No pocos jóvenes, muchos egresados de
las carreras de comunicación, creen que vándalo se escribe “bándalo”,
así con la “b” de barrica. Piensan, supongo, que la palabra deriva de
“banda”, como las pandillas que forman con sus compinches. (“Hey,
bandita”, se suelen saludar.)
Ignoran u olvidan que el sustantivo
vándalo proviene del nombre de un conjunto de tribus germánicas que por
allá en el siglo V de nuestra era se dedicaron a importunar a los
ciudadanos del ya decadente Imperio Romano. Invadían, guerreaban,
saqueaban y destruían, por eso su denominación se convirtió en sinónimo
de bárbaro, destructor, o salvaje.
Los sonidos similares conducen a este
tipo de equívocos. La apariencia nos lleva a crear lazos que no existen.
Así es el cerebro, rellena huecos o interpreta conjuntos que no
existen. Por eso, en las nubes encuentra formas de animales, de caras o
augurios. Pareidolia se llama esta propensión.
Adelantamos pasos o sacamos conclusiones. Es un producto de la evolución, pero a veces se cometen errores.
La palabra “idiosincrasia” es una
muestra. Se suele escribirla como “ideosincracia”, con doble falta. La
primera, por la tendencia a asociar las primeras sílabas con la palabra
“idea”. Al oído le es más familiar este sonido, lo percibe con más
frecuencia que la palabra que puede ser de uso menos cotidiano.
La segunda falta viene de asimilar la
terminación “cracia”, como en “democracia”, a este término que no tiene
nada que ver con las formas de gobierno.
Recordemos, idiosincrasia es el conjunto
de “rasgos, temperamento, carácter, etc., distintivos y propios de un
individuo o de una colectividad.” (DLE-RAE). Viene de los vocablos griegos “idios” que significa singular, personal, y “sýncrasis”, temperamento.
“Antisonante” me acaba de llegar en una
página que revisaba. Es como en el caso de vándalo. La idea de que una
palabra se use para insultar parece que requiere una “anti” que muestre
enfrentamiento y no, como es, “altisonante”, que suena fuerte.
El uso de “bizarro” fue una de las primeras observaciones de esta columna (Un mundo Bizarro [29-08-15] y Retorno al mundo bizarro [26-09-15]) Sabemos que significa valiente, arriesgado, lúcido y no extraño o raro. Viene del italiano bizzarro, hombre de pelo en pecho, y no del inglés bizarre, que lo toma del francés, donde sí significa raro, extraño.
“Testigo” es otra palabra que tiene una
larga historia de confusiones. Si ustedes la guglean, aparecerá la falsa
etimología que la relaciona con testículo. También pueden encontrar la
real.
La primera se la oí en la escuela a un
profesor de secundaria, que incluso decía que los romanos, al prestar
juramento, se agarraban esas partes, y alegaba que, entonces, una mujer
no podía ser “testiga”.
Muchos años tomé como cierta esa referencia. ¡Me la había dado un profesor! Pero luego conocí la auténtica. Testigo viene de terstis, el tercero, la tercera persona que puede confirmar algo, el que da testimonio.
Otra leyenda —no urbana, lingüística—,
es la que liga la palabra a la certificación de los papas.
Supuestamente, una vez que el cónclave había elegido al pontífice, uno
de los cardenales debía tocar con las manos los genitales del elegido
para comprobar que era hombre, no se fuera a colar alguna papisa.
“Caro data vermibus” es otra
etimología chapucera. Fue otro maestro, éste de la prepa (no el profe
Torres Lemus, el de la materia de Etimologías) quien la presentó. Es,
decía el docente, el origen de la palabra “cadáver”. Significa “carne
dada a los gusanos”. La palabra para el cuerpo muerto sería, entonces,
el acrónimo “ca-da-ver”. La versión más confiable es la que relaciona el
término con el verbo cadere, caer, como metáfora del fin de la vida.
De cualquier manera, recordemos la novela El complot Mongol, de
Rafael Bernal, donde Filiberto García, el matón devenido en detective,
sentencia: “Cadáver el de Juárez. Éste es un pinche muerto”.
Mujer tiene un pasado dudoso. Me refiero a la palabra. Su origen es el latín mulier, que
significa… mujer. Es como un bucle, el origen nos devuelve a la palabra
actual. Se asocia con la persona de sexo femenino. Y tiene muchas
acepciones, por ejemplo, mujer que ha llegado a la edad adulta a
diferencia de la niña: “Ya eres toda una mujer” O en sentido de
reconocimiento: “¡Esa sí que es una mujer!” “Es muy mujer”.
Pero también están las de tinte machista, como “mujer de la calle”, o “mujer de gobierno” que para el Diccionario de la lengua española no
es la que gobierna, como Angela Merkel y, próximamente, Claudia
Sheinbaum. Es la “mujer de su casa” o a lo sumo, la “criada que tenía a
su cargo el gobierno económico de la casa.”
¿Se acuerdan de la rebambaramba que se
armó porque un grupo de feministas quería que se quitara del diccionario
la expresión “mujer fácil”?
Nuestra palabra está relacionada con “hembra”, que viene del español antiguo fembra y éste de femna, el cual surge del latín femina. El DLE añade
que es “Pieza con una concavidad o un agujero donde se introduce,
encaja o engancha otra destinada a este fin, para sujetar entre sí dos
cosas o permitir una conexión. La hembra de un enchufe. (...) Corchete
hembra” o “Concavidad o agujero que hay en una pieza hembra.”
Como para recordar a Octavio Paz en su ensayo “Los hijos de la Malinche”, del Laberinto de la Soledad.
Una de las más célebres falsas
etimologías es la que atribuye a Julio César el origen de la palabra
“cesárea”, el nombre de la operación para extraer bebés del vientre
materno realizando un corte.
Pero no. La cirugía debe su denominación a la lex cesarea que
obligaba a intervenir a las madres que en las últimas semanas de
embarazo enfrentaban grave riesgo de muerte. La idea era salvar, antes
que nada, al producto. “Cesarea” sale de caedere, cortar.
En cambio, el mes de julio sí es epónimo del César, como agosto lo es del primer emperador romano.
Ambos tienen 31 días porque Octavio no
quería tener un mes con menos días que el de su padre putativo, así que,
como él, se lo tumbó a febrero.
* * *
El maniquí que derribaba a torpes caballeros en competencias y entrenamientos medievales era el “estafermo”. Respondieron a El Arca de Arena Bertha Hernández, Francisco Báez, Luis Demetrio Flores, Marielena Hoyo y Miguel Ángel Castañeda.
Explica don Miguel Ángel que estafermo viene “del italiano «stà» y «fermo»
(‘está firme’ o ‘está quieto’), que es un maniquí con figura de hombre
que se utilizaba en la Edad Media para entrenamiento de la caballería”.
El Arca repasó
etimologías y orígenes de palabras, y se encontró una que ahora es un
insulto para personas necias, inconsistentes, tontos, bobos, de poco
juicio. Tiene origen mozárabe y antiguamente era un guiso de poca
consistencia. Como pista adicional está que las dos primeras sílabas
corresponden a las del apellido de un actor y cantante mexicano que
vivió en la calle de Jalapa de la colonia Roma y de quien sus amigos
decían que era el más viejo de todos. Fue compañero de Leticia Palma en
la cinta Hipócrita.
06 10 18
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