lunes, 25 de junio de 2018

Dudas y soluciones

Carlos Alberto Patiño


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¿Cómo se escribe...? ¿Es correcto decir...? ¿Está bien dicho...? ¿Qué quiere decir? Dudas, muchas dudas genera el uso del idioma. No sólo del español. Ocurre con todos. Siempre hay un resquicio para dudar de una forma, de una regla, de un significado.
Y eso es saludable, dudar siempre lo es. Incluso, grandes escritores consultan diccionarios y gramáticas para esclarecer formas de decir y escribir.
Un periodista con gran dominio del lenguaje escrito decía: “Después de 40 años de haber comenzado mi aprendizaje, todavía se me dificultan muchas cosas. No acabo de entender y sobre todo dominar ciertas complejidades de nuestro idioma que es el más hermoso, pero uno de los más difíciles” (Pacheco, José Emilio, “Un testamento periodístico de Manuel Buendía”)
Aquí en Giros nos habíamos ocupado de las consultas que se hacen a las Academias, la Real Española y la Mexicana de la Lengua en la entrada “Hartas dudas”.
Hay otro sitio que ayuda a resolver las inquietudes de lectores, autores y usuarios de las redes. Es el portal de la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA, https://www.fundeu.es/) que, asesorado por la Real Academia Española, atiende consultas del público.
Es herramienta útil, pero con un sesgo hispanista que marca los usos del lenguaje, no siempre acordes con las formas del español de México ni de América Latina.
No obstante, aplicando el debido criterio, contribuye a resolver dudas en el manejo de la lengua.
Recién publicó la Fundéu la consulta que le hicieron sobre el término “nocebo”. Confieso que desconocía la palabra, pero me recordó un chiste sobre la homeopatía. La respuesta que dio la Fundación fue: “Se trata de una voz relativamente reciente que, en efecto, todavía no recoge la Academia de la lengua, aunque sí el Diccionario de términos médicos, de la Real Academia Nacional de Medicina (España), en la entrada efecto nocebo. La idea básica es que una persona cree sufrir algún efecto negativo por tomar una sustancia que no hace nada”.
Otra duda resuelta fue la referente al término “antonomasia” que, por una cuestión auditiva, puede ser confundida con “autonomasia”. Dice Fundéu: “El único término adecuado es antonomasia, que es una figura retórica y que se usa sobre todo en la locución por antonomasia para indicar que una persona o cosa son las más conocidas o características de su especie”.
Esta duda la podemos compartir y usar como ejemplo para otros comparativos: “¿Puede un gobierno ser más paritario que otro? ¿O ser más que paritario? ¿No es paritario una cualidad absoluta?”
La respuesta es: “Según el Diccionario académico, paritario significa, entre otras cosas, que las diversas partes que forman una comisión o asamblea “tienen igualdad en el número y derechos de sus miembros”.
“En los últimos años el uso más frecuente en los medios (y también válido) es el que se refiere a la igualdad numérica entre hombres y mujeres en un conjunto de personas (un Gobierno, un Parlamento, una lista electoral…).
“De modo que, en sentido estricto, algo puede ser paritario (con el mismo número de hombres que de mujeres) o no serlo, pero no ser más o menos paritario.”
Aunque no todo es tan claro. Hay una explicación para hacer válido el comparativo: “El uso paritario con cuantificadores como más o menos puede deberse a dos causas.
“Por un lado, a que se interprete la palabra paritario no con el significado que figura en el DLE, sino como “que promueve la presencia de más mujeres en ámbitos donde ha estado infrarrepresentada”.
“También es posible que se interprete la paridad no como una igualdad estricta (50/50) en la presencia de hombres y mujeres ‘que no siempre es posible, como en el caso de componentes impares’, sino como igualdad aproximada. En ese caso, un Parlamento con 176 hombres y 174 mujeres podría considerarse paritario, pero uno con 175 hombres y 175 mujeres lo sería aún más”.
¿Alto el fuego o alto al fuego? Nos remite la Fundación al Diccionario panhispánico de dudas de la RAE, para aclararnos que ambas fórmulas son válidas “para referirse a la ‘suspensión de las acciones militares en una contienda’, tal como indica el Diccionario panhispánico de dudas.” “La Academia indica que alto el fuego puede emplearse para ordenar que se deje de disparar (“¡Alto el fuego!”), o como locución nominal con el significado ya referido, y cuyo plural es invariable: los alto el fuego.
“Además, se aclara que la forma alto al fuego se usa en gran parte de América y con menos frecuencia en España, y se considera igualmente adecuada, por lo que los dos ejemplos anteriores están bien escritos.
“Lo mismo cabe decir de las expresiones cese el fuego (la usual en España) y cese al fuego (más frecuente en América), ambas válidas.
“Se recuerda, en cualquier caso, que alto el fuego no equivale a armisticio.”
Con la aparición de Macedonia del Norte surgió la duda sobre el gentilicio. Recordemos que el país exintegrante de Yugoslavia, había tomado el nombre de República de Macedonia, pero Grecia se inconformó, pues su territorio incluye una provincia con el mismo nombre desde tiempos anteriores a Alejandro Magno, héroe nacido en esa región.
Los países llegaron a un acuerdo y ahora la nación balcánica incorpora “del Norte” a su denominación. Entonces, nos aclara la Fundéu que (para el gentilicio) “como parte del acuerdo se admite el uso de la denominación macedonio, a, sin necesidad de añadirle más, tal como se ha venido haciendo hasta ahora, aunque para ser más específico se puede decir de Macedonia del Norte. También la lengua del país se denomina macedonio, sin más”.
Otros casos: “¿Los obispos ‘dimiten’ o ‘renuncian’?” “Según el Código de Derecho Canónico, los términos preferibles en el ámbito religioso para indicar que un obispo deja su dignidad clerical son renunciar y renuncia, no dimitir. Lo mismo sucede en el caso del Papa.”
“Con relación a las protestas por Twitter veo que se escribe tuitazo, twittazo, tuittazo... ¿Cuál sería la forma correcta?” Respuesta: “Ese tipo de protestas se suelen llevar a cabo con el envío masivo de mensajes que tienen alguna etiqueta concreta. Dado que lo recomendable es escribir tuit para aludir a los mensajes, es preferible tuitazo a otras formas.
“Hemos podido comprobar que no solo se emplea para estas protestas, sino de modo figurado para tuits que pueden ser vistos como golpes, es decir, especialmente contundentes, notables o polémicos”.
La lista es larga, lo mejor será navegar por ahí para aprender algunas cosas, y, desde luego, consultar el sitio para resolver dudas.
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Regaño rápido.
Llegó el verano y con él el error nuestro de cada año. Medios impresos, electrónicos y portales de internet; reporteros inspirados, locutores extasiados, comentaristas emocionados por el comienzo de la estación escriben o dicen: “Entró el solsticio”, “empezó el solsticio”, dando  al término astronómico una significación de periodo anual.
El solsticio ni entra ni empieza, ocurre, se produce. Es el momento del año cuando el día es el más largo y la noche más corta del año. Por lo tanto no es algo que dure, sino que se da instantáneamente. Este año ocurrió a las 05:07 del 21 de junio. Es el momento en que se inicia el verano. Ese día la luz del sol iluminó nuestro hemisferio durante 13 horas con 25 minutos.
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El Arca de Arena debió enfrentarse con el diccionario. Pidió el nombre de un antiguo equipo de escritura, del conjunto de instrumentos para elaborar un texto que es sinónimo de “mensaje o respuesta que de palabra se da o se envía a alguien”. Se explicó que personajes del Siglo de Oro, como los de Tirso de Molina y Calderón de la Barca, lo piden cuando tienen necesidad de mandar un escrito urgente: “¡Traedme…!”.
Bueno la respuesta que esperaba es la que dieron Bertha Hernández y Mangel (no sin cierta ayuda): el “recado de escribir”, que, define el DLE es “Conjunto de objetos necesarios para hacer ciertas cosas” y pone como ejemplo, precisamente el “recado de escribir”.
Sin embargo Francisco Báez y Marielena Hoyo respondieron “escribanía” y entonces El Arca rebuscó entre sus arenas y encontró que en su quinta acepción la palabra es: “Recado de escribir, generalmente compuesto de tintero, salvadera y otras piezas, y colocado en un pie o platillo”.  Así que ni duda cabe, excepto en la parte que la petición hablaba de “un mensaje o respuesta” y que era la alusión a la palabra “recado”.
El lector Miguel Ángel Castañeda también reportó la escribanía y nos dio la definición del DLE ya citada.
Ahora requiere El Arca el nombre de las piezas verticales a los lados de una puerta o ventana que sostienen el dintel o el arco de ella. También es la designación del trazo bajo de algunas letras opuesto al hampa.


Publicado en La Crónica de hoy  
    
23 06 18

lunes, 18 de junio de 2018

Mejor a mano

Carlos Alberto Patiño


 


Escribir a mano es una práctica que cae en el desuso. Cada vez más, los dispositivos electrónicos se extienden. Cada vez menos, las personas usan una pluma o un lápiz para anotar.
Ahora se toma la foto de un aviso con el teléfono o, con el mismo, se hacen notas con un ágil juego de pulgares.
Los viejos reporteros criticaban a los que en los años 70 empezaron a incorporar grabadoras a sus labores. Los de antes sólo necesitaban lápiz y libreta para elaborar reportajes de grandes vuelos.
En nuestros días, a la grabadora la desplaza el teléfono; y, lo que es más grave, el copy paste se vuelve fórmula muy socorrida para elaborar trabajos, tareas y hasta tesis.
Escribir a mano es gratificante. No lo digo yo, es una conclusión de diversos estudios sobre el cerebro. Intervienen el tacto, la vista y el pensamiento.
Hace un par de años se desató una polémica acerca de la escritura manuscrita por la decisión de Finlandia, país emblemático en materia educativa, de eliminar esta disciplina en sus estudios.
No quiere decir que se desterraran lápices, plumas y libretas de las aulas, pero hoy campean los teclados.
Imagínese usted, seguidor de El Arca de Arena, cómo les explicaría a esos chicos el uso del cálamo.
No sólo por nostalgia, también por razones pedagógicas aparecieron voces discordantes, las primeras de profesores y psicólogos que alzaron el dedo para señalar la importancia de la escritura en el desarrollo psicomotriz del niño.
Explicaron algunos neurólogos que el proceso de escribir activa y mejora el funcionamiento de determinadas áreas cerebrales.
“La escritura manuscrita ayuda a mantener el cerebro alerta y mantiene la destreza manual”, sostiene la pedagoga Laura Dinehart, de la Universidad Internacional de Florida. Añade la especialista que “el dominio de la caligrafía parece tener efecto sin comparación en el desarrollo y puede estar asociado con la capacidad de autorregularse, controlar las emociones y memorizar el trabajo efectuado”.
“Antes de escribir una palabra en el papel nos representamos mentalmente las letras, después las vemos aparecer bajo nuestros ojos gracias al movimiento de la mano. Con el teclado, nada como eso: sólo se necesita identificar la zona donde se encuentra la letra deseada y de presionarla (...) En el plano motor y el de la representación mental, estas dos maneras de escribir no tienen nada que ver: no requieren las mismas zonas del cerebro ni los mismos procesos cognitivos, explica el investigador Jean-Luc Velay, del Laboratorio de Neurociencias de la Universidad Aix-Marseille.
Además, tomar notas a mano contribuye a fortalecer la memoria.
Dos investigadores estadunidenses, Pam Mueller y Daniel Oppenheimer, realizaron una investigación por la que se demostró que los estudiantes que se toman el trabajo de tomar apuntes manuscritos responden más fácilmente a cuestiones complejas que los que usan la computadora para esa tarea.
Información sobre el tema abunda en la red. En el sitio sympa-sympa.com elaboraron una lista de las consecuencias que puede tener la pérdida de la escritura manual.
Una primera afectación es el deterioro de la motricidad y la coordinación. Además se pierde habilidad para leer.
Explican que, al escribir a mano, se activan zonas del cerebro que sirven para la formación del lenguaje y la interpretación de las sensaciones. El cerebro, señala el portal, tiene una zona llamada Área de Broca que es la responsable de juntar las letras y palabras y de su comprensión. Con la escritura manuscrita ese centro se pone a funcionar. Así, la capacidad de escribir rápidamente facilita la lectura y viceversa.
Por otra parte, quien escribe poco o nada, tiene más dificultad para entender un manuscrito.
Como a muchos nos consta, los que teclean o digitan en el teléfono ponen menos atención en la ortografía, la puntuación y la gramática. Y añádale los desatinos del autocorrector.
Una falla más grave es que los que no escriben son menos capaces de expresar sus pensamientos con palabras. Cuando se escribe a mano se debe pensar en la frase entera, la idea completa y luego se escribe. La creación de escritos nos hace pensar con más aliento e involucra nuestro pensamiento abstracto.
El pensamiento y la capacidad de memoria se deterioran cuando se abandona o no se ejerce la práctica de la escritura y, una de las más lamentables menguas, la imaginación se hace más limitada.
Me pregunto si tendremos en el futuro próximo una sociedad ágrafa. No será de analfabetas, pues serán capaces de leer e interpretar sus mensajes, pero no sabrán escribir. Sí, juntarán letras en un teclado para formar palabras. Será su método, pero de auténtica escritura, nada.
Los humanos y sus cerebros se adaptan a cualquier circunstancia, así que, aunque a algunos no nos guste ese futuro, ellos lo vivirán y se hallarán cómodos en su agrafía. Sus escuelas tendrán que preparar especialistas paleógrafos para entender los textos de los últimos siglos y traducirlos al lenguaje taquigráfico de las redes sociales. Otros especialistas estudiarán el funcionamiento de sus cerebros y qué otras habilidades desarrollaron para sustituir las perdidas y asegurar su sobrevivencia y evolución.
Yo le recomiendo, mientras eso sucede, conseguir una libreta y una pluma y anotar sus pensamientos. De algo le servirá.
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El Arca de Arena pedía el nombre del instrumento de la antigüedad con el que se plasmaban historias y correspondencia. Las iconografías de Cervantes y de Shakespeare lo incluyen para resaltar el oficio de ambos. Es parte de un ave e importa mucho el corte para que funcione; es trisílaba y anagrama de la primera persona del presente de indicativo del verbo que significa “Dar voces en honor y aplauso de alguien”. También es parónimo del sinónimo de lecho nupcial.
La respuesta vino de Francisco Báez, Marielena Hoyo, Miguel Ángel Castañeda y Bertha Hernández.
La palabra es “cálamo”. Mangel acertó siguiendo paso por paso las pistas.
El cálamo y la escritura manuscrita no dejan a El Arca más remedio que pedir el nombre de un antiguo equipo de escritura. Es el conjunto de instrumentos para elaborar un texto. Es sinónimo de “mensaje o respuesta que de palabra se da o se envía a alguien”, con el complemento de la escritura. Personajes del Siglo de Oro, como los de Tirso de Molina y Calderón de la Barca, lo piden cuando tienen necesidad de mandar un escrito urgente: “¡Traedme…!”.


Publicado en La Crónica de hoy     
16 06 18  

miércoles, 13 de junio de 2018

Lecciones de castellano para una jovencita del siglo XX

Carlos Alberto Patiño




"Las vocales se dividen en fuertes y débiles. Son fuertes la a, la e y la o. Son vocales débiles la i y la u”.
Es algo que todos sabemos…, o deberíamos saber.
Estas líneas son las primeras del cuaderno de una chica de secundaria. Es su lección inicial del curso de castellano de primero de secundaria en 1954.
Es sorprendente que las jóvenes estudiantes  ya recibían en sus clases eso que hoy en día hay que explicarles —me consta— a los estudiantes de licenciatura, y hasta de posgrado, que no atinan a dividir sílabas y menos a poner acentos por no distinguir los tipos de vocales.
No es tema complicado pero sí básico para lograr un texto comprensible y bien presentado.
(De la vida real. Suena la pregunta del reportero en la redacción ¿Canadá lleva acento? Responden los correctores: “En la a”. Sigue un lapso de silencio hasta que una tímida voz pregunta ¿en cuál?)
El cuaderno de Bertha González Ortiz es una verdadera joya.
Aprecien ustedes la caligrafía en la imagen adjunta.





Debo decirles que en esa época se escribía con manguillo y tintero. (Referí en el texto “La quinta columna y otras figuras que se difuminan” una explicación sobre este instrumento: “Manguillo era el portaplumas, el pequeño mango donde se insertaba la plumilla metálica para escribir… Las plumillas eran de acero. Éstas se introducían en el frasco de tinta —el tintero— y se escribía… con letra manuscrita, por supuesto”.)
Este tipo de letra, la manuscrita, resulta ahora incomprensible, pero era de escritura más rápida.
Veamos otro párrafo del cuaderno de la joven González: “Cuando al final de un renglón no cabe una palabra completa, se pone la parte que cabe y el resto en el renglón siguiente, cuidando de que sea siempre sílaba completa”
Éstas son las lecciones que aprendieron mis maestros y que luego nos transmitieron en las aulas.
¿Se nota alguna falta de ortografía? ¿Son comprensibles las explicaciones?
Seguramente las lecciones se impartían con dictados, fórmula tan criticada hoy en día.
No voy a defender la modalidad memorista de la enseñanza, pero sin memoria no hay aprendizaje. Explique usted a los aprendices las tablas de multiplicar, póngales toda la teoría y razones, pero si a la pregunta ¿Cuánto es 7 por 4? no se responde en automático, ningún método funciona.
Lo mismo pasa con las reglas de acentuación. Debemos aplicarlas por reflejo. Aunque nunca esté por demás entender las razones.
Sigue Bertha.
“Triptongo es la unión de 3 vocales que se pronuncian dentro de una misma sílaba.
“Hay cuatro triptongos que son: iai. -apreciáis, estudiáis, iei. -apremiéis, dispenséis, uei, - santigüéis, continuéis, uia, -amortiguáis, fraguáis.
“En México tenemos un triptongo más UAU que lo encontramos en palabras derivadas del idioma náhuatl: Cuautla, Guauchinango,
Cuauhtémoc”.
En la lección dedicada al sustantivo se explica: “Todas las palabras que componen nuestro idioma pueden catalogarse en nueve categorías que son las siguientes:
“Nombres sustantivos, adjetivos, pronombres, artículos, verbos, adverbios, preposiciones, conjunciones e interjecciones”.
El 17 de mayo de 1954, la lección se refiere a la acentuación para disolver los diptongos: “Cuando al final de una palabra aguda hay dos vocales que no deben formar diptongo se acentúa la segunda vocal para desbaratar el diptongo, aunque la palabra termine en consonante que no es n ni s.
“Ejercicio:
“Saúl, raíz, Raúl, reír… baúl, laúd, maíz, ataúd”.
El 16 de octubre algo pasó. En la cabecera de la página está escrito el lugar y la fecha, después está el título “Dictado” y luego… la página en blanco. O el dictado se hizo en hoja aparte, o algo le ocurrió a Bertha que no pudo quedarse en clase y alguien que debió haberle pasado el apunte no lo hizo. Queda como misterio.
En el mismo arcón, pero de casi una década antes, está el libro Los viajes de Gulliver, obsequiado a la entonces niña Bertha. Se lo dio la profesora Raquel y le puso esta dedicatoria:
“Bertita, que este libro te recuerde que en tus estudios de 1° y 2° años de la Primaria siempre dejaste satisfecha a la maestra y que te sirva de estímulo para que siempre seas igual: aplicada, cumplida y correcta.
“México, D.F., a 18 de noviembre de 1946.
“Tu maestra
“Raquel García de Calvo
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Golosa, El Arca de Arena pidió el nombre del paté de aceituna que incluye anchoas. Explicó que era galicismo que no hallaba todavía lugar en el diccionario de la Academia. El platillo originario del sur de Francia es la tapenade. Angélica Villanueva, Luz Rodríguez, Bertha Hernández, Marielena Hoyo, Miguel Ángel Castañeda y Tarsicio Javier Gutiérrez nos escribieron para dar la respuesta.
Doña Marielena y don Tarsicio proporcionan un dato fundamental para la receta. La pasta incluye alcaparras. De hecho, el nombre le viene del occitano (una forma antigua del francés) para alcaparra: “tapena” (tápena, en español).
A El Arca le gustó mucho el cuaderno de Bertha González. Está segura de que el instrumento de escritura no fue aquel de la antigüedad con el que se plasmaban historias y correspondencia. Las iconografías de Cervantes y de Shakespeare lo incluyen para resaltar el oficio de ambos. Es parte de un ave e importa mucho el corte para que funcione; es trisílaba y anagrama de la primera persona del presente de indicativo del verbo que significa “Dar voces en honor y aplauso de alguien”. También es parónimo del sinónimo de lecho nupcial.

Publicado en La Crónica de hoy   
09 06 18 

lunes, 4 de junio de 2018

De aceitunas, olivas, aceites y óleos

Carlos Alberto Patiño



"Aceite de oliva” es una mixtura. No el producto, la denominación. Es la combinación de dos palabras de orígenes diversos con significados similares.
Aceite viene de aceituna, la oliva. La primera es de origen árabe; la otra es latina.
La historia, la geopolítica y hasta lo que antes no se llamaba globalidad influyeron en el nombre de este componente de la comida mediterránea y mundial.
Tuvo que ser España (Hispania, al-Ándalus) el territorio donde el óleo adquiriera su nombre híbrido, pues ahí convergieron las dos culturas.
Árabes y romanos pasaron y dejaron su huella en las modas, las costumbres, las palabras y los alimentos.
La extracción, almacenamiento y distribución del aceite es de antigüedad bíblica. Los olivos están presentes desde tiempos lejanos. De hecho, entre los árboles más viejos del mundo se cuentan varios olivos, como los milenarios de Israel, Italia, Grecia y
España.
Junto con la vid, es bastimento del que los humanos se han hecho acompañar a lo largo de la historia.
La rama del olivo es símbolo de paz. Lo era para los griegos, quienes además la utilizaban como una forma de reconocimiento a héroes, gobernantes y atletas.
En esta cultura, el olivo es tan importante que está ligado a la leyenda de la fundación de Atenas. Poseidón y Atenea disputaban el patronazgo de la ciudad aún sin nombre. Zeus los puso a competir. La deidad de los mares clavó su tridente y brotó un manantial, don apreciado, pero el origen marino dejó su marca y el agua del pozo resultó salada. Atenea hizo brotar un olivo al lado del manantial. Del árbol se obtendrían frutos, aceite, perfumes, madera... Una aportación insuperable, así que la ciudad tomó el nombre de Atenas.
En la Biblia, la narración del Diluvio Universal concluye cuando Noé suelta una paloma a volar sobre las aguas y el ave retorna con una rama de la planta en su pico, de lo que el patriarca colige que las aguas ya descendieron y que se puede atracar y empezar a repoblar la Tierra.
Los egipcios utilizaban el aceite para la preparación de las momias a las que, además, coronaban con hojas del árbol.
Como símbolo de paz aparece el olivo en nuestro Himno Nacional. Es la estrofa donde el arcángel divino ciñe una rama de la oleaginosa en las sienes de la Patria.
Aceituna viene del árabe hispánico azzaytúna, proveniente del árabe clásico zaytunah, según nos informa el Diccionario de la lengua española. Es la fruta que produce el aceite.
Oliva viene del latín y significa aceituna, fruto del olivo de donde se saca el aceite.
Así, aceite de oliva es el jugo de la aceituna u oliva que se extrae por el prensado del fruto.
“Aceite” es, consigna el DLE: “Líquido graso que se obtiene de frutos o semillas, como cacahuates, algodón, soja, nueces, almendras, linaza, ricino o coco, y de algunos animales, como la ballena, la foca o el bacalao. Aceite de hígado de bacalao (...) Aceite de oliva (...) Líquido denso de origen natural, como el petróleo, o que se obtiene por destilación de ciertos minerales bituminosos o de la hulla, el lignito y la turba (...) Sustancia grasa, líquida a temperatura ordinaria, de mayor o menor viscosidad, no miscible con agua y de menor densidad que ella, que se puede obtener sintéticamente”.
Para aceite, el diccionario de la Academia incluye las siguientes acepciones: “aceite de vitriolo”, que corresponde al “ácido sulfúrico concentrado comercial”. Está el “aceite esencial” (un líquido muy oloroso de algunos vegetales) y el “aceite mineral” (líquido denso de origen natural). El “aceite pesado” es otro nombre para el gasóleo, uno de los derivados del petróleo.
“Aceitar”, además de lubricar o bañar con aceite o mejorar el funcionamiento de las instituciones, equivale a sobornar.
De oliva deriva “óleo”, que, nos dice el DLE, es “Aceite de origen vegetal, especialmente el de oliva (...) Pintura al óleo. Necesito óleo para pintar. Obra pictórica realizada con pintura al óleo. Adquirieron dos óleos en una subasta (... Aceite consagrado que usan algunas Iglesias cristianas en los sacramentos y otras ceremonias”.
Por estos, los sacramentos, la palabra latina va más apegada a esta última acepción. Nadie dice óleo para referirse a un aceite, pero todos conocemos la aplicación de los “santos óleos” a los moribundos cuando se les administra la extremaunción.
Hay también el “óleo de los catecúmenos”, que es el que se aplica en el bautismo, y “el de los enfermos”, para reconfortar a quienes están en trance extremo.
Óleo aparece en petróleo —el “aceite de piedra”—; en oleoducto, tubería para transportar petróleo; en gasolina, palabra que combina el gas con el aceite; y en linóleo que es, etimológicamente, una tela recubierta de aceite para hacerla impermeable, pero en el uso cotidiano es un material para recubrir pisos.
El alioli es una salsa —deliciosa— preparada con ajo y aceite y con yema de huevo en su versión valenciana.
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Tarsicio Javier Gutiérrez, Marielena Hoyo y Miguel Ángel Castañeda contestaron a El Arca de Arena. La petición fue “el nombre del lugar donde se extrae el aceite de las olivas, es la estancia del proceso de las aceitunas y vocablo de origen árabe”.
La respuesta es “alamazara”. Don Tarsicio nos comenta: “Una de las mejores clases de aceituna que he conocido, precisamente cuando la depositaban en la almazara, es la cornicabra. El producto final es de lo mejor... eso fue en un pueblo de la comunidad de Madrid”.
El Arca no abandona las aceitunas en el aceitunero y reclama un galicismo todavía sin carta de naturalización en el diccionario de la Academia. Sirve para denominar un paté de aceituna diferente de la olivada, pues incluye anchoas.

 Publicado en La Crónica de hoy   
02 06 18