Carlos Alberto Patiño
Los personajes del título son responsables de los errores en manuscritos,
papiros, pergaminos, libros e impresos como los periódicos.
Escribanos y copistas eran víctimas frecuentes del demonio; escritores,
redactores y correctores lo son del duende.
En la Edad Media se decía que el diablo, en su afán de confrontar a Dios,
causaban distracciones a los amanuenses para distorsionar la palabra divina, ya
sea en las traducciones o en las transcripciones.
Otra de sus funciones era la de anotar los pecados que veía en los
conventos.
La especialista en la historia del santuario de Santiago de Compostela
Jeanne Vielliard lo llama, con un juego de palabras en francés, “démon des
copistes et de moins étourdis” o sea, “demonio de los copistas
y los monjes aturdidos”.
Precisamente, Titivillus era también encargado de llevar la cuenta de los
monjes que se distraían durante las celebraciones religiosas y rezos.
El personaje hacía “diabluras” a los monjes. Pero, como se sabe, las
costumbres monacales no están desprovistas de maña, y los que fueron víctimas
transmitieron la culpa al diablillo y le atribuyeron a él las fallas que más
frecuentes se hacían en cuanto crecía la demanda de libros.
Con la invención de Gutenberg se multiplicó la producción de textos… y la de
las erratas. De hecho, los abades tradicionalistas atribuían al demonio el
origen de la imprenta.
Con la aparición de las publicaciones periódicas creció exponencialmente el
número de erratas, aunque ya había especialistas —los correctores— dedicados a
expulsar a los demonios. De hecho, con la preponderancia del laicismo, los
hijos de Belcebú fueron perdiendo terreno en el panteón de los redactores, pero
dejaron su lugar a los duendes.
“¿Qué pasó?”, se oye la voz tonante de un directivo. ¿Nadie vio tan tremendo
error? “Nadie, ni usted”, se oye decir a un corrector temerario, a lo que
revira el jefe: “¡Malditos duendes!”
Al duende de la redacción nadie lo ha visto (bueno, conocí a un redactor que
decía que sí, pero era cuando estaba en cataclísmico estado etílico), pero como
se dice de las brujas: “de haberlas, las hay”
En la historia del periodismo mexicano está el famoso caso del Diario de
México. Ese día el duende se cargó al periódico. Ocurrió en 1966, en los
años del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, a quien el pueblo llamaba
“chango”. En un acto organizado por dueños de gasolineras, una gran
imagen del Presidente encabezaba la reunión. El mismo día llegó al Zoológico de
Chapultepec una par de monos.
El duende, seguramente conocedor del papel de gorila que tendría el
mandatario, intercambió los pies de grabado. El de los monos decía
“Convención de gasolineros”. En el otro quedó el pie: “Se enriquece el
zoológico. En la presente gráfica aparecen algunos de los nuevos ejemplares
adquiridos por las autoridades para divertimento de los capitalinos.”
Díaz Ordaz mandó clausurar el periódico. Desconfiado como era, nunca creyó
en el papel del duende.
Recientemente, El Sol de Hermosillo fue pasto de las redes
sociales, tan intolerantes como GDO. Se anunciaba la visita a México de un
funcionario estadunidense, el secretario de Seguridad Interior John F. Kelly.
Esta vez el duende se puso nostálgico y consiguió que el formador pusiera
una foto de John F. Keneddy. “Las iniciales son las mismas”, susurra nuestro
personaje.
Los duendes pululan en las redacciones del mundo. Por ejemplo en los diarios
españoles han dejado su huella en gazapos como éste, del diario de Bilbao El
Nervión. La nota trataba de un encuentro de waterpolo con un clima poco
favorable. El titular rezaba: “sfsadfjksadlfjkasdlfjasl djf
lñasdjfasfasdf”.
Eso me recuerda una errata que nos ocurrió por aquí. El pie de foto decía:
“Aquí debe ir un pie de foto”. Debía, pero no fue.
Cuando las cosas se hacían a mano, los formadores revolvían la tipografía de
líneas y hasta de párrafos. A eso se le llamaba “empastelar”. Y ese pastel lo
disfrutaban los duendes cuando el galimatías llegaba a los lectores.
Algunos creyeron que los duendes sería erradicados con ayuda de la
tecnología, pero pronto se descubrió que se habían disimulado en los
autocorrectores y en el autocompletar.
Ya lo habrán parecido, parecito, panecito... padecido.
.-.-.-.-.-.
Los momentos que vive el país han dejado salir a la luz a los verdaderos
mexicanos. Mujeres, hombres, jóvenes, mayores, niños, milenials… demuestran
algo de lo que siempre hemos estado convencidos en Crónica. Contamos
con personas valiosas, valerosas, buenas. Nunca faltan negritos en el arroz. En
muchos casos son motivo de nuestra atención por las características de nuestra
actividad. Pero esas excepciones no deben opacar a quienes sí hacen los
necesario por nuestro país.
Con esa idea, en 2010 el diario decidió reconocer a mexicanos cuya labor
contribuye a la grandeza de México. El Premio Crónica se otorga en el
mes de octubre en un recinto que lleva el nombre de un gran mexicano, el
auditorio Jaime Torres Bodet, del Museo Nacional de Antropología.
Ahí estaremos el 9 de octubre, orgullosos de nuestro México y de los
galardonados.
.-.-.-.-
Radix.
“Premio” viene de términos latinos que significan “escoger antes” y que
cobra el sentido de “escoger al primero”.
“Galardón”, de origen germánico, es recompensa por los méritos o servicios.
“Reconocimiento” es el acto de destacar. Tiene en prefijo “re” que denota
reiteración y “conocer”, que etimológicamente es “todo en la vida”.
.-.-.-.-
Regaños.
Los hay para todos. Medios impresos, electrónicos, redes sociales,
comentaristas, críticos, locutores, redactores y hasta rumoradores.
Desde inicios de este siglo los sismos ya no se miden en grados Richter.
Los sismólogos han establecido una unidad de medida que supera los
inexactitudes de la escala referida.
Explica el Servicio Sismológico Nacional (UNAM), en su sitio electrónico:
“Existen diferentes formas de medir la magnitud, esto quiere decir que
existen diversas fórmulas matemáticas para calcularla. De hecho, actualmente ya
no se usa la escala de Richter original, la cual es algo antigua y en su momento
se hizo para ser utilizada con un tipo de sismómetro que ya no se usa y en otra
región geográfica diferente a México. “Las magnitudes que
usamos ahora son: La magnitud de coda Mc, la magnitud de energía Me,
la magnitud de momento sísmico Mw, entre otras. Cada una de estas
formas de calcular la magnitud tiene sus ventajas y sus limitaciones. Algunas
son más rápidas de calcular pero menos precisas, otras son más precisas pero su
cálculo necesita más tiempo; unas son más confiables para sismos pequeños,
otras para sismos grandes. Esta es una de las razones por la cual, para algunos
sismos, la magnitud preliminar -la primera que se reporta- a veces se cambia un
tiempo después, cuando ya se pudieron realizar cálculos más precisos.”
.-.-.-.-
El Arca de Arena se había emocionado con los términos
médicos, y pidió “el que se usa para describir la excesiva producción de
líquido por glándulas de la piel. Es algo que provoca incomodidades al saludar.
Para evitarlo los practicantes de la halterofilia se ponen magnesia.”
Francisco Báez y Rigoberto Aranda respondieron “hiperhidrosis palmar”. Luis
Demetrio Flores solo dijo “hiperhidrosis”. Marielena Hoyo y Octavio Martínez
refieren “diaforesis”, que sí es sudoración excesiva, pero de todo el cuerpo.
(Doña Marielena, la omisión de su respuesta a la pregunta anterior, la del
“búmeran”, es completamente atribuible a Titivillus, quien junto con el
duende que por aquí campea, consiguieron ofuscarme).
Bien, el término que El Arca busca esta vez describe el
efecto que nuestros personajes lograban producir en la mente copistas,
redactores y correctores. Tiene que ver con las nubes.
23 09 17
Publicado
en La Crónica de hoy
miércoles, 27 de septiembre de 2017
lunes, 11 de septiembre de 2017
¡Azuquítar! Palabras de diabético
Carlos
Alberto Patiño
Suena
exagerado decir que México es un país de diabéticos, pero, si no se toman
medidas, para allá vamos.
El Instituto
Nacional de Salud Pública consigna que desde el año 2000 la diabetes (no diabetis,
como dicen por ahí) es la principal causa de muerte entre las mujeres y la
segunda entre los hombres. Entre éstos, las enfermedades cardiacas son causa
principal, pero hay una relación directa entre esta enfermedad y los males
cardiovasculares.
Los
mexicanos tenemos genes propensos a la diabetes, a lo que sumamos una
alimentación rica en azúcares y carbohidratos y pésimas costumbres de vida.
Estas
condiciones hacen que se extienda el mal y, con ello, el manejo de un lenguaje
especial, tanto si somos víctimas de la enfermedad, como si tenemos amigos o
familiares que la padecen.
Cada vez es
más frecuente oír hablar de glucosa, insulina, hiperglucemia, hipoglucemia...
Veamos los
significados de algunas de esas palabras.
La primera,
la glucosa, es el azúcar en la sangre. No el azúcar como la ponemos en el café,
sino con la transformación que experimentan el dulce y los carbohidratos en
nuestra sangre.
La palabra
fue creada en el siglo XIX por un químico francés llamado Jean-Baptiste Dumas,
a partir de una palabra griega que significa “vino dulce”. El sufijo “osa” se
aplica a palabras relacionadas con los azúcares, como fructuosa, lactosa
y sacarosa.
Para
establecer si se tienen niveles normales de este compuesto hay que realizar una
medición en laboratorio o mediante un aparato llamado glucómetro (del griego metrón,
medida). Para eso se usan tiras reactivas (o sea que reaccionan, en este caso,
a la presencia de glucosa). La medida normal en ayuno (sin haber comido por un
lapso determinado) es de 90 a 130 miligramos por decilitro.
Otra
medición de rimbombante denominación es la “postprandial” o “posprandial” (el Diccionario
de la lengua española admite las dos formas). La palabra significa “después
de la comida”. Se toma dos horas después de comer y su valor máximo para
un diabético es de 140 mg/dl.
Al nivel de
glucosa se le llama “glucemia” . Si es alto, se tiene “hiperglucemia” (con el
prefijo “hiper”, mayor, superior, por encima de lo normal) y si es bajo es
“hipoglucemia” (de “hipo”, por debajo de). Los resultados de 70 mg/dl o por
debajo muestran esta condición. Es una situación peligrosa, por lo que se debe
administrar algún tipo de azúcar al paciente, como jugo, refresco o un
caramelo. El riesgo de pérdida de la conciencia es alto.
El problema
de los diabéticos es que su cuerpo no produce la suficiente insulina para
metabolizar (asimilar adecuadamente) la glucosa.
La insulina
es la hormona que produce el páncreas en unos corpúsculos de llamativo
apellido: “de Langerhans”, por el científico que los descubrió.
Hay varios
tipos de diabetes. Las más frecuentes son la 1 y la 2. La primera es conocida
como juvenil o insulinodependiente. En este caso, las células que forman los
antedichos corpúsculos no producen la insulina.
A la tipo 2
se le consideraba como diabetes de la edad adulta, pero hoy en día se presenta
en personas cada vez más jóvenes, sobre todo a causa de la epidemia de
sobrepeso y obesidad prevalente en el país. En ésta, el páncreas sí produce la
hormona, pero el cuerpo presenta una resistencia a su acción y con el tiempo
disminuye la cantidad elaborada por el órgano.
Hay un
tercer tipo, la llamada “gestacional”, que ocurre durante el embarazo y suele
ser pasajera.
En cada uno
de los tipos, la atención médica y la disciplina con alimentación y
medicamentos son muy importantes.
De hecho, si
hay un diagnóstico oportuno, con la pura dieta se evitan feas complicaciones.
Entre éstas
están las amputaciones por “pie diabético” que es una infección con
ulceración, es decir con destrucción de los tejidos profundos a causa de
problemas vasculares (de venas y arterias) y alteraciones neurológicas (de los
nervios). Si la situación se complica, aparece gangrena y no hay otra solución
más que cortar.
La
“retinopatía diabética” es el daño en los vasos sanguíneos de los ojos que
alimentan la retina, que es como la pantalla en la que se proyectan las
imágenes. La lesión que se presenta puede causar ceguera.
Entre las
consecuencias graves del mal está el daño renal o nefropatía. El riñón es como
un filtro que limpia la sangre. Elimina las toxinas a través de la orina.
Tiene otra funciones, como la producción de hormonas para regular la presión
sanguínea y la producción de glóbulos rojos. Su falla es grave y requiere
tratamiento complicado.
En realidad,
la diabetes mellitus daña todo el organismo si no se controla. Por cierto, el
nombre de la enfermedad viene del griego que significa “lo que va através”, “lo
que no se retiene”. Se refiere a la orina. Sabemos que la “poliuria” o exceso
de orina es uno de los síntomas del padecimiento. Lo “mellitus” es por la miel,
es decir por lo dulce de la orina (Sí, por su sabor. En la antigüedad el método
de diagnóstico era oler y probar la orina).
La
enfermedad es crónica, quiere decir que no tiene cura, por más que los
paladines de la medicina “alternativa” traten de convencernos de que hay
remedios “naturales”.
Como el pez,
el diabético por la boca muere… si no se cuida.
Lo que
funciona es llevar una dieta balanceada y hacer ejercicio.
La dieta del
diabético requiere del manejo de porciones adecuadas de vegetales, frutas
y carnes.
El sitio
MedlinePlus recomienda que la dieta considere:
“Limitar
alimentos con altos contenidos de azúcar.
“Comer
porciones pequeñas a lo largo del día (4 o 5 veces).
“Prestar
atención a cuándo y cuánta cantidad de carbohidratos consume.
“Consumir
una gran variedad de alimentos integrales, frutas y vegetales
“Comer menos
grasas
“Limitar el
consumo del alcohol
“Usar menos
sal.
Lo
conveniente es diseñar la dieta con ayuda de un nutriólogo.
El consejo
que puedo dar a mis lectores es que si padecen obesidad o sobrepeso, si tienen
familiares diabéticos o simplemente por control, háganse un examen de glucosa.
En muchas farmacias lo practican por unos cuantos pesos.
O acérquese
a las instituciones de salud. Tanto el IMSS como el ISSSTE y el Seguro
Popular tienen programas para el control de la afección.
Lo mejor,
por supuesto, es prevenir. Mantenga su peso, lleve una buena dieta y haga
ejercicio. Eso lo librará de todo mal.
.-.-.-.-.-.
Regaños.
En la semana
que concluye se efectuó en China la Cumbre del grupo BRICS.
Las siglas
corresponden a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Son iniciales, insisto.
Pues bien,
en la agencia Xinhua escriben: “Modi elogia una ‘muy exitosa’ Cumbre de
los BRICS en China”.
El
Financiero publica “Lo
que le ganamos a EU, los BRICS nos lo ‘quitan’”.
Y el sitio
ruso Sputnik: “El Banco de los BRICS asigna $800 millones para tres proyectos
ecológicos de China”
¿Se dan
cuenta? Los redactores toman la “s” de Sudáfrica como plural.
Lo adecuado
es “el grupo BRICS” o si queremos ahorrar una palabra “el BRICS”.
.-.-.-.-.-.-
El Arca de
Arena pidió la
palabra para un objeto que fue “en su origen, un instrumento de caza y en la
actualidad tiene uso deportivo. Es anagrama del subjuntivo para la tercera
persona del plural de la acción de agobiar o de llenar de bruma. También de
bailar y de encaminar. Va y regresa.”
Le retornaron
respuesta Francisco Báez, Luz María Rodríguez y Luis Demetrio Flores.
Del lector
Karlo Heppner recibió el siguiente comentario a propósito de las abreviaturas:
“Es más fácil y rápido escribir et que &”.
La palabra
es “búmeran” o “bumerán”. De ambas formas aparece en el DLE.
Los
anagramas son abrumen, rumbean y enrumba.
El Arca, encarrerada con los términos
médicos, pide ahora el que se usa para describir la excesiva producción de
líquido por glándulas de la piel. Es algo que provoca incomodidades al saludar.
Para evitarlo, los practicantes de la halterofilia se ponen magnesia.
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