martes, 23 de mayo de 2017

De botellas y vasos


Carlos Alberto Patiño

El título original de esta entrega era “Los vasos y las botellas”, pero me sonó tanto a grupo musical de los 60-70, que mejor lo dejé. (I’m sorry Suzanne).
El tema es el de las acepciones de esas dos palabras.
Según el Diccionario de la lengua española, una botella es “Recipiente de cristal, vidrio, plástico u otro material, con el cuello estrecho, que sirve para contener líquidos”.
Pero también es una unidad de medida: “Líquido que cabe en una botella. Se bebió una botella de vino.”
Es, asimismo, “Recipiente cilíndrico, alargado y metálico, que se utiliza para contener gases a presión”.
Hay botellas famosas, como la del genio, del cuento de los hermanos Grimm. Hay las botellas de Leiden y de Klein. ¡Ah, y la Divina Botella de Rabelais!
La primera es un dispositivo que produce electricidad. Fue la primera batería que se inventó. La hizo en 1746 el físico de la Universidad de Leiden (antes Leyden) Pieter van Musschenbroeck. El alemán Ewald George von Kleist desarrolló independientemente un artilugio similar.
Es una botella llena de hojuelas de oro, refiere el DLE, forrada con papel de estaño hasta más de la mitad de su altura y tapada con un corcho bien lacrado y atravesado por una varilla de cobre o latón, se utilizaba para recibir y acumular electricidad.”
Hay una versión menos lujosa que emplea aluminio o estaño en lugar de oro.
La otra botella, la de Klein, es una rareza topológica. Es un objeto que no tiene interior ni exterior. No tiene bordes como una esfera, pero es “no orientable”, como su pariente la cinta de Möebius.
Eso de la “orientabilidad” es un concepto matemático que nos dice que una superficie tiene dos caras. Nuestra botella y la cinta de marras son “no orientables” porque tienen solo una cara (¡caramba!)
En https://i.ytimg.com/vi/pRvwKkyK6Dg/hqdefault.jpg hay una imagen del recipiente.
Volvamos a las botellas (¡salud!).
La Divina Botella es oráculo y musa de Panurgo, el gran amigo de Pantagruel, rey de los dipsodas e hijo del gigante Gargantúa. La historia se cuenta en el quinto libro de la serie escrita por el monje, médico y humanista francés François Rabelais, en el Siglo XVI. A la botella le viene lo divino porque es “de vino”.
El “cuello de botella” es, en sentido metafórico, una reducción de una vía que provoca que el tráfico se alente. Nuestros policías y trabajadores de las delegaciones son expertos en construir cuellos de botella en las horas de mayor flujo de automóviles. Basta con asomarse por la ventana para comprobarlo. También hay ambulantes que le roban espacio a las vialidades.
En otro sentido, se califica como “cuello de botella” a aquella persona o a un puesto que entorpece el trabajo en una organización: “el jefe de personal es un cuello de botella”.
“Botellón” es una botellota y un fenómeno social del final del siglo XX español. Es la costumbre de beber en manada y en la vía pública grandes cantidades de alcohol.
La “botella magnum” es la de champán con capacidad de 1.5 litros.
Dejemos las botellas en paz. Vamos con los vasos.
“Vaso”, nos dice el DLE, es “Pieza cóncava de mayor o menor tamaño, capaz de contener algo.”
“Recipiente de vidrio, metal u otra materia, por lo común de forma cilíndrica, que sirve para beber.” Y “Cantidad de líquido que cabe en un vaso (...). Vaso de agua, de vino.”
El mismo diccionario dice que es equivalente a “orinal”, en su presentación de “vaso de noche”.
En anatomía, es el conducto que transporta la sangre: “vaso sanguíneo”. En las plantas es la vía por la que fluye la savia.
Para el diccionario de la Academia, la persona que es elegida por Dios para “un ministerio singular” es un “vaso de elección”.
En los sepulcros antiguos, así lo pone el DLE, es “una vasija pequeña a manera de pomo”.
Todos recordamos de nuestras clases de física el efecto de los “vasos comunicantes”, que se explica por el Principio de Pascal.
La locución “ahogarse en un vaso de agua” sirve para describir la exageración de alguno por una cuestión fútil.
Para medir nuestro pesimismo o nuestro optimismo tenemos el vaso “medio lleno” o “medio vacío”.
Al “vaso de precipitado” lo reconocemos por nuestras clases de química.
Vaso es la oquedad donde se forma un lago y es el receptáculo de una presa. El “vaso regulador” es el que sirve para controlar el exceso de agua y evitar el desborde de una laguna, río o arroyo.
Todos sabemos que los vasos son “de agua” y no “con agua” (podemos recordarlo en http://www.cronica.com.mx/notas/2016/988494.html)
Y con los Fabulosos Cadillacs y Celia Cruz tenemos presente que “siempre habrá vasos vacíos”.
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Reclamaron Mangel y Bertha la ausencia de El Explicado que es “gato con explicaciones”, dado que en la entrega anterior estaban el de Schrödinger y el de Cheshire. No debí dejarlo fuera. Es pieza de Les Luthiers, grupo recién galardonado con el Premio Princesa de Asturias.
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Regaños. El periodista analítico habla en la tele. Se refiere a la corrupción. Agudo comentario iba a hacer cuando resbaló en un lapsus. Dijo que había que “cortar la cabeza de la hiedra”, cuando lo que quería decir es que había que terminar con la corrupción, como hizo Hércules con la mítica Hidra de Lerna, el monstruo al que le crecían cabezas conforme se le iban cercenando. La hiedra sólo es una planta medicinal, de ornato o venenosa.
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Radix.
Huachicol, explica la Academia Mexicana del Tequila en su glosario (http://www.acamextequila.com.mx), es una bebida destilada adulterada con alcohol de caña.
En Wikipedia se cita a José Luis Espinosa Fernández, quien dice que la palabra “Deriva de los huachichiles o huaches, una etnia emparentada con los huicholes, también conocida como cuaches o guaches, que significaba originalmente “los colorados” pues pintaban sus cuerpos de color rojo (Amador 1887). Este pueblo era considerado aguerrido, fanático y oportunista, con un acervo cultural inferior a otros pueblos ya que eran nómadas (Rodríguez 1977). Se sabe que vivían de la caza y la recolección y que eran antropófagos (Le Clézio 2010)”.
El término se empleaba, por asociación, a las personas que vendían combustible adulterado, y ahora para describir a los ladrones de hidrocarburos.
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Esperaba El Arca de Arena la palabra para “la persona de buenas costumbres que ha logrado templar o moderar los excesos de los afectos”. “Morigerado” es el término. Marielena Hoyo y Francisco Báez lo aportaron.
Propone El Arca buscar un sustantivo cuya etimología se relaciona con el pan. Es un conjunto de celdas hexagonales donde viven unos bichitos indispensables para el equilibrio ecológico, pero que pueden resultar peligrosos cuando se enojan. 
20 05 17
Publicado en La Crónica de hoy

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