jueves, 26 de octubre de 2017

Homo lupi lupus est (El hombre, lobo del lobo)



Carlos Alberto Patiño


Al lobo, como al oso, los seres humanos le declararon la guerra. Ambas especies han desaparecido de muchos territorios que compartían con la nuestra. Por los cambios de ánimo que experimentamos los Homo sapiens, ahora hay intenciones de recuperarlas.
No es una preocupación generalizada, pues los ganaderos de algunos países, donde se ha restablecido la presencia de los lobos, no están muy de acuerdo y algunos gobiernos ya han autorizado la cacería controlada de ejemplares.
La competencia y el miedo fueron causas de este enfrentamiento.
El lobo no corrió con la carga de ridículo que experimentó el oso.
Lo vimos el año pasado en la entrega “Hacer el oso” (http://www.cronica.com.mx/notas/2016/962216.html).
El lobo fue satanizado  de una manera extrema. Paradójicamente, una rama de estos seres se simbiotizó con los humanos para dar lugar a los perros.
El nombre científico del lobo es Canis lupus, el del perro es Canis lupus familiaris, o sea el lobo familiar.
“Lobo”, dice el Diccionario de la lengua española, es un “Mamífero carnicero, semejante a un perro grande, pelaje de color gris oscuro, cabeza aguzada, orejas tiesas y cola larga con mucho pelo, salvaje, gregario y que ataca al ganado”.
Pero también es “ Persona sensualmente atractiva” y dos tipos de pez. En Perú, nos dice la Academia, es una persona astuta.
Explica el DLE que en ingeniería, como “lobo” se conoce una masa de hierro que queda en el fondo de un crisol.
Es también un garfio que usaban los sitiados para defenderse de los sitiadores... En la época en que había sitios y sitiadores.
La heráldica, tan del gusto de la Real Academia (por algo es “real”) considera que el “lobo cebado” es el que aparece en los escudos nobiliarios con un cordero u otra presa en el hocico.
Para la heráldica, también, hay el lobo escorchado “de color de gules, que es el que se da a este animal cuando se representa como si estuviera desollado”.
¿De gules? El mismo diccionario pone: “Color heráldico que en pintura se representa por el rojo vivo y en el grabado por líneas verticales muy espesas”.
El “lobo de mar” (no el “lobo marino”) es un viejo marinero o un experimentado ejecutante de un oficio o profesión que conoce los vericuetos de su práctica.
El otro, el que está entre paréntesis, es un pariente de la foca, pero de la que se diferencia porque tiene orejas.
Buena expresión es “son lobos de la misma camada” que significa que dos personajes, por ejemplo un par de políticos, se conocen o se adivinan mutuamente las mañas.
Hablar de la “boca del lobo” es referirse a un lugar oscuro, tenebroso.
Para el DLE, el producto de una relación entre un negro  y una india era, en la estratificación de castas colonial, un “lobo” o “loba”.
La cría del lobo es el “lobezno”. A los cinco meses se convierte en un “lobato”.
Al lobo se le asocia con la astucia y la valentía, pero también con la crueldad. Es un depredador muy eficaz, por eso la competencia con los humanos fue extrema.
La etapa de expansión de cultivos y ganadería fue crucial en la guerra entre humanos y lobos.
Un dato revelador es que cuando la peste negra diezmó a la población humana, los lobos aumentaron su presencia.
En contraste, cuando hubo bonanza, se exterminó a las bestias. Fueron erradicadas de Inglaterra, España y Alemania. Los países nórdicos y la inmensidad del territorio ruso permitieron la permanencia de comunidades de lobos.
Hubo en Europa la profesión de “lobero”. Era un personaje que se presentaba en las comunidades para combatir a las entonces consideradas como alimañas a cambio de una gratificación. Y eran muy efectivos.
La crueldad y fiereza atribuida a los lobos y las no menores “cualidades”  humanas dieron lugar a un ser mítico que reunía las peores características de ambas bestias: el hombre lobo, werewolf loup-garou, lupo mannaro, licántropo o, de alguna manera, el nagual.
En Europa, la Edad Media estuvo llena de relatos de hombres lobo. Hubo en Francia, en los siglos XVI y XVII, una epidemia de tales seres que fue necesario abrir millares de procesos judiciales.
Algunos autores hablan de la licantropía en dos vertientes: la alucinación y los asesinos seriales. Se sospecha que mucho casos de la primera se debieron a la mala conservación del centeno. El cereal se contaminaba con un hongo, el cornezuelo, cuyos componentes, además de daños severos en el organismo, producen alucinaciones. De hecho, el LSD se basa en los alcaloides de este hongo.
Los otros, los asesinos seriales, son producto humano presente en todas las etapas de la historia, a veces como monstruos, a veces como dirigentes, otras como inquisidores o jueces y unas más como tiranos.
Hay que imaginar el temor que provocaba en los campesinos la idea de un hombre lobo, sumado a los reales ataques de los animales que, en un crudo invierno, eran capaces de adentrarse en ciudades como París en busca de alimento.
Pero la nobleza de los animales no está perdida en los recuentos que hacemos los humanos. Tengo como ejemplos tres historias. Una es la del hermano Francisco y el “torvo animal” que devoraba corderos y pastores y fue pacificado por el santo. Es una de la historias contenidas en la Florecillas, retomada por Rubén Darío en el otrora celebérrimo poema Los motivos del lobo . El “hermano lobo” decidió abandonar la fiereza y se convirtió en un acompañante del De Asís, pero al conocer la vileza, crueldad, envidias y beligerancia de los humanos “me sentí lobo malo de repente”.
Cuando Francisco lo fue a confrontar, fue tal la argumentación del hermano lobo que el santo lo dejó en paz.
La otra historia es la del Loup-garou, de Boris Vian, retomada por el grupo español La Unión en su “Lobo hombre en París”. Es el relato de un lobo feliz atacado por el Mago de Siam, un hombre lobo que le contagia su mal. El pobre de Denis, que así se llamaba el especimen, se transforma en hombre con la luna llena y su experiencia con los humanos en la Ciudad Luz lo hace no desear que llegue de nuevo el plenilunio.
Para rematar está el poema de José Agustín Goytisolo, convertido en canción por Paco Ibáñez: “Érase una vez / un lobito bueno / al que maltrataban / todos los corderos. / Y había también / un príncipe malo, / una bruja hermosa / y un pirata honrado. / Todas estas cosas / había una vez / cuando yo soñaba / un mundo al revés”.
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Parece que El Arca de Arena se puso en plan extremo al demandar una palabra que había encontrado en el Espín de la Academia Mexicana. El sinónimo de “amok” que es también una bebida refrescante preparada con una gramínea que se usa como alimento y como forraje es “avenate”.
El Arca quiere ahora un sustantivo que tiene que ver con el tema de hoy. Es sinónimo de una “planta anual de la familia de las papilionáceas”, dice el DLE. Añade que “crece hasta poco más de medio metro, con hojas compuestas de hojuelas trasovadas, flores blancas y fruto de grano menudo y achatado, en legumbre o vaina. Es buen alimento para el ganado”. Como adjetivo femenino acompaña al fruto de la vid como equivalente a “acónito”.
   
21 10 17

Publicado en La Crónica de hoy 

lunes, 16 de octubre de 2017

Hartas dudas



Carlos Alberto Patiño
 




La Academia Mexicana de la Lengua, como la Española, aclara dudas a los hablantes que requieren explicaciones en aspectos gramaticales, ortográficos y de significado de algunas palabras.
Lo hace en la sección “Espín” de su página oficial.
“Espín”, según la Wikipedia, “es una propiedad física de las partículas elementales por el cual tienen un momento angular intrínseco de valor fijo”. Y esto no tiene qué hacer aquí.
El “espín” que nos ocupa, el de la Academia, es el acrónimo de “Español inmediato”. La sección se compone de dos apartados: “Respuestas” y “Sabías que”. Entrambos suman 390 resultados, 315 para el primero y 75 para el segundo.
¿Qué le preguntan los ciudadanos a la Academia?
Por ejemplo, si son correctas “las voces abogacía, secrecía y privacía”.
Responde la Comisión de Consultas de la Academia Mexicana de la Lengua:
“Es correcto el uso de abogacía y significa ‘profesión y ejercicio del abogado’, ‘conjunto de los abogados en ejercicio’.
“En cuanto a los vocablos secrecía y privacía, se trata de la adaptación de las voces inglesas secrecy ‘secreto’ y privacy ‘privacidad’.
“El anglicismo secrecía está integrado al español y significa ‘condición de secreto’. No existe en nuestra lengua una voz equivalente. Su uso está consolidado en los ámbitos político, legal y económico.
“De privacy, se derivaron dos formas en español, una con la terminación –idad, privacidad, y otra con–ía, privacía, para referirse a la ‘cualidad de privado o no público’, o al ‘ámbito de la vida privada que se tiene derecho a proteger de cualquier intromisión’. Si bien ambas son anglicismos creados de conformidad con las reglas de nuestra lengua, se recomienda el empleo de privacidad por ser la más generalizada y se desaconseja privacía en la expresión formal, así como en el uso general culto. Hay que señalar, sin embargo, que cada vez es más frecuente en América esta última voz, concretamente en México, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Ecuador, Bolivia y Uruguay, tal y como lo señala el Diccionario de americanismos (Asociación de Academias de la Lengua española, Lima: Santillana, 2010)”
Recomienda la Comisión consultar el texto “Privacía” de José G. Moreno de Alba, Lo puede encontrar en la página de la AML, en el apartado Minucias del lenguaje (http://www.academia.org.mx/universo:lema/obra:Minucias-del-lenguaje).
La Comisión encargada de resolver las dudas está presidida por Gonzalo Celorio y la componen Adolfo Castañón, Ruy Pérez Tamayo, Margit Frenk, Vicente Quirarte, Felipe Garrido y Patrick Johansson. Como gabinete están las doctoras Axel Hernández Díaz, Norohella Isabel Huerta Flores y Georgina Barraza Carbajal.
Alguien pregunta si deben usarse acentos en los latinismos y extranjerismos.
Responden los expertos: “Cuando una palabra del latín o de otra lengua extranjera está incorporada al inventario léxico del español, debe seguir las reglas generales de acentuación, como currículum y pódium del latín curriculum, podium, respectivamente; váucher y baipás del inglés voucher, bay-pass.
Desde la formación del español, heredamos del latín un amplio banco de palabras; además, en distintas épocas, se ha recurrido “de forma directa o a través de otras lenguas” a la incorporación de nuevos latinismos. Cuando las voces latinas son de uso generalizado, se consideran como parte de la lengua española y se ajustan a sus reglas ortográficas, tal es el caso de déficit, fíat lux, ad náuseam, álter ego. Por el contrario, cuando un latinismo no es compartido por la mayor parte de la comunidad de hablantes, se conserva la forma cruda y se recomienda asignarle una marca (cursivas o comillas) para indicar que la palabra es distinta del léxico español, por ejemplo, frigidarium, caldarium, apodyterium.”
Sobre el uso de la “y” ante palabras que empiezan con “i” o con “hi” como “hirieron”, nos dicen que “La forma correcta es e hirieron. De acuerdo con la regla, la conjunción y se cambia por su variante e ante palabras que empiecen con el sonido /i/: Eres único e irrepetible; Necesito aguja e hilo. Como la h es muda, el sonido inicial de hirieron /iriéron/ es la i, de modo que hay que aplicar la regla y cambiar la conjunción y por e.”
Sobre el uso del término “afirmativo” tan del gusto de policías y militares, explican:
“Es correcto responder con la palabra afirmativo para dar por cierto algo. Se trata de una expresión propia de la jerga policial que se ha extendido a otros contextos comunicativos: – ¿Vas a llegar tarde hoy?–Afirmativo.”
Pregunta “¿Años ochenta o años ochentas?”
Aclara la Academia: “Las expresiones de las décadas para referirse a los periodos de diez años se deben escribir con numerales cardinales en singular: los años ochenta, la década de los ochenta. O bien, se pueden escribir con cifra: los años 80, la década de los 80. Son incorrectas las formas: *los años ochentas o *los años 80´s, ya que se trata de un calco del inglés. Cuando se prescinde de la palabra años lo usual es decir los veinte, los cincuenta, los ochenta.”
Sobre el barbarismo “apeido”, los académicos dejan en claro que “La palabra correcta es apellido. Se escribe con doble ele.”
Una pregunta más “¿Qué significa la palabra copinado?” Les juro que nunca había oído ese término. La explicación académica es: “El adjetivo copinado, -a es propio del español de México. Se utiliza para decir que alguien que se parece a otra persona: el niño es copinado a su papá”. Insisto, en mi entorno nadie es “copinado”
Seguirá dando temas el Espín de la Academia, ya lo veremos.
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Nuestra incansable lectora y colaboradora, doña Marielena Hoyo, se encarga esta vez de los regaños:
“En la sección de La Imagen se publicó, primero, la foto de un perro tras una ventana, que por su apariencia semeja ser un chihuahua, y el texto, hasta en dos ocasiones, lo refiere como “caniche”, que no aplica en este caso como un despectivo derivado de can, al hacer referencia a una raza específica: los poodles.
“Al día siguiente, La Imagen documentó una bandada de estorninos y el texto los refiere como “avechuchos”, como si se tratara de un ave desagradable, siendo que los estorninos son realmente hermosos.”
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El Arca de Arena pidió la palabra “que describe la acción de poner un palo o caña para mantener derecha una planta. El sustantivo del que deriva el verbo puede también ser tutor a criado anciano que se destinaba como compañía a las señoras”.
La respuesta de Marielena Hoyo fue “Los rodrigones, cuya acción se traduce en rodrigar, arrodrigar o arrodrigonar, como también la encontré.”
Esta vez El Arca toma una de las consultas a la AML. Sería sinónimo de “amok” (¿Se acuerdan de “La kafkiana K”?) y es también una bebida refrescante preparada con una gramínea que se usa como alimento y como forraje.


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Publicado en La Crónica de hoy