lunes, 29 de octubre de 2018

Lenguaje “periodístico”

Carlos Alberto Patiño 



En los periódicos y otros medios de comunicación, los hospitales se llaman “nosocomios”. En la vida real nadie o casi nadie se refiere así a los centros de atención médica. ¿Alguna vez oyó usted a sus padres o tíos decir: “Me siento mal, llévame al nosocomio”?
En esos lugares trabajan los “galenos”, especialistas que a la menor provocación saltan a las notas periodísticas. “Mamá, llévame con el galeno porque me duele la cabeza”, dicen los hablantes del planeta periodístico.
En ese mismo lugar, el agua es “el líquido vital”. ¿Alguna vez alguien le pidió un vaso DEL vital líquido. (Ya se imaginarán el porqué puse mayúsculas en “DEL”, no se les vaya a ocurrir pedir un vaso “con” el vital líquido… “vaso de agua” es lo correcto, aunque les moleste a los meseros y dé pie al chiste del “sombrero con plumas de venado”)
Ahí, también, los ciudadanos viven en las inmediaciones o en el perímetro de una demarcación (ni delegación ni alcaldía, primero el sinónimo). Nunca viven en. Creen estos escritores que con decir perímetro basta, y no. El perímetro rodea, si dijeran “dentro del perímetro” estaría bien o, todavía mejor, “en la alcaldía tal”.
La semana pasada vimos que los funcionarios “espetan”, pero no “hesitan”. Y en ese lenguaje de los medios, las personas se percatan, no se dan cuenta.
No sé por qué hay la idea de que entre más rebuscada es una forma de decir, les parece mejor a los comunicadores. Ésta la vi en algo que pretendía ser una crónica: “La mujer procedió a elaborar sus alimentos”. En mi casa, cocinamos.
De la misma ralea es la nota donde un reportero habla de “la chamarra que se retiró el motociclista”. Por mis rumbos, cuando alguien se acalora o necesita mejorar su movilidad, se quita la prenda.
Disparates como éstos ocurren por blofeo, por falta de vocabulario o por carencia de habilidades gramaticales.
Sabemos que las repeticiones de términos en los escritos producen monotonía o evidencian pobreza de lenguaje. El redactor, entonces, busca sustituir palabras, pero si su acervo personal cotidiano no es suficiente, recurrirá a figuras como las que he citado o a utilizar palabras de las que desconoce el significado. O, lo que se ha vuelto más frecuente, incurrirá en el uso de neologismos o de muletillas y lugares comunes.
Frases del tipo “y es que”, que no añaden nada ni aclaran ningún dicho. Son palabras de más, inútiles recursos para que parezca que el autor se esforzó en entender y en explicar.
Son expresiones cercanas al “cabe señalar” o “cabe recordar” que abren párrafos de supuesta explicación. Siempre lo he dicho, si cabe el recordatorio o la mención, pues hay que hacerlos. ¿Para qué lo anunciamos, si no es para hacer un texto más largo innecesariamente?
Y ésos son vicios de fácil contagio. Basta con que un joven reportero oiga a sus colegas de medios electrónicos para que comience a reproducir insensateces y feas y deficientes formas de decir.
Parte de la culpa la tienen funcionarios y políticos que, con su media lengua, sueltan (espetan) declaraciones a los cuatro vientos.
Y luego se hace moda.
Por ejemplo, la palabra “tema” se ha vuelto un comodín recurrente. Compite ya con el manido “cosa”.
Estas palabras se utilizan como sustituto de cualquier idea. Si el alcalde o gobernante quiere hablar de los baches, dice (no espeta) de inmediato: “el tema de los baches es un tema que debemos atender. Este tema tiene molestos a los ciudadanos, ya revisamos el tema para atenderlo”
O “Tenemos el tema de que el agua va a faltar, pero ese tema es por el tema de las reparaciones en el Cutzamala” Tal vez exagero un poco, pero no estoy muy alejado de la realidad. Revisen las declaraciones en los periódicos.
¿Problemas?, ¿caso?, situación?... ¿Cuántos sinónimos hay? ¿Cuántas palabras son más precisas?
Es como cuando se dice “Pásame la cosa ésa que está detrás de aquella cosa. Es cosa de que tengas voluntad”.
Y es cosa de pensar antes de escribir cosas así.
Los reporteros de antes cuidaban en sus notas los dislates de los funcionarios, a menos que quisieran evidenciarlos. Si la idea era la de dar la información de la mejor manera, evitaban el uso exagerado de las comillas y hacían paráfrasis que dejaran en claro lo importante.
Las comillas eran para presentarle al lector una declaración que había sido hecha de esa manera, para resaltar su importancia o señalar el sentido, bueno o malo, que le había dado el declarante. Entonces se hacía una nota, no se transcribían meramente las declaraciones o boletines.
En el paquete de las muletillas y frases hechas está la frecuente expresión “vuelvo a repetir”. Se usa cuando apenas se repite un… tema. Lo pertinente es decir “repito”. Y, si acaso tengo necesidad de expresar una vez más el tema (je), la idea, pues sí, entonces sí vuelvo a repetir. Es cuestión de lógica elemental.
Muy simpático resultó el caso de un reportero que hablaba de la construcción de una carretera, y, a falta de un mejor verbo nos endilgó una nota que iba más o menos así “El secretario XXX anunció que la carretera se va a erigir en…” Imagine, usted, una carretera erecta. Iba a resultar difícil transitar por ella.
Es leyenda en las redacciones la nota que entregó un reportero que había cubierto la captura de una serpiente huida de un circo, un zoológico o de una colección particular. El informador nos dio cuenta de cómo los expertos en manejo de animales habían capturado al ejemplar, al cual habían dejado debidamente “maniatado”.
* * *
Regaños. Los hay para todos. Ésta es una reconvención generalizada para medios impresos y electrónicos. Casi todos cayeron en el error. La noticia fue la irrupción de un grupo de maleantes en la residencia de Norberto Rivera.
Las notas, en todas partes, hablaban del intento de robo a la casa del “excardenal” y no. Norberto dejó de ser Arzobispo primado de México para pasar a la categoría de arzobispo emérito. Nunca dejó de ser cardenal. Fue creado como tal por el papa Juan Pablo II en 1998 y esa dignidad no se pierde por pasar a retiro, como los generales no pierden el grado cuando se jubilan.
* * *
Susano Peñafiel (@Don_Susanito) escribe: “Creo que sus sinonimias bien pudieron ser más alambicadas y sesquipedálicas, don Carlos” Eso nos da idea de que muchas de las palabras consignadas forman parte del vocabulario cotidiano del personaje (sesquipedalismo: polisilabismo, uso de palabras largas y ampulosas)
Marielena Hoyo hizo las siguientes precisiones a Giros: “Por lo que toca a ‘verraco’, que continuamente también lo encuentro escrito con ‘b’, de forma ortodoxa no debería considerarse como sinónimo de marranito, cerdo, etc., puesto que supuestamente hace referencia exclusiva al ejemplar considerado semental. Ya usted me corregirá.
“Igualmente encontré que ‘gallofa’ también tiene referencias a determinadas acciones de preparación de alimentos; concretamente con el manejo de verduras y hortalizas. Así también encontré la referencia a un calendario religioso.
“El ‘onagro’ desde luego se incluye en La piel de Zapa de Balzac, pero tampoco creo que podría considerarse como sinónimo de pollino, jumento, burro, etc., al ser referencia precisa de un asno salvaje de origen asiático, conocido también como ‘hemión’, y de la misma forma, así se denomina un armamento antiguo tipo catapulta.
Por otro lado, en un soneto de Baudelaire llamado ‘Los gatos’ se hace referencia al “erebo”, ese sitio oscuro…”
Como ‘frusleras’, se conoce igualmente a un utensilio de cocina similar al rodillo de madera.
* * *
El Arca de Arena recibió respuesta de Francisco Báez, Marielena Hoyo, Bertha Hernández y Mangel y Miguel Ángel Castañeda..
La acción de quitar a alguien de pasar penas, de penar, como equivalente de matar, de retirar, como les decían a los replicantes, es “despenar”. Lo de la Bobitt era una broma.
La palabra que busca esta vez El Arca de Arena aparece en el libro Funderelele (Editorial Destino, 2018), de la mexiñola (así se define ella) Laura García, protagonista del programa La dichosa palabra.
Sin embargo, el término que ahí aparece es un sinónimo del que busca El Arca. Es la parte de una llave de cerradura que une el mango con el paletón o elemento donde están los dientes. Consta de cuatro letras. El vocablo que presenta Funderelele se refiere al elemento que soporta el sillín de un vehículo que tiene manubrio y dos ruedas.


Publicado en La Crónica de hoy
27 10 18

No hay comentarios:

Publicar un comentario