viernes, 11 de marzo de 2016

De piedras

Carlos Alberto Patiño
 
A las páginas de Crónica llegó Mario Vargas Llosa con su Piedra de toque, columna donde el Nóbel comparte con los lectores sus análisis y puntos de vista.
Después de alegrarme por contar con la colaboración del escritor, me pregunté ¿Y de dónde o por qué “Piedra de toque”?
Resulta que la “piedra de toque” es un adminículo para comprobar la ley de los metales preciosos.
Es una piedra negra resistente al ácido nítrico. En ella se frota la alhaja de la que se quiere comprobar la calidad.
La huella que deja el metal en la superficie pétrea se baña con un poco de ácido y, si la mancha no cambia de color, la pieza será de alta calidad. En caso contrario, hay una aleación, una mezcla con otro metal en el objeto.
El procedimiento es antiguo. Los griegos ya lo conocían. Los primeros tratados de mineralogía dedicados a la piedra de toque datan del siglo XVI.
Eso es lo que está detrás del nombre de la columna de don Mario. Un recurso para calibrar el valor de un tema.
Y ya metido en la indagación de la piedra, me encontré con que el Diccionario de la lengua española de la Real Academia da diez definiciones de la palabra “piedra” (http://dle.rae.es/?id=Sx1NDzh). Desde “Sustancia mineral, más o menos dura y compacta” a material de construcción o vestigio arqueológico. Tenemos algunas “piedritas” (piedrecitas), dicen algunos expertos del Museo de Nacional de Antropología, para referirse a piezas como el Tláloc, la Coatlicue o la Piedra del Sol.
Desde luego, está la referencia a los incómodos cálculos que suelen formarse en riñones, vejiga o conductos biliares.
También se incluyen 74 locuciones relacionadas con las piedras.
Hay por ejemplo  la referencia a la “piedra de afilar” y a la “piedra de alumbre”, ésa que usaban los barberos (y algunos lo hacen todavía) para restañar pequeñas cortaduras o aliviar la irritación que causa el afeitado.
Por supuesto, tenemos  la “piedra angular”, que, como sabemos, es la que remata y da soporte gravitacional al arco.
Y la mítica “piedra bezoar”, a la que magos y alquimistas consideraban el antídoto universal, capaz de neutralizar cualquier veneno (para muina de borgias, medicis y CIA, tan proclives al uso de sustancias dañinas).
Consulte el lector en el diccionario acepciones como “hablar las piedras” (cosas veredes mio Cid…), “no quedará piedra sobre piedra”, “poner la primera piedra”, práctica tan socorrida por gobernantes de cualquier nivel.
No viene en el libraco “poner piedras en el camino”, lo cual contribuye a “llenarle a uno el buche de piedritas (piedrecitas)”, expresión que tampoco está entre las referencias del DLE.
Y, aunque sí aparece la “piedra filosofal”, no se considera a la “piedra de la locura”, origen de la demencia, según los médicos de la Edad Media y llevada a las alturas del arte por pintores como El Bosco o Pieter Brueghel el Viejo.
Si de piedras estamos hablando hay que citar al Blog de Piedras, de Francisco Báez (http://panchobaez.blogspot.mx/) y la columna Empedrado, del mismo autor, todos los martes en las páginas de Crónica.

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El Arca de arena. La hora más queda, la más silenciosa es el “conticinio”. A doña Marielena Hoyo debo explicarle que la primera vez que leí algo de  Friedrich  Nietzsche fue Así habló Zaratustra y ahí aparecía la palabra conticinio, pero en las traducciones on line de esa obra solo he encontrado la referencia a “la hora más silenciosa”. Y para colmo, no hallo mi vieja edición del libro.
Puede el lector curioso buscar el Primero sueño, la obra en la que Sor Juana demuestra las inconmensurables alturas que alcanzaba su intelecto. Ahí está el conticinio.

Luego dense una vuelta por Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la Fe, de Octavio Paz. El capítulo dedicado al admirable poema es enriquecedor. (Y como estamos con las piedras, hay que mencionar el poema del Nobel mexicano Piedra del Sol).
A la lectora que firma como Rexagenas le agradezco sus comentarios.
Bien, El Arca nos pide ahora una palabra cuya etimología incluye a las nubes, y que describe a la persona que vive en ellas, soñadora, que no se apercibe de la realidad.

16 01 16

Publicado en La Crónica de hoy

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