Carlos
Alberto Patiño
Suena
exagerado decir que México es un paÃs de diabéticos, pero, si no se toman
medidas, para allá vamos.
El Instituto
Nacional de Salud Pública consigna que desde el año 2000 la diabetes (no diabetis,
como dicen por ahÃ) es la principal causa de muerte entre las mujeres y la
segunda entre los hombres. Entre éstos, las enfermedades cardiacas son causa
principal, pero hay una relación directa entre esta enfermedad y los males
cardiovasculares.
Los
mexicanos tenemos genes propensos a la diabetes, a lo que sumamos una
alimentación rica en azúcares y carbohidratos y pésimas costumbres de vida.
Estas
condiciones hacen que se extienda el mal y, con ello, el manejo de un lenguaje
especial, tanto si somos vÃctimas de la enfermedad, como si tenemos amigos o
familiares que la padecen.
Cada vez es
más frecuente oÃr hablar de glucosa, insulina, hiperglucemia, hipoglucemia...
Veamos los
significados de algunas de esas palabras.
La primera,
la glucosa, es el azúcar en la sangre. No el azúcar como la ponemos en el café,
sino con la transformación que experimentan el dulce y los carbohidratos en
nuestra sangre.
La palabra
fue creada en el siglo XIX por un quÃmico francés llamado Jean-Baptiste Dumas,
a partir de una palabra griega que significa “vino dulce”. El sufijo “osa” se
aplica a palabras relacionadas con los azúcares, como fructuosa, lactosa
y sacarosa.
Para
establecer si se tienen niveles normales de este compuesto hay que realizar una
medición en laboratorio o mediante un aparato llamado glucómetro (del griego metrón,
medida). Para eso se usan tiras reactivas (o sea que reaccionan, en este caso,
a la presencia de glucosa). La medida normal en ayuno (sin haber comido por un
lapso determinado) es de 90 a 130 miligramos por decilitro.
Otra
medición de rimbombante denominación es la “postprandial” o “posprandial” (el Diccionario
de la lengua española admite las dos formas). La palabra significa “después
de la comida”. Se toma dos horas después de comer y su valor máximo para
un diabético es de 140 mg/dl.
Al nivel de
glucosa se le llama “glucemia” . Si es alto, se tiene “hiperglucemia” (con el
prefijo “hiper”, mayor, superior, por encima de lo normal) y si es bajo es
“hipoglucemia” (de “hipo”, por debajo de). Los resultados de 70 mg/dl o por
debajo muestran esta condición. Es una situación peligrosa, por lo que se debe
administrar algún tipo de azúcar al paciente, como jugo, refresco o un
caramelo. El riesgo de pérdida de la conciencia es alto.
El problema
de los diabéticos es que su cuerpo no produce la suficiente insulina para
metabolizar (asimilar adecuadamente) la glucosa.
La insulina
es la hormona que produce el páncreas en unos corpúsculos de llamativo
apellido: “de Langerhans”, por el cientÃfico que los descubrió.
Hay varios
tipos de diabetes. Las más frecuentes son la 1 y la 2. La primera es conocida
como juvenil o insulinodependiente. En este caso, las células que forman los
antedichos corpúsculos no producen la insulina.
A la tipo 2
se le consideraba como diabetes de la edad adulta, pero hoy en dÃa se presenta
en personas cada vez más jóvenes, sobre todo a causa de la epidemia de
sobrepeso y obesidad prevalente en el paÃs. En ésta, el páncreas sà produce la
hormona, pero el cuerpo presenta una resistencia a su acción y con el tiempo
disminuye la cantidad elaborada por el órgano.
Hay un
tercer tipo, la llamada “gestacional”, que ocurre durante el embarazo y suele
ser pasajera.
En cada uno
de los tipos, la atención médica y la disciplina con alimentación y
medicamentos son muy importantes.
De hecho, si
hay un diagnóstico oportuno, con la pura dieta se evitan feas complicaciones.
Entre éstas
están las amputaciones por “pie diabético” que es una infección con
ulceración, es decir con destrucción de los tejidos profundos a causa de
problemas vasculares (de venas y arterias) y alteraciones neurológicas (de los
nervios). Si la situación se complica, aparece gangrena y no hay otra solución
más que cortar.
La
“retinopatÃa diabética” es el daño en los vasos sanguÃneos de los ojos que
alimentan la retina, que es como la pantalla en la que se proyectan las
imágenes. La lesión que se presenta puede causar ceguera.
Entre las
consecuencias graves del mal está el daño renal o nefropatÃa. El riñón es como
un filtro que limpia la sangre. Elimina las toxinas a través de la orina.
Tiene otra funciones, como la producción de hormonas para regular la presión
sanguÃnea y la producción de glóbulos rojos. Su falla es grave y requiere
tratamiento complicado.
En realidad,
la diabetes mellitus daña todo el organismo si no se controla. Por cierto, el
nombre de la enfermedad viene del griego que significa “lo que va através”, “lo
que no se retiene”. Se refiere a la orina. Sabemos que la “poliuria” o exceso
de orina es uno de los sÃntomas del padecimiento. Lo “mellitus” es por la miel,
es decir por lo dulce de la orina (SÃ, por su sabor. En la antigüedad el método
de diagnóstico era oler y probar la orina).
La
enfermedad es crónica, quiere decir que no tiene cura, por más que los
paladines de la medicina “alternativa” traten de convencernos de que hay
remedios “naturales”.
Como el pez,
el diabético por la boca muere… si no se cuida.
Lo que
funciona es llevar una dieta balanceada y hacer ejercicio.
La dieta del
diabético requiere del manejo de porciones adecuadas de vegetales, frutas
y carnes.
El sitio
MedlinePlus recomienda que la dieta considere:
“Limitar
alimentos con altos contenidos de azúcar.
“Comer
porciones pequeñas a lo largo del dÃa (4 o 5 veces).
“Prestar
atención a cuándo y cuánta cantidad de carbohidratos consume.
“Consumir
una gran variedad de alimentos integrales, frutas y vegetales
“Comer menos
grasas
“Limitar el
consumo del alcohol
“Usar menos
sal.
Lo
conveniente es diseñar la dieta con ayuda de un nutriólogo.
El consejo
que puedo dar a mis lectores es que si padecen obesidad o sobrepeso, si tienen
familiares diabéticos o simplemente por control, háganse un examen de glucosa.
En muchas farmacias lo practican por unos cuantos pesos.
O acérquese
a las instituciones de salud. Tanto el IMSS como el ISSSTE y el Seguro
Popular tienen programas para el control de la afección.
Lo mejor,
por supuesto, es prevenir. Mantenga su peso, lleve una buena dieta y haga
ejercicio. Eso lo librará de todo mal.
.-.-.-.-.-.
Regaños.
En la semana
que concluye se efectuó en China la Cumbre del grupo BRICS.
Las siglas
corresponden a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Son iniciales, insisto.
Pues bien,
en la agencia Xinhua escriben: “Modi elogia una ‘muy exitosa’ Cumbre de
los BRICS en China”.
El
Financiero publica “Lo
que le ganamos a EU, los BRICS nos lo ‘quitan’”.
Y el sitio
ruso Sputnik: “El Banco de los BRICS asigna $800 millones para tres proyectos
ecológicos de China”
¿Se dan
cuenta? Los redactores toman la “s” de Sudáfrica como plural.
Lo adecuado
es “el grupo BRICS” o si queremos ahorrar una palabra “el BRICS”.
.-.-.-.-.-.-
El Arca de
Arena pidió la
palabra para un objeto que fue “en su origen, un instrumento de caza y en la
actualidad tiene uso deportivo. Es anagrama del subjuntivo para la tercera
persona del plural de la acción de agobiar o de llenar de bruma. También de
bailar y de encaminar. Va y regresa.”
Le retornaron
respuesta Francisco Báez, Luz MarÃa RodrÃguez y Luis Demetrio Flores.
Del lector
Karlo Heppner recibió el siguiente comentario a propósito de las abreviaturas:
“Es más fácil y rápido escribir et que &”.
La palabra
es “búmeran” o “bumerán”. De ambas formas aparece en el DLE.
Los
anagramas son abrumen, rumbean y enrumba.
El Arca, encarrerada con los términos
médicos, pide ahora el que se usa para describir la excesiva producción de
lÃquido por glándulas de la piel. Es algo que provoca incomodidades al saludar.
Para evitarlo, los practicantes de la halterofilia se ponen magnesia.
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