viernes, 15 de abril de 2016

Epónimos


Carlos Alberto PAtiño

La demanda que hizo El Arca de Arena la semana pasada dio lugar a un diálogo del que surgió el tema de este Giros.
Francisco Báez proponía como respuesta la palabra “peje”. Le dije que podría ser, pero en todo caso sería una especie de epónimo.
Y ¡zas! Ahí apareció el tema.
El arconte epónimo, en la Grecia antigua, daba su nombre a los años en que gobernaba. Igual ocurre con las personas que denominaron la era cristiana y las dinastías chinas.
Epónimo, por su etimología, es lo que está sobre el nombre. Su definición, según el Diccionario de la lengua española es:
“Dicho de una persona o de una cosa: Que tiene un nombre con el que se pasa a denominar un pueblo, una ciudad, una enfermedad, etc. ”
Si usted se interesa por el tema, la inmersión en libros o red será larga.  
Personas y lugares han dado su nombre a cantidad de objetos, sitios lugares, prácticas y enorme lista de partes del cuerpo.
Preocúpese cuando su médico esté pensando en ponerle su nombre a la enfermedad que usted padece.
Entre los Epónimos más conocidos está linchamiento, práctica que impulsó el juez estadunidense Charles Lynch, y que penosamente se extiende en nuestros días.
Boicot es otra práctica, ésta menos dramática  que la de Lynch, pero  efectiva si está bien planeada. Es el irlandés Charles Cunningham Boycott a quien se debe lapalabra, pero no porque él la haya propuesto sino por padecer un fuerte boicot por su intransigencia y espíritu explotador.
Ahora podríamos aprovechar estos epónimos. Ante el linchamiento moral que no se cansa de hacernos Donald Trump, hagámosle un boicot del tipo “Un día sin mexicanos”
Entre los que provienen del nombre de un lugar está “cobre”, derivado de Kyprus, Chipre.
Y a la inversa, de un metal, la “plata” (argentum) vienen Argentina y Río de la Plata.
Regional también es el nombre de la bebida espumosa más afamada: la “champaña”, de Champagne, norte de Francia.
En el mismo caso está “tequila”, que debe su denominación al pueblo jalisciense no muy alejado de Guadalajara.
Curiosamente, de las dos bebidas hay epónimos de viudas: la de Clicquot y la de Romero.
El espacio no permite ser prolijo, pero el tema da para mucho.
Molotov, Pasteur, Nicot, Guillotin, Langerhans, Sade, Masoch, Leotard…
¿Y la tortuga, la tarántula y la Biblia?
De la lista de personajes, hay que decir que el político soviético Viacheslav Mijáilovich Molotov no inventó el coctel tan socorrido por los anarcos, en cambio Guillotin sí creo el armatoste para decapitar y lo hizo por humanismo.
El histólogo alemán Paul Langerhans es el descubridor de los islotes de células  pancreáticas, responsables de producir insulina.
Jules Leotard era un acróbata francés del siglo XIX que popularizó el “leotardo” como una prenda práctica para bailarines y gimnastas.
Alguien, en algún momento de la historia, le vio a la “tortuga” cara de demonio y tomó al infierno (El Tártaro) para llamar al reptil.
“Tarántula” viene de Tarento, población italiana  donde abunda el bicho. Y de tarántula deriva “tarantela”, baile de la edad media al que se atribuía contrarrestar el efecto de la mordida del arácnido. “Atarantado” es derivación del nombre del bicho.
“La Biblia” se llama así, “El Libro”, por  la ciudad fenicia de Biblos (en el actual Líbano), famosa por su producción de papiros, material en el que se hicieron los primeros ejemplares del Antiguo Testamento.
De México, hay dos destacados. Uno, el aporte al español de una palabra muy descriptiva para nosotros “cantinflear” que es vicio extendido entre los políticos.
El otro, muy penoso, data de la  época de la Colonia. El “unto mexicano” o “unto de Indias”, esa mordida que servía para lubricar los tortuosos engranajes de la cortes de Austrias y Borbones.
En México, Benito Juárez, Miguel Hidalgo, José María Morelos, Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria dan lugar a plazas, municipios, estados, ciudades, colonias, delegaciones y hasta golosinas, como la moreliana.
Un caso llamativo es el de Polotitlán, Estado de México. El nombre refiere a los insurgentes hermanos Polo,José Rafael, José Trinidad y Manuel, originarios del entonces San Nicolás de los Cerritos.
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Al reto de El Arca de Arena para la relectura de libros en seis meses, Bertha Hernández respondió:   
“Seis meses... pues volvería a leer los de siempre, los que llevo décadas leyendo una y otra vez: Los Nombres del Aire, de Alberto Ruy Sánchez; Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo, de Lewis Carrol en la edición de Porrúa; Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes; Todas las mañanas del mundo de Pascal Quignard; el Manual de zoología fantástica de Borges, Héroes Convocados de Paco Ignacio Taibo II; Son vacas, somos puercos de Carmen Boullosa, Rescate en el tiempo de Michael Crichton, Yo, el francés, de Jean Meyer, En busca del unicornio, de Juan Eslava Galán, La muerte en Venecia de Thomas Mann; El nombre de la Rosa y El Péndulo de Foucault de Umberto Eco y Notas de prensa de Gabriel García Márquez. Ah, y Un día de cólera y La Piel del Tambor, de Pérez-Reverte.
¿Todos esos? Sí. Leo muy rápido y no voy a desperdiciar mis últimos seis meses en otra cosa”
Y eso que me faltaron los libros de poemas de JEP, de Gerardo Deniz y de Vicente Quirarte.
...Chin. Se me olvidaba Momentos estelares de la historia, de Zweig.”

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El despiadado ser, el  impío, el que no merece trato humano no es tampoco El innombrable de Harry Potter, aunque sí merece el adjetivo.
El término es “nefario”.
La infaltable Marielena Hoyo envió una larga lista de sinónimos, pero  le faltó esta palabra que es poco usual.

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Ahora El Arca de Arena nos pregunta por la sensación general del propio cuerpo, la percepción de la existencia física del cuerpo.

05 03 16
 
Publicado en La Crónica de hoy



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