sábado, 5 de noviembre de 2016

Las jergas, ¿a cuánto el metro, marchante?

Carlos Alberto Patiño

La forma en la que un grupo social emplea el lenguaje se llama “jerga”. Es homónimo de lo que el DLE conoce como “bayeta” y es el trapo para limpiar el piso.
En la jerga de los lingüistas es el habla de un subgrupo de una lengua.
Los hablantes de una jerga pueden usarla para no ser entendidos por personas ajenas, como el caló de los delincuentes o el lunfardo de los argentinos.
Pero también se refiere a las palabras y su manejo por distintos gremios.
Es diferente al dialecto, que es la forma del habla de un grupo o nación. Por ejemplo, en español tenemos los dialectos ibérico, mexicano, argentino, peruano, colombiano… Los hay más locales, como el dialecto sinaloense, veracruzano, oaxaqueño. Todos sin dejar de ser el mismo idioma.
Ojo, un dialecto no es un idioma menor, como muchos usan —no sin tintes racistas e ignorancia— para referirse a las lenguas autóctonas.
El náhuatl, el maya, el purépecha, el zapoteco... todas las 68 lenguas que se hablan en México, son eso, lenguas, no dialectos.
Los periodistas tenemos nuestra jerga. Se oye en las redacciones “Para la ‘cabeza’, toma la ‘entrada’ y luego en los ‘sumarios’ pones el dato tal…”
La “cabeza” es el titular, el título de la noticia. La “entrada” es el primer párrafo, donde debe estar la información más importante (Debe, ¿verdad, mis reporteros?).
El sumario es la línea o párrafo que refuerza la información de titular y sirve para destacar algún dato.
En las páginas de los diarios hay “cachucha”, “orejas”, “ventanas”, “cintillos”, “columnas”, “medianiles”. Usamos “cuadratines” o “picas” y redactamos “pies” de grabado o de foto.
En las juntas editoriales definimos cuál es la “princesa”, que es “la de ocho” o nota principal del periódico. Fíjense, “las ocho” a la que hace referencia la expresión son las columnas que tenían los diarios de antes, los de gran formato. Pero ya ninguno divide sus páginas en tantas columnas y, aun así, seguimos llamándola “la de ocho”.
A los reporteros se les pide que no “vuelen” las notas. Lo que significa que no deben exagerarla o inventarla.
Un personaje infaltable en las redacciones era el “hueso”, auxiliar y aprendiz. Los tipógrafos decían que no tenían hueso qué roer cuando no tenían cuartillas para convertirlas en lingotes de plomo. Cuando en la “mesa” había textos, se gritaba “hueso” y el auxiliar debía llevar las notas enrolladas a manera de húmero a los tipógrafos. Con los años y los avances tecnológicos dejó de usarse el término. En un momento de la transición, llegó a bromearse diciéndoles “licenciado hueso”, pues los periodistas empezaban a ser universitarios.
Cada profesión, cada oficio, tienen sus jergas o argots.
En el comercio un “marchante” puede ser el cliente o el vendedor, según el hablante. “Amarchantarse” es aclientarse. Existía la sana costumbre de dar “pilón” en las compras y todavía en algunas partes se “regatea”. Ni en el súper ni en las llamadas “tiendas de conveniencia” (¿la conveniencia de quién?) se puede ejercer esta práctica. Lo que es un hecho probado es que para los marchantes todo el mundo es “güero”.
Con los médicos el habla es compleja. Para los legos es un lenguaje arcano.
Un término curioso de la medicina es “idiopático”. Es tan peculiar que los mismos galenos hacen chistes con la palabra. “El origen de sus mareos es idiopático”, lo que se traduce como “no tengo maldita idea de la causa de su malestar”.
A la gente le duele la cabeza, para ellos es una “cefalea”. O tiene la presión alta y sufre una “crisis hipertensiva”.
Hay razones para que los médicos usen ese lenguaje. Hay necesidades de precisión, de diagnóstico, de origen, que requieren de esos términos.
Una palabra, el “postprandial” se refiere al periodo que sigue a la “ingesta” (comida). Si alguien dice: “tengo narcolepsia postprandial temporal”, entiéndase “tengo el mal del puerco”.
Algo “iatrogénico” no es nada bueno. Es un mal que causa el médico, pero se oye peor decir “la regué”.
De la mano viene “nosocomial”: “El paciente adquirió una infección nosocomial” que es “el paciente se contagió en el hospital”.
Se quedan en El Tintero las jergas de otros gremios. Ya me ocuparé en próxima entrega.
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Regaños. “Quelonios y reptiles pretendían ser enviados…”, decía un comunicado de la dependencia encargada de proteger a las especies. Es una lástima que no quiera también proteger el lenguaje.
Si hemos de atribuirles alguna voluntad a los animales, es seguro que si pretendían algo, sería escapar. Fueron incautados a unos traficantes, ellos sí con la intención de enviar a los animalillos a un destino donde serían vendidos. El sujeto que pretende son los malhechores, no los quelonios y reptiles (Susurro en medio del regaño: los quelonios también son reptiles. Entonces, “quelonios y otros reptiles...”)
Y en la Asamblea Constituyente: “Las propuestas ciudadanas que buscan ser incluidas…”. No me quiero imaginar cómo va a quedar esa Constitución. Si los reptiles pueden tener algún tipo de volición, seguro que las propuestas, por más ciudadanas que sean, no la tienen. Las intenciones son de los ciudadanos que hacen las propuestas. Son ellos quienes buscan que sus deseos de incluyan en el documento.
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“Inerrante” es la palabra que carece de error, pero también es un objeto fijo, sin movimiento, al contrario de los planetas. Mis asiduos me fallaron.
La definición del DLE: “1. adj. Que posee inerrancia.
2. adj. p. us. Dicho especialmente de un astro: Fijo y sin movimiento.
“Inerrancia”: “1. f. Cualidad de estar exento de error.” Ésta es la palabra que se usa, por ejemplo, en teología para describir a la Biblia. Si las Sagradas Escrituras son inspiradas por Dios, no deben contener errores. El Papa tiene inerrancia cuando habla ex cathedra, es decir, cuando promulga un dogma. Ambos casos son dogmas de la Iglesia y no admiten discusión por parte de los creyentes.
El uso de “inerrante” en la astronomía, lógicamente proviene de la antigüedad. Entonces se llamó errantes a los planetas que no parecían fijos como los otros astros. Hizo falta mucho tiempo, conocimientos e inteligencia para entender que en el Universo todo está en movimiento”
El Arca de Arena tiene ahora una duda. En términos de la jerga médica, ¿cómo se llama el desprendimiento de la uña?

05 11 16
 
Publicado en La Crónica de hoy

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