sábado, 25 de marzo de 2017

Usos diversos de la lengua

Carlos Alberto Patiño
De la lengua suele tratar este espacio de La Crónica. Asuntos de la lengua y las palabras ocupan los sábados la página Cuatro de opinión. Hoy será la palabra “lengua” la que tome el lugar.
“Lengua” es, según del Diccionario de la lengua española, “Órgano muscular situado en la cavidad de la boca de los vertebrados y que sirve para gustación, para deglutir y para modular los sonidos que les son propios.”
Pero también es el “sistema de comunicación verbal y casi siempre escrito, propio de una comunidad humana.”
Siempre según el DLE, tiene el significado de “Sistema lingüístico cuyos hablantes reconocen modelos de buena expresión.”
En términos de la lingüística es la contraparte del “habla”.
Representa también un vocabulario y un conjunto de usos de época o de un grupo o un estilo, como en “la lengua de Góngora”, la “lengua borícua”.
Ya en desuso está la referencia al intérprete o traductor: “La Malinche era la ‘lengua’ de Hernán Cortés.”
Si la lengua se pone azul, es mal síntoma, pues se trata de una enfermedad “del ganado ovino, que a veces ataca también al bovino, producida por un virus específico y caracterizada por cianosis de la lengua, ulceraciones en la boca y cojera.”
El diminutivo “lengüeta” tiene muchas aplicaciones. Es el fiel de la balanza romana, la parte de un instrumento de encuadernación y la tira de piel del zapato que está debajo de las agujetas. La laminilla vibrante de la boquilla en instrumentos de viento recibe esta denominación.
De la “viperina”, hablamos hace unas semanas. Sólo agregaré que también se le conoce como “serpentina”.
Hay plantas que reciben el nombre de lenguas “de buey”, “cervina” y “de ciervo”.
“La lengua de fuego” es cada una de las flamas de una hoguera o incendio.
Es, asimismo, la forma en que el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles el Día de Pentecostés y con ello les confirió el “don de lenguas” que les permitiría predicar a los pueblos.
Recordemos que el origen bíblico de la multiplicidad de las lenguas es la ambición humana por alcanzar el Cielo con la construcción de la Torre de Babel.
Tener la “lengua de trapo” o “de estropajo” es tener dificultad para hablar, ya sea por disfunción, enfermedad o excesivo consumo de bebidas espirituosas.
La “lengua de Oc” es la que se hablaba en El Languedoc, lugar de Francia que significa, precisamente, lugar donde se habla la lengua de Oc (La Occitania, ahí se decía “oc” en vez de “oui”. Es la región donde se desarrolló la herejía albigense o cátara).
“Lengua de tierra” es la porción de suelo que se adentra en el mar, en un río o un lago. En contraste, la “lengua de agua” es la que “lame” el borde de la tierra.
La “lengua muerta” es la que se dejó de hablar, como el sánscrito y el arameo. La “viva”, desde luego, es la que está en uso.
Una persona de “mala lengua” lo es como si fuera de “mala leche”, maledicente, murmuradora.
La “lengua materna” es la primera que una persona aprende, aunque se la enseñe su padre.
La “lengua larga” es la de un parlanchín que también puede ser un “deslenguado”.
Y “lenguado” es un pez, también conocido como rodaballo (¡Ah, la magnífica novela de Günter Grass!).
Si le “comen a uno la lengua los ratones”, enmudece, sobre todo cuando se impone la timidez.
No es bueno andar “de lengua en lengua” y menos llevarla de fuera, señal de cansancio extremo o de arrobamiento por causa de un objeto de deseo.
La “lengua de plata” es la del orador mercenario.
Sacar o mostrar la lengua es burla infantil.
De Alberto Ruy Sánchez hay un libro que no se debe dejar pasar: Los demonios de la lengua (Alfaguara, 2007).
Ya se ve y como les constará a algunos, son variados los usos de la lengua... de la palabra “lengua”.
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Regaños. Llegó la primavera y con ella un error que cada año comparten medios impresos, electrónicos y portales de internet. Reporteros inspirados, locutores extasiados, comentaristas emocionados por el comienzo de la estación escriben o dicen: “Entró el equinoccio”, “empezó el equinoccio” como si este término astronómico fuera sinónimo del periodo anual.
El equinoccio ni entra ni empieza, ocurre. Es el momento en el que el día y la noche tienen la misma duración, por lo tanto no es algo que dure, sino que se da.
Hay el de primavera, que se presentó el 20 de marzo a las 4:29 y marca el inicio de la estación, que sí “entra” o “empieza”; el equinoccio de otoño ocurrirá en septiembre.
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Radix. “Glosa” es el griego para lengua, tanto el órgano como el lenguaje. Esta palabra da el latín “glossa” que es palabra oscura, que debe ser explicada. Eso hace un “glosario”, donde se agrupan explicaciones. “Glosas”, como las Emilianenses que ya vimos, son anotaciones al margen que ayudan a entender un texto.
“Desglosar” es separar para explicar o quitar lo que sobra.
Esta raíz la vemos en “políglota”, el que habla muchas lenguas; “glositis”, la inflamación de la lengua; “epiglotis”, cartílago cuya función es deglutir.
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El Arca de Arena pidió el término que designa a una concavidad tenebrosa. Una oquedad en la tierra, en las montañas, en las rocas. Comparte raíz con la denominación de quienes investigan y recorren las cavernas y que aparece en varios relatos de Juan José Arreola.
La confesa discípula del escritor no podía fallar. Marielena Hoyo escribió: “Tengo la respuesta para la pregunta que el sábado hizo El Arca a sus seguidores. Se trata del término “espelunca”, mismo que aparece en el relato corto de J. J. Arreola llamado precisamente LA CAVERNA. (N: del R. La historia se incluye en el libro Prosodia).
“Este es el fragmento donde aparece la referencia:
‘Algunos investigadores piensan que la caverna no entraña un misterio cruento. Dicen que se trata de un antiguo cementerio, tal vez etrusco, tal vez ligur. Pero nadie puede permanecer en la espelunca por más de cinco minutos, a riesgo de perder totalmente la cabeza.’
“Por cierto, el día en que inicié mi labor como Directora del Zoológico de Chapultepec (13-01-83), al hacer mi primer recorrido escuchaba gritar a las guacamayas, pero no daba con ellas y nadie me decía dónde estaban exactamente. Cuando por fin las encontré, justo mi expresión sobre el lugar fue que se trataba de una espelunca, dadas las terribles condiciones del dizque albergue para tales criaturas, que como visitante siempre vi emperchadas a la entrada del zoo.”
Añadiré a lo que dice la colega que la palabra está también en El Bestiario (otra obra de Arreola): “El oso de la espelunca es el más abundante de los fósiles, y su distribución acompaña a todas las migraciones humanas de la prehistoria.”
Otro autor, José Juan Tablada, en su poema ¡Yecán... Yecán...!, ése que empieza diciendo: “Ruedan las brujas bolas de lumbre./ Primero al ras del horizonte. Y luego en la cumbre...”… tiene los versos: “Ladran a un falaz brillo/Los coyotes de la espelunca”
Esta semana pregunta El Arca ¿cómo se llama el olor a tierra mojada?


25 03 17



Publicado en La Crónica de hoy

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