lunes, 30 de julio de 2018

¡Bolita, bolita! (Balones y pelotas)

Carlos Alberto Patiño









La duda invadió a El Arca de Arena. Así lo manifestó en la anterior entrega. ¿Por qué se llama balón a la pelota que sirve para el juego de futbol?

Pensé que era una pregunta sencilla, pero el tema resultó con cierto grado de complicación.

En mis indagatorias llegué, incluso, a un callejón sin salida. Me encontré, por ejemplo con una explicación como ésta: “Planteamos este ejemplo porque nos demuestra cómo el conocer la etimología de una palabra puede resultar en el extremo completamente inútil si no entendemos la historia de la palabra, y cómo, además, que conozcamos la etimología opaca muchas veces el hecho de que seguimos sin entender nada.” Es del artículo “Historia de las palabras y etimología: algunas precisiones conceptuales y metodológicas”, de Víctor Martínez Patón, en El Catoblepas, revista crítica del presente, de julio de 2013.

Gerardo Galarza me hizo saber que él pensaba que “balón” es el superlativo de bala. Algo parecido escribió Marielena Hoyo.

El doctor Francisco Báez lo relacionó con el “balloon” (globo), por el hecho de que el balón debe estar inflado.

Establecer esa característica dio lugar a una revisión de ideas que se abordará más adelante.

Las aportaciones de los colegas Galarza y Hoyo coinciden con la información que da la Real Academia Española en el DLE. Pero hay algo más. La bala original no es el proyectil de las armas de fuego sino el fardo o alijo. Explica el DLE que son “en especial los que se transportan embarcados”.

¿Y entonces? Ocurre que estas “balas” (embalajes) se lanzaban por la borda para ahorrar tiempo en el desembarco. De esta cualidad voladora viene la asociación.

Yo creía que el origen era el griego bollé, que equivale a lanzar, como en “discóbolo”, anfibología y parábola. Pero, no, aunque hay lanzamiento, la palabra viene de otro lado.

Volvamos al hecho que apuntaba Francisco Báez. Nuestro objeto es inflado.

Pero no todos los balones son esféricos. El de americano y el de rugby son ovalados.

Los de futbol, basquetbol, voleibol, balonmano, waterpolo son redondos y con diferentes tamaños y texturas, acordes con los requerimientos de cada deporte y la dinámica y cinemática de las respectivos artilugios de juego.

Un sinónimo aparente de “balón” es “pelota”. Digo aparente, porque ni todos los balones son pelotas ni todas las pelotas son balones.

Esta palabra también tiene sus vericuetos etimológicos. Viene del occitano (la langue d’Oc) “pilota”, procedente, a su vez, del latín que significa lo mismo que balón. La raíz “pila” es de origen desconocido, pero por aproximación de ideas se la saca de “pelo” , y autores aseguran que es así porque las antiguas estaban rellenas de lana o capilares de animales.

Las pelotas son redondas, pero unas llevan aire, como los balones, y otras no.

Las pelotas de playa sí están infladas y las infantiles también. Las primeras son enormes (medio metro de diámetro o más) y las que se destinan a los niños corresponden a su tamaño.

La pelota de tenis sí lo lleva, aunque no se infla. Contiene un gas, generalmente nitrógeno, que se introduce mediante una cápsula que explota y lo libera dentro de la bola cuando, en su fabricación, ésta ya ha quedado sellada.

La pelota debe medir entre 65.41 y 68.58 mm, según la federación internacional de la disciplina; el peso oficial va 56 a 59.4 g. El color es amarillo con blanco, por razones de visibilidad para jugadores y público.

La pelota de beisbol, en algunos países “LA PELOTA”, no contiene aire. Está compuesta por un núcleo de un material como corcho o caucho. El forro es de cordel grueso en la parte más profunda y se va disminuyendo el calibre del hilo hacia el exterior. Se forra con dos piezas de piel con 108 perforaciones cada una para permitir la costura, que se hace con hilo rojo. La forma de la costura tiene que ver con la menor oposición al viento, valor determinante en el juego.

El “juego de pelota” nos remite a prácticas distintas. Una, en el Caribe, que no tiene otra significación que el de beisbol.

Otras tienen que ver con las culturas prehispánicas.
La práctica más extendida era la que se jugaba con una pelota de hule, dura, pero elástica e incluía connotaciones religiosas que llegaban hasta el sacrificio humano.

La pelota mixteca también deriva de la época prehispánica, aunque todavía tiene vigencia en algunas zonas del país y del extranjero, ahí donde hay comunidades de origen mixteco. Se juega en una cancha dividida y con un enorme guante para golpear una pelota de hule forrada de piel.

La pelota purhépecha es algo diferente. Se practica en Michoacán. Es una especie de hockey con bastones de madera y una pelota de trapo a la que se prende fuego.

Pelotas de esponja hemos tenido todos. Lo mismo sirven para jugar frontón frente a cualquier pared, que para el beisbol callejero sin bat y para los “quemados” o para lanzarlas a cestas en las ferias. En algunas clases de física de la secundaria se convierten en proyectiles de bazucas y cañones.

Varias veces en este texto he utilizado la palabra “bola” que se incluye aquí porque se refiere a un objeto más o menos esférico.

La bola es sólida, generalmente, cuando hablamos de las que se usan en juegos y deportes, las de billar, por ejemplo.

Las hubo de marfil y de celuloide. Actualmente se hacen de materiales sintéticos y se dice que entre los primeros proyectos industriales en el espacio está el de fabricar bolas de billar en un ambiente sin gravedad para lograr una perfecta esfericidad.

En la variable carambola, las bolas son de color uniforme, una o dos blancas, una roja o a veces una amarilla.

Las de las versiones del juego con buchacas son más chicas y se dividen el lisas y rayadas. La bola 8, en alguna modalidad, es la más importante y en terrenos mágicos hay la bola 8 adivinatoria.

La bola de golf es pequeña y compacta. Cuentan los conocedores que las primeras fueron de madera y luego de plumas y cuero. Más tarde las fabricaron con gutapercha. Ahora son de materiales sintéticos

como el poliuretano.

La bola de boliche es dura y pesa entre 4 y 7 y medio kilos. El diámetro ronda los 22 centímetros. No están hechas para rebotar, son para hacerlas rodar.

Regresemos brevemente al beisbol. A la pelota también se le llama bola en este deporte. Ese término da lugar a innumerables expresiones como la “de humo”, la “de saliva”; la rápida y la curva… La base por bola se otorga cuando el pitcher no logra hacer strike.

El catálogo es largo, sólo los expertos logran no hacerse bolas.

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El Arca de Arena tiene para sus seguidores una pregunta. ¿Cómo se llama la pieza que sirve de soporte para que gire un eje. Los hay en las bicicletas, en los motores y en todo aparato que requiera de revoluciones en sus componentes. Tiene cuatro letras y su origen es un latinismo que significa “caja”.

 07 28 18
Publicado en La Crónica de hoy

¡Palabra!

Carlos Alberto Patiño






“—Repetid mis palabras

—Mis palabras, mis palabras”

Cartas de color

Les luthiers





Las palabras son tema de este espacio. Hemos abordado aquí significados, usos, historia, etimologías y el mal empleo de algunas.
Son importantes las palabras. Sin ellas no tendríamos una comunicación eficiente. Habladas o escritas son esenciales para la humanidad.
La palabra “palabra” significa, según el Diccionario de la lengua española, “Unidad lingüística, dotada generalmente de significado, que se separa de las demás mediante pausas potenciales en la pronunciación y blancos en la escritura”. También es la “Representación gráfica de la palabra hablada”, la “facultad de hablar”, la “aptitud oratoria” y el “empeño que hace alguien de su fe y probidad en testimonio de lo que afirma.”
Equivale, según la misma fuente a “promesa u oferta”´y al “derecho, turno para hablar en las asambleas políticas y otras corporaciones. Pedir, conceder, tener, retirar la palabra; hacer uso de la palabra.” E incluye la acepción de “ninguna cosa” como en “no logré entender palabra. Se fue sin decir palabra”.
El Diccionario del Español de México, del Colmex, incluye otras definiciones: Es la “unidad del vocabulario de una lengua, formada por una o más letras o sus sonidos, a la que corresponde un significado, como todas las que están escritas y separadas por espacios en este diccionario: “Niño, cantó, sorda, un, muy y pero son palabras del español”
Añade el DEM la explicación de “Mala palabra, palabra gruesa, palabra malsonante o palabrota” que es “la que se usa para insultar a una persona o la que molesta su sensibilidad, por significar cosas socialmente consideradas como malas o prohibidas.”
Palabra viene del latín “parábola” y ésta deriva del griego equivalente. Con apego estricto a la etimología, significa algo así como lanzar desde un lado, lo que no me parece muy claro. Parábola es también una figura literaria, muy socorrida en los Evangelios, y define a una curva.
Es difícil entender esta etimología. Hay autores que se remontan a raíces más antiguas para decirnos que palabra y habla se relacionan en su origen por una reproducción onomatopéyica.
Andrés Bello, el gramático del español de Iberoamérica, y a quien dedicaremos una próxima entrega, clasifica las palabras “atendiendo ahora a los varios oficios de las palabras en el razonamiento, podemos reducirlas a siete clases, llamadas Sustantivo, Adjetivo, Verbo, Adverbio, Preposición, Conjunción, Interjección.”
Podemos clasificar las palabras fonológicamente, por su pronunciación. Así tenemos las agudas (oxítonas), de las que todos sabemos que cargan la pronunciación en la última sílaba. Las hay, recordemos, con la tónica en la penúltima. Son la graves o llanas (paroxítonas). Las esdrújulas (proparoxítonas) marcan el acento en la antepenúltima y las sobreesdrújulas (preproparoxítonas) en las sílabas anteriores.
Otra de las múltiples formas de clasificación es por el número de sílabas. Monosílabas, bisílaba, trisílabas, tetrasílabas, pentasílabas...
¿Se acuerdan de las más largas, como electroencefalográficamente?.
Desde el punto de vista semántico, las palabras son símbolos. Representan objetos ajenos al lenguaje. Son portadoras de conceptos.
La palabra “palabra” aparece en expresiones coloquiales como “te doy mi palabra”, “es un hombre de palabra”.
Alguien es de “pocas palabras” cuando es parco al hablar.
Con “quitar la palabra” tengo una anécdota. Cuando estudiaba esta (apasionante) carrera en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (UNAM), el periodista Alberto Bailey nos daba clase de entrevista. Explicaba él algunas técnicas para la práctica del género, cuando de la parte media del salón salió una voz. Era la compañera Connie. “Profesor, preguntó, ¿cómo podemos hacer si el entrevistado se extiende mucho o se sale del tema?
El profesor sonrío y dijo: “Exactamente como usted lo acaba de hacer”.
Ocurre a las parejas, y en otras circunstancias, que se llega al punto de “hacerse de palabras”. Pero si uno de los involucrados se da la vuelta y se va, deja al otro “con la palabra en la boca”. Pueden ser de ésos que siempre quieren tener la “última palabra”.
“Bajo palabra” o “a la palabra” es hacer las cosas con plena confianza de los demás.
De las “palabras domingueras” ya se ha comentado en este espacio.
Las “palabras mágicas” son las que obran prodigios, como “abracadabra”, “ábrete sésamo” y “hocus pocus”, pero también son las que exigen las tías regañonas: “gracias” y “por favor”.
Las “palabras mayores” son, entre nosotros, las de gran importancia: “¿Que te vas a casar? ¡Ésas son palabras mayores!”. Palabras mayores es el título de una novela de Luis Spota, de su serie La costumbre del poder, que cuenta la historia del destape de un candidato.
Sin embargo, para la Real Academia Española, las mayores son las malas palabras, las injuriosas.
En contraparte, están las “buenas palabras”, las que expresan cortesía y sirven para salir de un problema de buena manera: “Al final, todo quedó en
buenas palabras.”

La “palabra de rey” es un hispanismo que va perdiendo vigencia y gracia. Se suponía que era la buena; dice el DLE que se usa: “para encarecer o ponderar la seguridad y certeza de la palabra que se da o de la oferta que se hace.” Pero, vista la actuación del monarca emérito de España, don Juan Carlos de Borbón, poca confianza resta en ella.
Las palabras cruzadas son crucigramas.
Quién sabe por qué, para el DLE, las “palabras libres” son las deshonestas. Es extraña esa asociación entre libertad y
deshonestidad.

Ésta es buena. “Palabras de oráculo”: “Respuestas anfibológicas que algunas personas dan a lo que se les pregunta, disfrazando lo que quieren decir”. Conste que es a propósito, no como muchas notas periodísticas a las que nadie entiende.
Entre otras locuciones está “beber las palabras de alguien” que significa, según el diccionario académico, escuchar con extrema atención.
En cambio, “comerse las palabras” es omitirlas, en el habla y en los escritos.
“En una palabra” o “en cuatro palabras” es resumir, es explicar de manera breve. Pero una “media palabra” es signo de incomprensión: “No entendí ni media palabra.”
Tener “una sola palabra” no es evidencia de escasez de vocablos, sino señal de probidad, de formalidad, pero no tenerla es conducta de bellacos.
“Juego de palabras”, “facilidad de palabra”, “palabra del Osito Bimbo”... No me alcanzan las palabras…
Mejor nos apalabramos para después.

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Regaños.
Estos van con dedicatoria a las secciones financieras. La palabra automotriz es femenina (de género, nada que ver con el sexo).
Automotor es el adjetivo masculino. Si a usted le presentan una nota sobre el “sector automotriz”, lo están engañando. Eso no existe. Si es sector, sustantivo masculino, debe ser automotor. La industria sí es automotriz (femenino con femenino). Es concordancia elemental.
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A la inquietud de El Arca de Arena por conocer el nombre de la tabla que sirve de soporte a una colección de armas de esgrima como floretes y sables, denominación que comparte con una armadura formada con todas sus piezas y con la rama de la arqueología que estudia las antiguas armas de mano y las armaduras, respondieron Bertha Hernández y Marielena Hoyo. Es la panoplia.
El Mundial de futbol le dejó una duda a El Arca. ¿Por qué se llama balón la pelota que sirve para ese espectáculo?

 07 21 18
Publicado en La Crónica de hoy


miércoles, 18 de julio de 2018

¿Comunicación social?

Carlos Alberto Patiño










El derecho a la información debería incluir la obligación de la claridad. Lograr que las áreas denominadas de “comunicación social” —antes simples oficinas de prensa— elaboren mensajes comprensibles, pero sobre todo informativos, sería un importante avance democrático.
No me referiré a la redundancia en la construcción del concepto. ¿Qué comunicación no es social? Hablo del imperativo de que la comunicación corresponda a las necesidades de los ciudadanos
La claridad en los mensajes de gobierno se relaciona con la legitimidad del mandato otorgado por los ciudadanos y con la transparencia y rendición de cuentas.
Si lográramos evitar panegíricos, propaganda plagada de frases hechas e inexactitudes o el lenguaje burocrático, ganaríamos en calidad democrática.
Hay movimientos en países como Canadá, Francia, Argentina, EU que pugnan porque la buena redacción forme parte de las obligaciones de gobierno.
En verdad, un mensaje confuso no sólo no cumple su función, sino que puede resultar contraproducente.
Esperemos que algún día sea obligación constitucional la comunicación clara, eficaz.
Es parte de la transparencia que nos deben los gobernantes.
El extremo que parece inalcanzable es el de que las leyes sean  redactadas para que todo mundo las entienda y no haya lugar a oscuros recovecos que aprovechan abogados sin escrúpulos para cometer fechorías legaloides. Aun los profesionales con ética tropiezan con redacciones ambiguas que propician litigios interminables o posibilitan decisiones injustas.
Mientras llega el feliz momento de reformar la Constitución,  ocupémonos de extender la idea de que la claridad es democracia, y no sólo en  las áreas de comunicación social, sino en todos los ámbitos de gobierno. La res publica, la república es eso, pública. Desde un simple oficio hasta un informe de gobierno deben estar bien redactados.
El ciudadano que requiere hacer un trámite, cumplir una obligación, demandar un derecho se pregunta ¿qué debo hacer? Y la respuesta muchas veces es más enigmática que los retos a los que se enfrentaba Sherlock Holmes.
Un ejemplo, el trámite para obtener un pasaporte:
“En cumplimiento al Decreto de Ventanilla Única Nacional, sus Disposiciones Generales, y al acuerdo por el que se emite la Guía para la estandarización y certificación de los trámites digitales con el Sello de Excelencia en Gobierno Digital, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) —¿Cuántas palabras llevamos y todavía no entramos en materia?—,  ha desarrollado una herramienta que tiene por objeto eficientar el proceso de expedición de pasaportes ordinarios, facilitando la realización del trámite y reduciendo los tiempos para la obtención del documento —pero no los de lectura del procedimiento—.
“Por ello, ponemos a tu disposición la CUARTA
FASE piloto para el servicio de CITA Y PRE-REGISTRO EN LÍNEA de tu solicitud de pasaporte; estará disponible en las 45 Delegaciones de la SRE, 11 Delegaciones ubicadas en la Ciudad de México y Área Metropolitana, así como en las 34 Delegaciones Foráneas.
“El llenado de tu solicitud en línea (pre-registro), facilita el trámite y reduce los tiempos de emisión, además de poder realizar tu cita desde la comodidad de tu casa o el lugar de tu elección, con acceso a Internet.
“Antes de ingresar, te pedimos que verifiques que NO TE UBICAS en alguno de los siguientes casos:..”
Quizá el trámite se haya simplificado, pero la explicación no ayuda mucho, y todavía no llegamos a la parte donde dicen quien no puede hacer el trámite en línea y debe buscar a un operador para conseguir la cita.
Lea usted el comunicado de las autoridad capitalina sobre el reciclaje de basura: “A un año de la entrada en vigor de la Norma 024, que tiene que ver con el reciclaje, se han dejado de enviar a los basureros más de 240 mil toneladas de residuos sólidos, informó.
“Del 8 de julio de 2016 al 8 de julio de 2017 se mandaron 3 millones 96 mil 408 toneladas de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) a los rellenos sanitarios autorizados; mientras que en el periodo siguiente, del 8 de julio de 2017 al 8 de julio de 2018, se llevaron solamente 2 millones 856 mil 164 toneladas.”
“Claro, todos los ciudadanos se saben todas las normas, especialmente, la 024, y en su lenguaje cotidiano le dicen al chamaco: “¡Ya llegó el camión de los residuos, saca los sólidos para que se los lleven al centro de reciclaje!”.
Un gran problema (y un abuso) es el de querer convertir una acto informativo en un vehículo de promoción personal: “El funcionario tal, consciente de la importancia que tiene para el ciudadano el tema de la seguridad, informó que fueron detenidos tres presuntos delincuentes”
U otro típico: “El secretario xxxx, acompañado del gobernador zzz inauguraron (así, con esa falta de concordancia) la obra tal que responde a las demandas de la sociedad.”
No es exagerado, así vienen redactados muchos boletines. Con esta estructura, lo importante es que sutano informó, que fulano inauguró, pero no el hecho o la importancia de la obra.
Si el responsable del mensaje se topa con un reportero inexperto o descuidado, que transcribe sin criterio el contenido, el personaje habrá logrado su cometido propagandístico, pero le habrá escamoteado a la sociedad el derecho de ser bien informado.
Información oficial hay que puede estar destinada a confundir a los  ciudadanos.
Personalmente la viví con un ajuste a tarifas eléctricas (nada reciente). La información estaba escrita de tal manera que puso a toda la redacción a interpretar si subirían o bajarían las tarifas, si para todos o para algunos. “Es una explicación técnica compleja, decían” Sí, pero lo técnico ni lo complejo excluyen la claridad.
En el terreno de la comunicación se estudia el fenómeno de la pérdida de información consustancial al proceso comunicativo.
Un emisor lanza un mensaje. Por los ruidos del sistema ya hay una pérdida. El transceptor —quien debe llevar al información a otros— también se ve afectado por los ruidos, la manera en que comprende  y en la que se expresa, así que tenemos otra pérdida.
El receptor final ya no recibe íntegro el  mensaje, pero todavía falta la interpretación que él le dé. Y eso si todo funciona bien, si no hay mala intención o torpeza.
Imagine el lector si se entremezclan segundas intenciones o incapacidad de estructurar un mensaje coherente… Sucumbe el derecho a la información.
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Regaños.
La ignorancia, el descuido o la negligencia al redactar producen engendros como éste: “(Notimex) El uso de rayos de ultrasonidos de alta energía para tratar tumores de cáncer de próstata puede ser tan efectivo como la cirugía o la radioterapia, pero con menos efectos secundarios, aseguraron investigadores en un estudio publicado por la Escuela Imperial de Londres”.
¡Rayos! El autor de la nota ignora que el sonido se propaga en ondas. No tiene nada que ver con la radiación.
Pero con este párrafo se consagra el autor: “Los
hallazgos descubrieron que después de cinco años la tasa de supervivencia del cáncer de HIFU era del 100 por ciento, aproximadamente, uno de cada 10 hombres necesitaron tratamiento adicional…)”!
Los hallazgos descubrieron.… ¿Qué, el hallazgo no es lo que se halla? Equivale a descubrimiento, así que difícilmente el hallazgo puede descubrir algo. Ya no dire nada de la anfibología con el cáncer de HIFU.
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El Arca de Arena buscaba a los hiperbóreos, “los de más al norte”. Respondieron Francisco Báez, Luz
Rodríguez y Marielena Hoyo. Ella nos dice que son de “Hiperbórea, el continente mitológico y su supuesta capital Thule (la última Thule, refirió Báez), de donde según (los nazis), provino la raza aria”.
El Arca encuentra una tabla que sirve de soporte a una colección de armas de esgrima como floretes y sables. Se denomina con el mismo nombre a una armadura formada con todas sus piezas y a la rama de la arqueología que estudia las antiguas armas de mano y las armaduras.


14 07 18


Publicado en La Crónica de hoy

miércoles, 11 de julio de 2018

La gramática, de todos tan temida

Carlos Alberto Patiño



En 1492 ocurrieron dos acontecimientos muy importantes para la humanidad en general y para España en particular.

Uno, nada más cambió la idea y la forma mundo. Es, por supuesto, el viaje de Cristóbal Colón y su descubrimiento de América.

El otro no es menor para los hispanohablantes que entonces sólo estaban en una de las penínsulas europeas. El hecho fue la aparición de la primera gramática de la lengua española, entonces denominada castellana.

El autor de esta obra fue Antonio de Nebrija, de quien ya habíamos hablado en este espacio cuando abordamos el tema de la ortografía (La Orthographía, por tan pocos atendida)

A Nebrija le encargó la tarea doña Isabel la Católica. La prominente dama le pidió a don Antonio justificar la necesidad de contar con una obra así.

No fue el autor, sino el obispo de Ávila fray Hernando de Talavera quien dio la respuesta “Después de que Su Alteza haya sometido a bárbaros pueblos y naciones de diversas lenguas, con la conquista vendrá la necesidad de aceptar las leyes que el conquistador impone a los conquistados, y entre ellos nuestro idioma; con esta obra mía, serán capaces de aprenderlo, tal como nosotros aprendemos latín a través de la gramática latina.”

Y eso que apenas se iba a descubrir América. Faltaban más de 200 años años para que naciera la Real Academia de la Lengua y apenas se sembraba la semilla de la que se convertiría en la segunda lengua más hablada del mundo.

Nebrija puso la primera piedra de una edificación que permitiría normar la forma de expresarse de más de 500 millones de personas.

También proporcionó las bases para que nuestra lengua resista el paso del tiempo y no acabe como el latín, que decayó y desapareció cuando surgieron las lenguas romances, entre ellas la nuestra.

Las lenguas cambian, pero la que usamos en España, Hispanoamérica, Asia y África seguirá siendo el español por mucho tiempo, eso sin menoscabo del surgimiento de otras formas como ya está sucediendo con el espanglish.

La gramática de Nebrija fue simiente. Uno de sus propósitos, lo explica él (con su ortografía y redacción de la época), era que los “estraños” (extranjeros) pudieran aprender la lengua “entonces por este mi arte podrían venir en el conocimiento della como agora nosotros aprendemos el arte de la gramática latina para aprender el latín.

“Y cierto assi es que no sola mente los enemigos de nuestra fe que tienen la necesidad de saber el lenguaje castellano: más los vizcaínos, navarros, franceses, italianos, y todos los otros que tienen algun trato y conversación en España y necesidad de nuestra lengua: si no vienen desde niños ala deprender por uso: podrán la mas aina saber por esta mi obra.”

Hay un dato importante. Las gramáticas no se escriben nada más para los extraños. También cumplen la función de normalizar, regular la lengua de los que ya la hablaban y que necesitan un marco de uso común.

Sin meternos en las profundidades de la lingüística, digamos que la gramática ya viene precargada en los niños como los programas en las computadoras. Bueno, no exactamente, pero es un hecho que los niños aprenden a expresarse sin estudiar gramática.

Los analfabetos no la han estudiado, pero pueden estructurar oraciones y comunicar sus ideas.

Mientras se aprende a hablar, se desarrolla la idea gramatical. Preciso, se incorpora la estructura. Por eso se pueden expresar nuevas ideas con el mismo lenguaje.

Pero eso no basta. Como en las transcripciones genéticas, se producen errores que causan daños o provocan mutaciones. Así, poco a poco surgen cambios y se va deteriorando la lengua.

A veces, también como en la genética, las mutaciones contribuyen a la adaptación;  a veces, como el cáncer, la falla aniquila.

Y para eso sirve la gramática académica, no para establecer o imponer como algunos creen, sino para registrar las normas que reflejan los usos.

Ése es el sustrato de mi desempeño profesional. No es nada más señalar el error, es encontrar la mejor forma de decir. Y la mejor es siempre la más clara, la que mejor se entiende, la que no distorsiona la lógica ni incurre en la confusión de significados. No es purismo es obligación de claridad.

La primera Gramática de la lengua castellana compuesta por la Real Academia Española apareció, con este título, en 1771.

Está dedicada a Carlos III (el papá del que monta nuestro Caballito).

Establece la obra en su presentación que “La Academia sólo pretende  en esta Gramática instruir a nuestra juventud en los principios de su lengua, para que hablándola con propiedad,  y corrección se prepare a usarla con dignidad y elocuencia.”

En el prólogo dice que “Sería pues conveniente que los padres o maestros instruyesen con tiempo a los niños  en la Gramática de su lengua. Los que no hubiesen de seguir la carrera de las letras se ilustrarían a lo menos en esta parte de ellas , y hallarían en el exercicio de sus empleos, en el gobierno de sus haciendas, y en el trato civil, las ventajas que tienen sobre los otros los que se explican correctamente de palabra y por escrito.

No deberíamos aspirar menos, pero me conformo ya no con toda la gramática sino con la ortografía y la sintaxis.

¿Desde cuándo, en  los  medios de comunicación, los jóvenes y los que ya no son, creen que su profesión es la de hablar con lugares comunes? ¿Por qué creen que las muletillas son muestra del mejor estilo?

La gramática y sus partes, como la ortografía y la sintaxis, no son imposiciones sino acuerdos de comunicación. El que no atiende este hecho no debería creer que tiene un salvoconducto para destrozar el idioma.

No se trata de (ni se puede) congelar una lengua; pero, si nos atenemos a las normas, será mejor nuestra comunicación.

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Es el “cancel electoral” el nombre de la parte de la casilla donde se marca la boleta y que resguarda la privacidad y garantiza el secreto del voto. Eso encontró El Arca de Arena en un manual para escrutadores. También se acepta “mampara electoral”. Las respuestas las recibió El Arca de Angélica Villanueva, Luz Rodríguez, Marielena Hoyo, Pedro Toxcano y Miguel Ángel Castañeda.

Bien, las arenas de El Arca encuentran una palabra que literalmente significa “los de más al norte”, “muy al norte”. Friedrich Nietzsche se consideraba a sí mismo como tal, pues se decía más allá de los límites. Hay referencias en la mitología griega y en términos esotéricos se refiere a una raza mítica de la que algunos nazis pretendían descender.



Publicado en La Crónica de hoy         07 07 18