jueves, 10 de marzo de 2016

Pequeñeces

Carlos Alberto Patiño

Una caterva de meseros nos obliga a pedir vasos mojados. En su ultracorreccionismo sin sustento, al solicitarles un vaso de agua, ellos nos “corrigen”: un vaso con agua (ver González de Alba, Luis, http://luisgonzalezdealba.com/?art=210).
Ahora van sobre el pan.
Viene el joven, señor, chica, señora..., charola en mano, a poner en la mesa una canastilla o plato. “Les traje pancito” , dice. Eso sí, con mucho cariño por las piececitas de pan.
El diminutivo de pan es “panecito”, no “pancito” y mucho menos “pansito”.

Los monosílabos en español ganan  tres sílabas al  convertirse en diminutivos.
Pan ⇒ panecito
Rey ⇒ reyecito
Ley ⇒ leyecita

Explico. Es una cuestión originada en las formas de pronunciación. La aplicamos a partir de una constante observada en casos como los ejemplificados.
Justo Fernández López, en su trabajo “Los sufijos apreciativos en Español.  La derivación apreciativa”
(http://hispanoteca.eu/gram%C3%A1ticas/Gram%C3%A1tica%20espa%C3%B1ola/Apreciativos-sufijos.htm), explica que el aumento de “c”  o “ec” se debe a razones prosódicas, en función de las dimesiones silábicas.

Veamos cómo describe la formación de diminutivos este especialista:
“Bisílabos acabados en consonante, como diminutivos son tetrasílabos (cuatro sílabas) - el diminutivo aumenta dos sílabas:
     reloj relojito
árbol arbolito
clavel ⇒ clavelito

Bisílabos acabados en vocal -a/-o, como diminutivos son trisílabos (tres sílabas) - el diminutivo aumenta una sílaba:
perro perrito
ojo ojito
puro ⇒ purito

Bisílabos acabados en -n, como diminutivos son cuatrisílabos (cuatro sílabas) - el diminutivo aumenta dos sílabas:
león ⇒ leoncito
camión ⇒ camioncito
sartén ⇒ sartencita

Bisílabos acabados en -e átona, como diminutivos son cuatrisílabos (cuatro sílabas) - el diminutivo aumenta dos sílabas:
monte ⇒ montecito
valle ⇒ vallecito
parque ⇒ parquecito”

(Que alguien le avise al gobernador Bronco que el plural de “dulce” es “dulcecito”, no “dulcito”)

Y aquí va lo que nosotros buscamos:

“Monosílabos - o no permiten derivación o la hacen mediante el infijo -ec-, como diminutivos son cuatrisílabos - el diminutivo aumenta tres sílabas”

Así, pan deviene en  “panecito”, como pez se transforma en “pececito” y no en “pecito”.

La palabra “pie” da pie a una gran reflexión:
“«Existe un solo monosílabo acabado en vocal susceptible de admitir diminutivo (pie); pues bien, la manera de formarlo parece confirmar esta idea: gracias a que recibe por dos veces el infijo –e- (pi-ec-ec-ito), se obtiene una forma de cuatro sílabas, es decir, el número regular con el que cuentan los diminutivos monosílabos. Existe, además, otro grupo de monosílabos acabados en semivocal (buey, ley, rey) que también reciben la inserción del infijo –ec-, par que la ley de las cuatro sílabas se cumpla: hecho que se facilita por la consonantización de la semivocal (buey-ec-ito, ley-ec-ita, rey-ec-ito).”

Otro dato. En el Diccionario panhispánico de dudas,  de la Real Academia Española de la Lengua (http://lema.rae.es/dpd/?key=pie) aparece esta explicación;

“5. Para el diminutivo, en España se usa siempre la forma piececito (o piececillo, piececico, etc.), mientras que en América es normal y frecuente la forma piecito.”

De esta última aclaración se podrá inferir que  en algún momento los académicos, como los meseros, darán a “pancito” carta de naturalización.
Recordemos que el uso hace la norma y que todo lo anterior  son apuntes descriptivos más que reglas.

En su blog VerbiClara,  la filóloga Amparo María Ballester López (https://verbiclara.wordpress.com/2010/11/25/diminutivos-la-misma-norma-siempre/) señala que “En realidad, en Cuba siempre he oído: barcito, pancito y trencito.”
Resultó bastante complejo abordar estos aspectos de la diminutivización.
Ahora me pregunto ¿por qué en México somos tan dados  a usar estos vocablos para expresar afecto?

No sé, pero a mí me gusta más el panecito. Al que no, que con su pancito se lo coma.

El Arca de Arena. La palabra requerida no ha sido encontrada. Marielena Hoyo, como de costumbre, se ocupó de indagar. Encontró una de las fuentes en las que yo leí la palabreja, pero no halló el término. Hace falta una explicación,  pero dejemos que  la incógnita se extienda una semana más. La hora más queda, la más silenciosa.


09 01 16

Publicado en La Crónica de hoy

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