sábado, 23 de abril de 2016

Inteligencia artificial y de la otra



Carlos Alberto PAtiño

Lo que ocurrió con la robot tuitera Tay es el mejor argumento a favor de las muy controvertidas palabras de Umberto Eco sobre las redes sociales.
Dijo el autor de El cementerio de Praga: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas".
La bot de Microsoft está dotada de inteligencia artificial. Además posee la capacidad de aprender.
Los diseñadores, con buena voluntad y mucha ingenuidad, la prepararon con la ayuda de expertos en informática, neurocientíficos y hasta comediantes.
La robot demostró que estaba bien capacitada para aprender. Lo que nadie tomó en cuenta fue la cruel realidad.
La red está llena de entes humanos que en nada se acercan a la inteligencia, ni a la artificial ni a la otra. Y Tay tomó ejemplos y datos y en menos de 24 horas consiguió que Donald Trump pareciera un principiante. Se convirtió en una monstruo adolescente, racista y admiradora de Hitler.
No es lo que esperaban los diseñadores, pero es toda una lección sobre los seres humanos. Bastante trabajo tendrán los ingenieros para dotar de criterio a su criatura. Y si encuentran la fórmula, que la compartan. A ver si logramos mejorar a la humanidad.
¿Y todo esto qué tiene que ver con los temas acostumbrados en Giros?
Pues resulta que nuestras academias de la lengua, la monárquica y las de los países de habla hispana, incluidos Filipinas y EU, utilizan un robot para analizar y procesar las palabras que formarán parte del Corpus del Español del Siglo XXI y que, en su momento se incluirán en los diferentes diccionarios.
Allá por el año 2003, José G. Moreno de Alba, entonces director de la Academia Mexicana de la lengua y representante de México y Centroamérica en la Comisión interacadémica, explicaba a Crónica:
“El procedimiento de trabajo es el siguiente: revisamos todos los libros de estilo, de dudas, todas las consultas recibidas en las academias, las consultas que se formulan en los centros de estudio. No solamente eso, sino con ese procedimiento que hemos implantado, el llamado Búho”. Es éste un programa informático que funciona por la noche en la Real Academia Española, que revisa todos los periódicos que están en Internet, en español, y que compila todas aquellas palabras que no están en el diccionario, que por tanto son neologismos.”( ttp://www.cronica.com.mx/notas/2003/57083.html)(Las negritas son mías)
Se hace imperativo poner en alerta a los académicos de la lengua española.
Si no tomamos en cuenta la experiencia de Tay ni los comentarios de Eco vamos a tener un diccionario esperpéntico, plagado de voces pasajeras y de uso efímero.
Los periódicos están llenos de dislates, barbarismos y barbaridades.
No se trata de despreciar la tecnología. De ninguna manera. Las herramientas que nos proporciona son invaluables. Pero hay que usarlas con juicio.
.-.-.-
Por las entregas dedicadas a los insultos, me llegó un recordatorio. Afortunadamente de buena fe. Nada que ver con mi mamá. El reclamo fue por omitir la mención a Octavio Paz. Efectivamente, el insulto nacional está bien compendiado y explicado en el capítulo de El laberinto de la soledad, titulado “Los hijos de la Malinche”.
Dice el Nobel: “En nuestro lenguaje diario hay un grupo de palabras prohibidas, secretas, sin contenido claro, y a cuya mágica ambigüedad confiamos la expresión de las más brutales o sutiles de nuestras emociones y reacciones. Palabras malditas (...) Palabras que no dicen nada y dicen todo. Los adolescentes, cuando quieren presumir de hombres, las pronuncian con voz ronca. Las repiten las señoras, ya para significar su libertad de espíritu, ya para mostrar la verdad de sus sentimientos (...) Son las malas palabras, único lenguaje vivo en un mundo de vocablos anémicos. La poesía al alcance de todos…”
“Esa palabra es nuestro santo y seña. Por ella y en ella nos reconocemos entre extraños y a ella acudimos cada vez que aflora a nuestros labios la condición de nuestro ser (…) es una manera de afirmar nuestra mexicanidad.
Toda la angustiosa tensión que nos habita se expresa en una frase que nos viene a la boca cuando la cólera, la alegría o el entusiasmo nos llevan a exaltar nuestra condición de mexicanos: ¡Viva México, hijos de la Chingada!”.
También faltó Carlos Fuentes. En el capítulo “1927: 23 de noviembre”, de La muerte de Artemio Cruz, el escritor hace revisión profusa del empleo de la palabra en sus diferentes acepciones.
.-.-.-.-
Estrellita o abejita para Marielena Hoyo, quien se apresuró a responder a El Arca de Arena, seguramente para que este articulista se olvidara de los apretados cierres con sus propuestas anteriores. Debe saber la colega que mis dichos no son reclamos, son simples comentarios para aderezar el relato. Bueno, esta vez llegó temprano su respuesta y fue la única. “Ceraunología" es la disciplina que se ocupa del rayo y sus efectos; también de las tempestades eléctricas atmosféricas.
Debo aclarar a la estupefacta autora de “Animalidades”, en particular, y a los lectores, en general, que El Arca no presenta descripciones exactas. Sería fácil nada más guglear y responder.
Hoy El Arca, precavida, se pone un poco capciosa para preguntar por el agente de justicia que también sirve para abrochar y posee una función ortográfica.
23 04 16 


Publicado en La Crónica de hoy


sábado, 16 de abril de 2016

Más insultos

Carlos Alberto Patiño

En El Tintero se había quedado una provisión de insultos que va desde la Biblia, pasa por la calle e incluye autores clásicos.
Empezaré por una imprecación del Nuevo Testamento: “Raza de víboras”, llama Jesús a los fariseos, por sus conductas hipócritas. Les dice bastantes más cosas. Todo  el regaño lo pueden checar en (Mateo 23:33).
De El Arca de Arena había salido también un insulto. “Camandulero” es aquel que camandulea, es decir, que es hipócrita y astuto, que ostenta exagerada devoción, es intrigante, embrollador.
A nivel de calle, el de las zapatillas me parece ingenioso: “¿Tienes zapatillas? Pues póntelas y de puntitas te me vas a la fregada”
El siguiente es cruel: “Tu mamá no tomó ácido fólico, ¿verdad?”
“Incivil” es denuesto muy socorrido por don Joaquín Fernández de Lizardi en su obra La Quijotita y su prima. Esa palabra debería ser recuperada, pues se refiere a todo aquel que es incapaz de vivir en sociedad. Esos que carecen de urbanidad e ignoran el civismo y las normas de convivencia. Como toda esa runfla de patanes que pululan por la Ciudad de México.
Eso me recuerda otro insulto: “Eres la prueba de que sí hubo mezcla entre neandertales y sapiens sapiens”.
Ya puestos en ese nivel, Francisco Báez recuerda un improperio de Umberto Eco: “Su madre practica la poliandria profesional”.
Vamos a los clásicos. Éste es de Francisco de Quevedo para Luis de Góngora:
“Yo te untaré mis obras con tocino/porque no me las muerdas, Gongorilla,/perro de los ingenios de Castilla,/docto en pullas, cual mozo de camino;/apenas hombre, sacerdote indino,/que aprendiste sin cristus la cartilla;/chocarrero de Córdoba y Sevilla,/y en la Corte bufón a lo divino./¿Por qué censuras tú la lengua griega/siendo sólo rabí de la judía, cosa que tu nariz aun no lo niega?/No escribas versos más, por vida mía;/aunque aquesto de escribas se te pega,/por tener de sayón la rebeldía.”
También para Góngora como destinatario está el famoso poema A una  nariz
“Érase un hombre a una nariz pegado,/érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,/érase un pez espada muy barbado.
Érase un reloj de sol mal encarado,/érase un alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,/era Ovidio Nasón mas narizado.
Érase un espolón de una galera,/érase una pirámide de Egipto,
las doce tribus de narices era.
“Érase un naricísimo infinito,/muchísima nariz, nariz tan fiera,/que en la cara de Anás fuera delito.”
Góngora no se habría de quedar de brazos cruzados, así que para Quevedo tuvo esto:
Anacreonte español, no hay quien os tope,/Que no diga con mucha cortesía,/Que ya que vuestros pies son de elegía,/Que vuestras suavidades son de arrope.
¿No imitaréis al terenciano Lope,/Que al de Belerofonte cada día
Sobre zuecos de cómica poesía/Se calza espuelas, y le da un galope?
Con cuidado especial vuestros antojos/Dicen que quieren traducir al griego, /No habiéndolo mirado vuestros ojos.
Prestádselos un rato a mi ojo ciego,/Porque a luz saque ciertos/versos flojos,/Y entenderéis cualquier gregüesco luego.
De William Shakespeare, tenemos abundancia. Doña Bertha Hernández nos hizo una selección.
Uno de los insultos que más abundan en las obras de Shakespeare es la expresión "perro". "Perro grosero" y "perro sanguinario" se le dice a Ricardo III. "Perro" es Shylock de El mercader de Venecia— hasta la náusea. "Perro despiadado" es Calibán en La tempestad.
A Ricardo III se le llama: “Repugnante ministro del infierno”, “bodoque asqueroso de deformidades”, “sapo venenoso y jorobado
deforme”... entre otros muchos.
Macbeth llama "cara de leche" a alguien que palidece de miedo.
A Cleopatra, en Antonio y Cleopatra, la llaman: “Lujuriosa jaca de Egipto”.
Bertha también proporcionó algunos de Oscar Wilde, durante su juicio:
— ¿Es esta una frase hermosa?
Wilde: No cuando la lee usted, señor Carson: lee bastante mal.
Carson: ¿Atkins lo llamaba Oscar?
Wilde: Sí, yo lo llamaba Fred. Siempre llamo a la gente que quiero por sus nombres de pila. A la gente que me desagrada la llamo otra cosa.
Por pensar en Wilde, recordé algo más de Salvador Novo.
A Luis Spota se le atribuye haber pergeñado el mote de Nalgador Sobo, para Salvador Novo.
Novo, del que ya conocimos su capacidad satírica le dedicó al autor de Casi el Paraíso las siguientes líneas: "Este grafococo tierno/tiene por signo fatal/en el apellido paterno/la profesión maternal."
De remate, este tuit que el joven Ronan Farrow, le dedicó a Woody Allen, el Día del Padre: “En nuestra casa celebramos el día del cuñado”.
.-.-.-.-.
Entre los comentarios recibidos está el de Tania Marsili quien señala que los aficionados sólo sustituyeron el antiguo “.....uleeeero por el “puto”. Afán de “vitupendiar”, dice y crea una palabra baúl uniendo vilipendiar y vituperar.
“Camandulero”, ya se dijo, es la respuesta a El Arca de Arena. Ya casi para entregar Giros, llegó la respuesta de Marielena Hoyo, con “camandulero” como la palabra correspondiente. La respuesta también podía acomodar a “Tartufo”, pero como es epónimo, no era aceptable.
¿Se acuerdan del refucilo? Bueno, pues de El Arca de Arena viene la pregunta sobre el nombre de la disciplina que se ocupa del rayo y sus efectos; también de las tempestades eléctricas atmosféricas. 

16 04 16

Publicado en La Crónica de hoy

viernes, 15 de abril de 2016

De agravios, improperios, injurias, vituperios, denuestos, ofensas… De insultos, pues

Carlos Alberto Patiño

La palabra que trae a estira y afloja, dicho sea sin segunda intención, a los aficionados y a la FIFA es, para aquéllos, como un grito de guerra, el cántico tribal para amedrentar al enemigo. Para la Federación es un insulto.
Los primeros, incluso, pueden ni siquiera estar pensando en las preferencias sexuales del portero en turno.
Podrían gritar “císcalo, císcalo, diablo panzón”, con la misma intención y efecto.
Pero “puto” sí es un insulto. Como tal lo usa Cervantes en varias páginas de su Quijote. (Hay que ver especialmente el Capítulo 13 de la segunda parte: “Donde se prosigue la aventura del Caballero del Bosque, con el discreto, nuevo y suave coloquio que pasó entre los dos escuderos”.
Según el Diccionario de la lengua española (DLE), entre otras acepciones, un insulto es:

1. m. Acción y efecto de insultar.

E insultar es:

1. tr. Ofender a alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones.

El DLE está lleno de éstos. El de mexicanismos también. Pero si la palabra de marras figurará en él, lo sabremos el día que nuestros académicos se pongan a trabajar y nos presenten siquiera 3 o 4 letras más en la página de  la Academia Mexicana de la Lengua.
Un insulto es, según la Wikipedia,una palabra que se utiliza por el emisor con la intención de lastimar u ofender a otro individuo como tal. Qué constituye o no un insulto es difícil de determinar con precisión, ya que se halla sujeto a convencionalismos sociales y culturales.
Un insulto va más allá de la mera palabreja peyorativa. Trasciende al adjetivo.
Héctor Anaya en su libro El arte de insultar, señala
"El insulto, en rigor, no es una majadería (grosería), entre otras razones porque está dirigido, tiene un destinatario y tiene un remitente. La majadería no. Tú puedes decir una -cabrón, pendejo- y es aplicable a muchas personas".
Para ponernos históricos y no histéricos, como los señores de  la FIFA, digamos que los aztecas les decían “cuilloni” a esos hombres interesados en la práctica sexual con personas de su mismo sexo. Y los aztecas no eran nada políticamente correctos con ellos. Los ahorcaban, empalaban o desentrañaban. Pero, si había castigos es que había práctica.
Siguiendo por la línea histórica, Bernal Díaz en su Historia Verdadera de la Conquista de  la Nueva España,  refiere que los soldados de Cortés, lo insultaban por el reparto del botín:  
“Como Cortés estaba en Cuyuacán y posaba en unos palacios que tenían blanqueadas y encaladas las paredes, donde buenamente se podía escribir en ellas con carbones y con otras tintas, amanecía cada mañana escritos muchos motes, algunos en prosa y otros en metros, algo maliciosos, a manera como pasquines”.
Y más adelante:
“Cuando salía Cortés de su aposento por las mañanas y lo leía, (...) y como Cortés era algo poeta (...), respondía también por buenos consonantes (...). De cada día iban más desvergonzados los metros y motes que ponían, hasta que Cortés escribió: Pared blanca, papel de necios; y amaneció escrito más adelante: Aun de sabios y verdades, y Su Majestad lo sabrá, de presto”.
Ya en la época colonial, Sor Juana, quien todo lo que hacía lo hacía muy bien, fue molestada por un sujeto que le reprochaba su origen familiar. Así respondió la monja:

El no ser de Padre honrado,
fuera defecto, a mi ver,
si como recibí el ser
de él, se lo hubiera yo dado.
Más piadosa fue tu Madre,
que hizo que a muchos sucedas:
para que, entre tantos, puedas
tomar el que más te cuadre.

A Guillermo Prieto se le daba con facilidad ese arte de molestar al prójimo. A los conservadores les propinó la canción “Los Cangrejos” que dice en su coro:  

Cangrejos, al combate,
cangrejos, a compás;
un paso pa' delante,
doscientos para atrás.

Prieto fue implacable con Juan Nepomuceno Almonte, el hijo de Morelos, aliado de los franceses durante la Intervención.

Amoquinequi, Juan Pamuceno,
no te lo plantas el Majestá,
que no es el propio manto y corona
que to guarache,
que to huacal.
Corriendo el tiempo creció el "pitoncle",
se puso fraque, comió bestec,
indio ladino, vende a to patria
y güiri güiri, con el francés.

De la época también es la adaptación popular de la letra de “Los Enanos”, una cancioncita infantil, en donde los enanos se volvieron “esos franchutes ya se enojaron/porque a su nana la pellizcaron
Y si de plumas venenosas hablamos, remontémonos al siglo XX para leer a Salvador Novo. Con el pretexto de la campaña de alfabetización que impulsaba su “amigo”, el escritor Jaime Torres Bodet, escribió:
“Exclamó la comunidat,
al saber la novedat,
¿dejar de ser analfabet,
para leer a Torres Bodet?
¡qué atrocidat!”.
Y sobre el dirigente de Izquierda Vicente Lombardo Toledano, Novo pergeñó este epigrama:
Lombardo, que es gran burgués,
presume de tovarich.
(Lo que en realidad él es
también termina con -ich,
pero se escribe en inglés).

De Octavio Paz hay que recordar sus diferencias con Carlos Monsiváis, de quien decía que “no era un hombre de ideas sino de ocurrencias”.
Para rematar esta entrega de Giros citaré a Mauricio Garcés:
Las mujeres son como la gripe mal cuidada: nos pueden hacer llorar y en el peor de los casos hasta matar”.
Se me quedan en El Tintero Quevedo, Góngora, Shakespeare, Bernard Shaw, Oscar Wilde… y hasta uno bíblico.

.-.-.-.-.--.

En el último minuto llegó respuesta a la demanda de El Arca de Arena. Marielena Hoyo propone “fulmen”, que no está en el DLE, pero corresponde al fenómeno atmosférico. La que yo esperaba es “refucilo”.
El Arca se inquieta y lanza: Dícese de aquel que es hipócrita y astuto, que ostenta exagerada devoción, es intrigante, embrollador. Es un insulto, por si no lo habían notado. No es un epónimo.

09 04 16
Publicado en La Crónica de hoy
 


Entre comillas

Carlos Alberto Patiño

Las comillas no enmarcan, no subrayan, no son para destacar una palabra. Tampoco sirven para que el redactor se balconee entrecomillando los vocablos que no conoce.
Estos usos desatinados se dan en los avisos de las sociedades de padres de familia, en los  carteles de las escuelas, en los menús de fondas y restaurantes, en los anuncios de los grandes almacenes y… en las páginas de los periódicos.
Entonces, ¿para qué sirven las comillas?
En primer lugar para denotar una cita textual. Lo que está entre las comillas es tal cual —sic— como lo dijo un personaje, lo escribió un autor, aparece en una fuente.
Este signo ortográfico nos remite a la fidelidad y, en términos periodísticos, a declaraciones que pueden ser comprometedoras, pero que le dejan claro al lector que no son una interpretación del reportero.
Todo esto, si están manejadas con corrección y responsabilidad profesional.
Otra aplicación de las comillas es cuando se explica o se comenta una palabra. Por ejemplo:

Las “comillas” son un signo de puntuación.
El verbo “amar”es el modelo de primera conjugación.

Se usan las comillas con un sentido irónico, para expresar que una palabra se ocupa para dar a entender lo contrario:

El jefe es muy “justo”  ( y ese jefecillo se la pasa insultando a los empleados con y sin razón).El Porky es un “caballero” en su trato con las “damas”.

En el lenguaje hablado, estas expresiones se acompañan con un ademán que se realiza con los dedos índice y cordial de ambas manos, como si se dibujara los signos en el aire.
Van comillas para indicar que una palabra está puesta de manera incorrecta o está mal escrita,:
Esta comida tenía muchas “especies”
Era horrible, parecía un “mounstro”

En la literatura, con comillas se indican los pensamientos de un personaje:

“Está bien bonita, la condenada”, pensó el cura.

Con comillas se ponen los nombres de los artículos, las canciones, los capítulos, es decir los productos que están contenidos en otras obras como un álbum, una revista, una antología, un libro.
Para los apodos es preferible el empleo de cursivas o itálicas:

El Canicas, La Lore, El Chapo...

En ningún caso, pues, sirven para subrayar ni son un recurso tipográfico para enmarcar ni para resaltar.

A propósito de este signo, la Real Academia Española de la lengua  propone una regla más o menos incumplible.
Dice la RAE que la grafía correcta para este signo son las comillas españolas, que son las angulares «  », y en segundo lugar las inglesas “ ” .
Nada más que ni en los teclados de las computadoras ni en los de las máquinas de escribir hay este signo. Para ponerlos con un procesador de palabras hay que oprimir la tecla “alt” junto con los números 174 o  0171, para las que abren, y  175 o 0187,para las que cierran.
La RAE cree que todo mundo tiene una caja de tipos para componer sus textos.

-.-.-.-.-.-.

La colaboradora infaltable de este espacio, Marielena Hoyo, me preguntó por qué en el Giros pasado, el nombre científico de los porotos —frijoles— lo puse en redondas y no en cursivas o itálicas, como dicta la norma.
La explicación es simple. Los nombres de los frijoles estaban incluidos en una cita que, como tal, iba en tipo cursivo, así que, por valor tipográfico, el nombre científico pasó a redondas.
Y ya que estamos con el tema, dejemos bien asentado que los nombres científicos en su forma binominal se escriben con cursivas.
Si es un manuscrito, el nombre se subraya. Si, como fue el caso que da lugar a estas líneas, se inserta en un texto cursivo, se invierte el valor tipográfico.
Algo que no debe hacerse es poner itálica y subrayar el nombre. Ese es un error imperdonable.
El nombre de una especie se forma por la combinación de dos palabras en latín, de raíz grecolatina o latinizados
El primer elemento —el “nombre genérico”—, siempre va con mayúscula inicial, el segundo elemento —el “epíteto específico” (¡Ah, comillas!)—, va con minúsculas.
Para asignar un nombre científico hay una serie de rigurosos protocolos.

-.-.-.-.-.-.
Hugo Martínez, Juan Ramón Magaña y Rodolfo Álvarez Moreno tuvieron a bien señalar mi error sobre la velocidad de la luz. Puse que ésta viaja a 300 mil metros por segundo y no como debe ser 300 mil kilómetros por segundo. En la versión on line ya está bien,
En descargo de los correctores, debo decir que no les pasé la colaboración para que la revisaran.
Sobre el título “¿Dónde están los correctores?”, los comentarios, en general humorísticos (¿eran realistas?) provinieron de María Laura Muñoz Tovar, del mismo Juan Ramón Magaña, de Bertha Hernández y de Emilio Garzón. Se pueden resumir en que los responsables de la corrección están haciendo cualquier cantidad de cosas, como dormitar, revisar su faceboock, pensar en las musarañas, cualquier actividad, menos en  lo suyo, la corrección.

.-.-.-.-.

A la pregunta sobre la lengua artificial creada en Europa, en el siglo XIX, para facilitar la comprensión entre personas de distintas culturas, El Arca de Arena recibió respuestas de Hugo Martínez, quien propone “Interlingua”, Francisco Báez se decanta por el “Nove-Roman” y Marierlena Hoyo da “Volapük”, lengua artificial creada por el sacerdote alemán Johann Martin Schleyer.
Ésta última es la que yo pedía, pero como el mismo Francisco Báez señaló, hay al menos tres lenguas artificiales creadas en el Siglo XIX.
Al capitán Tarsicio Gutiérrez Espinosa le agradezco sus comentarios.

Bien, de El Arca sale una palabra antigua que denomina a la descarga eléctrica que se produce en la atmósfera.

02 04 16

Publicado en La Crónica de hoy