sábado, 26 de noviembre de 2016

Compuestas, como las tortas

Carlos Alberto Patiño
 
Sorprendió a Eimy Arriaga la calidad descriptiva de Nellie Campobello en su libro Cartucho,
Particularmente llamó su atención el uso de una palabra compuesta “ojiverde”, que bien formada y correspondiente a un tipo físico, no encuentra cabida en ninguno de los diccionarios de consulta usual en este espacio.
En cambio “ojizarco” (que tiene los ojos azules), “ojiprieto” u “ojinegro” sí están en el de la RAE. “Ojigarzo” es otra clase de persona con ojos claros.
El “ojialegre” los tiene “alegres y vivos”. “Ojituerto” no es al que le falta uno ojo, sino el bisojo o bizco.
Esta palabra me sorprende “ojizaino” u “ojizaíno”. Dice el DLE:  “Que mira atravesado y con malos ojos.”
Son múltiples las palabras compuestas en español. Se forman mezclando sustantivos con sustantivos. (“Telaraña”, “abrelatas”, “coliflor”, “aguafiestas”...) Combinando nombres con adjetivos (“Nochevieja”). Adjetivos entre sí (“agridulce”). También con adverbios y verbos y hasta con frases completas (“sabelotodo”, “correveidile”)
Las hay de uso tan cotidiano que no reparamos en su condición  compuesta. “Automóvil”, “paraguas”, “matamoscas”.
Otras surgen a partir de un invento. “Televisión”, “pararrayos”, “paracaídas”, “motocicleta”.
“Maniatar” es de las que combinan sustantivo con verbo. Claro que significa “amarrar las manos”, por eso, aunque todavía no llego a la sección de los regaños, debo señalar que no se puede maniatar de pies y manos a nadie. Lo he visto publicado.
Tampoco es válido el extremo caso, clásico citado en las mesas de  redacción, de aquel reportero que informó que se había capturado a una enorme víbora que fue “maniatada”. El periodista logró algo más complejo que buscarles glándulas mamarias a las serpientes.
Como para quedarse “boquiabiertos”.
“Hispanoamericano”, dicen ellos, “latinoamericano”, decimos de este lado. Son gentilicios compuestos.
“Cortaplumas” se sigue usando, supongo, en España. Es una navaja que se usa para afilar las plumas de ave que se utilizaban como instrumento de escritura.
“Nochebuena”, “girasol”, “nomeolvides”, son flores de nombre compuesto.
“Guardametas”, “guardabosques”, “guardaespaldas”, “guardarropa”, incluyen la idea de resguardo, de cuidado.
La palabra “portaaviones” surgió en el siglo XX. Concretamente en la primera década, pero su uso se hizo extensivo con la Segunda Guerra Mundial.
“Salvapantalla” también es del siglo pasado, de la década de los 80, cuando surgieron las computadoras personales.
“Sacacorchos” y “rompecabezas”; “trabalenguas” y “pasatiempo” son términos que me agradan. “Sacamuelas” me atemoriza y “testaferro” me repugna.
“Tocadiscos” también es de las que me gustan por los recuerdos. Tuve uno que se disimulaba con la forma de un libro. Mi hermana tenía uno con forma de veliz.
(Digresión. Los tocadiscos reproducían música de discos de pasta, primero. Luego de acetato y al final de su historia, de vinil. Es necedad llamar a todos los discos “viniles”. De hecho, los cronistas musicales de la época los llamaban “acetatos”, si hacía falta usar un sinónimo.
Pero ya ven, mandan las mayorías, como quedó demostrado con el triunfo de Trump. Se queda uno patidifuso).
Hay otros nombres que son compuestos pero no funden sus elementos en una palabra, sino que conservan los dos términos separados, como “sofá cama”, “ciudad dormitorio”, “niño prodigio”...
El Diccionario panhispánico de dudas da las reglas para formar el plural de estas “unidades léxicas”.
“En las construcciones nominales formadas por dos sustantivos, de los que el segundo actúa como modificador del primero, solo el primer sustantivo lleva marca de plural: horas punta, bombas lapa, faldas pantalón, ciudades dormitorio, pisos piloto, coches cama, hombres rana, niños prodigio, noticias bomba, sofás cama, mujeres objeto, coches bomba, casas cuartel.
“Igual ocurre en los compuestos ocasionales de este tipo, que se escriben con guión (...) Los dos nuevos edificios eran “viviendas-puente” [...]. Servían para alojar durante dos años —el tiempo que tardaba la Administración en hacer casas nuevas— a las familias que perdían sus pisos por grietas» (País@ [Esp.] 7.3.00).
“Pero si el segundo sustantivo puede funcionar, con el mismo valor, como atributo del primero en oraciones copulativas, tiende a tomar también la marca de plural: Estados miembros, países satélites, empresas líderes, palabras claves (pues puede decirse Estos estados son miembros de la UE; Esos países fueron satélites de la Unión Soviética; Esas empresas son líderes en su sector; Estas palabras son claves para entender el asunto).”
(http://lema.rae.es/dpd/srv/search?id=Iwao8PGQ8D6QkHPn4i)
Hay otro tipo de palabras compuestas, las llamadas parasintéticas. Son las que se forman con la palabra y prefijos y sufijos. Ejemplo es la palabra desesperación. Des-espera-ción. Si quitamos los elementos añadidos, tenemos una palabra, “espera”, existente y “desespera”, también. Pero esperación no existe. “Infelicidad” e “infidelidad” son del mismo tipo.
Otros ejemplos son “cumpleañero”, “emplumado”, “paraguazo”. “desalmado”...
La lista es prácticamente “inacabable”.
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Regaños. Lo escribió el reportero y lo dejó pasar el corrector como la selección recibe los penaltis: “El cráter es el mejor conservado en el registro terrestre de la Tierra” ¡Terrestre de la Tierra! Cosas veredes…
Una de cables (¡Ay, la agencia de noticias del Estado!): “Por última vez, Obama indulta dos pavos previo a la Acción de Gracias”. No voy a hablar de la horrible construcción del enunciado. Me referiré al uso de previo. Ya se ha dicho en este espacio (ése fue el tema de la primera entrega de Giros (“Previo y al interior” http://giroscronica.blogspot.mx/2016/02/previo-y-al-interior.html) que previo es adjetivo, no adverbio. Por lo tanto requiere de un sustantivo. “El día previo al de Acción de Gracias”, “la escena previa...” En la oración, el sustantivo es “pavos”, entonces previo debería estar en plural pero el resultado es absurdo: “pavos previos”.
¡Uff! Como arar en el mar.
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A El Arca de Arena respondió rauda Bertha Hernández: el adjetivo que se puede aplicar al óxido nitroso, que se relaciona con la risa, con algo festivo y que puede parecer que es la cura de una obstrucción, y en realidad es muy divertido es “desopilante”.
“Hilarante”, como propuso Marielena Hoyo, también se refiere a la risa. Sin embargo, le falta el referente a desobstruir. “Desopilar” es la cura de una “opilación”, y ésta es “una obstrucción (impedimento en las vías del cuerpo)”. Ignoro qué tiene que ver con lo divertido.
Nuestro cofre pide una parasintética que nos deja atónitos, pasmados por el buen aspecto o cualidades de alguien o algo.
Pista generacional:  En los años sesenta se asociaba con “sabor italiano”.

26 11 16
 
Publicado en La Crónica de hoy

sábado, 19 de noviembre de 2016

Elemental nomenclatura

Carlos Alberto Patiño 

Cuando escribí sobre los epónimos, mencioné los nombres de algunos elementos químicos. La tabla periódica está llena de estos sustantivos.
Pero no sólo hay elementos cuyo nombre deriva de personas o lugares.
Repasando la tabla con Mángel, le explicaba que el símbolo de algunos elementos no coincidía con la inicial del nombre.
Le hablé de los más conocidos, como la plata (Ag) del latín argentum (¿Se acuerdan del nombre de Argentina?) o Au de aurum, oro.
Y que aparece la “K” de potasio. ¿Qué hace una “K” ahí. Si usted guglea el elemento, le aparecerán etimologías holandesa, alemana e inglesa. Todas ellas se refieren a las cenizas potasch, pottasche, pot ashes. Esto porque el potasio se encuentra en las cenizas de algunas plantas. El elemento lo aisló y denominó el británico sir Huphrey Davy, quien además fue el descubridor del bario, el calcio, el sodio y el boro. Todo muy bien. ¿Y la “K”? Esa “K” es de kalium, otra palabra latina proveniente del árabe que significa ¿qué creen?, ceniza de planta.
El símbolo del sodio es “Na”. Sir Davy tomó el nombre del latin sodanum (sosa caustica), pero el símbolo proviene del latín natrium (nitrato), ambos compuestos, donde se halla el elemento.
Este elemento es parte de la sal, cloruro de sodio, sustancia tan valiosa que de ahí proviene el término salario. Es ingrediente necesario en la cocina, pero letal para los hipertensos. El sodio, combinado con potasio, forma una proteína (la bomba potasio-sodio) fundamental para la vida de las células.
Por cierto, sir Humphrey Davy fue también el descubridor del uso anestésico del llamado gas de la risa, el óxido nitroso.
El origen del símbolo del helio (He) proviene del dios griego Helios, el Sol, pues se descubrió en ese astro, aunque no se le reconoció hasta que lo encontraron en la Tierra. Dice la Wikipedia que no se congela. Es el gas que se utiliza en los dirigibles, pues la tragedia del Hindenburg (1937) dejó muy claro que el hidrógeno, altamente inflamable, no era el elemento más seguro para llenar los enormes globos.
El helio es uno de los llamados gases nobles. Son, además de éste: Neón (Ne), argón (Ar), kriptón (Kr), xenón (Xe) y radón (Rn). La denominación noble refiere a que tienen poca reactividad con otros elementos, es decir, no se juntan con la chusma.
Del fósforo el símbolo es la “P”, del griego phosphoros, el que lleva la luz, casualmente el mismo significado que el del latín Lucifer.
La “O” de oxígeno no tiene misterio. El término significa generador de ácidos. Uno de sus átomos, combinado con dos de hidrógeno, forma el agua (Monóxido  Bidrógeno, en una divertida broma estudiantil, que refiere a la sustancia como causante de erosión y muerte por ahogamiento).
Hidrógeno (H) es el generador de agua. Además de estar juntos en el líquido, estos dos elementos comparten la palabra griega gonos, que es algo así como generar, producir, dar origen (genética, genealogía, genes, genoma…).
La “S” de azufre viene del latín sulphurium. Este elemento está asociado con los volcanes y con el infierno. Dios lo hizo llover sobre Sodoma y Gomorra y es el olor característico de Satanás, el viejo Luzbel.
En la realidad, el azufre sirve para hacer pólvora, para la vulcanización y se aplica en muchos procesos industriales, pero es indispensable en la conformación de los aminoácidos… Y por eso es sustento de la vida.
“Cl” es el cloro. El nombre se lo puso sir Davy, aunque él no fue su descubridor. Carl Wilhem Scheele lo encontró, pero creía que era un compuesto. Humphrey lo identificó y, por su color verde pálido, tomó la palabra griega para este color (xloros) y se lo puso al elemento.
El cobre lleva las letras “Cu” de Cuprum, Chipre, el lugar donde lo obtenían los griegos.
El indio (In) no lo es por el país. El nombre lo debe al color índigo de su espectro atómico.
El kriptón (Kr) nada tiene que ver con Supermán. Es, ya lo dijimos, uno de los llamados gases nobles y es tan poca su presencia en la atmósfera que se le puso el nombre de “oculto” (del griego kryptos).
La Hg del mercurio es de hidrárgiro (plata líquida).
El químico ruso Dmitri Mendéleyev fue el científico que se dio a la tarea de ordenar los elementos en su famosa tabla. Fue tan atinado su sistema que dejó huecos para elementos que aún no se descubrían, pero que deberían estar ahí.
Fue el caso del tecnecio (Tc), primer elemento artificial, de ahí su nombre (del griego tecnós). Se tardaron los investigadores, pero lograron sintetizarlo y ya tenía su lugar.
Son 118 los elementos que componen la tabla. El último descubierto, o mejor dicho sintetizado, hasta el momento es el oganesón (Og). Por su posición en la tabla debería ser un gas noble, radiactivo como el radón, y muy inestable. Es de vida efímera. Su nombre original era ununoctio (Uuo), que era el que se reservaba para su lugar, pero se le dio el del físico Yuri Oganessian, importante investigador de elementos de número atómico 102 o superiores.
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Regaños. Nota corregida a tiempo, pero que por poco se publica:
“El presidente del PAN, Ricardo Anaya, pernoctó la noche del martes…”. ¡Ah!, se pernocta de noche. El dirigente será muy bueno para juntar lana, pero dudo que pueda pernoctar de día. Ni con la 3 de 3, tan vilipendiada.
De la Agencia Cuartoscuro, un pie de foto: “Personal de  protección Civil, (coma) acordonaron la Zona del Peñón Viejo…” ¿Coma entre sujeto y verbo? ¿Personal acordonaron? ¿Y la concordancia? “Personal” es singular; “acordonaron” es conjugación para la tercera persona del plural.
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Puntual, la infaltable Marielena Hoyo responde a El Arca de Arena. La palabra de la jerga jurídica que describe la apropiación de un bien por el uso o posesión prolongada es “usucapión”. ¿Y mis lectores abogados?
El Arca de Arena ignora si el adjetivo que busca ahora se pueda aplicar al óxido nitroso, pero se relaciona con la risa, con algo festivo. Puede parecer que es la cura de una obstrucción, pero en realidad es muy divertido.

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sábado, 12 de noviembre de 2016

Más jergas


Carlos Alberto Patiño 
 
Ius semper loquitur se llama el auditorio de la Facultad de Derecho de la UNAM. Quiere decir, “El derecho siempre resplandece”.
Ius o jus es palabra fundamental en la jerga jurídica.
Como en ius solis, ius sanguinis, que son términos para establecer la nacionalidad por el derecho de sangre (por herencia) o por el derecho de suelo (por el lugar).
¿Se acuerdan de Porfirio Muñoz Ledo, cuando quería ser gobernador de Guanajuato? Todo el lío que armó para que, como nacido en la Ciudad de México se le reconociera el derecho (ius sanguinis) para contender por la gubernatura, que no ganó.
El derecho está pletórico de latines (latinajos les decimos despectivamente). Esto se debe a que la base del derecho contemporáneo es el derecho romano.
Es vasto ese continente. No soy yo quien pueda acometer la aventura de incursionar en tan extenso territorio. Solamente diré que, como periodistas, muchas veces topamos con la jerga jurídica y tropezamos o dudamos.
Tal ese el caso con el amparo. Nos llega la Información de que un juez dio entrada a un recurso de amparo y entonces concede la “suspensión provisional”. Y ese “provisional nos despierta recelo. El jefe de información pregunta “¿Está o no amparado el ex gobernador que suma recursos y recursos?
El reportero responde dudoso “Sí… por mientras”.
Si el amparo es definitivo, el ex gobernador está a salvo de la acción de la justicia, si no, no salimos de la maraña.
Se pide un amparo ante una acción de las autoridades no justificada. (DLE: amparar, proteger).
El quid del asunto es que, inocente o culpable, el que pide amparo tiene derecho a que el juez revise su caso, y entonces conceda la suspensión provisional al solicitante. Si después de la revisión de la causa concluye que hay falla de la autoridad, establece la salvaguarda.
Si el abogado del “indiciado” es hábil, lo consigue con independencia de la inocencia o culpabilidad del solicitante.
¿Recuerdan al Abogado del Diablo o Abogangster, Bernabé Jurado? Fue el que salvó al junky y escritor beat William Burroughs de la cárcel por el asesinato de su esposa cuando, en una borrachera, le disparó a la cabeza con una colt 45 jugando a Guillermo Tell.
“Chicanadas” es lo que hacía este leguleyo para salvar a sus defendidos. “Chicanada”: trampa, argucia jurídica para saltarse la ley.
De cujus, así, en latín, nos deja perplejos a los ignaros. En sentido laxo se refiere a un difunto. Literalmente es “del cual” y en derecho ese del cual es el sujeto del que depende la herencia, es decir del que muere.
“El de la voz” pasa a otra jerga, no sin muchas dudas.
Los científicos tienen lo suyo. De hecho cada disciplina tiene su conjunto de términos.
Empecemos con la hipótesis, que, contra lo que piensan muchos estudiantes próximos a elaborar su tesis, no es una pregunta sino una suposición, una propuesta de solución.
Tienen los químicos palabras como ácido o base, moléculas, cadenas, compuestos. Geles y aleaciones; polímeros y alcanos…
Los físicos tienen átomos, fuerzas, estados cuánticos. Hay o no hay un gato por ahí. Está la inercia y la fricción. La termodinámica como principio inviolable y la incertidumbre. Sabores, encanto, spin…
En los deportes hay otro universo. Aquí van ejemplos de encabezados periodísticos: “El Tri con todo el arsenal ante EU”, “Fenerbahce le pega al Manchester United”, “Cruz Azul firma empate sin goles con Pachuca”, “Inicia Tricolor de básquet su sueño olímpico a Río”, “Cruz Azul y Santos están en espiral del descenso en Liga MX”, “Se busca nuevo maquinista para Cruz Azul”.
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Regaños. Escribe un reportero: “La fecha de las elecciones de EU se acerca cada vez más…” Ni modo que una fecha se acerque menos.
Una de agencias: “Un nuevo sismo se registró en el centro de Italia” Si ya es grave el fenómeno telúrico, que sea nuevo nos sorprende. Quizá al periodista le ha tocado cubrir el caso de un viejo sismo.
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Marielena Hoyo aporta un término sobre la jerga periodística: “Están los famosos ‘borregos’, ya sabe, cuando se deja uno llevar por una información que de forma premeditada alguien corrió, era falsa, y de pilón se publicó”.
A la pregunta de El Arca de Arena respondieron Marielena Hoyo, Tania Marsilli y Octavio Martínez.
Los tres coinciden en “onicomadesis” como el término para el desprendimiento de la uña. Octavio Martínez añade otra palabra:
Onicoptosis cuya etimología griega es onyx = uña y piptein = caer.
En realidad yo estaba pensando en otro vocablo: “Onicolisis”.
Así que tenemos varios ejemplos de la jerga médica para un solo fenómeno.

El sitio Dermatología Cosmética, médica y quirúrgica explica:
“El aparato ungueal puede verse afectado por desprendimientos proximales y distales de la lámina. De ellos, el más común ocurre a nivel distal y se conoce como onicolisis, en tanto que la separación proximal, denominada onicomadesis, permite el crecimiento de la uña debido a que el lecho ungueal no sufre daños. Con todo, este signo tiende a pasar inadvertido o es erróneamente diagnosticado como onicomicosis.”
http://dcmq.com.mx/edicion-abril-junio-2013-volumen-11-n%C3%BAmero-2/159-onicomadesis-descripcion-de-12-pacientes.
Hoy El Arca busca una palabra de la jerga jurídica que describe la apropiación de un bien por el uso o posesión prolongada.
 
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sábado, 5 de noviembre de 2016

Las jergas, ¿a cuánto el metro, marchante?

Carlos Alberto Patiño

La forma en la que un grupo social emplea el lenguaje se llama “jerga”. Es homónimo de lo que el DLE conoce como “bayeta” y es el trapo para limpiar el piso.
En la jerga de los lingüistas es el habla de un subgrupo de una lengua.
Los hablantes de una jerga pueden usarla para no ser entendidos por personas ajenas, como el caló de los delincuentes o el lunfardo de los argentinos.
Pero también se refiere a las palabras y su manejo por distintos gremios.
Es diferente al dialecto, que es la forma del habla de un grupo o nación. Por ejemplo, en español tenemos los dialectos ibérico, mexicano, argentino, peruano, colombiano… Los hay más locales, como el dialecto sinaloense, veracruzano, oaxaqueño. Todos sin dejar de ser el mismo idioma.
Ojo, un dialecto no es un idioma menor, como muchos usan —no sin tintes racistas e ignorancia— para referirse a las lenguas autóctonas.
El náhuatl, el maya, el purépecha, el zapoteco... todas las 68 lenguas que se hablan en México, son eso, lenguas, no dialectos.
Los periodistas tenemos nuestra jerga. Se oye en las redacciones “Para la ‘cabeza’, toma la ‘entrada’ y luego en los ‘sumarios’ pones el dato tal…”
La “cabeza” es el titular, el título de la noticia. La “entrada” es el primer párrafo, donde debe estar la información más importante (Debe, ¿verdad, mis reporteros?).
El sumario es la línea o párrafo que refuerza la información de titular y sirve para destacar algún dato.
En las páginas de los diarios hay “cachucha”, “orejas”, “ventanas”, “cintillos”, “columnas”, “medianiles”. Usamos “cuadratines” o “picas” y redactamos “pies” de grabado o de foto.
En las juntas editoriales definimos cuál es la “princesa”, que es “la de ocho” o nota principal del periódico. Fíjense, “las ocho” a la que hace referencia la expresión son las columnas que tenían los diarios de antes, los de gran formato. Pero ya ninguno divide sus páginas en tantas columnas y, aun así, seguimos llamándola “la de ocho”.
A los reporteros se les pide que no “vuelen” las notas. Lo que significa que no deben exagerarla o inventarla.
Un personaje infaltable en las redacciones era el “hueso”, auxiliar y aprendiz. Los tipógrafos decían que no tenían hueso qué roer cuando no tenían cuartillas para convertirlas en lingotes de plomo. Cuando en la “mesa” había textos, se gritaba “hueso” y el auxiliar debía llevar las notas enrolladas a manera de húmero a los tipógrafos. Con los años y los avances tecnológicos dejó de usarse el término. En un momento de la transición, llegó a bromearse diciéndoles “licenciado hueso”, pues los periodistas empezaban a ser universitarios.
Cada profesión, cada oficio, tienen sus jergas o argots.
En el comercio un “marchante” puede ser el cliente o el vendedor, según el hablante. “Amarchantarse” es aclientarse. Existía la sana costumbre de dar “pilón” en las compras y todavía en algunas partes se “regatea”. Ni en el súper ni en las llamadas “tiendas de conveniencia” (¿la conveniencia de quién?) se puede ejercer esta práctica. Lo que es un hecho probado es que para los marchantes todo el mundo es “güero”.
Con los médicos el habla es compleja. Para los legos es un lenguaje arcano.
Un término curioso de la medicina es “idiopático”. Es tan peculiar que los mismos galenos hacen chistes con la palabra. “El origen de sus mareos es idiopático”, lo que se traduce como “no tengo maldita idea de la causa de su malestar”.
A la gente le duele la cabeza, para ellos es una “cefalea”. O tiene la presión alta y sufre una “crisis hipertensiva”.
Hay razones para que los médicos usen ese lenguaje. Hay necesidades de precisión, de diagnóstico, de origen, que requieren de esos términos.
Una palabra, el “postprandial” se refiere al periodo que sigue a la “ingesta” (comida). Si alguien dice: “tengo narcolepsia postprandial temporal”, entiéndase “tengo el mal del puerco”.
Algo “iatrogénico” no es nada bueno. Es un mal que causa el médico, pero se oye peor decir “la regué”.
De la mano viene “nosocomial”: “El paciente adquirió una infección nosocomial” que es “el paciente se contagió en el hospital”.
Se quedan en El Tintero las jergas de otros gremios. Ya me ocuparé en próxima entrega.
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Regaños. “Quelonios y reptiles pretendían ser enviados…”, decía un comunicado de la dependencia encargada de proteger a las especies. Es una lástima que no quiera también proteger el lenguaje.
Si hemos de atribuirles alguna voluntad a los animales, es seguro que si pretendían algo, sería escapar. Fueron incautados a unos traficantes, ellos sí con la intención de enviar a los animalillos a un destino donde serían vendidos. El sujeto que pretende son los malhechores, no los quelonios y reptiles (Susurro en medio del regaño: los quelonios también son reptiles. Entonces, “quelonios y otros reptiles...”)
Y en la Asamblea Constituyente: “Las propuestas ciudadanas que buscan ser incluidas…”. No me quiero imaginar cómo va a quedar esa Constitución. Si los reptiles pueden tener algún tipo de volición, seguro que las propuestas, por más ciudadanas que sean, no la tienen. Las intenciones son de los ciudadanos que hacen las propuestas. Son ellos quienes buscan que sus deseos de incluyan en el documento.
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“Inerrante” es la palabra que carece de error, pero también es un objeto fijo, sin movimiento, al contrario de los planetas. Mis asiduos me fallaron.
La definición del DLE: “1. adj. Que posee inerrancia.
2. adj. p. us. Dicho especialmente de un astro: Fijo y sin movimiento.
“Inerrancia”: “1. f. Cualidad de estar exento de error.” Ésta es la palabra que se usa, por ejemplo, en teología para describir a la Biblia. Si las Sagradas Escrituras son inspiradas por Dios, no deben contener errores. El Papa tiene inerrancia cuando habla ex cathedra, es decir, cuando promulga un dogma. Ambos casos son dogmas de la Iglesia y no admiten discusión por parte de los creyentes.
El uso de “inerrante” en la astronomía, lógicamente proviene de la antigüedad. Entonces se llamó errantes a los planetas que no parecían fijos como los otros astros. Hizo falta mucho tiempo, conocimientos e inteligencia para entender que en el Universo todo está en movimiento”
El Arca de Arena tiene ahora una duda. En términos de la jerga médica, ¿cómo se llama el desprendimiento de la uña?

05 11 16
 
Publicado en La Crónica de hoy