domingo, 1 de enero de 2017

¿Epistemofobia?, ¿friggatriscaidecafobia? Creo que me va a dar fobofobia

Carlos Alberto patiño
 
 
Hay personas a las que las fiestas de fin de año no les agradan. De hecho les causan disgusto.
Tienen un padecimiento llamado “fobia social”, trastorno que provoca ansiedad por miedo persistente a situaciones de compromiso social.
Hay también quienes tienen problemas con el aumento de peso por la ingesta inmoderada que se presenta en estas fechas. Son quienes padecen “pocrescofobia” o “lipofobia”.
Como para casi todo, hay una palabra de origen griego que define este tipo de conductas.
La palabra es fobia. Phobía en transcripción castellanizada. Es, según el DLE: “ Del gr. –φοβία– phobía ‘temor’.
1. f. Aversión exagerada a alguien o a algo.
2. f. Psiquiatr. Temor angustioso e incontrolable ante ciertos actos, ideas, objetos o situaciones, que se sabe absurdo y se aproxima a la obsesión.
Se usa como prefijo en muchos términos que describen conductas obsesivas.
Entre las más famosas están el miedo a las alturas (acrofobia), a quedar encerrado (claustrofobia) o a las multitudes (agorafobia), mal que nos consta que no afecta a Rubí ni a su familia.
La lista de temores es grande. La relación que proporciona Wikipedia se extiende en más de 40 cuartillas.
Son llamativas por su longitud y rareza “friggatriscaidecafobia”, que es el miedo al viernes 13. La raíz de la palabreja es del inglés Friday, la que a su vez viene de la diosa vikinga  Frigga. También existe la “parascevedecatriafobia”, que es el mismo mal.
La “hexakoioihexekonthexafobia” es nada más la aversión a la cifra 666, asociada al demonio.
Hay una rarísima, la “araquibutirofobia” que es el disgusto de que la crema de cacahuate se pegue en el paladar.
La “aritmofobia” es padecimiento extendido entre los estudiantes de periodismo y también entre los profesionales de las noticias. Es el rechazo a los números.
La “penterafobia” es casi un lugar común: Es la aversión a las suegras.
Donald Trump es paciente de algunas, por ejemplo de la “xenofobia”, con especial dedicación a lo que sería la “mexicanofobia”, palabra todavía no reconocida. También es “islamofóbico” el nuevo presidente de EU. Y se sospecha que cultiva la “ginefobia”, el rechazo, en su caso, menosprecio, a las mujeres.
Ésta es buena por autorreferente: “hipopotomonstrosesquipedaliofobia”. Consiste en sentirse incómodo con las palabras monstruosamente largas.
Una de las que componen el título de este Giros es una aversión que apabulla a la clase política: “epistemofobia”, el rechazo al conocimiento. Esta otra debe detectarse en los órganos legislativos, la “fronemofobia”, el miedo a pensar.
De igual manera campea entre ellos y en las redes sociales la “bibliofobia”, que es el rechazo a los libros.
Ésta es grave, pero explicable: la “medomalacufobia”, el miedo a perder una erección. Y la mera idea puede ser causante de lo que se teme.
La del ortodoxo es la “heresifobia”, temor a desafiar a la autoridad doctrinal.
La del hippie es la “ablulofobia”, el rechazo a bañarse.
Muchos niños y no pocos adultos tiene “lacanofobia”, odio a las verduras.
La aversión a entrar a una casa vacía es la “kenofobia”.
Es generalizada y comprensible la “sanguivorifobia” o “hematofagofobia”, ambas para describir el miedo a los vampiros.
La “tafiofobia” ha dado lugar a múltiples leyendas. Es el miedo a ser enterrado vivo.
Con “afenfosfobia” es imposible abordar un transporte público. Si usted padece el miedo a ser tocado, mejor haga como dicen los pelados en los camiones: tome un taxi o suscríbase al programa Ecobici.
Y si lo que lo aqueja es la “anacrofobia”, no se preocupe, todavía no corre el riesgo de emprender un viaje en el tiempo.
Una de reciente aparición es la “nomofobia” (de no-movil, en inglés), que es el temor a quedarse sin señal, a que se termine la pila o a perder el celular.
La lista es larga. Tanto que podríamos desarrollar una “fobofobia”.
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Regaños. Es un anuncio que guardé por ahí, y ahora recupero. Es de una universidad que promueve una charla académica: “La Licenciatura en Comunicación Social de la Universidad de la Comunicación te invitan a la conferencia de...”.
Así que la Licenciatura te invitan. Es una institución de educación superior y para colmo, especializada en comunicación, y no acierta a elaborar un mensaje con corrección gramatical.
La idea es simple, “La licenciatura (...) te invita” O La Licenciatura (...) y la Universidad (...) te invitan.
Una agencia fotográfica pone este pie en una de sus imágenes “Camiones iluminados recorren el centro de la ciudad, denominado “Caravana de luz” . Así que el centro de Monterrey se llama “Caravana de luz”. Eso se entiende por la anfibología que comete el redactor. Lo que se llama así es el conjunto de camiones que recorren la zona de la ciudad regiomontana.
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Agradezco los comentarios de Betty Ramírez.
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El Arca de Arena se había quedado con la duda de la palabra que sirve para describir la acción de quitar las cuerdas de las orillas de las velas. Palabra que también se relaciona con los flotadores de los aparejos para la pesca.
Marielena Hoyo me hizo llegar esta propuesta: “tiramollar”, que según el DLE es “tirar de un cabo que pasa por retorno, para aflojar lo que asegura o sujeta”; “amollar”, para cuando se suelta o afloja la escota u otro cabo para disminuir su trabajo o para ceder, desistir o aflojar el cabo de una embarcación, especialmente la escota (cabo que sirve para realizar el ajuste del ángulo de la vela respecto del viento) y, “filar”, que es soltar o aflojar progresivamente un cable o cabo que está trabajando.
La respuesta es “Desrelingar” (DLE: “1. tr. Mar. Quitar las relingas a las velas”. “Relingas: 1. f. Mar. Cada una de las cuerdas o sogas en que van colocados los plomos y corchos con que se calan y sostienen las redes en el agua.
2. f. Mar. Cabo con que se refuerzan las orillas de las velas.”)
Bien, la última búsqueda del año: Las crías de las gallinas son los pollos y las de las águilas son aguiluchos. ¿Cómo se llaman los polluelos que las cigüeñas llevan a las cigüeñas?
Feliz 2017.




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Publicado en La Crónica de hoy

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