lunes, 7 de marzo de 2016

Tumbaburros

Carlos Alberto Patiño

El diccionario, con una enternecedora actitud autorreferente, se define como:

diccionario:
Del b. lat. dictionarium.
1. m. Repertorio en forma de libro o en soporte electrónico en el que se recogen, según un orden determinado, las palabras o expresiones de una o más lenguas, o de una materia concreta, acompañadas de su definición, equivalencia o explicación.
2. m. Catálogo de noticias o datos de un mismo género, ordenado alfabéticamente. Diccionario bibliográfico, biográfico, geográfico.

Para Julio Cortázar era “El cementerio”, una necrópolis que contiene palabras anquilosadas, que ya nadie usa.
Hay que recordar Rayuela.
Cuando Oliveira y la Maga se aburrían, jugaban al “cementerio”, buscando esas palabras olvidadas.
Raúl Prieto, el célebre Nikito  Nipongo, dedicó en el Siglo XX un sinfín de artículos y por lo menos un par de libros a señalar las muchas fallas lingüísticas y los imperdonables sesgos ideológicos que tenía el entonces Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
Opinaba don Raúl en Vuelve la Real Madre Academia (Editorial Océano,1986, p. 46):
“El criterio de los académicos se basa, esencialmente,en la tozuda decisión de no hacer nada provechoso(...) En general, los señorones son proclives a la más cínica güevonería. El resultado es un lexicón que, al no examinarlo a fondo nunca ningún académico, carga cerros de términos medievales o por lo menos de hace dos siglos, definiciones compuestas por gente vieja e inculta, además de descuidada; montones de dislates y todo en una armazón hoy en día antilexicográfica: el mamotreto editado en 1984 lo demuestra sobradamente.”
Como una curiosidad, reproduzco aquí el texto de la portadilla del llamado Diccionario de autoridades, el primero editado por la Real Academia de 1726 a 1739:


DICCIONARIO
DE LA LENGUA CASTELLANA,
en que se explica
el verdadero sentido de la voces,
SU NATURALEZA Y CALIDAD,
con las phrases o modos de hablar,
LOS PROVERBIOS O REFRANES,
y otras cosas convenientes
al uso de la lengua.
Dedicado
al rey nuestro señor
DON PHELIPE V.
(que Dios guarde)
A cuyas reales expensas se hace
esta obra.
COMPUESTO
POR LA  REAL ACADEMIA ESPAÑOLA.
TOMO PRIMERO.
que contiene las letras A.B.
Con privilegio
En Madrid: En la imprenta de FRANCISCO  DEL HIERRO, impresor de la Real Academia Española. Año de 1726



Mi relación con el glosario
Cuando niño, iba algunos días a la oficina de mis padres. Durante las horas que había que pasar ahí, jugaba con mi hermano en un pequeño patio. Pero cuando la espera era larga, el diccionario que había era buen entretenimiento, ya que, además, tenía dibujos.
A casa, un día llegó mi padre con un tremendo tomo rojo. Era un diccionario cuyo nombre nos llamó, a mí y a mis hermanos, profundamente la atención, pues era contrastante.  Era El Pequeño Larousse Ilustrado, pero su grosor desmentía su pequeñez.
Bien, como todo es relativo, concluimos que existiría un gran diccionario que explicaría la modestia de éste.
Muchos años fue  instrumento de consulta familiar.
Terminó su heroica vida sin pastas y medio deshojado.
Sin ser una obsesión, actualmente tenemos diccionarios especializados en temas como filosofía, ciencias sociales, científicos, de idiomas, ortográficos, de dudas, de sinónimos y antónimos, y varios de español, escolares y de las academias.
En mi celular tengo instalada la aplicación del de la Real Academia.
Sin restarle razón a Cortázar ni a Nikito--, pues yo mismo he señalado algunos desacuerdos con  la academias, reales y plebeyas, y con sus respectivos diccionarios-- debo confesar… creo que ya no es necesario, pero ahí va: a mí me gustan los diccionarios.
Revisando la biblioteca, encontré un texto comprado en una tienda de libros usados. Es un Curso de español para la enseñanza media, de los maestros en Letras Manuel García Pérez y Rosa Rey de García Pérez . Fue publicado por la Editorial Jus, en 1967.
Ahí hallé estas líneas que quiero compartir con ustedes.

“¿Qué es un diccionario? ¿Qué hay en un diccionario? ¿Para qué son necesarios los diccionarios?
“Empezaré por decirte que el diccionario es un libro muy importante para cualquier idioma . En un diccionario, por simple que sea, vivo está y en funciones el tesoro lingüístico de un idioma con todo el peso de su historia, rastro dejado en cada palabra por la historia de los pueblos.
En el diccionario, la mayoría de las personas ven sólo un medio cómodo y sencillo par salir de dudas ortográficas (de escritura), etimológicas (de origen) y semánticas (de significado), un seco archivo de palabras. No, el diccionario es algo más que eso. Si eso fuera solamente, no sería obra de tanta ciencia y de tanta paciencia. El diccionario dice muchas cosas, y más dice a quien sabe interrogar ese laconismo que lo caracteriza, porque en el diccionario hay historia hecha, historia pasada, y la que  se está haciendo todos los días, aun el los lugares más lejanos en que se habla la misma lengua, porque ésta se remoza constantemente.
“Cambios de forma que han sufrido las palabras, variantes ortográficas de tiempo y de lugar; pluralidad de significaciones, a veces desconcertantes; diversos, insospechados y remotos orígenes de su existencia; palabras que nacen de la propia entraña y evocan todo un mundo de ideas, y palabras postizas que nada dicen. Unas que mueren; otras que, olvidadas, reaparecen en cosas muy nuevas con tradición muy vieja. Palabras extrañas al genio del idioma, que han venido a él por invasiones extranjeras, expansiones nuestras, y  por los canales de la cultura. Todas estas cosas se registran en un diccionario, y son muchas más las que sugiere. En sus definiciones y acepciones duerme el alma de las palabras. tenemos que aprender a respetarlas.”
¿No son interesantes los conceptos, el estilo y el lenguaje?
.-.-.-.-.

A El Arca de arena, respondió, nuevamente Marielena Hoyo, quien parece estar tan fascinada con las palabras como yo.
Efectivamente, es la “contera” el resguardo de la punta del bastón.
Y de El Arca sale, muy acorde con el tema de hoy, un “calepino” 
  
19 12 15

Publicado en La Crónica de hoy

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