sábado, 24 de diciembre de 2016

¿En qué lugar de la fila me toca? Ordinales, cardinales y partitivos

Carlos Aberto Patiño


Se nos acaba este año que fue el de la conmemoración de los 400 de las muertes de Cervantes y Shakespeare. Fue el mismo día y no. Lo fue por la ocurrencia del día, pero no lo fue por las fechas. El calendario juliano y el gregoriano no se aplicaban en España y en Inglaterra al mismo tiempo. Recordemos que unos eran católicos que obedecían al Papa y los otros eran herejes anglicanos por culpa del corazoncito querendón del rey Enrique VIII (No el “Octavo Enrique” de los Ermitaños de Herman en cover de Los Ovnis —“Y todos eran enriques, nunca hubo un Juan o Bernabé”—, guiño generacional).
El aniversario es el cuadragentésimo no el “cuatrocientosavo”, como ponen algunos diarios por ahí, y hasta en las secciones culturales.
Me consta que los números ordinales se enseñan en la primaria, como lo son los cardinales y los partitivos o de fracción.
Pero en algún momento en los cerebros nacionales se borra la información y los que no son números de uso cotidiano para hacer cuentas (los cardinales) todos se complementan con “avo”, después del diez.
Así, décimo lo entiende todo mundo. El tercer y cuarto lugar lo tenemos bien identificado por los resultados olímpicos. Pero es más famoso el “onceavo” que el “decimoprimero” o “undécimo”, y nada qué decir del “duodécimo” o “decimosegundo”, que para ciudadanos de a pie, reporteros y hasta maestros y doctores reales y honoris causa es lo mismo que “doceavo”
“Avo” es terminación para fracciones, para los partitivos. Los de orden son los ordinales, los otros, los de la secuencia aritmética son los cardinales.
¿Vamos bien o me regreso?
“Onceavo” no es el que va después del décimo, es la fracción en once partes: 1/11. Así también doceavo (1/12) y treceavo (1/13)... Cuatrocientosavo (1/400), entonces, no es igual que cuadragentésimo. El primero es una fracción y el otro ocupa una posición.
El “centésimo” tiene dos valores. Es la fracción decimal y el lugar 100. Lo mismo ocurre con el décimo y el milésimo.
El ordinal de 40 es cuadragésimo y el de 50 es quincuagésimo.
Para 150 es centésimo quincuagésimo, pero existe en adjetivo, “sesquicentenario” para celebrar esa cantidad de años.
Si se va a conmemorar un bicentenario, existe el ordinal “ducentésimo”.
Para los 500 es “quingentésimo”  y para los 600 es “sexcentésimo”.
A 700 le toca “septingentésimo”, para 800 es “octingentésimo” y a 900 le toca “noningentésimo”.
¿Ya podemos distinguir cardinales, ordinales y partitivos? ¿Volveremos a decir “treceavo lugar”, en vez de “decimotercero”?
Si la duda apremia, el Diccionario del español de México tiene un apartado sobre la escritura de los números (http://dem.colmex.mx/repository/pdfs/numeros.pdf).
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La infaltable amiga de este espacio, Marielena Hoyo, preguntó por el uso de porcentajes.  “¿Cuando se hace referencia a un porcentaje, es mejor citarlo como tal o con el signo, y si de ser esto último, si se coloca inmediato a la cifra, sin dejar espacio?”.
Es cuestión del estilo de medio si se desea poner el signo “%” o las palabras “por ciento”. Si se opta por el signo, no se deja espacio entre los números y el signo “20%”.  Si se decide emplear las palabras es con espacio “19 por ciento”.
Y sigue la colega Hoyo: “Igualmente, le agradeceré la oportunidad de que cuando lo crea pertinente, pudiera puntualizar en el uso correcto del ‘a sí mismo’, ‘asimismo’ y ‘así mismo’, que de manera continua es término mal aplicado. Me desespera, porque en documentos oficiales y en las legislaciones y normatividades, y ya no se diga en el periodismo escrito, es común su mal empleo. A nivel académico de igual manera.”
La respuesta la tomo del Centro Virtual Cervantes (http://cvc.cervantes.es/lengua/alhabla/museo_horrores/museo_020.htm): “Así mismo: se considera una locución adverbial afirmativa (Diccionario panhispánico de dudas), y se usa con el sentido de ‘también’.
Así mismo, me vino a decir que comprara otro coche.
Es necesario así mismo que vengas conmigo esta tarde.
“Hay que tener en cuenta, que se escribe igual la unión del adverbio modal así reforzado con el adjetivo mismo; en este caso, es necesario siempre escribirlo separado:
Lo traje así mismo (es decir, no de otra manera).
“Asimismo: es un adverbio, sinónimo de la locución adverbial así mismo (‘también’), aunque la Real Academia Española prefiere el adverbio asimismo.
No paró de maldecirme durante el viaje. Me insultó asimismo cuando me bajé del coche.
“Es un error escribir: *asímismo, aunque esta sea su pronunciación.
“A sí mismo: se trata de una locución, en donde se unen una preposición (a), un reflexivo () y un adjetivo de identidad (mismo). El adjetivo, por su propia naturaleza, admite variaciones de género y de número.
Pedro se peina a sí mismo.
María se peina a sí misma.
María y Pedro se peinan a sí mismos.
María y Elena se peinan a sí mismas.”
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Regaños. Escribe la Agencia Efe: “Aunque en un principio se barajó un robo como móvil del robo, la Policía lo ha descartado...”.
Vamos, la agencia española es más hábil que los famosos prestidigitadores como el mítico Chen Kai, quien para sus juegos mágicos tenía que barajar más de una carta. Además de que si el robo es el móvil del robo estamos en la tierra de Perogrullo.
Veamos el DLE: “1. tr. En el juego de naipes, mezclar unos con otros antes de repartirlos.
2. tr. Mezclar y revolver unas personas o cosas con otras. U. t. c. prnl.
3. tr. Considerar las varias posibilidades o alternativas antes de tomar una decisión.”
O sea (no “osea”, como mal escriben los chavos), no se puede barajar un solo elemento, por más sagaz que sea el detective a cargo. De esta manera, el texto debió decir: “Se consideró un robo como móvil del asesinato”.
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La palabra que pedía El Arca de Arena no fue encontrada. La dejaré vigente. A ver (no “haber”) si en la última semana del año hay respuesta. La repito. El Arca se preguntó: “¿Tiene un nombre la acción de quitar las cuerdas de las orillas de las velas? También se relaciona con los flotadores de los aparejos para la pesca.”
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Felices fiestas.



24 12 16


 


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sábado, 17 de diciembre de 2016

Femeninos con masculino, ambiguos, epicenos... (El Agua, el azúcar, ¿el balleno?)

Carlos Alberto Patiño



Aunque lleve artículo masculino, agua es femenino, como resulta evidente en la frase agua fría. Ese tema había quedado en El Tintero la semana pasada. Caso similar al del líquido son el del águila, el hacha, el ave y el arca.
Esto es así porque cuando la vocal inicial es una “a” tónica, se necesita una consonante que la anteceda. ¿Tónica? ¿Como ginebra con quina? No. Tónica es la letra de la palabra sobre la que se carga la voz. Cambiando la “a” del artículo femenino singular (definido o indefinido) por la ele o ene del masculino evitamos ese choque de vocales.
Dice la Real Academia que es por “razones de fonética histórica”. Y añade “Esta regla solo opera cuando el artículo antecede inmediatamente al sustantivo, de ahí que digamos el agua, el área, el hacha; pero si entre el artículo y el sustantivo se interpone otra palabra, la regla queda sin efecto, de ahí que digamos la misma agua, la extensa área, la afilada hacha. Puesto que estas palabras son femeninas, los adjetivos deben concordar siempre en femenino: el agua clara, el área extensa, el hacha afilada (y no el agua claro, el área extenso, el hacha afilado).
“Por su parte, el indefinido una toma generalmente la forma un cuando antecede inmediatamente a sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica: un área, un hacha, un águila (si bien no es incorrecto, aunque sí poco frecuente, utilizar la forma plena una: una área, una hacha, una águila). Asimismo, los indefinidos alguna y ninguna pueden adoptar en estos casos las formas apocopadas (algún alma, ningún alma) o mantener las formas plenas (alguna alma, ninguna alma).
“Al tratarse de sustantivos femeninos, con los demostrativos este, ese, aquel o con cualquier otro adjetivo determinativo, como todo, mucho, poco, otro, etc., deben usarse las formas femeninas correspondientes: esta hacha, aquella misma arma, toda el agua, mucha hambre, etc. (y no este hacha, aquel mismo arma, todo el agua, mucho hambre, etc.)”
Entonces, cambia el artículo, pero nunca el género, y menos el sexo que nada tiene qué ver aquí.
Ojo. Cuando la inicial deja de ser la tónica, o sea que se vuelve átona, como en “agüita” o en la compuesta “aguamarina”, se conserva el artículo femenino: “una agüita”, “la aguamarina”.
El del azúcar es un fenómeno diferente. No empieza con tónica, pero lleva el artículo masculino. Se trata de una palabra de género ambiguo, lo que significa que puede ser masculino o femenino. La Fundéu (http://www.fundeu.es/recomendacion/azucar/) nos dice que “Aunque es válido su uso en ambos géneros, si no lo acompaña ningún adjetivo es mayoritario el empleo del masculino: «Los peligros del azúcar», mientras que si lleva un adjetivo predomina el femenino: «Añadir cien gramos de azúcar tamizada». En plural, lleve o no adjetivo, prevalece el empleo en masculino: «Sin dejar de mezclar, incorpore los azúcares y la vainilla»”
Con “sartén” ocurre algo similar. Aunque para el DLE es término femenino, el mismo diccionario reconoce que en países de América se usa como masculino. Son también entre otras muchas, palabras de género ambiguo --a veces como regionalismos, a veces como arcaísmo--: Mar, agravante, aguafuerte, antípoda, calor, color, reúma, tilde....
Con el radio y la radio no cabe la ambigüedad. El radioreceptor, la radiodifusión. “Enciende el radio que ya va a empezar Kalimán”. “Trabajo en la radio, soy productor.”
Ahora vamos a dejar que se entrometa el sexo, lo cual siempre complica las cosas, pero resulta divertido.
Hay palabras con género epiceno. Sí, epiceno, lo que significa que, aunque de género definido, designan a seres de ambos sexos.
Gorila, por ejemplo. La diferenciación sexual se consigue añadiendo el artículo: “el gorila, la gorila”. O con la concordancia de los adjetivos: “gorila enojada”, “gorila hambriento”.
También se puede añadir la especificación “macho” o “hembra”: “La ballena macho”, “la ballena hembra”. El ballenato sólo es la cría (Y el vallenato es género musical).
Palabras como víctima, persona nos dan problemas, pues no podemos decir “el persona” ni “el víctima”. Entonces tenemos que recurrir al contexto para definir el género.
Personaje sí nos permite diferenciar con el artículo: “el personaje”, “la personaje”.
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Del tema de las dos entregas anteriores, comentó Gerardo Galarza que me faltaron las “aguas negras del imperialismo yanqui”, sin las cuales la “cuba libre” es imposible.” Salud, Gerardo.
Sé, de buena fuente, que algunos residentes, en el Círculo Cubano de Río Churubusco y División del Norte, le llamaban a la bebida “una mentira”.
Eimy Arriaga reclamó  la presencia de “las aguas del Leteo”. Quizá por la condición de los tales líquidos fue que olvidé comentarlos.
Es tema de la mitología griega. El Lete o Leteo era uno de los ríos del inframundo, cuya particularidad es que beber de sus aguas producía el olvido total.
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Regaños. Es de una publicación universitaria. No sé si el responsable es el autor de la nota, el o la entrevistada, lo que sí sé es que quien hizo la corrección no tuvo el cuidado suficiente. “Se requiere personal con capacidad exacerbada para observar…” Veamos que dice el DLE: “Exacerbar: 1. tr. Irritar, causar muy grave enfado o enojo. U. t. c. prnl./2. tr. Agravar o avivar una enfermedad, una pasión, una molestia, etc. U. t. c. prnl./3. tr. Intensificar, extremar, exagerar.”
Entonces, esa carrera requiere de personas irritantes, que agraven enfermedades o que exageren. Me parece que no. Lo que quizá necesiten son sujetos con una gran capacidad de observación. Una extraordinaria capacidad, una desarrollada habilidad para observar...…
 Y hay más formas de decirlo con corrección.
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Doña Marielena Hoyo me plantea una serie de preguntas. En próximos giros les daré respuesta.
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Al policía de contrabando que requería El Arca de Arena, lo encontraron Francisco Báez y Marielena Hoyo. Desde luego que es el oficial Matute, Carlos, para más señas. El policía siempre burlado, pero buen amigo de la pandilla del callejón, pero sobre todo, de su líder Don Gato.
Bertha Hernández aporta el verbo “matutear”.
Esta vez El Arca se pregunta ¿tiene un nombre la acción de quitar las cuerdas de las orillas de las velas? También se relaciona con los flotadores de los aparejos para la pesca.



17 12 16

 

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Aguas de marzo, agüitas, aguas locas...

Carlos Alberto patiño
 
No son muchas las aguas que han corrido desde que me propuse escribir sobre el agua y palabras afines. Pero como nos ha enseñado Heráclito, nadie puede bañarse dos veces en el mismo río.
El tema trajo a la mente de Bertha Hernández la canción de Antonio Carlos Jobim “Las aguas de marzo” Aquí en la versión de Elis Regina con el autor (https://www.youtube.com/watch?v=FIxbdXrhfiw). Y aquí con Georges Moustaki (https://www.youtube.com/watch?v=PxMjenL4k-g).
“Son las aguas de marzo/cerrando el verano/es la promesa de vida en tu corazón”.
Marielena Hoyo comentó: “Siempre contándole anécdotas respecto al tema que aborda, esta vez le cuento que visitando París, en ocasión en que compartí paseo por Les Champs Élysées con un grupo de diversas nacionalidades, mientras íbamos tan quitados de la pena disfrutando la caminata, un cuate mexicano que se nos retrasó, de repente gritó ¡aguas! y como podrá adivinar, la única que reaccionó al reclamo fui yo, su compatriota, lo que me libró de la fuerte embestida de fiero can francés que al ver que me le fui trepándome a un montículo-banca, se siguió a perseguir al resto, dejándome a mí por la paz. Una vez todos a salvo, no paramos de reír al explicarles la razón de mi rápida y atinada reacción.”
Claudia Sánchez, @LaEscultora, hizo estas propuestas sobre el tema:
“Aquí dejo a su consideración las aguas que recuerdo:
Agua de coco, agua mineral, agua de colonia (puede ser la de Sanborns je, je), aguas termales, agua nieve. ¡Al agua patos!, estar como agua para chocolate y esperamos no estar a pan y agua”.
Jorge Meléndez, periodista en Radio Educación y en El Financiero, refiere: “En la calle del Órgano, las prostitutas, luego de hacer el sexo con un hombre, tiraban un líquido con el que se lavaban y gritaban: ¡Va el agua de coco!”
¿Qué otras “aguas” tenemos? “Las de riñón”, dice Óscar Viale.
Hay “agua dulce”, “agua potable”, pero también “aguas negras” y las “residuales”.
Todos sabemos que el agua es fundamental para la vida. El dato que nos daban en la primaria era que nuestro cuerpo está formado en más del 60por ciento por el líquido. Y a este compuesto lo estamos buscando en la Luna, en Marte, en Europa, Ganímedes, Ios satélites de Júpiter.
La gran incógnita es de dónde salió la que tenemos en este planeta.
Hipótesis hay que explican la previa existencia del agua entre los componentes originales de la Tierra.
Otros dicen que nos cayó del cielo, no como lluvia sino que llegó en asteroides, meteoritos y cometas.
Es un hecho que hay agua en el universo, el misterio está en saber por qué aquí hay tanta.
Y como agua que no has de beber…
¿Y qué me dicen de las deliciosas y variadas “aguas frescas”? que, pese a los impuestos, pierden la guerra contra los refrescos embotellados.
“Agüitas” eran las canicas cristalinas que daban la batalla a las “cremitas”, “ópalos”, “ágatas” y “ojos de tigre”.
Entre los chavos, son populares las “aguas locas”. Me parecen letales, pero a los jóvenes les gustan por baratas. Las preparan por garrafones con el alcohol más corriente, generalmente el que se disfraza de mezcal. Le añaden saborizantes en polvo, como el que usó la secta del Templo del Pueblo, del pastor Jim Jones, para su suicidio colectivo. Lo mezclan con cerveza, hielo o lo que se les ocurra como leche azucarada o chocolate. Los efectos son devastadores. Los sobrevivientes dicen que el día después es de sufrimiento profundo.
Por cierto, agua es femenino, aunque lleve el artículo masculino. Ya hablaremos de eso.
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Regaños. Distintos medios y diversos políticos confunden las palabras “vergonzoso” y “vergonzante”. No son lo mismo.
“La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) adoptó una decisión tan sorprendente como vergonzante para un país: excluyó a la República Argentina de los rankings de las pruebas del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA, según sus siglas en inglés) (Portal Infobae).
Otra: “Racismo. Realidad vergonzante”.
Una más del periódico deportivo As, de España: “Derrota vergonzante del conjunto aragonés. No tuvo pegada y careció de fiabilidad defensiva. Salvi, Abdullah y Ortuño fueron los goleadores.”
Señala la Fundación del Español Urgente: “El Diccionario panhispánico de dudas aclara que vergonzante es ‘algo que se oculta por vergüenza’ («Ahí está la pobreza oculta, la pobreza vergonzante, invisible»), y dicho de una persona, aquella ‘que pide limosna de manera encubierta’: «Aunque no lo parece, es un pobre vergonzante».
“Por su parte, vergonzoso es aquello ‘que causa vergüenza’ («Tuvo un comportamiento vergonzoso») y referido a una persona, que es ‘tímida o que se avergüenza con facilidad’: «Es un niño vergonzoso».
Y continúa: “Teniendo en cuenta lo anterior, conviene emplear con precisión ambos adjetivos a fin de evitar ambigüedades y malentendidos; por ejemplo, no es lo mismo un voto vergonzoso, esto es, aquel que produce vergüenza ajena, que un voto vergonzante, que es el de aquella persona que vota a favor de un partido, pero oculta o no se atreve a expresar abiertamente su inclinación política.
“Así pues, en los ejemplos iniciales lo apropiado habría sido escribir «Otro partido vergonzoso, otra derrota», «Se está produciendo una de las catástrofes humanitarias más vergonzosas de nuestro tiempo» y «Fue sometido a todo tipo de vergonzantes vejaciones hasta el punto de cortarle los genitales en medio de las risas de todos los presentes»”. (http://www.fundeu.es/recomendacion/vergonzantevergonzoso/).
A nuestro diario llegó un comentario sobre uno de nuestros titulares: “Sobre la nota de la sección Estados, escrita por Alfonso Cruz en Oaxaca y llamada ‘Recibe la CNTE a Murat sin clases, bloqueos y parálisis’, los lectores dijeron:
‘Sin bloqueos y parálisis’ (…) Karlo Heppner”. Acusamos el reclamo. Debimos haber dicho: “sin clases, con bloqueos y parálisis”.
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Francisco Báez y Marielena Hoyo encontraron los homónimos de dos estudios de significado diametral que pedía El Arca de Arena. El estudio de los contenidos de las aguas mayores y la teología de los últimos fines es la “escatología”. Una, del griego skor, skatos, excrementos. La otra, también del griego, eschatos, último, final.
Para El Arca de Arena hay una duda. Se dice de la introducción irregular de mercancía al país, el estraperlo, pero para muchos de nosotros es el nombre de un policía de serie animada.

 

10 12 16
 
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sábado, 3 de diciembre de 2016

¡Aguas!


Carlos Alberto Patiño
La del título es expresión de alerta, de advertencia, como la voz que llamaba a tomar las armas para la defensa: “Al arma”, alarma. No es, la primera, de tipo bélico. Se usa para pedir a alguien que avise si hay un riesgo: “Échame aguas si vienen los papás de mi novia”. “Si ves que regresa el jefe, me echas aguas”.
El origen de la expresión es para avisar que se lanzaban los residuos de los orinales y bacinicas por la ventana o desde el balcón cuando no había drenajes. Las aguas menores y mayores (del uno y del dos) salían disparadas y el grito debía prevenir a los incautos peatones.
Al agua la llamamos elemento desde antiguas épocas. Empédocles la unió al aire, la tierra y el fuego. Luego, Aristóteles llamó al conjunto el de “los cuatro elementos”. Vino Hipócrates y los asoció a los “humores” que, supuestamente, determinaban la salud (aire-sangre, fuego-bilis amarilla, tierra-bilis negra y agua-flema).
En realidad, el agua no es un elemento en el sentido moderno del término. Es un compuesto, son átomos que forman moléculas.
El Diccionario de la lengua española (RAE) contiene 16 definiciones y más de 400 referencias a la palabra.
La primera acepción establece que es un “Líquido transparente, incoloro, inodoro e insípido en estado puro, cuyas moléculas están formadas por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, y que constituye el componente más abundante de la superficie terrestre y el mayoritario de todos los organismos vivos. (Fórm. H2O).”
El conjunto de definiciones incluye lo que serían perfumes y bebidas: “Líquido que se obtiene por infusión, disolución o emulsión de flores, plantas o frutos, empleado como refresco o en medicina y perfumería. Agua de azahar, de cebada, de limón.”.
En términos marineros, refiere a la estela que dejan las embarcaciones: “sigue las aguas del buque”. También alude a las corrientes marinas: “Las aguas tiran hacia el Este”.
Está el “agua angélica”, que es un purgante, y la “bendita” de uso religioso.
El “agua tofana” (“Arsénico en disolución que se usaba como veneno”), el “agua oxigenada”, popular antiséptico y el “agua de borrajas” que es decepcionante: “Todo quedó en agua de borrajas”
“Aguas blancas”, de ingrata memoria en nuestro país, son las aptas para beberse.
Curiosa expresión es la de “aguas del pantoque”, también de la marina: “En el sentido horizontal, aguas que median entre las de proa y popa; y en el vertical, las inferiores a los llenos de proa.”
“Aguas del menguante” son el reflujo del mar.
Las “aguas jurisdiccionales” son gratas a Luis Echeverría con sus “200 millas náuticas de la zona económica exclusiva del mar territorial”.
Sólo añadiré que, como ya se dijo en este espacio, la primera definición que reciben los ingenieros cuando empiezan a estudiar hidráulica es “el agua es cabrona” (vid. “El agua tal cual” http://giroscronica.blogspot.mx/2016/02/el-agua-tal-cual.html).
Y recordé estos versos populares: “Agua de las verdes matas/tú me tumbas/tú me matas/tú me haces andar a gatas”
Dejaré en El Tintero otra revisión de los usos de la palabra.
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Regaños. De temporada. Sale a cámara un joven rodeado de poinsettias y dice “hay nochebuenas de color rojas”. Para remachar, aparece un texto en la pantalla que repite la tontería.
Color es sustantivo masculino y singular, luego, el locutor (alguien así no puede llamarse periodista) debió haber dicho “nochebuenas de color rojo” o “nochebuenas rojas”... o amarillas o jaspeadas, que ahora tan variadas son.
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Eimy Arriaga recordó otra palabra compuesta de las que le leyó a Campobello (apellido que también es palabra compuesta). Es “camposantero”, el guarda y cuidador de un camposanto, según asienta el DLE. Es distinto al panteonero, que en México es el sepulturero o enterrador.
Sin embargo, creo que “camposantero” también podría aplicarse a quienes recorren los cementerios para admirar el arte funerario, visitar a los personajes históricos y a sus contemporáneos, así como a revisar los epitafios.
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El Arca de Arena pidió una parasintética que nos deja atónitos, pasmados por el buen aspecto o cualidades de alguien o algo. Nos dio una pista generacional: En los años sesenta se asociaba con “sabor italiano”.
Y eso produjo la inmediata respuesta de Francisco Báez: “Despampanante”. También Marielena Hoyo respondió. Lo mismo hizo Hugo Martínez, quien, al reconocer la señal añadió, “Según el doctor Báez, viene del apellido de Silvana Pampanini”.
Sería una bonita etimología, pero no.
El término, según el Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, de Joan Corominas, viene de “pámpano” (en latín pampanius) que es la hoja de la vid.
Entonces, atendiendo al prefijo “des” que implica una negación, tenemos que despampanante es “sin pámpanos”.
¡Repámpanos! ¿Cómo es que quitar pámpanos se relaciona con producir pasmo, dejar atónito? Pues las fuentes dicen que el pámpano en cuestión era el que cubría las partes nobles de Adán y de Eva, y que al quitarlo dejó a ambos sorprendidos por el buen aspecto o cualidades de las zonas descubiertas… Con las consecuencias para la humanidad conocidas.
Hay también el verbo “despampanar” que en el DLE es “Quitar los pámpanos a las vides para atajar el vicio (¿? frondosidad excesiva), pero también, dejar atónito.
No dejaré en El Tintero a doña Silvana. Ella fue reconocida actriz italiana, Miss Italia en 1946, contemporánea de Gina Lollobrigida, Silvana Mangano y Sofía Loren. Hizo dos películas en México: Sed de amor (Alfonso Corona Blake, 1959) y Tres mil kilómetros de amor (Agustín P. Delgado, 1967).
Y aquí viene lo bueno. Quizá el publicista Ramón Diez Fernández asoció el apellido de la actriz con el efecto que le producía la dama e ideó un comercial de chocolates. La bella intérprete aparecía en la pantalla comiendo la golosina, mientras la voz del locutor (creo que era Pepe Ruiz Vélez) decía “Chocolates La Colonial, con un despampanante sabor italiano”.
El promocional se transmitió en los años sesenta durante el programa semanal sabatino Estrellas infantiles Toficos.
El Arca escarba entre la arena y, a propósito de las aguas mayores, encuentra una palabra que puede referirse al contenido de tales líquidos, pero que, paradójicamente, tiene un homófono relacionado con la teología de los finales.


04 12 16
 
Publicado en La Crónica de hoy