sábado, 24 de diciembre de 2016

¿En qué lugar de la fila me toca? Ordinales, cardinales y partitivos

Carlos Aberto Patiño


Se nos acaba este año que fue el de la conmemoración de los 400 de las muertes de Cervantes y Shakespeare. Fue el mismo día y no. Lo fue por la ocurrencia del día, pero no lo fue por las fechas. El calendario juliano y el gregoriano no se aplicaban en España y en Inglaterra al mismo tiempo. Recordemos que unos eran católicos que obedecían al Papa y los otros eran herejes anglicanos por culpa del corazoncito querendón del rey Enrique VIII (No el “Octavo Enrique” de los Ermitaños de Herman en cover de Los Ovnis —“Y todos eran enriques, nunca hubo un Juan o Bernabé”—, guiño generacional).
El aniversario es el cuadragentésimo no el “cuatrocientosavo”, como ponen algunos diarios por ahí, y hasta en las secciones culturales.
Me consta que los números ordinales se enseñan en la primaria, como lo son los cardinales y los partitivos o de fracción.
Pero en algún momento en los cerebros nacionales se borra la información y los que no son números de uso cotidiano para hacer cuentas (los cardinales) todos se complementan con “avo”, después del diez.
Así, décimo lo entiende todo mundo. El tercer y cuarto lugar lo tenemos bien identificado por los resultados olímpicos. Pero es más famoso el “onceavo” que el “decimoprimero” o “undécimo”, y nada qué decir del “duodécimo” o “decimosegundo”, que para ciudadanos de a pie, reporteros y hasta maestros y doctores reales y honoris causa es lo mismo que “doceavo”
“Avo” es terminación para fracciones, para los partitivos. Los de orden son los ordinales, los otros, los de la secuencia aritmética son los cardinales.
¿Vamos bien o me regreso?
“Onceavo” no es el que va después del décimo, es la fracción en once partes: 1/11. Así también doceavo (1/12) y treceavo (1/13)... Cuatrocientosavo (1/400), entonces, no es igual que cuadragentésimo. El primero es una fracción y el otro ocupa una posición.
El “centésimo” tiene dos valores. Es la fracción decimal y el lugar 100. Lo mismo ocurre con el décimo y el milésimo.
El ordinal de 40 es cuadragésimo y el de 50 es quincuagésimo.
Para 150 es centésimo quincuagésimo, pero existe en adjetivo, “sesquicentenario” para celebrar esa cantidad de años.
Si se va a conmemorar un bicentenario, existe el ordinal “ducentésimo”.
Para los 500 es “quingentésimo”  y para los 600 es “sexcentésimo”.
A 700 le toca “septingentésimo”, para 800 es “octingentésimo” y a 900 le toca “noningentésimo”.
¿Ya podemos distinguir cardinales, ordinales y partitivos? ¿Volveremos a decir “treceavo lugar”, en vez de “decimotercero”?
Si la duda apremia, el Diccionario del español de México tiene un apartado sobre la escritura de los números (http://dem.colmex.mx/repository/pdfs/numeros.pdf).
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La infaltable amiga de este espacio, Marielena Hoyo, preguntó por el uso de porcentajes.  “¿Cuando se hace referencia a un porcentaje, es mejor citarlo como tal o con el signo, y si de ser esto último, si se coloca inmediato a la cifra, sin dejar espacio?”.
Es cuestión del estilo de medio si se desea poner el signo “%” o las palabras “por ciento”. Si se opta por el signo, no se deja espacio entre los números y el signo “20%”.  Si se decide emplear las palabras es con espacio “19 por ciento”.
Y sigue la colega Hoyo: “Igualmente, le agradeceré la oportunidad de que cuando lo crea pertinente, pudiera puntualizar en el uso correcto del ‘a sí mismo’, ‘asimismo’ y ‘así mismo’, que de manera continua es término mal aplicado. Me desespera, porque en documentos oficiales y en las legislaciones y normatividades, y ya no se diga en el periodismo escrito, es común su mal empleo. A nivel académico de igual manera.”
La respuesta la tomo del Centro Virtual Cervantes (http://cvc.cervantes.es/lengua/alhabla/museo_horrores/museo_020.htm): “Así mismo: se considera una locución adverbial afirmativa (Diccionario panhispánico de dudas), y se usa con el sentido de ‘también’.
Así mismo, me vino a decir que comprara otro coche.
Es necesario así mismo que vengas conmigo esta tarde.
“Hay que tener en cuenta, que se escribe igual la unión del adverbio modal así reforzado con el adjetivo mismo; en este caso, es necesario siempre escribirlo separado:
Lo traje así mismo (es decir, no de otra manera).
“Asimismo: es un adverbio, sinónimo de la locución adverbial así mismo (‘también’), aunque la Real Academia Española prefiere el adverbio asimismo.
No paró de maldecirme durante el viaje. Me insultó asimismo cuando me bajé del coche.
“Es un error escribir: *asímismo, aunque esta sea su pronunciación.
“A sí mismo: se trata de una locución, en donde se unen una preposición (a), un reflexivo () y un adjetivo de identidad (mismo). El adjetivo, por su propia naturaleza, admite variaciones de género y de número.
Pedro se peina a sí mismo.
María se peina a sí misma.
María y Pedro se peinan a sí mismos.
María y Elena se peinan a sí mismas.”
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Regaños. Escribe la Agencia Efe: “Aunque en un principio se barajó un robo como móvil del robo, la Policía lo ha descartado...”.
Vamos, la agencia española es más hábil que los famosos prestidigitadores como el mítico Chen Kai, quien para sus juegos mágicos tenía que barajar más de una carta. Además de que si el robo es el móvil del robo estamos en la tierra de Perogrullo.
Veamos el DLE: “1. tr. En el juego de naipes, mezclar unos con otros antes de repartirlos.
2. tr. Mezclar y revolver unas personas o cosas con otras. U. t. c. prnl.
3. tr. Considerar las varias posibilidades o alternativas antes de tomar una decisión.”
O sea (no “osea”, como mal escriben los chavos), no se puede barajar un solo elemento, por más sagaz que sea el detective a cargo. De esta manera, el texto debió decir: “Se consideró un robo como móvil del asesinato”.
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La palabra que pedía El Arca de Arena no fue encontrada. La dejaré vigente. A ver (no “haber”) si en la última semana del año hay respuesta. La repito. El Arca se preguntó: “¿Tiene un nombre la acción de quitar las cuerdas de las orillas de las velas? También se relaciona con los flotadores de los aparejos para la pesca.”
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Felices fiestas.



24 12 16


 


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sábado, 17 de diciembre de 2016

Femeninos con masculino, ambiguos, epicenos... (El Agua, el azúcar, ¿el balleno?)

Carlos Alberto Patiño



Aunque lleve artículo masculino, agua es femenino, como resulta evidente en la frase agua fría. Ese tema había quedado en El Tintero la semana pasada. Caso similar al del líquido son el del águila, el hacha, el ave y el arca.
Esto es así porque cuando la vocal inicial es una “a” tónica, se necesita una consonante que la anteceda. ¿Tónica? ¿Como ginebra con quina? No. Tónica es la letra de la palabra sobre la que se carga la voz. Cambiando la “a” del artículo femenino singular (definido o indefinido) por la ele o ene del masculino evitamos ese choque de vocales.
Dice la Real Academia que es por “razones de fonética histórica”. Y añade “Esta regla solo opera cuando el artículo antecede inmediatamente al sustantivo, de ahí que digamos el agua, el área, el hacha; pero si entre el artículo y el sustantivo se interpone otra palabra, la regla queda sin efecto, de ahí que digamos la misma agua, la extensa área, la afilada hacha. Puesto que estas palabras son femeninas, los adjetivos deben concordar siempre en femenino: el agua clara, el área extensa, el hacha afilada (y no el agua claro, el área extenso, el hacha afilado).
“Por su parte, el indefinido una toma generalmente la forma un cuando antecede inmediatamente a sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica: un área, un hacha, un águila (si bien no es incorrecto, aunque sí poco frecuente, utilizar la forma plena una: una área, una hacha, una águila). Asimismo, los indefinidos alguna y ninguna pueden adoptar en estos casos las formas apocopadas (algún alma, ningún alma) o mantener las formas plenas (alguna alma, ninguna alma).
“Al tratarse de sustantivos femeninos, con los demostrativos este, ese, aquel o con cualquier otro adjetivo determinativo, como todo, mucho, poco, otro, etc., deben usarse las formas femeninas correspondientes: esta hacha, aquella misma arma, toda el agua, mucha hambre, etc. (y no este hacha, aquel mismo arma, todo el agua, mucho hambre, etc.)”
Entonces, cambia el artículo, pero nunca el género, y menos el sexo que nada tiene qué ver aquí.
Ojo. Cuando la inicial deja de ser la tónica, o sea que se vuelve átona, como en “agüita” o en la compuesta “aguamarina”, se conserva el artículo femenino: “una agüita”, “la aguamarina”.
El del azúcar es un fenómeno diferente. No empieza con tónica, pero lleva el artículo masculino. Se trata de una palabra de género ambiguo, lo que significa que puede ser masculino o femenino. La Fundéu (http://www.fundeu.es/recomendacion/azucar/) nos dice que “Aunque es válido su uso en ambos géneros, si no lo acompaña ningún adjetivo es mayoritario el empleo del masculino: «Los peligros del azúcar», mientras que si lleva un adjetivo predomina el femenino: «Añadir cien gramos de azúcar tamizada». En plural, lleve o no adjetivo, prevalece el empleo en masculino: «Sin dejar de mezclar, incorpore los azúcares y la vainilla»”
Con “sartén” ocurre algo similar. Aunque para el DLE es término femenino, el mismo diccionario reconoce que en países de América se usa como masculino. Son también entre otras muchas, palabras de género ambiguo --a veces como regionalismos, a veces como arcaísmo--: Mar, agravante, aguafuerte, antípoda, calor, color, reúma, tilde....
Con el radio y la radio no cabe la ambigüedad. El radioreceptor, la radiodifusión. “Enciende el radio que ya va a empezar Kalimán”. “Trabajo en la radio, soy productor.”
Ahora vamos a dejar que se entrometa el sexo, lo cual siempre complica las cosas, pero resulta divertido.
Hay palabras con género epiceno. Sí, epiceno, lo que significa que, aunque de género definido, designan a seres de ambos sexos.
Gorila, por ejemplo. La diferenciación sexual se consigue añadiendo el artículo: “el gorila, la gorila”. O con la concordancia de los adjetivos: “gorila enojada”, “gorila hambriento”.
También se puede añadir la especificación “macho” o “hembra”: “La ballena macho”, “la ballena hembra”. El ballenato sólo es la cría (Y el vallenato es género musical).
Palabras como víctima, persona nos dan problemas, pues no podemos decir “el persona” ni “el víctima”. Entonces tenemos que recurrir al contexto para definir el género.
Personaje sí nos permite diferenciar con el artículo: “el personaje”, “la personaje”.
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Del tema de las dos entregas anteriores, comentó Gerardo Galarza que me faltaron las “aguas negras del imperialismo yanqui”, sin las cuales la “cuba libre” es imposible.” Salud, Gerardo.
Sé, de buena fuente, que algunos residentes, en el Círculo Cubano de Río Churubusco y División del Norte, le llamaban a la bebida “una mentira”.
Eimy Arriaga reclamó  la presencia de “las aguas del Leteo”. Quizá por la condición de los tales líquidos fue que olvidé comentarlos.
Es tema de la mitología griega. El Lete o Leteo era uno de los ríos del inframundo, cuya particularidad es que beber de sus aguas producía el olvido total.
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Regaños. Es de una publicación universitaria. No sé si el responsable es el autor de la nota, el o la entrevistada, lo que sí sé es que quien hizo la corrección no tuvo el cuidado suficiente. “Se requiere personal con capacidad exacerbada para observar…” Veamos que dice el DLE: “Exacerbar: 1. tr. Irritar, causar muy grave enfado o enojo. U. t. c. prnl./2. tr. Agravar o avivar una enfermedad, una pasión, una molestia, etc. U. t. c. prnl./3. tr. Intensificar, extremar, exagerar.”
Entonces, esa carrera requiere de personas irritantes, que agraven enfermedades o que exageren. Me parece que no. Lo que quizá necesiten son sujetos con una gran capacidad de observación. Una extraordinaria capacidad, una desarrollada habilidad para observar...…
 Y hay más formas de decirlo con corrección.
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Doña Marielena Hoyo me plantea una serie de preguntas. En próximos giros les daré respuesta.
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Al policía de contrabando que requería El Arca de Arena, lo encontraron Francisco Báez y Marielena Hoyo. Desde luego que es el oficial Matute, Carlos, para más señas. El policía siempre burlado, pero buen amigo de la pandilla del callejón, pero sobre todo, de su líder Don Gato.
Bertha Hernández aporta el verbo “matutear”.
Esta vez El Arca se pregunta ¿tiene un nombre la acción de quitar las cuerdas de las orillas de las velas? También se relaciona con los flotadores de los aparejos para la pesca.



17 12 16

 

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Aguas de marzo, agüitas, aguas locas...

Carlos Alberto patiño
 
No son muchas las aguas que han corrido desde que me propuse escribir sobre el agua y palabras afines. Pero como nos ha enseñado Heráclito, nadie puede bañarse dos veces en el mismo río.
El tema trajo a la mente de Bertha Hernández la canción de Antonio Carlos Jobim “Las aguas de marzo” Aquí en la versión de Elis Regina con el autor (https://www.youtube.com/watch?v=FIxbdXrhfiw). Y aquí con Georges Moustaki (https://www.youtube.com/watch?v=PxMjenL4k-g).
“Son las aguas de marzo/cerrando el verano/es la promesa de vida en tu corazón”.
Marielena Hoyo comentó: “Siempre contándole anécdotas respecto al tema que aborda, esta vez le cuento que visitando París, en ocasión en que compartí paseo por Les Champs Élysées con un grupo de diversas nacionalidades, mientras íbamos tan quitados de la pena disfrutando la caminata, un cuate mexicano que se nos retrasó, de repente gritó ¡aguas! y como podrá adivinar, la única que reaccionó al reclamo fui yo, su compatriota, lo que me libró de la fuerte embestida de fiero can francés que al ver que me le fui trepándome a un montículo-banca, se siguió a perseguir al resto, dejándome a mí por la paz. Una vez todos a salvo, no paramos de reír al explicarles la razón de mi rápida y atinada reacción.”
Claudia Sánchez, @LaEscultora, hizo estas propuestas sobre el tema:
“Aquí dejo a su consideración las aguas que recuerdo:
Agua de coco, agua mineral, agua de colonia (puede ser la de Sanborns je, je), aguas termales, agua nieve. ¡Al agua patos!, estar como agua para chocolate y esperamos no estar a pan y agua”.
Jorge Meléndez, periodista en Radio Educación y en El Financiero, refiere: “En la calle del Órgano, las prostitutas, luego de hacer el sexo con un hombre, tiraban un líquido con el que se lavaban y gritaban: ¡Va el agua de coco!”
¿Qué otras “aguas” tenemos? “Las de riñón”, dice Óscar Viale.
Hay “agua dulce”, “agua potable”, pero también “aguas negras” y las “residuales”.
Todos sabemos que el agua es fundamental para la vida. El dato que nos daban en la primaria era que nuestro cuerpo está formado en más del 60por ciento por el líquido. Y a este compuesto lo estamos buscando en la Luna, en Marte, en Europa, Ganímedes, Ios satélites de Júpiter.
La gran incógnita es de dónde salió la que tenemos en este planeta.
Hipótesis hay que explican la previa existencia del agua entre los componentes originales de la Tierra.
Otros dicen que nos cayó del cielo, no como lluvia sino que llegó en asteroides, meteoritos y cometas.
Es un hecho que hay agua en el universo, el misterio está en saber por qué aquí hay tanta.
Y como agua que no has de beber…
¿Y qué me dicen de las deliciosas y variadas “aguas frescas”? que, pese a los impuestos, pierden la guerra contra los refrescos embotellados.
“Agüitas” eran las canicas cristalinas que daban la batalla a las “cremitas”, “ópalos”, “ágatas” y “ojos de tigre”.
Entre los chavos, son populares las “aguas locas”. Me parecen letales, pero a los jóvenes les gustan por baratas. Las preparan por garrafones con el alcohol más corriente, generalmente el que se disfraza de mezcal. Le añaden saborizantes en polvo, como el que usó la secta del Templo del Pueblo, del pastor Jim Jones, para su suicidio colectivo. Lo mezclan con cerveza, hielo o lo que se les ocurra como leche azucarada o chocolate. Los efectos son devastadores. Los sobrevivientes dicen que el día después es de sufrimiento profundo.
Por cierto, agua es femenino, aunque lleve el artículo masculino. Ya hablaremos de eso.
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Regaños. Distintos medios y diversos políticos confunden las palabras “vergonzoso” y “vergonzante”. No son lo mismo.
“La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) adoptó una decisión tan sorprendente como vergonzante para un país: excluyó a la República Argentina de los rankings de las pruebas del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA, según sus siglas en inglés) (Portal Infobae).
Otra: “Racismo. Realidad vergonzante”.
Una más del periódico deportivo As, de España: “Derrota vergonzante del conjunto aragonés. No tuvo pegada y careció de fiabilidad defensiva. Salvi, Abdullah y Ortuño fueron los goleadores.”
Señala la Fundación del Español Urgente: “El Diccionario panhispánico de dudas aclara que vergonzante es ‘algo que se oculta por vergüenza’ («Ahí está la pobreza oculta, la pobreza vergonzante, invisible»), y dicho de una persona, aquella ‘que pide limosna de manera encubierta’: «Aunque no lo parece, es un pobre vergonzante».
“Por su parte, vergonzoso es aquello ‘que causa vergüenza’ («Tuvo un comportamiento vergonzoso») y referido a una persona, que es ‘tímida o que se avergüenza con facilidad’: «Es un niño vergonzoso».
Y continúa: “Teniendo en cuenta lo anterior, conviene emplear con precisión ambos adjetivos a fin de evitar ambigüedades y malentendidos; por ejemplo, no es lo mismo un voto vergonzoso, esto es, aquel que produce vergüenza ajena, que un voto vergonzante, que es el de aquella persona que vota a favor de un partido, pero oculta o no se atreve a expresar abiertamente su inclinación política.
“Así pues, en los ejemplos iniciales lo apropiado habría sido escribir «Otro partido vergonzoso, otra derrota», «Se está produciendo una de las catástrofes humanitarias más vergonzosas de nuestro tiempo» y «Fue sometido a todo tipo de vergonzantes vejaciones hasta el punto de cortarle los genitales en medio de las risas de todos los presentes»”. (http://www.fundeu.es/recomendacion/vergonzantevergonzoso/).
A nuestro diario llegó un comentario sobre uno de nuestros titulares: “Sobre la nota de la sección Estados, escrita por Alfonso Cruz en Oaxaca y llamada ‘Recibe la CNTE a Murat sin clases, bloqueos y parálisis’, los lectores dijeron:
‘Sin bloqueos y parálisis’ (…) Karlo Heppner”. Acusamos el reclamo. Debimos haber dicho: “sin clases, con bloqueos y parálisis”.
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Francisco Báez y Marielena Hoyo encontraron los homónimos de dos estudios de significado diametral que pedía El Arca de Arena. El estudio de los contenidos de las aguas mayores y la teología de los últimos fines es la “escatología”. Una, del griego skor, skatos, excrementos. La otra, también del griego, eschatos, último, final.
Para El Arca de Arena hay una duda. Se dice de la introducción irregular de mercancía al país, el estraperlo, pero para muchos de nosotros es el nombre de un policía de serie animada.

 

10 12 16
 
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sábado, 3 de diciembre de 2016

¡Aguas!


Carlos Alberto Patiño
La del título es expresión de alerta, de advertencia, como la voz que llamaba a tomar las armas para la defensa: “Al arma”, alarma. No es, la primera, de tipo bélico. Se usa para pedir a alguien que avise si hay un riesgo: “Échame aguas si vienen los papás de mi novia”. “Si ves que regresa el jefe, me echas aguas”.
El origen de la expresión es para avisar que se lanzaban los residuos de los orinales y bacinicas por la ventana o desde el balcón cuando no había drenajes. Las aguas menores y mayores (del uno y del dos) salían disparadas y el grito debía prevenir a los incautos peatones.
Al agua la llamamos elemento desde antiguas épocas. Empédocles la unió al aire, la tierra y el fuego. Luego, Aristóteles llamó al conjunto el de “los cuatro elementos”. Vino Hipócrates y los asoció a los “humores” que, supuestamente, determinaban la salud (aire-sangre, fuego-bilis amarilla, tierra-bilis negra y agua-flema).
En realidad, el agua no es un elemento en el sentido moderno del término. Es un compuesto, son átomos que forman moléculas.
El Diccionario de la lengua española (RAE) contiene 16 definiciones y más de 400 referencias a la palabra.
La primera acepción establece que es un “Líquido transparente, incoloro, inodoro e insípido en estado puro, cuyas moléculas están formadas por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, y que constituye el componente más abundante de la superficie terrestre y el mayoritario de todos los organismos vivos. (Fórm. H2O).”
El conjunto de definiciones incluye lo que serían perfumes y bebidas: “Líquido que se obtiene por infusión, disolución o emulsión de flores, plantas o frutos, empleado como refresco o en medicina y perfumería. Agua de azahar, de cebada, de limón.”.
En términos marineros, refiere a la estela que dejan las embarcaciones: “sigue las aguas del buque”. También alude a las corrientes marinas: “Las aguas tiran hacia el Este”.
Está el “agua angélica”, que es un purgante, y la “bendita” de uso religioso.
El “agua tofana” (“Arsénico en disolución que se usaba como veneno”), el “agua oxigenada”, popular antiséptico y el “agua de borrajas” que es decepcionante: “Todo quedó en agua de borrajas”
“Aguas blancas”, de ingrata memoria en nuestro país, son las aptas para beberse.
Curiosa expresión es la de “aguas del pantoque”, también de la marina: “En el sentido horizontal, aguas que median entre las de proa y popa; y en el vertical, las inferiores a los llenos de proa.”
“Aguas del menguante” son el reflujo del mar.
Las “aguas jurisdiccionales” son gratas a Luis Echeverría con sus “200 millas náuticas de la zona económica exclusiva del mar territorial”.
Sólo añadiré que, como ya se dijo en este espacio, la primera definición que reciben los ingenieros cuando empiezan a estudiar hidráulica es “el agua es cabrona” (vid. “El agua tal cual” http://giroscronica.blogspot.mx/2016/02/el-agua-tal-cual.html).
Y recordé estos versos populares: “Agua de las verdes matas/tú me tumbas/tú me matas/tú me haces andar a gatas”
Dejaré en El Tintero otra revisión de los usos de la palabra.
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Regaños. De temporada. Sale a cámara un joven rodeado de poinsettias y dice “hay nochebuenas de color rojas”. Para remachar, aparece un texto en la pantalla que repite la tontería.
Color es sustantivo masculino y singular, luego, el locutor (alguien así no puede llamarse periodista) debió haber dicho “nochebuenas de color rojo” o “nochebuenas rojas”... o amarillas o jaspeadas, que ahora tan variadas son.
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Eimy Arriaga recordó otra palabra compuesta de las que le leyó a Campobello (apellido que también es palabra compuesta). Es “camposantero”, el guarda y cuidador de un camposanto, según asienta el DLE. Es distinto al panteonero, que en México es el sepulturero o enterrador.
Sin embargo, creo que “camposantero” también podría aplicarse a quienes recorren los cementerios para admirar el arte funerario, visitar a los personajes históricos y a sus contemporáneos, así como a revisar los epitafios.
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El Arca de Arena pidió una parasintética que nos deja atónitos, pasmados por el buen aspecto o cualidades de alguien o algo. Nos dio una pista generacional: En los años sesenta se asociaba con “sabor italiano”.
Y eso produjo la inmediata respuesta de Francisco Báez: “Despampanante”. También Marielena Hoyo respondió. Lo mismo hizo Hugo Martínez, quien, al reconocer la señal añadió, “Según el doctor Báez, viene del apellido de Silvana Pampanini”.
Sería una bonita etimología, pero no.
El término, según el Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, de Joan Corominas, viene de “pámpano” (en latín pampanius) que es la hoja de la vid.
Entonces, atendiendo al prefijo “des” que implica una negación, tenemos que despampanante es “sin pámpanos”.
¡Repámpanos! ¿Cómo es que quitar pámpanos se relaciona con producir pasmo, dejar atónito? Pues las fuentes dicen que el pámpano en cuestión era el que cubría las partes nobles de Adán y de Eva, y que al quitarlo dejó a ambos sorprendidos por el buen aspecto o cualidades de las zonas descubiertas… Con las consecuencias para la humanidad conocidas.
Hay también el verbo “despampanar” que en el DLE es “Quitar los pámpanos a las vides para atajar el vicio (¿? frondosidad excesiva), pero también, dejar atónito.
No dejaré en El Tintero a doña Silvana. Ella fue reconocida actriz italiana, Miss Italia en 1946, contemporánea de Gina Lollobrigida, Silvana Mangano y Sofía Loren. Hizo dos películas en México: Sed de amor (Alfonso Corona Blake, 1959) y Tres mil kilómetros de amor (Agustín P. Delgado, 1967).
Y aquí viene lo bueno. Quizá el publicista Ramón Diez Fernández asoció el apellido de la actriz con el efecto que le producía la dama e ideó un comercial de chocolates. La bella intérprete aparecía en la pantalla comiendo la golosina, mientras la voz del locutor (creo que era Pepe Ruiz Vélez) decía “Chocolates La Colonial, con un despampanante sabor italiano”.
El promocional se transmitió en los años sesenta durante el programa semanal sabatino Estrellas infantiles Toficos.
El Arca escarba entre la arena y, a propósito de las aguas mayores, encuentra una palabra que puede referirse al contenido de tales líquidos, pero que, paradójicamente, tiene un homófono relacionado con la teología de los finales.


04 12 16
 
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sábado, 26 de noviembre de 2016

Compuestas, como las tortas

Carlos Alberto Patiño
 
Sorprendió a Eimy Arriaga la calidad descriptiva de Nellie Campobello en su libro Cartucho,
Particularmente llamó su atención el uso de una palabra compuesta “ojiverde”, que bien formada y correspondiente a un tipo físico, no encuentra cabida en ninguno de los diccionarios de consulta usual en este espacio.
En cambio “ojizarco” (que tiene los ojos azules), “ojiprieto” u “ojinegro” sí están en el de la RAE. “Ojigarzo” es otra clase de persona con ojos claros.
El “ojialegre” los tiene “alegres y vivos”. “Ojituerto” no es al que le falta uno ojo, sino el bisojo o bizco.
Esta palabra me sorprende “ojizaino” u “ojizaíno”. Dice el DLE:  “Que mira atravesado y con malos ojos.”
Son múltiples las palabras compuestas en español. Se forman mezclando sustantivos con sustantivos. (“Telaraña”, “abrelatas”, “coliflor”, “aguafiestas”...) Combinando nombres con adjetivos (“Nochevieja”). Adjetivos entre sí (“agridulce”). También con adverbios y verbos y hasta con frases completas (“sabelotodo”, “correveidile”)
Las hay de uso tan cotidiano que no reparamos en su condición  compuesta. “Automóvil”, “paraguas”, “matamoscas”.
Otras surgen a partir de un invento. “Televisión”, “pararrayos”, “paracaídas”, “motocicleta”.
“Maniatar” es de las que combinan sustantivo con verbo. Claro que significa “amarrar las manos”, por eso, aunque todavía no llego a la sección de los regaños, debo señalar que no se puede maniatar de pies y manos a nadie. Lo he visto publicado.
Tampoco es válido el extremo caso, clásico citado en las mesas de  redacción, de aquel reportero que informó que se había capturado a una enorme víbora que fue “maniatada”. El periodista logró algo más complejo que buscarles glándulas mamarias a las serpientes.
Como para quedarse “boquiabiertos”.
“Hispanoamericano”, dicen ellos, “latinoamericano”, decimos de este lado. Son gentilicios compuestos.
“Cortaplumas” se sigue usando, supongo, en España. Es una navaja que se usa para afilar las plumas de ave que se utilizaban como instrumento de escritura.
“Nochebuena”, “girasol”, “nomeolvides”, son flores de nombre compuesto.
“Guardametas”, “guardabosques”, “guardaespaldas”, “guardarropa”, incluyen la idea de resguardo, de cuidado.
La palabra “portaaviones” surgió en el siglo XX. Concretamente en la primera década, pero su uso se hizo extensivo con la Segunda Guerra Mundial.
“Salvapantalla” también es del siglo pasado, de la década de los 80, cuando surgieron las computadoras personales.
“Sacacorchos” y “rompecabezas”; “trabalenguas” y “pasatiempo” son términos que me agradan. “Sacamuelas” me atemoriza y “testaferro” me repugna.
“Tocadiscos” también es de las que me gustan por los recuerdos. Tuve uno que se disimulaba con la forma de un libro. Mi hermana tenía uno con forma de veliz.
(Digresión. Los tocadiscos reproducían música de discos de pasta, primero. Luego de acetato y al final de su historia, de vinil. Es necedad llamar a todos los discos “viniles”. De hecho, los cronistas musicales de la época los llamaban “acetatos”, si hacía falta usar un sinónimo.
Pero ya ven, mandan las mayorías, como quedó demostrado con el triunfo de Trump. Se queda uno patidifuso).
Hay otros nombres que son compuestos pero no funden sus elementos en una palabra, sino que conservan los dos términos separados, como “sofá cama”, “ciudad dormitorio”, “niño prodigio”...
El Diccionario panhispánico de dudas da las reglas para formar el plural de estas “unidades léxicas”.
“En las construcciones nominales formadas por dos sustantivos, de los que el segundo actúa como modificador del primero, solo el primer sustantivo lleva marca de plural: horas punta, bombas lapa, faldas pantalón, ciudades dormitorio, pisos piloto, coches cama, hombres rana, niños prodigio, noticias bomba, sofás cama, mujeres objeto, coches bomba, casas cuartel.
“Igual ocurre en los compuestos ocasionales de este tipo, que se escriben con guión (...) Los dos nuevos edificios eran “viviendas-puente” [...]. Servían para alojar durante dos años —el tiempo que tardaba la Administración en hacer casas nuevas— a las familias que perdían sus pisos por grietas» (País@ [Esp.] 7.3.00).
“Pero si el segundo sustantivo puede funcionar, con el mismo valor, como atributo del primero en oraciones copulativas, tiende a tomar también la marca de plural: Estados miembros, países satélites, empresas líderes, palabras claves (pues puede decirse Estos estados son miembros de la UE; Esos países fueron satélites de la Unión Soviética; Esas empresas son líderes en su sector; Estas palabras son claves para entender el asunto).”
(http://lema.rae.es/dpd/srv/search?id=Iwao8PGQ8D6QkHPn4i)
Hay otro tipo de palabras compuestas, las llamadas parasintéticas. Son las que se forman con la palabra y prefijos y sufijos. Ejemplo es la palabra desesperación. Des-espera-ción. Si quitamos los elementos añadidos, tenemos una palabra, “espera”, existente y “desespera”, también. Pero esperación no existe. “Infelicidad” e “infidelidad” son del mismo tipo.
Otros ejemplos son “cumpleañero”, “emplumado”, “paraguazo”. “desalmado”...
La lista es prácticamente “inacabable”.
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Regaños. Lo escribió el reportero y lo dejó pasar el corrector como la selección recibe los penaltis: “El cráter es el mejor conservado en el registro terrestre de la Tierra” ¡Terrestre de la Tierra! Cosas veredes…
Una de cables (¡Ay, la agencia de noticias del Estado!): “Por última vez, Obama indulta dos pavos previo a la Acción de Gracias”. No voy a hablar de la horrible construcción del enunciado. Me referiré al uso de previo. Ya se ha dicho en este espacio (ése fue el tema de la primera entrega de Giros (“Previo y al interior” http://giroscronica.blogspot.mx/2016/02/previo-y-al-interior.html) que previo es adjetivo, no adverbio. Por lo tanto requiere de un sustantivo. “El día previo al de Acción de Gracias”, “la escena previa...” En la oración, el sustantivo es “pavos”, entonces previo debería estar en plural pero el resultado es absurdo: “pavos previos”.
¡Uff! Como arar en el mar.
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A El Arca de Arena respondió rauda Bertha Hernández: el adjetivo que se puede aplicar al óxido nitroso, que se relaciona con la risa, con algo festivo y que puede parecer que es la cura de una obstrucción, y en realidad es muy divertido es “desopilante”.
“Hilarante”, como propuso Marielena Hoyo, también se refiere a la risa. Sin embargo, le falta el referente a desobstruir. “Desopilar” es la cura de una “opilación”, y ésta es “una obstrucción (impedimento en las vías del cuerpo)”. Ignoro qué tiene que ver con lo divertido.
Nuestro cofre pide una parasintética que nos deja atónitos, pasmados por el buen aspecto o cualidades de alguien o algo.
Pista generacional:  En los años sesenta se asociaba con “sabor italiano”.

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sábado, 19 de noviembre de 2016

Elemental nomenclatura

Carlos Alberto Patiño 

Cuando escribí sobre los epónimos, mencioné los nombres de algunos elementos químicos. La tabla periódica está llena de estos sustantivos.
Pero no sólo hay elementos cuyo nombre deriva de personas o lugares.
Repasando la tabla con Mángel, le explicaba que el símbolo de algunos elementos no coincidía con la inicial del nombre.
Le hablé de los más conocidos, como la plata (Ag) del latín argentum (¿Se acuerdan del nombre de Argentina?) o Au de aurum, oro.
Y que aparece la “K” de potasio. ¿Qué hace una “K” ahí. Si usted guglea el elemento, le aparecerán etimologías holandesa, alemana e inglesa. Todas ellas se refieren a las cenizas potasch, pottasche, pot ashes. Esto porque el potasio se encuentra en las cenizas de algunas plantas. El elemento lo aisló y denominó el británico sir Huphrey Davy, quien además fue el descubridor del bario, el calcio, el sodio y el boro. Todo muy bien. ¿Y la “K”? Esa “K” es de kalium, otra palabra latina proveniente del árabe que significa ¿qué creen?, ceniza de planta.
El símbolo del sodio es “Na”. Sir Davy tomó el nombre del latin sodanum (sosa caustica), pero el símbolo proviene del latín natrium (nitrato), ambos compuestos, donde se halla el elemento.
Este elemento es parte de la sal, cloruro de sodio, sustancia tan valiosa que de ahí proviene el término salario. Es ingrediente necesario en la cocina, pero letal para los hipertensos. El sodio, combinado con potasio, forma una proteína (la bomba potasio-sodio) fundamental para la vida de las células.
Por cierto, sir Humphrey Davy fue también el descubridor del uso anestésico del llamado gas de la risa, el óxido nitroso.
El origen del símbolo del helio (He) proviene del dios griego Helios, el Sol, pues se descubrió en ese astro, aunque no se le reconoció hasta que lo encontraron en la Tierra. Dice la Wikipedia que no se congela. Es el gas que se utiliza en los dirigibles, pues la tragedia del Hindenburg (1937) dejó muy claro que el hidrógeno, altamente inflamable, no era el elemento más seguro para llenar los enormes globos.
El helio es uno de los llamados gases nobles. Son, además de éste: Neón (Ne), argón (Ar), kriptón (Kr), xenón (Xe) y radón (Rn). La denominación noble refiere a que tienen poca reactividad con otros elementos, es decir, no se juntan con la chusma.
Del fósforo el símbolo es la “P”, del griego phosphoros, el que lleva la luz, casualmente el mismo significado que el del latín Lucifer.
La “O” de oxígeno no tiene misterio. El término significa generador de ácidos. Uno de sus átomos, combinado con dos de hidrógeno, forma el agua (Monóxido  Bidrógeno, en una divertida broma estudiantil, que refiere a la sustancia como causante de erosión y muerte por ahogamiento).
Hidrógeno (H) es el generador de agua. Además de estar juntos en el líquido, estos dos elementos comparten la palabra griega gonos, que es algo así como generar, producir, dar origen (genética, genealogía, genes, genoma…).
La “S” de azufre viene del latín sulphurium. Este elemento está asociado con los volcanes y con el infierno. Dios lo hizo llover sobre Sodoma y Gomorra y es el olor característico de Satanás, el viejo Luzbel.
En la realidad, el azufre sirve para hacer pólvora, para la vulcanización y se aplica en muchos procesos industriales, pero es indispensable en la conformación de los aminoácidos… Y por eso es sustento de la vida.
“Cl” es el cloro. El nombre se lo puso sir Davy, aunque él no fue su descubridor. Carl Wilhem Scheele lo encontró, pero creía que era un compuesto. Humphrey lo identificó y, por su color verde pálido, tomó la palabra griega para este color (xloros) y se lo puso al elemento.
El cobre lleva las letras “Cu” de Cuprum, Chipre, el lugar donde lo obtenían los griegos.
El indio (In) no lo es por el país. El nombre lo debe al color índigo de su espectro atómico.
El kriptón (Kr) nada tiene que ver con Supermán. Es, ya lo dijimos, uno de los llamados gases nobles y es tan poca su presencia en la atmósfera que se le puso el nombre de “oculto” (del griego kryptos).
La Hg del mercurio es de hidrárgiro (plata líquida).
El químico ruso Dmitri Mendéleyev fue el científico que se dio a la tarea de ordenar los elementos en su famosa tabla. Fue tan atinado su sistema que dejó huecos para elementos que aún no se descubrían, pero que deberían estar ahí.
Fue el caso del tecnecio (Tc), primer elemento artificial, de ahí su nombre (del griego tecnós). Se tardaron los investigadores, pero lograron sintetizarlo y ya tenía su lugar.
Son 118 los elementos que componen la tabla. El último descubierto, o mejor dicho sintetizado, hasta el momento es el oganesón (Og). Por su posición en la tabla debería ser un gas noble, radiactivo como el radón, y muy inestable. Es de vida efímera. Su nombre original era ununoctio (Uuo), que era el que se reservaba para su lugar, pero se le dio el del físico Yuri Oganessian, importante investigador de elementos de número atómico 102 o superiores.
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Regaños. Nota corregida a tiempo, pero que por poco se publica:
“El presidente del PAN, Ricardo Anaya, pernoctó la noche del martes…”. ¡Ah!, se pernocta de noche. El dirigente será muy bueno para juntar lana, pero dudo que pueda pernoctar de día. Ni con la 3 de 3, tan vilipendiada.
De la Agencia Cuartoscuro, un pie de foto: “Personal de  protección Civil, (coma) acordonaron la Zona del Peñón Viejo…” ¿Coma entre sujeto y verbo? ¿Personal acordonaron? ¿Y la concordancia? “Personal” es singular; “acordonaron” es conjugación para la tercera persona del plural.
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Puntual, la infaltable Marielena Hoyo responde a El Arca de Arena. La palabra de la jerga jurídica que describe la apropiación de un bien por el uso o posesión prolongada es “usucapión”. ¿Y mis lectores abogados?
El Arca de Arena ignora si el adjetivo que busca ahora se pueda aplicar al óxido nitroso, pero se relaciona con la risa, con algo festivo. Puede parecer que es la cura de una obstrucción, pero en realidad es muy divertido.

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sábado, 12 de noviembre de 2016

Más jergas


Carlos Alberto Patiño 
 
Ius semper loquitur se llama el auditorio de la Facultad de Derecho de la UNAM. Quiere decir, “El derecho siempre resplandece”.
Ius o jus es palabra fundamental en la jerga jurídica.
Como en ius solis, ius sanguinis, que son términos para establecer la nacionalidad por el derecho de sangre (por herencia) o por el derecho de suelo (por el lugar).
¿Se acuerdan de Porfirio Muñoz Ledo, cuando quería ser gobernador de Guanajuato? Todo el lío que armó para que, como nacido en la Ciudad de México se le reconociera el derecho (ius sanguinis) para contender por la gubernatura, que no ganó.
El derecho está pletórico de latines (latinajos les decimos despectivamente). Esto se debe a que la base del derecho contemporáneo es el derecho romano.
Es vasto ese continente. No soy yo quien pueda acometer la aventura de incursionar en tan extenso territorio. Solamente diré que, como periodistas, muchas veces topamos con la jerga jurídica y tropezamos o dudamos.
Tal ese el caso con el amparo. Nos llega la Información de que un juez dio entrada a un recurso de amparo y entonces concede la “suspensión provisional”. Y ese “provisional nos despierta recelo. El jefe de información pregunta “¿Está o no amparado el ex gobernador que suma recursos y recursos?
El reportero responde dudoso “Sí… por mientras”.
Si el amparo es definitivo, el ex gobernador está a salvo de la acción de la justicia, si no, no salimos de la maraña.
Se pide un amparo ante una acción de las autoridades no justificada. (DLE: amparar, proteger).
El quid del asunto es que, inocente o culpable, el que pide amparo tiene derecho a que el juez revise su caso, y entonces conceda la suspensión provisional al solicitante. Si después de la revisión de la causa concluye que hay falla de la autoridad, establece la salvaguarda.
Si el abogado del “indiciado” es hábil, lo consigue con independencia de la inocencia o culpabilidad del solicitante.
¿Recuerdan al Abogado del Diablo o Abogangster, Bernabé Jurado? Fue el que salvó al junky y escritor beat William Burroughs de la cárcel por el asesinato de su esposa cuando, en una borrachera, le disparó a la cabeza con una colt 45 jugando a Guillermo Tell.
“Chicanadas” es lo que hacía este leguleyo para salvar a sus defendidos. “Chicanada”: trampa, argucia jurídica para saltarse la ley.
De cujus, así, en latín, nos deja perplejos a los ignaros. En sentido laxo se refiere a un difunto. Literalmente es “del cual” y en derecho ese del cual es el sujeto del que depende la herencia, es decir del que muere.
“El de la voz” pasa a otra jerga, no sin muchas dudas.
Los científicos tienen lo suyo. De hecho cada disciplina tiene su conjunto de términos.
Empecemos con la hipótesis, que, contra lo que piensan muchos estudiantes próximos a elaborar su tesis, no es una pregunta sino una suposición, una propuesta de solución.
Tienen los químicos palabras como ácido o base, moléculas, cadenas, compuestos. Geles y aleaciones; polímeros y alcanos…
Los físicos tienen átomos, fuerzas, estados cuánticos. Hay o no hay un gato por ahí. Está la inercia y la fricción. La termodinámica como principio inviolable y la incertidumbre. Sabores, encanto, spin…
En los deportes hay otro universo. Aquí van ejemplos de encabezados periodísticos: “El Tri con todo el arsenal ante EU”, “Fenerbahce le pega al Manchester United”, “Cruz Azul firma empate sin goles con Pachuca”, “Inicia Tricolor de básquet su sueño olímpico a Río”, “Cruz Azul y Santos están en espiral del descenso en Liga MX”, “Se busca nuevo maquinista para Cruz Azul”.
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Regaños. Escribe un reportero: “La fecha de las elecciones de EU se acerca cada vez más…” Ni modo que una fecha se acerque menos.
Una de agencias: “Un nuevo sismo se registró en el centro de Italia” Si ya es grave el fenómeno telúrico, que sea nuevo nos sorprende. Quizá al periodista le ha tocado cubrir el caso de un viejo sismo.
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Marielena Hoyo aporta un término sobre la jerga periodística: “Están los famosos ‘borregos’, ya sabe, cuando se deja uno llevar por una información que de forma premeditada alguien corrió, era falsa, y de pilón se publicó”.
A la pregunta de El Arca de Arena respondieron Marielena Hoyo, Tania Marsilli y Octavio Martínez.
Los tres coinciden en “onicomadesis” como el término para el desprendimiento de la uña. Octavio Martínez añade otra palabra:
Onicoptosis cuya etimología griega es onyx = uña y piptein = caer.
En realidad yo estaba pensando en otro vocablo: “Onicolisis”.
Así que tenemos varios ejemplos de la jerga médica para un solo fenómeno.

El sitio Dermatología Cosmética, médica y quirúrgica explica:
“El aparato ungueal puede verse afectado por desprendimientos proximales y distales de la lámina. De ellos, el más común ocurre a nivel distal y se conoce como onicolisis, en tanto que la separación proximal, denominada onicomadesis, permite el crecimiento de la uña debido a que el lecho ungueal no sufre daños. Con todo, este signo tiende a pasar inadvertido o es erróneamente diagnosticado como onicomicosis.”
http://dcmq.com.mx/edicion-abril-junio-2013-volumen-11-n%C3%BAmero-2/159-onicomadesis-descripcion-de-12-pacientes.
Hoy El Arca busca una palabra de la jerga jurídica que describe la apropiación de un bien por el uso o posesión prolongada.
 
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Publicado en La Crónica de hoy

sábado, 5 de noviembre de 2016

Las jergas, ¿a cuánto el metro, marchante?

Carlos Alberto Patiño

La forma en la que un grupo social emplea el lenguaje se llama “jerga”. Es homónimo de lo que el DLE conoce como “bayeta” y es el trapo para limpiar el piso.
En la jerga de los lingüistas es el habla de un subgrupo de una lengua.
Los hablantes de una jerga pueden usarla para no ser entendidos por personas ajenas, como el caló de los delincuentes o el lunfardo de los argentinos.
Pero también se refiere a las palabras y su manejo por distintos gremios.
Es diferente al dialecto, que es la forma del habla de un grupo o nación. Por ejemplo, en español tenemos los dialectos ibérico, mexicano, argentino, peruano, colombiano… Los hay más locales, como el dialecto sinaloense, veracruzano, oaxaqueño. Todos sin dejar de ser el mismo idioma.
Ojo, un dialecto no es un idioma menor, como muchos usan —no sin tintes racistas e ignorancia— para referirse a las lenguas autóctonas.
El náhuatl, el maya, el purépecha, el zapoteco... todas las 68 lenguas que se hablan en México, son eso, lenguas, no dialectos.
Los periodistas tenemos nuestra jerga. Se oye en las redacciones “Para la ‘cabeza’, toma la ‘entrada’ y luego en los ‘sumarios’ pones el dato tal…”
La “cabeza” es el titular, el título de la noticia. La “entrada” es el primer párrafo, donde debe estar la información más importante (Debe, ¿verdad, mis reporteros?).
El sumario es la línea o párrafo que refuerza la información de titular y sirve para destacar algún dato.
En las páginas de los diarios hay “cachucha”, “orejas”, “ventanas”, “cintillos”, “columnas”, “medianiles”. Usamos “cuadratines” o “picas” y redactamos “pies” de grabado o de foto.
En las juntas editoriales definimos cuál es la “princesa”, que es “la de ocho” o nota principal del periódico. Fíjense, “las ocho” a la que hace referencia la expresión son las columnas que tenían los diarios de antes, los de gran formato. Pero ya ninguno divide sus páginas en tantas columnas y, aun así, seguimos llamándola “la de ocho”.
A los reporteros se les pide que no “vuelen” las notas. Lo que significa que no deben exagerarla o inventarla.
Un personaje infaltable en las redacciones era el “hueso”, auxiliar y aprendiz. Los tipógrafos decían que no tenían hueso qué roer cuando no tenían cuartillas para convertirlas en lingotes de plomo. Cuando en la “mesa” había textos, se gritaba “hueso” y el auxiliar debía llevar las notas enrolladas a manera de húmero a los tipógrafos. Con los años y los avances tecnológicos dejó de usarse el término. En un momento de la transición, llegó a bromearse diciéndoles “licenciado hueso”, pues los periodistas empezaban a ser universitarios.
Cada profesión, cada oficio, tienen sus jergas o argots.
En el comercio un “marchante” puede ser el cliente o el vendedor, según el hablante. “Amarchantarse” es aclientarse. Existía la sana costumbre de dar “pilón” en las compras y todavía en algunas partes se “regatea”. Ni en el súper ni en las llamadas “tiendas de conveniencia” (¿la conveniencia de quién?) se puede ejercer esta práctica. Lo que es un hecho probado es que para los marchantes todo el mundo es “güero”.
Con los médicos el habla es compleja. Para los legos es un lenguaje arcano.
Un término curioso de la medicina es “idiopático”. Es tan peculiar que los mismos galenos hacen chistes con la palabra. “El origen de sus mareos es idiopático”, lo que se traduce como “no tengo maldita idea de la causa de su malestar”.
A la gente le duele la cabeza, para ellos es una “cefalea”. O tiene la presión alta y sufre una “crisis hipertensiva”.
Hay razones para que los médicos usen ese lenguaje. Hay necesidades de precisión, de diagnóstico, de origen, que requieren de esos términos.
Una palabra, el “postprandial” se refiere al periodo que sigue a la “ingesta” (comida). Si alguien dice: “tengo narcolepsia postprandial temporal”, entiéndase “tengo el mal del puerco”.
Algo “iatrogénico” no es nada bueno. Es un mal que causa el médico, pero se oye peor decir “la regué”.
De la mano viene “nosocomial”: “El paciente adquirió una infección nosocomial” que es “el paciente se contagió en el hospital”.
Se quedan en El Tintero las jergas de otros gremios. Ya me ocuparé en próxima entrega.
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Regaños. “Quelonios y reptiles pretendían ser enviados…”, decía un comunicado de la dependencia encargada de proteger a las especies. Es una lástima que no quiera también proteger el lenguaje.
Si hemos de atribuirles alguna voluntad a los animales, es seguro que si pretendían algo, sería escapar. Fueron incautados a unos traficantes, ellos sí con la intención de enviar a los animalillos a un destino donde serían vendidos. El sujeto que pretende son los malhechores, no los quelonios y reptiles (Susurro en medio del regaño: los quelonios también son reptiles. Entonces, “quelonios y otros reptiles...”)
Y en la Asamblea Constituyente: “Las propuestas ciudadanas que buscan ser incluidas…”. No me quiero imaginar cómo va a quedar esa Constitución. Si los reptiles pueden tener algún tipo de volición, seguro que las propuestas, por más ciudadanas que sean, no la tienen. Las intenciones son de los ciudadanos que hacen las propuestas. Son ellos quienes buscan que sus deseos de incluyan en el documento.
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“Inerrante” es la palabra que carece de error, pero también es un objeto fijo, sin movimiento, al contrario de los planetas. Mis asiduos me fallaron.
La definición del DLE: “1. adj. Que posee inerrancia.
2. adj. p. us. Dicho especialmente de un astro: Fijo y sin movimiento.
“Inerrancia”: “1. f. Cualidad de estar exento de error.” Ésta es la palabra que se usa, por ejemplo, en teología para describir a la Biblia. Si las Sagradas Escrituras son inspiradas por Dios, no deben contener errores. El Papa tiene inerrancia cuando habla ex cathedra, es decir, cuando promulga un dogma. Ambos casos son dogmas de la Iglesia y no admiten discusión por parte de los creyentes.
El uso de “inerrante” en la astronomía, lógicamente proviene de la antigüedad. Entonces se llamó errantes a los planetas que no parecían fijos como los otros astros. Hizo falta mucho tiempo, conocimientos e inteligencia para entender que en el Universo todo está en movimiento”
El Arca de Arena tiene ahora una duda. En términos de la jerga médica, ¿cómo se llama el desprendimiento de la uña?

05 11 16
 
Publicado en La Crónica de hoy