sábado, 17 de diciembre de 2016

Femeninos con masculino, ambiguos, epicenos... (El Agua, el azúcar, ¿el balleno?)

Carlos Alberto Patiño



Aunque lleve artículo masculino, agua es femenino, como resulta evidente en la frase agua fría. Ese tema había quedado en El Tintero la semana pasada. Caso similar al del líquido son el del águila, el hacha, el ave y el arca.
Esto es así porque cuando la vocal inicial es una “a” tónica, se necesita una consonante que la anteceda. ¿Tónica? ¿Como ginebra con quina? No. Tónica es la letra de la palabra sobre la que se carga la voz. Cambiando la “a” del artículo femenino singular (definido o indefinido) por la ele o ene del masculino evitamos ese choque de vocales.
Dice la Real Academia que es por “razones de fonética histórica”. Y añade “Esta regla solo opera cuando el artículo antecede inmediatamente al sustantivo, de ahí que digamos el agua, el área, el hacha; pero si entre el artículo y el sustantivo se interpone otra palabra, la regla queda sin efecto, de ahí que digamos la misma agua, la extensa área, la afilada hacha. Puesto que estas palabras son femeninas, los adjetivos deben concordar siempre en femenino: el agua clara, el área extensa, el hacha afilada (y no el agua claro, el área extenso, el hacha afilado).
“Por su parte, el indefinido una toma generalmente la forma un cuando antecede inmediatamente a sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica: un área, un hacha, un águila (si bien no es incorrecto, aunque sí poco frecuente, utilizar la forma plena una: una área, una hacha, una águila). Asimismo, los indefinidos alguna y ninguna pueden adoptar en estos casos las formas apocopadas (algún alma, ningún alma) o mantener las formas plenas (alguna alma, ninguna alma).
“Al tratarse de sustantivos femeninos, con los demostrativos este, ese, aquel o con cualquier otro adjetivo determinativo, como todo, mucho, poco, otro, etc., deben usarse las formas femeninas correspondientes: esta hacha, aquella misma arma, toda el agua, mucha hambre, etc. (y no este hacha, aquel mismo arma, todo el agua, mucho hambre, etc.)”
Entonces, cambia el artículo, pero nunca el género, y menos el sexo que nada tiene qué ver aquí.
Ojo. Cuando la inicial deja de ser la tónica, o sea que se vuelve átona, como en “agüita” o en la compuesta “aguamarina”, se conserva el artículo femenino: “una agüita”, “la aguamarina”.
El del azúcar es un fenómeno diferente. No empieza con tónica, pero lleva el artículo masculino. Se trata de una palabra de género ambiguo, lo que significa que puede ser masculino o femenino. La Fundéu (http://www.fundeu.es/recomendacion/azucar/) nos dice que “Aunque es válido su uso en ambos géneros, si no lo acompaña ningún adjetivo es mayoritario el empleo del masculino: «Los peligros del azúcar», mientras que si lleva un adjetivo predomina el femenino: «Añadir cien gramos de azúcar tamizada». En plural, lleve o no adjetivo, prevalece el empleo en masculino: «Sin dejar de mezclar, incorpore los azúcares y la vainilla»”
Con “sartén” ocurre algo similar. Aunque para el DLE es término femenino, el mismo diccionario reconoce que en países de América se usa como masculino. Son también entre otras muchas, palabras de género ambiguo --a veces como regionalismos, a veces como arcaísmo--: Mar, agravante, aguafuerte, antípoda, calor, color, reúma, tilde....
Con el radio y la radio no cabe la ambigüedad. El radioreceptor, la radiodifusión. “Enciende el radio que ya va a empezar Kalimán”. “Trabajo en la radio, soy productor.”
Ahora vamos a dejar que se entrometa el sexo, lo cual siempre complica las cosas, pero resulta divertido.
Hay palabras con género epiceno. Sí, epiceno, lo que significa que, aunque de género definido, designan a seres de ambos sexos.
Gorila, por ejemplo. La diferenciación sexual se consigue añadiendo el artículo: “el gorila, la gorila”. O con la concordancia de los adjetivos: “gorila enojada”, “gorila hambriento”.
También se puede añadir la especificación “macho” o “hembra”: “La ballena macho”, “la ballena hembra”. El ballenato sólo es la cría (Y el vallenato es género musical).
Palabras como víctima, persona nos dan problemas, pues no podemos decir “el persona” ni “el víctima”. Entonces tenemos que recurrir al contexto para definir el género.
Personaje sí nos permite diferenciar con el artículo: “el personaje”, “la personaje”.
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Del tema de las dos entregas anteriores, comentó Gerardo Galarza que me faltaron las “aguas negras del imperialismo yanqui”, sin las cuales la “cuba libre” es imposible.” Salud, Gerardo.
Sé, de buena fuente, que algunos residentes, en el Círculo Cubano de Río Churubusco y División del Norte, le llamaban a la bebida “una mentira”.
Eimy Arriaga reclamó  la presencia de “las aguas del Leteo”. Quizá por la condición de los tales líquidos fue que olvidé comentarlos.
Es tema de la mitología griega. El Lete o Leteo era uno de los ríos del inframundo, cuya particularidad es que beber de sus aguas producía el olvido total.
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Regaños. Es de una publicación universitaria. No sé si el responsable es el autor de la nota, el o la entrevistada, lo que sí sé es que quien hizo la corrección no tuvo el cuidado suficiente. “Se requiere personal con capacidad exacerbada para observar…” Veamos que dice el DLE: “Exacerbar: 1. tr. Irritar, causar muy grave enfado o enojo. U. t. c. prnl./2. tr. Agravar o avivar una enfermedad, una pasión, una molestia, etc. U. t. c. prnl./3. tr. Intensificar, extremar, exagerar.”
Entonces, esa carrera requiere de personas irritantes, que agraven enfermedades o que exageren. Me parece que no. Lo que quizá necesiten son sujetos con una gran capacidad de observación. Una extraordinaria capacidad, una desarrollada habilidad para observar...…
 Y hay más formas de decirlo con corrección.
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Doña Marielena Hoyo me plantea una serie de preguntas. En próximos giros les daré respuesta.
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Al policía de contrabando que requería El Arca de Arena, lo encontraron Francisco Báez y Marielena Hoyo. Desde luego que es el oficial Matute, Carlos, para más señas. El policía siempre burlado, pero buen amigo de la pandilla del callejón, pero sobre todo, de su líder Don Gato.
Bertha Hernández aporta el verbo “matutear”.
Esta vez El Arca se pregunta ¿tiene un nombre la acción de quitar las cuerdas de las orillas de las velas? También se relaciona con los flotadores de los aparejos para la pesca.



17 12 16

 

Publicado en La Crónica de hoy 

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