martes, 23 de enero de 2018

Manzanas de amor, de oro… de tierra

Carlos Alberto Patiño




En Europa le vieron cara de manzana. Aquí, nadie confundiría un jitomate con una manzana.
Pero en su migración al viejo continente, el vegetal, de inconfundible nombre náhuatl (xictomatl, fruto con ombligo y, en otras versiones, fruto de agua gorda con ombligo o bola de agua con ombligo), pasó a agruparse junto a la fruta del bien y del mal.
Algunos historiadores dicen que llegó indocumentado y menospreciado a Europa. Autor hay que se inventa una historia de cómo fue recibido y reconocido en Cádiz, pero no hay fuentes que prueben ese tránsito.
Sí, es muy probable que el jitomate haya llegado por esa vía, pues los españoles transportaron en sus naves toda clase de productos de las llamadas Indias.
Se sabe de la presencia de tomates o jitomates en jardines botánicos europeos y su imagen figura en catálogos naturalistas. Era una curiosidad poco considerada como alimento.
La idea de manzana se la debemos al botánico italiano Pietro Andrea Mattioli, quien en 1544 lo confunde con la berenjena para después llamarla “pomi d’oro”, de donde el nombre italiano “pomodoro”. Lo dorado venía de que los primeros jitomates llegados a Europa eran amarillos.
Juega el naturalista, además, con los frutos del Jardín de las Hespérides, y sobre todo con la famosa manzana dorada, la de la discordia, que Paris le dio a Afrodita (Venus) para reconocerla como la diosa más bella, con el consecuente enojo de Hera (Juno) y Atenea (Minerva), y causa indirecta de la Guerra de Troya.
Lo manzanoso viene también de la etimología. Poma, en español, además de manzana, es “fruto”. Deriva del latín pomum que originalmente significaba “fruta”.
Como manzana quedó el jitomate en francés (pomme d’or o pomme d’amour), aunque también se usa “tomate”. Con la misma raíz pasó al polaco (pomidor) y al ruso (también pomidor, pero en cirílico).
Una forma que aparece en registros antiguos del español, se refiere a nuestro jitomate como “pomate” que tiene algo de palabra baúl, pues suma la forma latina con la náhuatl.
La forma “pomme d’amour” (fruta o manzana de amor) se sigue usando en el sur de Francia y en Alemania como “Liebesapfel”.
“Tomate” empieza a extenderse en francés cuando se incluye como tal en la Enciclopedia, en 1765.
Una de las primeras referencias escritas al fruto la da Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España.
No deja de tener su dosis de humor negro ese encuentro con la gastronomía prehispánica. Dice el conquistador en el capítulo LXXXIII: “Que pues como en pago de que veníamos a tenerlos por hermanos y decilles lo que Dios Nuestro Señor y el Rey manda, nos querían matar e comer nuestras carnes, que ya tenían aparejadas las ollas, con sal e ají e tomates”.
De Bernardino de Sahagún (1499-1590) tenemos constancia del uso del tomate en la cocina de los indios. En su Historia general de las cosas de Nueva España describe los mercados indígenas y la costumbre de las vendedoras de platos preparados: “Venden unos guisados hechos de pimientos y tomates, suelen poner en ellos pimiento, pepitas de calabaza, tomates, pimientos verdes y tomates gordos y otras cosas que hacen los guisados sabrosos.”
La idea de fruto redondo también se aplica a la papa. En francés es “pomme de terre”, la manzana de tierra.
La patata pasó su época de rechazo, pues los europeos comían el fruto de la planta, con lo que conseguían un fuerte dolor de estómago y, en casos extremos, la muerte. Cuando se dieron cuenta de que lo comestible era la raíz, el cultivo de este tubérculo se extendió y se convirtió en parte fundamental de muchas cocinas.
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¿Cátsup o kétchup? A la salsa de tomate aquí le decimos “cátsup”, pero el monárquico diccionario sólo reconoce la forma anglosajona “kétchup”.
Y en realidad, ni tenía que ver con los jitomates ni es palabra de origen inglés. Es chino y se aplicaba a una salsa de pescado. Explica Miki Otero en las páginas de El País (18-09 14): “Su nombre no es la gris conclusión de un comité de marketing, sino que revela los majestuosos orígenes de la salsa: ke significa pescado conservado en Hokkien, lengua de algunas zonas de Taiwán; y -tchup, salsa en algunos dialectos chinos. Esto es porque la salsa proviene en realidad de una tradición antigua en algunas regiones de China, donde se guardaba el pescado en arroz cocinado y salado cubierto con hojas de bambú para su fermentación. En el siglo XVII los marineros ingleses y holandeses trajeron desde allí varios barriles de esa especie de salsa de pescado; los ingleses sustituyeron el pescado por tomate y, luego, los estadounidenses le añadieron azúcar.”
Para el Diccionario panhispánico de dudas es: “Salsa de tomate condimentada con vinagre y especias’. Es voz de origen chino, que el español ha tomado del inglés, lengua en la que se escribe de tres formas: ketchup —la más cercana a la etimología y única usada en el inglés británico—, catchup y catsup —más comunes en el inglés americano—. En español se documentan las tres formas, que deben escribirse con tilde por ser palabras llanas acabadas en consonante distinta de -n o -s (...): kétchup, cátchup y cátsup.” Pero el DLE sólo reconoce una: “kétchup. Del ingl. ketchup, y este del chino kôechiap ‘salsa de pescado en escabeche’. 1. m. Salsa de tomate condimentada con vinagre, azúcar y especias.”
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Agradezco al lector Roberto Escudero sus comentarios desde Chicago.
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Aunque Mangel reclama cuando no hay Regaños, ésta vez me da más lástima que ganas de señalar fallas. Navegando por las redes sociales me topé con este mensaje. “Que bonita moda y que cinturita hiprecionante”. Me subió la “precion”, seguro. Pero hay más: “LLerba buena…” “te vaz a recuperar”,
Y para rematar a la lógica: “Tripulación del avión no tripulado”.
El océano de las redes es extenso y profundo, pero ni siquiera hay que esforzarse para pescar perlas de tan notorio oriente.
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El Arca de Arena requirió un arcaísmo hispano, parónimo del plural del producto de las gallinas y de la palabra afín que designa de manera popular a los testículos. Se refiere a una tarea o acción que se hace por obligación. En realidad, aunque el Diccionario de la lengua española dice que está en desuso, un par de compañeros provenientes de la Península, uno andaluz y otro catalán, me explican que es de lo más común. La palabra es “uebos”. El DLE define “Necesidad, cosa necesaria. Uebos me es. Uebos nos es. Uebos de lidiar.” Expresión frecuente es “manda uebos”. Fundéu proporciona la siguiente información: “La palabra uebos, también escrita huebos, es en efecto un arcaísmo del que no queda vestigio alguno en la actualidad y que significa ‘necesidad, cosa necesaria’, más específicamente para cosas de las que se carece. Se utilizaba en giros como ser uebos (‘ser necesario’), para huebos del dicho monasterio (‘para las cosas necesarias del monasterio dicho’), uebos me es (‘me es necesario’) o el que menciona de la lidia. De ahí se interpreta que manda uebos es algo así como ‘la necesidad obliga’”. Su origen es el latín “mandat opus” que significa que manda la necesidad o la necesidad obliga.
Francisco Báez no se fue por las ramas y dijo “A huevo”, expresión que, por casualidad, da la misma idea.
Miren lo que dice la Fundéu: “La homofonía con huevos es mera coincidencia, pero se aprovecha para intentar hacer más respetables las expresiones malsonantes. Incluso si la justificación que da fuera cierta (tampoco nosotros hemos encontrado registro histórico alguno que la avale), en la actualidad claramente se refiere a los genitales masculinos, con variantes como manda cojones y manda narices (así como tiene huevos, tiene cojones y tiene narices)” Sólo falta añadir “por mis huevos”. Manda uebos, ¿o no?
Marielena Hoyo dio la respuesta y algunas explicaciones como las que ya se incluyen.
Va fácil la petición de El Arca (De cualquier manera, cuando es difícil me reclaman y si es fácil, también). Es anagrama de una palabra que significa rojo o enrojecimiento producido por la vergüenza. La voz que se busca, equivale en México a “cada uno de los ámbitos o de las tareas consideradas en un presupuesto de trabajo” o “Asiento o partida de dinero dedicada a cierta finalidad en un presupuesto”

Publicado en  La Crónica de hoy

20 01 18  
 

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