Carlos Alberto Patiño
Serenos y
faroleros se fueron. Eran personajes importantes en las noches de las ciudades.
El grito de los primeros daba la hora y anunciaba tranquilidad: “Las diez y
sereno”. Eso si no se presentaba alguna situación que requiriera de voces de
alarma.
El personaje
tiene su monumento en la glorieta del Metro Insurgentes.
El farolero
encendía las luces nocturnas cuando no había alumbrado eléctrico. Debía
mantener provistos de aceite y mechas los faroles; llevaba una buena dotación
de trapos, pues también era su deber mantener limpios los cristales para que la
luz fuera clara y suficiente. Cuando se pasó al gas como sistema de
iluminación, prendía la flama y debía cuidar que no hubiera fugas.
En el Reglamento
formado de orden del exmo. sr. viirey conde de Revillagigedo, para el gobierno
que ha de observarse en el alumbrado de las calles de Méjico (sic), de
1790, se establece que los guarda-faroleros “llevarán consigo su nombramiento
impreso con expresión de los números de los faroles y de las calles á que deben
asistir, para hacerse conocer de las rondas y patrullas. Cada uno cuidará de
solos doce faroles: deben acudir desde el amanecer á la casa del guarda mayor
por aceite y mechas: proveer los faroles y tenerlos limpios lo más tarde para
las nueve de la mañana: encenderlos al toque de la oración en las noches
oscuras, y en las de luna á la hora que se les señale.”
No sólo eso,
también cumplían funciones de policía. Debían “estar vigilantes toda la noche
desde el momento que se encienden los faroles, y en las que no se encendieren
desde el toque de la retreta: pasar la palabra de unos á otros desde las once
de la noche, diciendo la hora que es, y el tiempo que hace de cuarto en cuarto
de hora, no valiéndose del pito, sino para reunirse cuando necesiten de
auxilio; aprender los malhechores ó ladrones que encontrasen, depositándolos en
la guardia, cuartel ó cárcel más inmediata.”
Había penas
para los servidores que fallaran en sus obligaciones. El virrey Revillagigedo
dispuso que “se despedirá inmediatamente al que faltare de su distrito, ó se
encontrare borracho de noche, sufriendo además en este caso ocho días de cepo
en el que se halla al público delante de la puerta de la cárcel. Al que
disimulare ó encubriere robo ú otra maldad, se le castigará según el rigor de
las leyes. Al que tuviere alguno ó algunos de sus faroles apagados ó sucios,
por la primera vez se le reprenderá, despidiéndolo á la segunda.”
A cambio, “a
los cocheros que atropellasen á los guarda-faroleros se darán doscientos
azotes, y además pagarán los daños, pero si se ocultase el delincuente y no
pareciere á las veinte y cuatro horas, los satisfará su amo.”
Otro oficio
que se ha ido es el de boticario. La botica, su habitáculo, desapareció
desplazada por los laboratorios y cadenas farmacéuticas. Ahora hay
dependientes, algunos eficientes y amables, otros gruñones, que nos venden —que
no administran—, los remedios prefabricados.
Afiladores
todavía hay. Pocos, pero todavía se escucha el peculiar sonido de su silbato
con forma de flauta de Pan. La cuchillería japonesa pronto terminará de
extinguirlos.
El buhonero
es el vendedor ambulante, pero de veras ambulante; el que recorre las calles
ofreciendo su mercancía, no el vendedor informal que se apropia del espacio
urbano. De esta estirpe son los merolicos, cuyo nombre deriva del doctor Rafael
de Meraulyock. En el blog México de mis recuerdos, de @Don_Susanito, hay
una buena historia sobre el personaje: “Merolyco y el secreto de la longevidad”
(http://donsusanito.blogspot.mx/2013/09/merolyco-y-el-secreto-de-la-longevidad.html).
Un
ropavejero (el Señor Tlacuache) compra ropa, trapos y utensilios usados. El
chamarilero es un personaje cercano, como el de los “refrigeradores, colchones
y fierro viejo que veeeendan…”
Los
aguadores parecían especie en extinción, pero la mercadotecnia los tiene
vivitos y coleando. Ya no usan carretones provistos de cubas para llevar el
agua a las colonias con problemas de abasto ni cargan barriles en burros para
transportarla. Su medio ahora son los triciclos llenos de garrafones. También
están los piperos, que se aprovechan de la escasez para hacer valer con todas
las implicaciones la expresión “vital líquido” y sacar dinero a los necesitados
.
Los copistas
se fueron con la aparición de la imprenta. Los formadores paste up,
aquellos que preparaban los originales de impresión montando tipografía con
cera o pegamento, quedaron desplazados con el avance de las computadoras.
Ignoro si
todavía hay plañideras dispuestas a pasar una buena noche de llanto en algún
velorio.
.-.-.-.
Regaños. La vaquita marina es una especie en
grave peligro de extinción. Años hace que se dieron las primeras voces de
alarma y no se ha logrado revertir el proceso. Hasta Leonardo DiCaprio viene a
pedirnos cuentas.
Con tantas
tribulaciones, algunos pierden la precisión, como lo hizo el World Wildlife
Fund (WWF) en cuyo portal aparece la nota “Se esfuma la vaquita” ¿Se esfuma?
Puesto así parece que es misteriosa la causa de la extinción y no lo es.
Sabemos que es un problema de depredación de criminales que, en busca de un
supuesto afrodisiaco, el buche de la totoaba, no dudan en eliminar a las
vaquitas que atrapan con los peces.
Se esfuman
los conejos a manos de los magos; se esfuman los dineros a manos de algunos
gobernadores, pero la vaquita no se esfuma, se extingue por causas bien
conocidas.
Otrosí, el
diario español El País publica “La vaquita marina lucha por sobrevivir
en aguas mexicanas”.
La pobre vaquita
no lucha como especie ni lo hace ningún individuo. Simplemente, carece de
conciencia del hecho. Tal vez perciba que hay pocos congéneres, pero
definitivamente no lucha.
Los que
deben luchar son los responsables del exterminio: los humanos, y lo debemos
hacer con premura y energía.
.-.-.-.-.-.
Radix. Pali, palin significa repetición,
hacer algo otra vez, de nuevo. Este prefijo de origen griego lo tenemos en
“palíndromo”, palabra o frase que se lee igual de adelante para atrás o de
atrás para delante como “Anita lava la tina”, “luz azul” o “dábale arroz a la
zorra el abad”.
“Palimpsesto”
era la tablilla de cera que se borraba para volver a escribir. El nombre pasó a
los papiros y pergaminos a los que se raspaba el texto para volver a
utilizarlos. Obras importantes de los clásicos griegos y latinos se rescataron
de vitelas utilizadas para escribir obras de autores cristianos.
Afortunadamente, con las nuevas tecnologías se pueden tener las dos obras.
La
“palifrasia” es la repetición patológica de una palabra o frase. También se
conoce como “palilalia”.
“Palingenesia”
es renacimiento, la recuperación de la vida después de la muerte. Es la
transmigración de las almas en algunas religiones o la resurrección de Jesús
para los cristianos. Para los griegos estaba representada por el Ave Fénix.
“Palinodia”
es volver a cantar o recitar. Es un acto de retractación pública. El poeta
Estesícoro fue el autor de la primera palinodia. Resulta que el hombre culpó en
un poema a Helena de la guerra de Troya y fue castigado con la ceguera. Se
desdijo en otro poema, la palinodia, y recobró la vista.
.-.-.-.-.-
Fácil fue
responder a El Arca de Arena. Lo hicieron Luz Rodríguez, Francisco Báez
y Mangel. El “agujero” es quien vende agujas, objetos que tienen un agujero en
uno de sus extremos.
De El
Arca sale una palabra que representa una cifra. Igual que en el primer
ejemplo de Radix, se puede leer en los dos sentidos. El año del “comes y
te vas” tiene esa característica. También el de la desaparición de la Unión
Soviética. En el dominó se dice del triunfo que se obtiene con una ficha que
embona en cualquiera de los extremos de la fila de fichas jugadas.
10
06 17
Publicado
en La Crónica de hoy
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