Carlos Alberto Patiño
Cuando El
Arca de Arena pidió la palabra simbiosis, salió a relucir el sÃndrome de
Estocolmo por la referencia al Ejército Simbiótico de Liberación y su relación
con Patty Hearst.
Un sÃndrome
es un conjunto de sÃntomas, de signos o de fenómenos que evidencian una
situación.
El de Estocolmo,
lo habÃamos dicho, consiste en que las vÃctimas de un secuestro se sienten
atraÃdas, se fascinan con sus secuestradores.
El nombre
viene de un asalto con toma de rehenes en la capital sueca en 1973.
Fueron seis
dÃas los que duró la retención de las vÃctimas. Una mujer se rehusó a ser
rescatada y hay versiones de que se le encontró besándose con uno de sus
captores.
Las demás
vÃctimas se negaron a presentar cargos o a testificar en el proceso judicial.
Como éste,
pero de signo contrario, está el sÃndrome de Lima. Es como una imagen especular
del de Estocolmo, aquà son los victimarios los que se dejan seducir por sus
vÃctimas. La simpatÃa que les generan hace que sean amables y faciliten la permanencia
en el cautiverio o dejen salir a algunos. El nombre viene de la capital
peruana, donde, en 1996, el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru irrumpió en
la residencia del embajador japonés, cuando 800 invitados asistÃan a una cena.
Los
guerrilleros liberaron de inmediato a las mujeres y a los niños, y poco a poco
dejaron salir a la mayorÃa de los rehenes, para quedarse con sólo 72
prisioneros.
La toma duró
cuatro meses y terminó con el asalto de un grupo de fuerzas especiales
fujimoristas.
Hay otra versión
que dice que un psiquiatra limeño secuestrado empleó todos sus conocimientos
sobre el sÃndrome de Estocolmo con sus captores para salir lo mejor parado
posible del escollo.
Imaginemos
ahora una situación en la que confluyeran los dos sÃndromes. Tremenda fiesta se
armarÃa.
Entre el
conjunto de los sÃndromes, algunos de la psiquiatrÃa son muy llamativos.
Está por
ejemplo el de la mano extraña, al que deberÃamos llamar “del doctor
Insólito” o “doctor Strangelove”, por el personaje de Stanley
Kubrick.
Es un
padecimiento de origen neurofisiológico que hace que las personas crean que su
extremidad se mueve por cuenta propia: desabotona, rasca, señala, sin que el
paciente tenga conciencia o voluntad sobre las acciones.
Hay el
sÃndrome de Alicia en el paÃs de las maravillas. Quienes lo padecen
perciben los objetos como si fueran más chicos de lo que son o los ven como
lejanos. Se cree que Lewis Carroll, el autor de Alicia, lo padecÃa y de allÃ
los crecimientos o disminuciones que experimentaba su personaje.
Y ya que
tenemos referentes literarios, mencionemos el del doble, al que
deberÃamos llamar de William Wilson, como el personaje de Edgar Allan Poe.
Aunque ni Borges ni Dostoyevski deberÃan ser relegados. Al doppelganger
lo encuentran como una presencia real los pacientes de este sÃndrome.
Siempre hay
una contraparte. La antÃtesis es el de Capgras. Con éste, la persona
cree que un familiar o amigo ha sido suplantado por un sosias idéntico.
El de Otelo
no requiere mayor comentario. Es la celotipia que puede llevar hasta el
asesinato por la desconfianza extrema en la pareja.
La folie
à deux es locura compartida. Es el contagio de un delirio que ocurre
generalmente entre personas aisladas. La delirante lleva a su compañero a creer
en lo mismo que él supone. Curiosamente, cuando se disuelve la relación, cesa
el delirio en la pareja.
El sÃndrome
de la inserción de pensamiento hace que se crea en que alguien más
implanta las ideas en el propio cerebro. A muchos franceses no les gustará
incluir a Juana de Arco en la lista de los aquejados por este mal, pero esas
voces…
No puede
faltar en esta relación la licantropÃa, a la que no hay que confundir
con la hipertricosis. De esta última hay conocido caso mexicano. La familia
Aceves padece este mal y ha sido motivo de múltiples reportajes. Se trata de la
abundancia de pelo, especialmente en el rostro. Pero el licantropismo es la
creencia de algunos en que se convierten verdaderamente en lobos y hasta llegan
a cometer asesinatos. El galipote es el equivalente al licántropo en la
República Dominicana. Como en el Caribe no hay lobos, los afectados creen que
se convierten en perros.
El de Korsakov
es el olvido postalcohólico. El tÃpico “no me acuerdo”, “¿que yo hice qué?”
.-.-.-.-.-
Regaños.
Comenzó la
revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y las páginas de
los periódicos, los medios electrónicos y los portales se llenan de titulares
como “Llegó el dÃa, este miércoles inicia la renegociación del
TLC” (Televisa News). “Iniciaron las negociaciones”...
Del mismo
corte es un titular de Notimex: “Inicia reclutamiento para laborar en fábrica
de billetes en Jalisco”.
Ocurre que
en esas construcciones, el verbo iniciar es intransitivo. Es decir, la acción
no recae en un complemento directo y menos en el sujeto que no es
“renegociación” ni “reclutamiento”.
De hecho, no
hay sujeto. Si lo hubiera, el verbo tendrÃa forma transitiva “México, Canadá y
EU inician revisión del TLCAN”.
De la otra
manera, para que se cumpla con la norma de los pasivos reflexivos, debe
incluirse el pronominal “se”.
Cito la
explicación que proporciona la Fundación del Español Urgente-BBVA que retoma un
texto del diario Estrella de Panamá: “En las pasivas reflejas o
pronominales pasivas el sujeto no se conoce o no interesa. En las impersonales
no existe. En las primeras, el verbo admite plural, en las impersonales se usa
siempre en tercera persona singular. Algunos clasifican las oraciones con ‘se
inicia’ como impersonales, como ‘se inicia la feria’, pues considerarÃan la
feria como un complemento directo, en una oración sin sujeto. Más importante
que esta diferencia entre técnicos del idioma es saber que el régimen de
construcción reclama el uso de se en ambos tipos de oraciones.
“Nunca
son reflexivas
“Quienes se
niegan a usar el pronombre se para decir ‘se inicia’, ‘se estrena’, ‘se
celebra’ creen equivocadamente que se trata de un uso exclusivamente reflexivo,
como si las cosas se iniciaran, se estrenaran o se celebraran ellas mismas. No
tiene nada que ver con el reflexivo. Este pronombre «se» es exigencia de la
construcción pronominal pasiva y de las oraciones impersonales.”
.-.-.-.-.-.
De Marielena
Hoyo vino la respuesta. El Arca de Arena pedÃa el nombre de la pieza o
lengüeta que debe sujetarse al subir o bajar un cierre. Es el tirador o
medallón.
También lo
respondió Octavio MartÃnez, quien añade que: “La palabra CIERRE para definir el
objeto que nos ocupa, se usa en paÃses como México, Argentina Perú etc. y es
sinónimo del término cremallera que se usa en Colombia y España y también del
término Ziper o Zipper que se usa en los paÃses de Centroamérica y en los
Estados Unidos.
“El cierre
fue inventado por Gideon Sundback, un sueco emigrado a Canadá, que lo patentó
en 1917 con el nombre de ”Hookless Fastener” o sostenedor separable; la
empresa Goodrich Corporation lo denominó Zipper en 1923; su uso se
generalizó en las décadas de 1920 y 1930, especialmente para ropa de niños y
pantalones de adultos, sustituyendo a los botones y ojales usados desde tiempo
inmemorial.”
Ahora, El
Arca va algo un poco más difÃcil.
Es epónimo
de una familia de impresores holandeses del Siglo XVI. Se refiere a un estilo
de libros y a un estilo de tipografÃa. Hay quienes consideran a estos libreros
de Leyden los precursores de las ediciones de bolsillo. En el DLE
aparecen dos términos para este concepto.
19 08 17
Publicado
en La Crónica de hoy
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