viernes, 1 de abril de 2016

El Niño, La Niña… ¿bien?



Carlos Alberto Patiño

Como a El Chapo, sin pegara el ojo nos trae El niño. No el escuincle chillón que demanda su leche a deshoras, sino el fenómeno climático, cuyo nombre proviene de Jesús por la coincidencia entre sus primeras manifestaciones cíclicas y las celebraciones navideñas.
Preocupa a todos la convergencia del tal infante con el cambio climático que parece potenciar sus efectos nocivos.
Consiste El Niño en una elevación de la temperatura de las aguas oceánicas que afecta a la vida marina y con ello a la pesca; provoca lluvias excesivas en algunas partes y sequía en otras.
Los meteorólogos tienen tela de dónde cortar. Divertidas jornadas pasan analizando el evento.
Y más si después aparece La Niña que invierte las situación climática.
Y qué creen. De estas condiciones que padece el planeta, el Diccionario de la lengua española (RAE) ni idea. El de mexicanismos si lo consigna, aunque la acepción es de origen peruano.
La entrada referente a “niño” en el diccionario de la Real Academia dice:
“1. adj. Que está en la niñez.
2. adj. Que tiene pocos años.
3. adj. Que tiene poca experiencia.”
Añade que el término, dicho de una persona que no es un niño, significa que el aludido “obra con poca reflexión o con ingenuidad.”
Luego, con ese conservadurismo del que nunca ha podido desprenderse, el lexicón asienta del femenino “Mujer que no ha perdido la virginidad.”

En el de mexicanismos el tratamiento conlleva una carga que debe de provenir de la Colonia: “En el ámbito doméstico, tratamiento de respeto para una persona que goza de mayor jerarquía social que el hablante: ‘Niña Lucía, dice su mamá que ya está  la comida’”
Volvamos al monárquico.
Están en él incluidas voces como:
“la niña bonita
1. f. Especialmente en los sorteos, número quince.”
¿El quince? ¿En los sorteos? Ahora  me entero.

“la niña de mis, tus, sus, etc., ojos
1. f. coloq. La persona o cosa a las que se tiene el mayor cariño o aprecio.

“niño, ña de la bola
1. m. y f. coloq. niño afortunado.

“niño de la bola
1. m. Imagen del Niño Jesús con la bola del mundo en su mano o bajo sus pies.

“niño, ña de la calle
1. m. y f. Menor, por lo común sin hogar, que vive de la mendicidad.

“niño, ña de la doctrina
1. m. y f. p. us. niño huérfano que se recogía en un colegio para criarlo y educarlo hasta que estuviera en edad de aprender un oficio”.

Entre otras acepciones relacionadas con niños, están:

“como niño, ña con zapatos nuevos
1. loc. adj. coloq. Sumamente contento por lo que se acaba de obtener.
“ni qué niño muerto
1. expr. coloq. U. en construcciones exclamativas introducidas por qué para expresar enfáticamente rechazo o desprecio hacia lo que se acaba de mencionar. ¡Qué historia ni qué niño muerto!”

En el correspondiente de mexicanismos tenemos también: “niño envuelto. 1. Bizcocho enrollado en forma de cilindro, con un relleno de crema pastelera o mermelada. 2. Rollo de carne relleno de verduras y, frecuentemente, huevo duro.”
“Niño gritón. El que canta los números premiados en la lotería”·

De remate: El diccionario Larousse de Dudas e incorrecciones del idioma prescribe: Niño (ña) bien “no es expresión admitida: debe decirse joven de buena familia (o de la buena sociedad)”.
Así de acerbo es el “diccionario práctico” elaborado por Antonio Corripio.

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Me fue bien con el refranero, ése del que les hablé en la entrega pasada. Los chicos, bien portados y hasta interesados.
Sí, empecé diciendo a los chamacos que el 14 de febrero es un invento mercantilista, como lo fue el 10 de mayo, implantado por el periódico Excélsior  en 1922 para aumentar el número de sus lectores (el dato sorprendió a más de uno).
También les dije que el verdadero San Valentín era el del Chicago de Capone. No faltaron estudiantes que sí conocían esa historia.
Les presenté algunos refranes. En general entendieron y espero que hayan cobrado conciencia de que les falta vocabulario.
Les proverbes llamaron su atención.
En un ejercicio final, lograron inventar su propio refrán. Helo aquí: “El amor es como la cebolla, termina por hacerte llorar.
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Me han dicho que el Arca de arena se excedió pidiendo la relación entre “clavícula” y “grimorio”.
Marielena Hoyo sí consiguió dar con los vínculos entre las dos palabras.
Mi explicación es que “clavícula” es equivalente a llave, la clave para descifrar un enigma, un conjunto de fórmulas o para desentrañar misterios. Un “grimorio” es un compendio de conjuros, de hechizos.
El DLE lo define así: “Libro de fórmulas mágicas usado por los antiguos hechiceros”.
Uno de los más famosos es el llamado Clavícula de de Salomón.
Refiere la Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/La_llave_menor_de_Salom%C3%B3n):
“El Lemegeton Clavicula Salomonis (en español, La llave menor de Salomón), también conocido como Lemegeton, es un grimorio anónimo del siglo XVII, y uno de los libros de demonología cristiana más populares. (...) el cual la tradición lo atribuye al rey Salomón.”

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La nueva propuesta de El Arca de Arena es algo extrema. Si a usted le dieran seis meses de vida ¿qué obras releería?

20 02 16
 

Publicado en La Crónica de hoy

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