viernes, 25 de marzo de 2016

Paremiología del amor

Carlos Alberto Patiño

Debo admitir que soy medio grinch (¿medio?) Que soy un iconoclasta sin remedio. A mí, eso de las celebraciones, conmemoraciones y, sobre todo, los días de tal o cual cosa, persona , ente o sentimiento me dan una flojera. Especialmente cuando vienen acompañadas de fuertes tufos mercantilistas.
Pero, como tengo algunos buenos sentimientos y muchos afectos, congratulo, festejo y acudo a eventos sociales.
A mi madre nunca dejé de felicitarla en el artificioso día dedicado a las progenitoras.
Desde luego, los cumpleaños de mis seres queridos los tengo presentes.
El 14 de febrero es una de esas fechas que me tienen sin cuidado. De hecho, me molesta bastante la melcocha que corre en los días previos.
Y ahí está la cuestión. Me llega por un punto flaco.
Fui convocado para tener una charla con los alumnos de la escuela donde mi nieto cursa la secundaria.
El pretexto, el Día del Amor y la Amistad; el tema, los refranes sobre el amor.
No tuve opción. Si  me  hubieran permitido escoger, habría elegido la historia del San Valentín de Chicago. Les hubiera hecho un relato muy de los gustos juveniles, con las Thompson escupiendo fuego. Habría buscado hacer una narración asombrosa, quizá no del gusto de las buenas conciencias. No soy de quienes piensan que hay que censurar ni historia ni literatura.
En fin. Me tocaron los refranes.
La paremiología es la disciplina que se ocupa del estudio de estas formas de expresión popular, tan recurridas por Sancho Panza. Son enunciados “cuya intención es transmitir algún conocimiento tradicional basado en la experiencia(...)
“La paremiología aprovecha para extraer de los proverbios la información acumulada a través de cientos de años de historia. Esta información puede ser de muchos tipos: sociológica, gastronómica, meteorológica, histórica, literaria, zoológica, cinegética, toponímica, lingüística, lexicográfica, religiosa, agronómica…”  Todo esto, según la Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/Paremiolog%C3%ADa)
Con los chavos haré un experimento. Les voy a pedir que interpreten los refranes. A ver  qué entienden..
Empezaré con el tradicional “Contigo pan y cebolla” ¿Qué pensarán que tienen qué ver el pan, la cebolla y el amor?. La parte romántica, la de compartir, estar juntos, la van a comprender. La connotación de falta de recursos, de pobreza es donde tengo dudas.
“El amor de lejos…” me dará algún trabajo, pues, aunque los tiempos que corren son muy permisivos, en un aula de secundaria no me sentiré cómodo completando el refrán. Espero que lo conozcan motu proprio.
Un refrán cercano al anterior es “Amor forastero, amor pasajero”.
Este otro me da risa por el juego de palabras. “Cuando el amor es parejo, están de más los elotes”
Viene enseguida el clásico: “Ser poco el amor y desperdiciarlo en celos”.
Del próximo, “Amor viejo, ni te olvido ni te dejo”, espero oír opiniones, pues el concepto de “viejo” es muy relativo.
De “Pan es pan, jalea es jalea, no hay amor sin pelea”, algo conocerán ya.
Igual que de “Donde hubo fuego cenizas quedan”.
Por jóvenes que sean, ya sabrán que “Amor y felicidad no se pueden ocultar” y que “Dos es compañía y tres es multitud”.
También deben comprender que “Acciones son amores, no besos y apachurrones”
Y, para que vayan tomando nota, les diré que “un clavo saca otro clavo”, pero, ¡aguas! Por andar de flor en flor, se pueden quedar “como el perro de las dos tortas”.
Es escuela que, aunque pública, imparte clases de francés, así que también les pediré interpretaciones de proverbes comme “l’amour vail tout”,”l’amour est aveugle”, “sans pain et vin, l’amour n’est rien” et “ l’amour fait perdre le repos et le repas”.

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Recibí comentarios de Juan Ramón Magaña, quien recuerda que en su curso de redacción aprendió  la clave S+V+C y da fe de su utilidad.
Miguel Ángel Salazar apunta que en su clase de matemáticas emplean  la fórmula del triángulo con una “h” para representar la altura, y no con una “a”, como yo lo escribí.
Al Arca de Arena respondió nuevamente Paco Báez, pero no pondré su respuesta, pues el Arca se estremece y lanza la siguiente cuestión ¿Qué tiene que ver la clavícula con un grimorio?

13 02 16

Publicado en La Crónica de hoy 

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