Marielena: t”Una ”’falleba’ sirve para cerrar puertas y ventanas. Es un mecanismo que para lo correspondiente, cuenta con una varilla y manija.” Y relata que ella las conoció en la vieja casa familiar de Guanajuato.
Octavio Martínez nos informa que “Es una palabra de origen árabe” y luego nos refiere que “Thomas  Malory en su obra La muerte del Rey Arturo, de la que en Hollywood se creó el argumento de la película El Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda, se refiere a la falleba así: En aquel momento rechinó la falleba de un balcón del piso alto”.
El Arca rebulle para dejar salir una palabra que carece de error, pero también es un objeto fijo, sin movimiento, al contrario de los planetas.

 Marielena Hoyo con la Jirafa Óliver
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Publicado en La Crónica de hoy

sábado, 22 de octubre de 2016

El perro ladra, la vaca muge... ¿Y la jirafa?

Carlos Alberto Patiño


Para describir los ruidos que producen los animales hay onomatopeyas y sustantivos. Las primeras son representaciones, imitaciones del sonido. ¿Cómo hace el perro, nena?, pregunta el amoroso padre a su pequeña. “Guau”, responde la rapaza.
Estos sonidos tienen nombre. Al conjunto se le conoce como las voces de los animales. Así, lo que emite el perro es un “ladrido”. El verbo correspondiente es “ladrar”.
En el lenguaje infantil se asocian los seres y objetos con los ruidos que producen. El perro es el “guaguá”, palabra que todos hemos utilizado, pero para los diccionarios de la Academia Española, de la Mexicana y del Colmex no existe.
Otras voces de los perros son el gañido, cuando reciben un golpe; el latido, cuando siguen un rastro; el gruñido, para amenazar y el aullido.
Los perros en inglés hacen “wouf-wouf” y en francés, “oauf-ouaf”.
Las onomatopeyas de las voces animales cambian con los idiomas. Los gatos, por ejemplo, transforman el “miau” en “meow” para el inglés y “miaou” para el francés. En coreano es “yaow”.
Supe que el connotado lingüista Arrigo Coen tenía preparado  un libro con el título Las voces de los animales, pero no he podido localizar ningún ejemplar ni referencia alguna.
Bien, empecemos con los más comunes.
Los caballos relinchan (relincho, relinchido). La oveja bala (balido). Los tigres y leones rugen (rugido), pero las panteras, leopardos, onzas y pumas himplan (¿himplo?, ¿himplido?).
De los ratones se dice que chillan y lo hacen, pero la acción es musitar.
Algunos saben que los elefantes barritan, pero menos son los que identifican la voz del rinoceronte en esta categoría.
Las vacas mugen (muuu), pero a sugerencia de Mangel no podemos pasar por alto otra alusión al grupo Les Luthiers, que en su “Payada de la vaca” (Álbum Mastropiero que nunca https://www.google.com.mx/search?q=payada+de+la+vaca&ie=utf-8&oe=utf-8&client=firefox-b&gfe_rd=cr&ei=_KYFWMz5FpDD8gfk8a-4Dw)  nos dejan clarísimo que “la vinchuca, cuando muge, hace ¡vinchú, vinchú!”. (La vinchuca es una especie de chinche endémica del Cono Sur)
Graznan los cisnes, los gansos, los cuervos, las urracas y otras aves.
Pero los pollitos pían. (¿Conocen el ya famoso meme? “Está demostrado científicamente que los pollitos dicen pío, pío en dos momentos: cuando tienen hambre y cuando tienen frío”).
Sus madres, las gallinas, cacarean y cloquean. Los gallos cantan y los patos parpean. Las palomas zurean.
Los pavos gluglutean y los pavorreales vocean. Pericos, cotorras, guacamayas y papagayos parlotean (y algunos le chiflan a las muchachas).
Los osos y los pandas gigantes gruñen. 
Hay voces que no son tales, sino sonidos que producen los animales con distintas partes de su cuerpo.
Por ejemplo, crotorar es la acción que corresponde al ruido que hacen las cigüeñas al chasquear el pico.
Las chicharras y grillos chirrían. El chirrido se produce con el aparato estridulatorio. ¿Los mando a la enciclopedia? No. Aquí va una breve explicación. La estridulación es el sonido que se produce cuando algunos insectos, arácnidos o reptiles frotan alguna parte de su cuerpo.
Las moscas, abejas y los perseverantes e impertinentes mosquitos zumban. Pero tampoco es voz, es el ruido de las alas que baten a velocidades increíbles.
¿Y las jirafas? Díganme, ustedes, cómo hacen las jirafas.
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Regaños
Un periódico del Bajío publica “Urbano Atropella a Ciclista en la Alameda. Huyó, pero logró ser capturado” Y en Chile, en el portal Crimen y Castigo: “Peligroso pistolero logró ser capturado”.
¿Hace falta explicar el regaño? Y no es exclusivo de esos medios. Es un error frecuente entre los reporteros policiacos, los lectores de noticias en programas radiofónicos, los comentaristas y los llamados reporteros viales.
Sin psicoanálisis de por medio, es difícil creer que los delincuentes quieran ser capturados. O quizá por eso digan que el delincuente siempre vuelve a la escena del crimen.
Dice el DLE: “Lograr: 1. tr. Conseguir o alcanzar lo que se intenta o desea.
2. tr. p. us. Gozar o disfrutar algo.
3. prnl. Dicho de una cosa: Llegar a su perfección.”
¿Tendríamos que hablar de verbos transitivos e intransitivos?
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El Arca de Arena tuvo respuestas y reclamos.
Don Octavio Martínez insiste en que “dogma” es  palabra que significa irrebatible. Bien, lo es, pero debo establecer un matiz. Un dogma es irrebatible por un principio de autoridad. No es una cuestión argumental. Se acepta el dogma o no. Era dogma que el sol giraba alrededor de la Tierra. Tan lo era que quemaron a Giordano Bruno y obligaron a Galileo a retractarse. Dogma, no argumento. “Impepinable” es porque no hay argumentos en contra, no por autoridad sino por lógica. Eso pienso.
Pero, don Octavio, vuelvo a agradecer su interés y comentarios. Además me da gusto recibir su respuesta a El Arca, con las de Marielena Hoyo y Claudia Sánchez. El nombre de la pelusa que rodea algunas semillas como las del Diente de León y que sirve para que el viento las transporte es “vilano”.
Al respecto, nos cuenta Marielena que “una de las panditas del Zoológico de Chapultepec fue bautizada con un nombre que en chino significa “diente de león” (Xiu Hua), y para una tortuga sulcata que atiendo, es comida de gran atractivo.”
Ahora, El Arca se pronuncia por una palabra poco utilizada en nuestros días, pero no difícil de explicar. ¿Para qué sirve una falleba?

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sábado, 15 de octubre de 2016

Ene con ene

Carlos Alberto Patiño

Así, al primer intento, ¿cuántas palabras recuerda que contengan doble “n”? A mi se me ocurrieron perenne (permanente), connacional (compatriota), cannabis (mariguana), circunnavegación (vuelta al mundo en barco) y connivencia (confabulación).
Son 200 las voces que con esta característica registra el Diccionario de la lengua española.
Hay gentilicios, como “annamita” que es el originario de Anam (Indochina). Pero no viene el “Annam”, con doble “ene” que requeriría la duplicación en la nacionalidad. Un “annobonés” sí es de una isla con consonante doble: Annabón, en Guinea Ecuatorial.
“Cannabáceo” es el grupo de plantas al que pertenecen el cáñamo y la mota. De esta planta he escrito aquí que su nombre debe ser femenino, pues su denominación científica es Cannabis sativa  o Cannabis indica. Pero los monárquicos académicos de la lengua dan por bueno el masculino y hasta aclaran en el DLE que el femenino está en desuso.
Será en sus reales sillas, pero por aquí todavía se usssssa en femenino.
“Connatural” es lo “propio de la naturaleza de alguien o algo. La muerte es connatural al ser humano. “Connaturalizarse” es acostumbrarse. “Connombre” es un “cognombre” (qué tal con la organización del diccionario) y éste es un arcaísmo para sobrenombre o apellido.
“Connosco” tiene toda la apariencia de ser una doble errata, pero es un pronombre que está en desuso —lo dice el DLE y, pese a esa condición, lo conserva en su glosario—. Significa “con nosotros”.
“Connotación” indica un significado asociativo, un referente no visible. “Cuatro gatos” denota cuatro felinos y tiene la connotación de poca gente (lo vimos en “Cuatro gatos” http://giroscronica.blogspot.mx/2016/05/cuatro-gatos.html)
“Connotado” es distinguido. “Connovicio” no es el que comparte los vicios, sino el compañero de noviciado, aunque para como luego nos salen los curas, podría abarcar los dos significados.
“Connubial” es lo relacionado al “connubio” o matrimonio el que, según el DLE es “Unión de hombre y mujer, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses.”
Pero también, y aquí sí me sorprendió la Academia: “En determinadas legislaciones, unión de dos personas del mismo sexo, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses”
“Enneciarse”, como muchos políticos en general y uno en particular, es “volverse necio”.
“Ennoviarse” es para nuestro diccionario “echarse novio” y no da lugar a “echarse novia” y menos a echarse a la novia o al novio. Correcta que es la Academia.
Palabras con la doble consonante como “ennegrecer” y “ennoblecer no requieren mayor explicación.
Pero qué tal “hinnible”. Se dice de un caballo capaz de relinchar. (¿Los hay que no lo hagan?)
“Ennudecer” es la condición de los seres (persona, animal o planta) que dejan de crecer.
Con su conocido estilo de hacernos brincar de un lado a otro (¿se acuerdan de “conejo: véase liebre”, “liebre: véase conejo”?), el DLE define “Giennense” como “jiennense” y a éste como “jienense”. ¡Oh!, es el natural de Jaén”.
“Innacible” es el que no puede nacer.
No se explica uno por qué conserva el almodrote las voces “innocencia” e “innocente” si son lo mismo sin la doble ene.
Es innecesario explicar términos como “innombrable”, “innominado”, “innominable”.
“Perennal” es “perenne” y “perennigélido” es el lugar que siempre está helado.
“Pinna” me deja confundido. Es “1. f. Mojón terminado en punta. 2. f. Cada uno de los trozos curvos de madera que forman en círculo la rueda del coche o carro, donde encajan por la parte interior los rayos y por la exterior se asientan las llantas de hierro. 4. f. Sal. Juego de la chueca. 5. f. desus. Almena.
La última palabra en el DLE con nuestra consonante repetida es “zinnia”, que es “cinia, la que, a su vez, es una planta de ornato.
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Regaños.
“Mañana se hará el examen de ingles” rezaba el aviso en una universidad de prestigio.
¿Quién lo aplicará? ¿Un conjunto de enfermeras calificadas? ¿Los pasantes de medicina de la misma escuela? Porque si lo practica un profesor cualquiera, la institución puede recibir demandas de padres y alumnos que no estén de acuerdo con que una revisión de la entrepierna sea un requisito académico.
¡Ah! ¡Es el examen de idiomas! La falta de un acento puede ser funesta “ingle”, plural: “ingles”: “Parte del cuerpo donde se junta el muslo con el vientre (Y área del especial interés del candidato Trump). “Inglés”: idioma que algunos normalistas no quieren aprender.
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El Arca de Arena pidió una palabra que contiene parte del nombre de una cucurbitácea y que significa lo mismo que irrebatible o irrefutable, que no admite discusión.
Tania Marsilli respondió con una broma. Dijo “es el pepi-NO”. El colega licenciado Octavio Martínez Morales (a quien le agradezco sus comentarios) propone la palabra “dogma”, pues toma la segunda sílaba de la cucurbitácea “adormidera”.
El término es “impepinable”, como respondió Marielena Hoyo.
Y ahora, la palabra que busca El Arca es el nombre de la pelusa que rodea algunas semillas como las del Diente de León y que sirve para que el viento las transporte.
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Publicado en La Crónica de hoy

sábado, 8 de octubre de 2016

Su vaso es de agua, Luis

Carlos Alberto Patiño 
 
Yo no traté a Luis González de Alba. Lo conocí a través de sus libros y artículos. Creo que con él se pierde una voz crítica y lúcida, muy necesaria en los días que corren, cuando se estrechan las miras y los criterios y se impone la estridencia y sinrazón de las redes sociales.
Uno de los temas recurrentes en los textos del escritor era su preocupación por el deterioro del lenguaje. Su insistencia en defender la forma “vaso de agua” se volvió clásica.
Una de sus columnas sobre el tema (El vaso de agua y otras minucias), publicada en La Crónica de hoy el 26 de febrero de 2001, remata con estas palabras “Recórtese, guárdese y muéstrese ante la terquedad”.
Así que aprovechando esa especie de licencia y a manera de homenaje, reproduzco aquí un extracto de la columna La Ciencia y la Calle.
“El habla cotidiana tiene color social. Por ejemplo, los arcaísmos son típicos de campesinos: ansí, jiede, mesmo y otros que se encuentran en Cervantes o Lope, suenan horribles a las clases superiores que no leen. Los pobres hacen un sano intento por diferenciar el presente del pasado en la conjugación -ir. Dicen “subemos” y “dormemos” para el presente o el continuo y dejan “subimos” y “dormimos” sólo para el pasado, como ocurre con la conjugación en -er: comemos y comimos, bebemos y bebimos. Esa distinción, que la lengua culta no hace en la conjugación -ir, enriquece la expresión y la vuelve más exacta, ya que clarifica a quien escucha si “subemos” siempre a pie, o “subimos” ayer a pie.
“En cambio, a las clases media y alta no letradas les da por las ultracorrecciones: “espero me disculpes”, sin el necesario “que”, les suena elegante. También comenzamos a oír locutores que evitan la doble negación, como en “no hay nadie”, “no hay nada”, y dicen algo espantoso: “hay nadie”, “hay nada”. También llegó a la prensa para quedarse el horrible “inicia” en vez de “comienza” o “se inicia”.
(...)
“Por supuesto el “vaso con agua” es la ultracorrección predilecta de las clases in-lustradas. Insisto en el asunto porque he recibido peticiones de enviar el viejo artículo por Internet y porque tengo nuevos argumentos.
“El argumento de autoridad
“El idioma lo crea el pueblo, pero lo limpian, fijan y pulen sus escritores. En mil años de lengua castellana hemos dicho “vaso de agua”. Desde la Edad Media, pasando por Cervantes y terminando con Octavio Paz, Borges y Vargas Llosa, todos los escritores han dicho “vaso de agua”. Por tanto, toda persona, culta o inculta, así había dicho hasta hace pocos años, en que apareció la moda de los conistas, (los que dicen “con” erróneamente, así como se llama “leísta” a quien dice “le amo” cuando debe ir “la” o “lo”). Para empezar, son personas que no solamente no conocen su idioma, sino tampoco otros que emplean el equivalente de la misma preposición. Inglés: glass OF water, francés: verre DE eau (deau), italiano: bicchiere DI aqua (daqua), son tres ejemplos.
“La preposición “de” tiene veintisiete significados en el Diccionario de la Real Academia (DRAE). El principal es pertenencia o posesión: “Vaso DE María” es el que le pertenece a María; el número 4 es: “Sirve para denotar la materia de que está hecha una cosa. El vaso DE plata; el vestido DE seda”. El numerado con 5 dice, textualmente: “Señala lo contenido en una cosa. Un vaso DE agua; un plato DE asado.” Eso dice la Real Academia, realzando “DE” con mayúsculas.
“Las aberraciones
“Una es ésta: si vaciamos un vaso lleno de agua en otro cacharro, ¿cuánta agua hay allí? Aun sin el vaso, allí tenemos un vaso de agua. Por eso las recetas de cocina vienen en “tazas de azúcar”, “tazas de leche”: porque se supone que usted vacía las tazas, no las bate con todo y la masa del pastel.
“Al pedir “deme un vaso con agua”, el solicitante se arriesga a que le lleven un vaso mojado. Pero hay complicaciones peores en otras frases. Una es “bébete un vaso con agua”: quienquiera que lo intente muere por asfixia. Ahora imaginemos el caso para otros contenedores: “Nos comimos una cazuela con mole”. El conista incurre en una verdadera extravagancia culinaria, que es comerse la cazuela.
Y si el conista no desea un vaso lleno, sino medio vaso, ¿cómo lo pide? Deberá decir, según su propia lógica: “Deme medio vaso con agua”, y allí estamos rompiendo un vaso.
Los meseros impusieron esta moda porque piden, correctamente, “un vaso con hielo”. En ese caso, el vaso no es una medida, salvo si el hielo es raspado. Luego generalizaron, pero, por suerte, siguen diciendo “botella de tequila”, “taza de café”, “plato de sopa” y “copa de vino”, correctamente, aunque sin caer en la cuenta de su incongruencia. Sólo el vaso y el agua los trastornan. Así pues, lo sencillo y correcto es pedir “un vaso DE agua”, como un costal de harina. Como Cervantes, como Paz.
(Recórtese, guárdese y muéstrese ante la terquedad).
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¿Pretención? Héctor Rodríguez Espinoza, de la Barra Sonorense de Abogados, A.C. escribió citándome: “‘Resalta la pretención de llamar científico a lo que en realidad es un conjunto de normas’. ¿O PRETENSIÓN?”
A Bertha Hernández también le saltó la palabra.
La usé con el sentido de presunción, de actitud pretenciosa, de presumir vanamente. Así va con “c”, como se puede verificar en el DLE. La “pretensión”, de aspirar o pretender, sí va con ese.
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Francisco Báez, María de la Luz Rodríguez y Marielena Hoyo respondieron a El Arca de Arena que “quien fabrica o vende los adminículos de hojas curvas y dentadas que sirven para segar mieses” es el hocero, al que no hay que confundir con el osero, aquel que se ocupa de los osos, ni con el homónimo de osario.
El arca pide ahora una palabra que contiene parte del nombre de una cucurbitácea y que significa lo mismo que irrebatible o irrefutable, que no admite discusión.
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Publicado en La Crónica de hoy

sábado, 1 de octubre de 2016

La Orthographía, por tan pocos atendida


Carlos Alberto Patiño 

Ortografía es, dice el DLE, “1. f. Conjunto de normas que regulan la escritura de una lengua. 2. f. Forma correcta de escribir respetando las normas de la ortografía”.
El primer tratado de la materia en español lo elaboró el humanista y gramático Antonio de Nebrija: Reglas de ortografía española, de 1517. Hizo una segunda edición, o mejor dicho una segunda versión, (las Reglas de ortografía en la lengua castellana) que se publicó de manera póstuma en 1523.
Dos siglos después apareció la primera ortografía de la Real Academia Española, en 1741.
En su introducción y explicación de motivos, el libro dice que “la Orthographía es facultad que enseña a escribir recto y científicamente, assi en la propriedad de las letras, con que se debe expresar cada voz, como en la división y puntuación de las cláusulas, acentuación de las voces, notas, que indiquen el sentido, y todas las demás circunstancias, que pide la buena explicación de los conceptos, y su clara expresión para la inteligencia de los que leen. En pocas palabras explicó su definición Antonio de Nebrija, diciendo: (a) que la Orthographía es ciencia, que enseña las determinadas letras, con que se debe escribir cada diccion”.
Como es notorio, la ortografía y el uso de la puntuación han cambiado bastante desde que se pretendió fijarlas por primera vez para armonizar las diferentes formas en que se escribía el español.
Resalta la pretención de llamar científico a lo que en realidad es un conjunto de normas.
El antecedente de la Orthographía, refiere el texto, fue un tratado que se incluyó en el primer tomo del diccionario (1726).
La obra se apoya, por supuesto, en las de Nebrija, y en él se escuda la Academia para justificar una nueva obra para la correcta escritura.
El primer capítulo del tratado está dedicado a explicar “El origen de las letras, el arte de escribir, y utilidad de la Orthographía”.
“Propriedad inseparable de las criaturas racionales, que las distingue de los brutos, es el poder comunicar sus pensamientos, sus discursos, y en una palabra, los secretos de sus corazones”.
Hay un pasaje que a mí me hace gracia. Después de una larga disertación sobre el origen de la escritura, planteándolo desde Adán, pasando por Noé y Abraham, los académicos recurren a uno de los Padres de la Iglesia, San Agustín. El teólogo de Hipona “se preguntó a sí mismo, quando empezaron las letras: y la respuesta instruyó a la Academia, para responder con el Santo: no sabemos que esta disputa se pueda resolver, ni hay principios para indagarla, y examinarla. Si un Agustino se rindió a la dificultad, fuera en la Academia temeridad empeñarse en la resolución, y no dexar indeciso su origen”.
En otra parte el manual incluye la siguiente reflexión: “Tan necesario es á la república racional el arte de escribir, para formar las letras, como la Orthographía para usar bien de ellas: y assi como se inutiliza un escrito por que la mala formación de las letras no da a conocer su distinción, assi se dificulta mucho la inteligencia, quando en mala ó en ninguna Orthografía le truecan las letras, y por consiguiente ó se muda, ó se dificulta la significación”.
“Podemos aquí comparar este defecto á aquel en que incurren los que, por no tener expedita su lengua, apenas aciertan con la explicación de las voces: todos hablamos unas mismas palabras, todos queremos articular unas mismas sylabas, pero los balbucientes no aciertan, y los tartamudos las repiten impertinentemente, cansandose ellos en hablar, y rindiendo á quien, oyendoles, no los pueden entender: en ellos es defecto de la naturaleza (...) en el escrito es defecto causado ó por la ignorancia, ó por el descuido, pero convienen todos, en que, cansandose unos en hablar, y otros en escribir, ni entiende el que oye ni puede entender el que lee lo que escribe”.
Con todo y su estilo que nos puede parecer arcaico, las ideas se aplican casi tres siglos después, sobre todo si nos asomamos a las famosas redes sociales.
Regaños. Consulté en mi teléfono la aplicación para ver las condiciones del clima. Dice una de las opciones: “Ver previsión futura” ¡Chintetes!, pues ni modo que sea pasada. Prever: ver antes.
Sumaré en esta ocasión un reconocimiento. Por primera vez, en muchos años, un jefe de Gobierno dejó de emplear el eufemismo “encharcamientos” y claramente habló de inundaciones. Reconocer la realidad y llamarla por su nombre es ya un avance.

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“Giros” recibió una ayuda de memoria de Jorge Meléndez, a propósito del afamado pájaro chingolo. Dice el periodista: “Blanco Moheno, al referirse al pájaro mencionado, no lo citó bien, y lo llamó el ave uyuyuy, si mal no recuerdo. Luego algunos especialistas lo corrigieron”.
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Congratulaciones. En el diario estamos de manteles largos. El miércoles 5 de octubre realizaremos la entrega de los Premios Crónica. Ya es la séptima ocasión en que se entregan estos reconocimientos a mexicanos distinguidos. Los recibirán esta vez el doctor Pablo Rudomin, en la categoría de Ciencia y Tecnología; la doctora Linda Rosa Manzanilla, en Academia; el maestro Horacio Franco, en Cultura: y la Universidad Nacional Autónoma de México, en la persona de su rector, Enrique Graue, por Comunicación Pública.
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Escribió Mangel al Arca de Arena: “La respuesta es Oblongo, personaje actuado por Marcos Mundstock en “Cartas de color”, de Les Luthiers, cantautores argentinos”. Y sí. Esa es la solución que demandaba El Arca con todas las referencias necesarias. Respondieron también Bertha Hernández y Francisco Báez.
La pregunta de esta semana es: ¿Cómo se le llama a quien fabrica o vende los adminículos de hojas curvas y dentadas que sirven para segar mieses?

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Publicado en La Crónica de hoy