sábado, 18 de marzo de 2017

Regaño maoista



Carlos Alberto Patiño

Ocupado como estaba, primero haciendo la revolución y luego construyendo y consolidando la República Popular China, Mao Tse-tung se dio tiempo de elaborar un pequeño ensayo —en realidad un discurso— sobre el estilo.
Sí, escribí Mao Tse-tung, no con esa grafía que corresponde a la pronunciación del chino en inglés (ese “Mao Zedong” que acompaña al “Beiging” con el que nos disfrazan a la legendaria ciudad que conocemos como Pekín.
Puede el lector interesado revisar los artículos de Luis González de Alba dedicados al origen de estos usos lingüísticos. Éste, por ejemplo: China es Zhonghua. (https://temibledani1lga.blogspot.com/2008/09/milenio20080224sd.html).
Además, la forma de escribir el nombre de El Gran Timonel, la tomo del discurso del propio Mao publicado en las “Ediciones en lengua extranjera” de la Editorial del Pueblo, de Pekín (sic) 1966.
Mao pronunció el discurso en cuestión el 18 de febrero de 1942 en Yenán, durante una reunión de cuadros del Partido Comunista de China.
El texto lleva el título Contra el estilo de cliché en el Partido.
El regaño que da Mao a sus camaradas y las recomendaciones que les hace pueden resultar útiles para algunos comunicadores de hoy en día, si saben extraer la esencia del discurso y no reparan en los vericuetos ideológicos.
El estilo de cliché al que se refiere el dirigente es una forma de escribir confusa y dogmáticamente. Algo cercano a la tercera definición que da el Diccionario de la lengua española a la palabra “cliché”: “Lugar común, idea o expresión demasiado repetida o formularia.”
Sostiene Mao que “No es muy grave si uno escribe en estilo de cliché del Partido sólo para sí mismo. Pero si da a leer lo escrito a otra persona, se duplica el número de lectores, y eso ya causa un daño mayor. Y si fija en la pared su escrito, si lo reproduce en mimeógrafo, lo publica en los periódicos o lo imprime en forma de libro, el problema es verdaderamente serio, porque su influencia puede alcanzar a mucha gente.” (Piense el lector en los medios electrónicos y en las redes sociales de ahora. Imagine el efecto).
Mao, ya con la manía de fincar cargos, los hace al estilo de cliché.
El primero es que “llena de palabras vacías un número interminable de páginas. Algunos camaradas gustan de escribir artículos largos pero sin sustancia, (...) ¿Por qué persisten en escribir artículos tan largos y por añadidura tan hueros? No hay más que una explicación: están decididos a impedir que las masas los lean.”
Recomienda el dirigente “estudiar la manera de escribir artículos breves y sustanciosos.”
Otro problema que señala el camarada es “tener en cuenta, a quién se dirigen, quién va a leer sus artículos y manuscritos o a escuchar sus discursos y charlas; si actúan de otro modo, es como si hubieran decidido impedir que la gente los leyera o los escuchara. Con frecuencia, muchos se imaginan que lo que han escrito y dicho es fácil de comprender; sin embargo, la realidad es completamente distinta.”
Más adelante critica el estilo insípido. “¿No es cierto que un artículo o un discurso que se limita a repetir unos cuantos términos en tono escolar y sin rastro de viveza ni vigor, tiene un lenguaje insípido y un aspecto repelente…?” Y explica: “Sus artículos tienen pocos lectores y sus discursos pocos oyentes. ¿Por qué debemos aprender el idioma, y más aún, estudiarlo con gran empeño? Porque el idioma no se domina fácilmente; para dominarlo hay que hacer un esfuerzo tenaz.”
Para Mao no está mal incorporar nuevas palabras provenientes del extranjero, pero pide no olvidar las raíces de la lengua. “Debemos seguir asimilando muchas cosas nuevas del extranjero, no sólo las ideas progresistas sino también expresiones nuevas. (...), también hemos de aprender lo que haya de vivo en el idioma de nuestros antepasados. Como no nos hemos esforzado lo suficiente en el estudio del idioma, no hemos podido utilizar en forma plena y adecuada lo mucho que hay de vivo en el lenguaje antiguo. Desde luego, nos oponemos firmemente al uso de las expresiones y alusiones muertas; en esto no cabe duda alguna, pero debemos heredar lo que es bueno y sigue siendo útil.”
Lo que sigue lo dijo sobre sus cuadros propagandistas, pero puede valer para los comunicadores: “Es que (el estilo de cliché) no tiene sentido de responsabilidad y dondequiera que aparece perjudica a la gente. Todas las faltas denunciadas más arriba se deben en parte a la inmadurez y en parte al insuficiente sentido de responsabilidad. Tomemos, por ejemplo, el lavado de la cara. Todos nos lavamos diariamente la cara, y muchos, más de una vez al día, y después de lavarnos, nos miramos al espejo (...), temiendo que algo no esté bien. Fíjense, ¡qué sentido de responsabilidad! Si nuestros artículos y discursos se hicieran de esta manera, serían más o menos aceptables. No se debe mostrar lo que no es presentable. Hay que entender que lo presentado influirá en el pensamiento y en la acción de otros (...) cuando se trata de escribir artículos o pronunciar discursos, que están destinados especialmente a influir sobre otras personas. Sin embargo, nuestros camaradas toman esta tarea a la ligera, lo que significa poner lo secundario por encima de lo importante. Mucha gente escribe artículos o pronuncia discursos sin previo estudio ni preparación y después de escribir un artículo, no se molesta en revisarlo varias veces, como se miraría al espejo después de lavarse la cara, sino que lo envía despreocupadamente para su publicación.”
Ya en el tramo final de su discurso, Mao Tse-tung cita al escritor Lu Sin, precursor del movimiento revolucionario y modernizador de la literatura china en las primeras décadas del siglo XX.
“¿Qué dijo Lu Sin? Formuló en total ocho reglas para escribir, algunas de las cuales voy a citar aquí.
“Regla 1: ‘Presta atención a todo tipo de cosas; observa más, y no escribas tan pronto como hayas visto sólo un poco...’
“Regla 2: ‘No te fuerces a escribir cuando no tengas nada que decir... Es irresponsable tornar la pluma y ‘forzarse a escribir’ sin investigación ni estudio previos’ (...)
“Regla 4: ‘Lee tu escrito por lo menos dos veces después de haberlo terminado, y procura en lo posible suprimir sin ninguna piedad las palabras, frases y párrafos superfluos. Es preferible condensar en un relato el material para una novela a estirar el material de un relato para escribir una novela’ (...)
“Lu Sin nos recomendó leer lo escrito ‘por lo menos dos veces’, pero ¿cuántas veces como máximo? Eso no lo dijo; en mi opinión, si se trata de un artículo importante, es conveniente leerlo más de diez veces, revisándolo a conciencia antes de que se publique. Los artículos reflejan la realidad objetiva, pero, como la realidad es intrincada y compleja, debemos estudiarla una y otra vez antes de que podamos reflejarla con propiedad; actuar con negligencia a este respecto es ignorar las nociones más elementales del arte de escribir (...)
“Regla 6: ‘No inventes calificativos u otras cosas parecidas que nadie entiende excepto tú mismo.’”
De algo servirá tomar en cuenta estas recomendaciones. Ya saben lo que se dice, el que no ama a Mao...
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Regaños. Lo tomo del portal SDP, pero lo publicaron muchos medios: “Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) validaron que los policías adscritos a la corporación del Estado de México puedan recurrir a la fuerza, cuando en manifestaciones o aglomeraciones de personas, se detecte una ‘agresión real’ en su contra.”
“Agresión real”, vaya, porque las agresiones imaginarias no cuentan, claro. Y si la agresión es irreal o imaginaria, ¿se puede responder con fuerza imaginaria?
La ley debe ser precisa, pero ¿hacía falta que los ministros incurrireran en la tautología?
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Radix. Quir-queiros” es mano en griego. Está en palabras como cirugía (lo que se hace con la mano), la “especialidad médica que tiene por objeto curar mediante incisiones que permiten operar directamente la parte afectada del cuerpo” (DLE); “cirujano”, el que realiza esta práctica; “quirófano”, el lugar donde se practican las cirugías. “Quiromancia”, como ya vimos, es la adivinación por la lectura de las líneas de la mano y “quirografario” es un documento escrito a mano. Un quiróptero es el bicho en el que las manos se unen a las alas, como los murciélagos.
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Preguntó El Arca el nombre de la espuma que se forma en la cerveza, “esa crema indispensable en un buen tarro y que la mayoría de bebedores nacionales prefiere que no se forme con la consecuente pérdida de cualidades de la bebida.”.
La respuesta, “giste”, la dieron Francisco Báez, Hugo Martínez, Marielena Hoyo y Eduardo Morales.
Ahora saca El Arca una palabra que encontró en varios relatos de Juan José Arreola. Es una concavidad tenebrosa. Una oquedad en la tierra, en las montañas, en las rocas. Comparte raíz con la denominación de quienes investigan y recorren las cavernas.


11 03 17

Publicado en La Crónica de hoy
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