sábado, 21 de enero de 2017

¿De qué están hechas las palabras?

Carlos Alberto Patiño



Si en el principio era el logos, la palabra, esa palabra tenía raíz, prefijos, sufijos. Paradójicamente, el principio tiene historia.
La disciplina que se ocupa de esa historia es la filología, en particular las etimologías. (Esa materia de la que dije que no estudian en el CCH vid. infra.)
Etimologías, dice mi libro de la prepa, el de mi maestro Alfonso Torres Lemus (Filología, segundo curso. Apuntes de etimologías) es el conocimiento del origen de las palabras. “Saber de qué vocablo o vocablos provienen y cómo han evolucionado en su sonido, escritura y significado.
“Si está compuesta de dos o más raíces, verlas en su lengua y escritura original y, al conocer su sentido, explicarse el de las palabras que las contiene.”
¿Y eso qué? ¿Sirve de algo enterarse del origen de las palabras?, preguntaban los estudiantes de antes y lo hacen los de ahora.
El mismo don Alfonso responde:
“El conocimiento del lenguaje propio es fundamento de toda instrucción y cultura…
“Las etimologías son la continuación del estudio de nuestra lengua en un plano más científico y racional, pues nos interesa saber el porqué de cada palabra: de dónde proviene, qué significado tenía, cómo ha evolucionado una palabra, por qué se llama así a cada cosa…
“Tal conocimiento tiene como consecuencia inmediata un mayor alcance de nuestro radio de acción mental, ya que mientras más palabras conoce una persona, tanto más apta está para comprender toda clase de escritos literarios, culturales o técnicos. El individuo que apenas sabe leer posee un vocabulario no mayor de mil palabras  y es por eso incapaz de entender cualquier artículo, discurso o libro medianamente elevado.
(...)
“Al alumno de primaria, las reglas de ortografía parecen ilógicas o irracionales, porque ni remotamente supone que la explicación de la   ortografía se encuentra en la etimología de la palabra (...)
“Conociendo la etimología se recuerdan más fácilmente los términos técnicos raros que jamás se escuchan en el lenguaje popular…”
Dejemos aquí la defensa de la importancia de esta materia para revisar algunas palabras.
La “filología que he citado viene del griego “filos”, amigo, amante; y “logos” palabra, lenguaje, entre algunos de sus significados.
La etimología de “etimología” es: “etimos”, verdadero; y “logos”, en este caso, concepto, idea.
Como vemos, la palabra “logos” es de variados significados. Es idea, concepto o razón, como en “lógica”, “silogismo”, analogía.
Es, asimismo, palabra, dicción, frase, lenguaje: léxico, neologismo, logaritmo…
Incluye también la acepción de todo producto del entendimiento, estudio, conocimiento, tratado: prólogo, epílogo, decálogo, arqueología, biología, psicología…
En temas de la lengua, tenemos que “vocal” viene del latín “vox”-“vocis”, voz; “consonante”  es “cum”, conjunto, unión, igualdad, y “sonus”, sonido.
Acento también es de origen latino, “ad”, a, hacia, junto a; y “cantus”, “tono”, “sonido”.
Gramática contiene “grama”, que es letra, escrito, línea. Gramo, epigrama, programa, telegrama, pentagrama, derivan de esta raíz.
Una muy conocida es “hidros”, agua. Como en hidrología, hidráulica, deshidratar, hidrografía.
Y tenemos las de las materias de primaria y secundaria: geografía (geo, tierra; grafé, descripción); biología (bios, vida); anatomía (ana, extensión, a lo largo; tomé, corte); historia (historeo, buscar)...
La palabra “teos” nos da términos como teología, ateo, apoteosis, monoteísmo, politeísmo, teología, teocracia.
Esta última se forma con el vocablo “cratos”,  o “xratos”, que significa gobierno, como en democracia, el gobierno del pueblo; plutocracia, el de los ricos, “aristocracia”, de la élite.
¿E “idiosincrasia” por qué se escribe con ese? Aquí nos viene pintiparada una de las justificaciones de Torres Lemus para las etimologías, las razones de la ortografía.
En primer lugar, la “crasia” aquí no es de gobierno. Su origen es otro. Los componentes  del término son: “ídios”, singular, personal; “sin”, conjunto, unión; y “krasis”, temperamento. Es decir el temperamento singular de un grupo, de una colectividad o de un individuo.
Seguiré la próxima semana con algunos prefijos como peri, pre, anfi...
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Regaños. Publica 24 horas. El diario sin límites: “La primer prueba para Donald”.
También Tv Notas: “El programa ‘Enamorándonos’  celebró su primer boda.
El Debate (digital): “La historia de la primer década del iPhone”
Para qué seguir. Gugleé, usted, y verá la cantidad de medios y personas que usan ese adjetivo de tan mala manera.
“Primer” es apócope de primero.
(DLE: “apócope: Supresión de algún sonido al final de un vocablo, como en primer por primero.”
Es para el masculino: “El primer coche”, “el primer día”, “el primer beso”; pero, “la primera semana”, “la primera palabra”, “la primera novia”.
“Primer” se usa cuando el adjetivo va antes del sustantivo. Si va después se usa sin apocopar.
Primero sueño, la magnificente obra de Sor Juana, lo lleva antes, pero es español del siglo XVII.
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Mi afán por ironizar y mis prejuicios me hicieron merecedor de una aclaración. No me daré un regaño, pero sí consigno las observaciones del lector Ernesto Márquez Fragoso: “(...) el párrafo comprendido entre las líneas 52 y 57 hace alusión a quienes estudiaron, como usted y yo, el programa de bachillerato de la Escuela Nacional Preparatoria, el cual nos proporcionó una otrora desconocida pero profesionalmente útil formación en etimologías. Además de esto, usted escribe que los jóvenes del CCH han carecido de estudios similares y que debido a esto ostentan ‘lagunas culturales’.
“Actualmente soy profesor de tiempo completo del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) en el plantel Sur y aunque laboro en el área de matemáticas conozco los Programas actuales (2016) y originales (1971). Revisando lo anteriormente mencionado, disiento de su opinión debido a que desde el programa original (ref.1, p.4-5), materias como Griego, Latín, Filosofía, los talleres de Redacción y los talleres de Lectura de Clásicos u otro tipo de autores, se encuentran presentes y representan la manera de aprender, leer y vivir las etimologías y todo el aporte de la cultura clásica.”
Serán otras las causas de las lagunas culturales.
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Sobre la palabra “sintiente”, nos dice Marielena Hoyo: “Según entiendo, es término traducido del inglés sentient o sentience, cuya definición hace referencia a un “ser consciente de las impresiones sensoriales”; “sensible a la percepción o sentimiento”. De ahí que haya yo peleado intensamente por definir a los animales como seres vivos, pluricelulares, CONSCIENTES… más topé con pared de concreto pretendiendo usar el español. En fin…
“María Moliner, en su Diccionario de Uso del Español no incluye el término “sintiente” y sí en cambio el de “sentiente”, definiéndolo simplemente como “que siente”.
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Pidió El Arca de Arena una palabra de origen árabe que en España significa residuo y en el norte de México equivale a morona.
Presto respondió Mangel: “El Arca de Arena pide la palabra ‘zurrapas’, recordada por mi abuelita cada vez que yo dejaba todo sucio de pan.”
Doña Marielena Hoyo propone “albaquía”, que es “residuo o resto de alguna cuenta o renta que queda sin pagar o no admite división en el prorrateo.”
El Arca busca la palabra con etimología griega que describe a una persona de ánimo exaltado, excitada por algo que le causa gran admiración. En forma literal, alguien poseído o inspirado por un dios, lleno del numen divino.


  21 01 17



Publicado en La Crónica de hoy
 

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